Octubre-Diciembre 2004, Nueva época No. 82-84 Xalapa • Veracruz • México
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Bulimia y anorexia, trastornos
de la adolescencia del siglo XXI

Alma Espinosa

Mucho se ha hablado acerca de la mala influencia que ejercen actualmente las tendencias de la moda sobre las mujeres, sobretodo jóvenes, quienes son capaces de sacrificar su salud y formar parte de la creciente lista de personas que padecen enfermedades como la bulimia o la anorexia, para tener un cuerpo prototípico de la belleza. Sin embargo, detrás de estos padecimientos hay otras causas de fondo que las originan, que tienen que ver con desórdenes de personalidad, presión familiar, desequilibrios químicos o predisposición genética.

La información que proporcionen los profesores, la comunicación intrafamiliar y el diagnóstico oportuno por parte de especialistas de la salud, son tres intervenciones importantes para detectar los trastornos alimentarios que pudieran presentarse durante la adolescencia, como la bulimia y la anorexia.

A pesar de que ambas enfermedades de carácter bio-psico-socio-emocional fueron designadas como tales en el siglo XIX, en pleno siglo XXI son padecimientos que llaman la atención por su frecuencia, principalmente en la población de 14 a 18 años. Y no sólo eso, también están incidiendo en personas adultas de 25 a 35 años que también son víctimas de la influencia de la mercadotecnia que se empeña en resaltar las imperfecciones corporales.

Ante la presencia cada vez más marcada de estas enfermedades en todo el mundo, se han creado numerosas asociaciones de médicos especializados, y de personas que las padecen o las padecieron para prevenir y apoyar a las miles de personas que cada día se adhieren a las estadísticas de los trastornos alimentarios.

De acuerdo con datos proporcionados por el Instituto Nacional de Nutrición “Salvador Zubirán”, en varios países es mayor la presencia de bulimia en comparación con la anorexia nerviosa, pero en México no se cuenta con cifras sobre la incidencia del trastorno, debido a que se ocultan los casos, aunque se han aplicado cuestionarios en la población considerada como de riesgo.

La anorexia y la bulimia son dos males que están en boga, por lo que es necesario saber de sus características y tener la mayor información posible sobre ellos. Por ello ofrecemos una entrevista con la doctora Gabriela Nachón García, investigadora del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Veracruzana.

¿Cuáles son los trastornos de la conducta alimentaria?
Estos trastornos son enfermedades devastadoras, caracterizadas por una relación impropia del ser humano con los alimentos, que afecta su salud integral. Desde el punto de vista biológico, el común denominador de estos padecimientos es el desequilibrio calórico, factor que desencadena la mayoría de los desórdenes sistémicos y locales que presentan los pacientes.

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana, en su cuarta edición, considera dentro de los trastornos de la alimentación a la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y otros desórdenes alimentarios no especificados. Todos estos padecimientos se definen como enfermedades psiquiátricas con complicaciones físicas, es decir, que afectan el estado normal del organismo, poniendo en riesgo la salud física y mental.

¿Por qué surgen dichas enfermedades?
Aunque no existe una causa específica, están asociados a desórdenes emocionales y de personalidad, presión familiar, influencia cultural, desequilibrios químicos, así como la predisposición genética o la biológica, que podrían tener también un papel dentro de las causas que desencadenan estos padecimientos.

¿Por qué los factores genéticos podrían influir en su aparición?
Se ha mencionado que algunas personas heredan una cantidad extraña de narcóticos naturales del tipo opioides, que son descargados en condiciones de inanición y que promueven una adicción al estado de hambre. Algunas investigaciones están centrándose en la interacción entre el sistema neurológico y el aparato endocrino de las personas con trastornos del apetito. El hipotálamo ordena el funcionamiento de la hipófisis y las personas con daño en esta estructura tienden a exhibir síntomas de anorexia. Las anormalidades del hipotálamo parecen causar una mayor producción de las hormonas esteroideas relacionadas con el estrés, que a su vez bloquean el neuropéptido (NPY), un potente estimulante del apetito que se reduce en las personas con anorexia.

También se puede mencionar que el sistema hipotálamo-pituitario, que es el responsable de la producción de hormonas reproductoras, se agota severamente en la anorexia, dando lugar a la cesación menstrual. Aunque muchos expertos argumentan que esas anormalidades reproductoras son el resultado de la anorexia, se ha informado que de un 30 a un 50 por ciento de las anoréxicas, los trastornos menstruales aparecen antes de que la malnutrición severa haya ocurrido.

¿Desde cuándo se registraron los primeros casos de anorexia?
Desde la Edad Media ya existían mujeres que, siguiendo un modelo de ascetismo, comían muy poco porque creían que era una de las maneras para renunciar a la vida terrenal. Sin embargo, los casos fueron registrados en 1873 y 1874 con los reportes médicos de Charles Laségue y William Gull, respectivamente. La anorexia nerviosa fue considerada como un problema médico, al determinarse que el ayuno era motivado por un miedo mórbido a estar obeso; no obstante, fue a partir de la muerte de la cantante Karen Carpenter cuando la anorexia empezó a ser del
dominio público.

¿Hay alguna diferencia entre anorexia y anorexia nerviosa; entre bulimia y bulimia nerviosa?
Sí existe diferencia. La palabra anorexia proviene del vocablo griego orexis, que significa apetito, por lo tanto anorexis significa “no apetito”. Es muy importante distinguir la anorexia nerviosa de la anorexia, que es generalmente temporal y se conjunta con algún padecimiento como la indigestión, gastritis, úlceras gastroduodenales, cáncer de estómago, tuberculosis y enfermedades febriles. También es esencial distinguirla de la posible anorexia que se desarrolla a raíz de la psicopatología severa, como en algunos casos de esquizofrenia, en donde hay falta de apetito pero no un miedo intenso a engordar.

En cuanto a la bulimia, no hay diferencia entre los dos términos empleados, pues la palabra bulimia viene del griego boulimos, que quiere decir “hambriento”, y siempre que se escuche este término se referirá a una enfermedad que comprende un ciclo compuesto por tres etapas: la restricción, la sobrealimentación o el atracón y la compensación.

¿Cuál es la diferencia entre anorexia restrictiva y anorexia purgativa?
La anorexia restrictiva es aquella que consigue la pérdida de peso con dieta y/o ejercicio intenso sin recurrir a purgas, como es el caso de la anorexia purgativa. En este último caso se ingieren pequeñas cantidades de alimentos y se recurre a laxantes, diuréticos, enemas e, incluso, la inducción del vómito.

¿La bulimia también presenta esta clasificación?
Sí. La bulimia, al igual que en la anorexia, también tiene esas dos clasificaciones. En ambos casos se presentan los atracones y las restricciones, y la diferencia radica en la manera en cómo los pacientes realizan la compensación.

¿En qué se basan los especialistas para diagnosticar la anorexia y la bulimia?
El diagnóstico de la anorexia se basa en el rechazo del paciente a mantener el peso corporal por encima del mínimo normal para su edad y talla; en su deseo descontrolado por bajar de peso produciendo una interrupción del apetito y de la ingesta calórica diaria; con esto se altera la digestión, el estado de la piel
y el sueño.

Además de que la persona pierde de 15 a 60 por ciento de su peso, tiene una distorsión de la imagen corporal, lo que provoca que se perciba más obesa o de mayor peso del que en realidad tiene. Otro de los síntomas indicadores del nivel en que se encuentra el trastorno es la amenorrea, es decir ausencia de la menstruación. Estas personas también muestran un estado de ánimo depresivo y tienden a aislarse socialmente.

La bulimia se caracteriza por la presencia de atracones recurrentes, en los que se consume una gran cantidad de alimentos en corto tiempo, los cuales van seguidos de conductas compensatorias inapropiadas, como el uso de laxantes o diuréticos, el ejercicio intenso y la inducción del vómito.

Pero para poder considerarlo como un caso de bulimia es necesario que dichas acciones se repitan por lo menos tres veces a la semana. La pérdida de peso no es tan marcada como en el caso de la anorexia, incluso puede pasar desapercibida.
Para sospechar de la presencia de alguno de estos males, tendríamos que observar la pérdida de por lo menos cinco kilos en un lapso corto; sentimientos de culpabilidad por sentirse satisfechos después de haber ingerido una comida completa; reticencia a asistir a comidas familiares y reuniones sociales, y revisión de peso obsesiva.

Cabe mencionar que, a pesar de que en las mujeres existe mayor incidencia, ambos padecimientos se presentan también en hombres, y en ellos está asociado con levantadores de pesas, físicoculturistas y aquellos que fueron victimas de algún tipo de abuso sexual.

¿Cuáles son las acciones preventivas que debemos realizar para evitar este tipo de trastornos?
Es importante promover prácticas saludables de alimentación en niños y adolescentes. Igualmente es esencial la comunicación intrafamiliar y la atención que den los padres a los hijos, sobretodo a aquellos que tienen problemas fuera de su núcleo familiar.

De igual forma se debe fomentar los valores y la autoestima tanto en casa como en las escuelas, reconociendo la capacidad y las facultades de cada uno de los niños y jóvenes. Aquí es pertinente destacar que sería conveniente que el profesorado brindara información sobre estas enfermedades y que canalizara, a las instancias adecuadas, a aquellos alumnos que presentaran comportamientos que pudieran desencadenar algún desorden en la conducta alimentaria.

¿Con esto nos dice que existen comportamientos que pudieran hacernos sospechar de estos problemas? ¿Cuáles serían estos?
Además de los que mencioné anteriormente, una persona con anorexia se distingue porque es perfeccionista, obsesiva-dependiente y obediente, tiende a aislarse, suele probar varias clases de pastillas para adelgazar, busca la afirmación constante por parte del grupo que la rodea acerca de su apariencia física, prefiere la ropa holgada, se mantiene activa para enmascarar su demacración y debilidad física, busca que la cocción de los alimentos sea extrema ya que esto ocasiona que los nutrientes esenciales se pierdan, entre otras cosas.

La bulímica es generalmente conflictiva, impulsiva y poco tolerante a las presiones, ingiere gran cantidad de comida con alto contenido energético y, paradójicamente, siempre está a dieta. Sin embargo, la detección de estos pacientes es compleja, ya que normalmente realizan estos atracones en privado, y estos excesos son acompañados casi siempre de vómitos autoinducidos.

¿De qué manera se puede ayudar a una persona que ya presenta estas enfermedades?
Lo más importante es lograr que la persona diagnosticada como bulímica o anoréxica acepte que está en esta situación, porque los pacientes nunca se ven delgados y tratan de enmascarar su padecimiento realizando otras actividades por las que manifiestan sentirse fatigados.

El tratamiento médico debe ser multidisciplinario, ya que deben intervenir nutriólogos, dietistas, psicólogos, psicoterapeutas, odontólogos y gastroenterólogos. En cuanto a la alimentación, ésta debe ser paulatina –pues no se le puede proporcionar al paciente en grandes cantidades después de que ha consumido menos de 300 calorías al día– y debe ser totalmente balanceada con un aproximado de 1 200 calorías; de lo contrario, el organismo del paciente no la soportaría.

¿Cuál es el porcentaje de la población que padece estos trastornos, de acuerdo con estadísticas publicadas recientemente?
Según el Instituto Nacional de Salud en España, en los últimos años estos padecimientos están constituyendo un auténtico fenómeno social en todos los sentidos, con un incremento en la prevalencia. La media de las tasas de incidencia anual entre 10 y 30 años es de 17-19/100 000 en anorexia nerviosa; la incidencia de bulimia nerviosa en el mismo rango de edad se ha multiplicado por tres en los últimos 10 años, alcanzando una tasa del 50/100 000. En la actualidad, la prevalencia para la anorexia nerviosa es del uno por ciento y para la bulimia nerviosa de uno a tres por ciento, cifras que son similares en casi todos los países desarrollados.

Ahora háblenos de su trabajo. ¿Qué línea de investigación desarrolla en el Instituto de Ciencias de la Salud de la UV?
En el Instituto se trabaja en dos líneas de investigación. La primera es “Salud bucal y procesos psicosociales”, que tiene como objetivo mejorar la calidad de la atención bucodental, mediante el establecimiento de un ámbito de acción entre el campo de la salud oral y las ciencias psicológicas y sociales en relación al individuo. La otra línea, titulada “Manifestaciones bucales en enfermedades sistémicas”, tiene el objetivo de contribuir en la determinación del diagnóstico oportuno, prevención y tratamiento bucal eficaz en enfermedades sistémicas con un enfoque multidisciplinario. Ambas líneas forman parte del cuerpo académico Salud Integral y Sociedad y en las dos colaboran el investigador Gustavo Félix López del Instituto de Investigaciones Psicológicas, el doctor Tomás Gerardo Hernández Parra del Hospital Escuela de Ginecología y Obstetricia, y yo, que además soy la responsable de las líneas.

¿Qué relación tienen las líneas de investigación con los trastornos de la conducta alimentaria?
Ambas líneas están dirigidas al campo de la salud bucal pero con un enfoque multidisciplinario. Es importante no perder de vista que la cavidad bucal está estrechamente relacionada con el resto del organismo, tanto en el aspecto morfológico como en el funcional. Cualquier alteración del complejo biológico funcional puede repercutir en la cavidad oral y ésta, a su vez, puede afectar otras áreas en el organismo. Debido a que los desórdenes de la conducta alimentaria presentan sintomatología bucal, sistémicas y a nivel de la personalidad, están estrechamente relacionados con las dos líneas.

¿Cuál es la sintomatología bucal que se puede observar en los trastornos de la conducta alimentaria?
Dentro de la cavidad bucal podemos encontrar erosión dental de tipo intrínseco que se caracteriza por la pérdida exhaustiva de los tejidos duros dentarios. Este problema es resultado de la exposición de los tejidos a los fluidos gastrointestinales causados por el vómito. La prevalencia de la erosión dental es baja, se encuentra en un 38 por ciento y depende de la combinación de aspectos como tipo de dieta, frecuencia del vómito, tiempo con el padecimiento, higiene posterior al vómito, entre otros. La erosión se presenta si la regurgitación ha estado presente en forma continua por lo menos durante dos años consecutivos.

El abuso de la ingesta de los carbohidratos asociado a una deficiencia en la higiene bucal aumenta la prevalencia de la caries dental. Además el uso de los medicamentos prescritos a los pacientes anoréxicos y bulímicos, tales como tabletas de dextrosa, vitamina C, bebidas ricas en sacarosa, etcétera, causa problemas en la cavidad bucal.

La xerostomía es otra de las manifestaciones bucales en estos pacientes. Se le conoce también como boca seca y está asociada a la deshidratación producida por la pérdida de líquidos a consecuencia del vómito. Los periodos permanentes de ansiedad y secundario a medicación depresora del sistema nervioso central contribuyen a una mayor presencia y cúmulo de la placa dentobacteriana y, por consiguiente, al desarrollo de caries dental. La sialodenitis, definida como agrandamiento de las parótidas, se encuentra frecuentemente en la cavidad bucal de los pacientes y está asociada a la condición crónica de vomitar.

También la mucosa bucal se ve afectada por la falta de hidratación y lubricación; con ello aumenta la tendencia a las ulceraciones e infecciones, además del eritema a consecuencia de la irritación crónica por el contenido gástrico y laceraciones por la autoinducción del vómito. La deficiencia de nutrientes y de vitaminas básicas para la conservación y el recambio epitelial ocasiona queilosis, caracterizada por sequedad, enrojecimiento y fisuras labiales, principalmente comisurales.

La deshidratación de los tejidos bucales por las deficiencias en la producción salival –de la que hablábamos anteriormente–, así como las deficiencias dietéticas y la escasa higiene bucal impactan adversamente la salud periodontal por acumulo de irritantes locales, de tal manera que también apreciamos un índice bastante elevado de gingivitis.

¿Cuál es el papel del odontólogo en la prevención de los desórdenes alimentarios?
El papel del odontólogo es de suma importancia, ya que son los únicos síntomas irreversibles, aunque las lesiones bucales no ponen en riesgo la vida del paciente. Quien se dedique a la atención dental deberá conocer las manifestaciones clínicas de estos trastornos; de esta manera podrá orientar a los pacientes y a sus familiares sobre la mejor manera de tratar el padecimiento oportunamente.

¿Qué tipo de tratamiento debe manejar el odontólogo ante este problema?
Durante mucho tiempo el tratamiento restaurativo ha sido prioritario y han quedado relegadas las técnicas preventivas. Esto puede deberse a que en ocasiones el dentista no está enterado del desorden alimenticio. La educación al paciente sobre la aplicación de fluor, el uso de técnicas de cepillado, antiácidos, goma de mascar de xilitol, enjuagues bucales adicionando bicarbonato de sodio después de los episodios de vómito, así como el posible uso de guardas bucales puede minimizar el efecto de los ácidos.