Julio-Septiembre 2004, Nueva época No. 79-81 Xalapa • Veracruz • México
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Realizó estancia académica en la Universidad de California Riverside
Podrían frenar virus
de la tristeza en los cítricos

Edith Escalón

Mikeal Roose, junto con Brian Federici, participó en el curso Uso y aplicación de marcadores moleculares en estudios botánicos, y afirmó que Veracruz debe invertir más en investigación para atacar plagas en cítricos.
Técnicas científicas basadas en la biología molecular podrían apoyar el mejoramiento de la agroindustria de cítricos de Veracruz, aseguró el genetista de la Universidad de California-Riverside (UCR), Mikeal Roose, quien logró desarrollar en su laboratorio una variedad de cítricos resistente al virus de la tristeza, enfermedad vegetal que se propaga rápidamente.

Invitado a México por la Universidad Veracruzana, el investigador señaló que al ser Veracruz el principal productor de cítricos en todo el país debería invertir más en investigación, pues la aplicación de la biología molecular en la agricultura tiene un enorme potencial y representa una oportunidad para desarrollarla con alta calidad.
En su laboratorio, Mikeal Roose logró desarrollar una variedad de cítricos resistente al virus de la tristeza.(Foto: Luis Fernando Fernández).
 

Según dijo, la variedad de cítricos resistente al virus de la tristeza que han desarrollado en su laboratorio está adaptada a las condiciones de California, por lo que quizá no frenaría la enfermedad de la misma forma si tuviera que sembrarse en Veracruz, puesto que existen condiciones diferentes tanto de clima, como de suelo, agua, humedad, etcétera.

Es necesario que en laboratorios locales se desarrolle tecnología propia e híbridos adaptados a las condiciones del campo veracruzano: “lo que ustedes necesitan es desarrollar más investigación”, explicó. Es decir, una alternativa para Veracruz, además de los convenios interinstitucionales para transferir tecnología, es la inversión en investigación, que comienza con el entrenamiento de recursos humanos. “En la Universidad de California tenemos las puertas abiertas para los estudiantes veracruzanos interesados en realizar posgrados en esta área”.

El investigador advirtió que, para lograr un verdadero desarrollo, la investigación es fundamental, pero no exclusiva, dado que también es necesario tener toda una infraestructura para aprovechar las ventajas de la ciencia: “La biología molecular por sí sola no puede generar beneficios, es necesario tener gente en el campo que verdaderamente pueda aplicar las técnicas en la agricultura”.

En la universidad donde labora están desarrollando desde hace años nuevas variedades de cítricos y espárragos, basados en la utilización de estas técnicas. De hecho, para lograr la variedad de cítricos mencionada fue necesario detectar en diferentes grupos de cítricos los genes que fueran resistentes al virus, aislarlos e insertarlos en las plántulas susceptibles a contraer la enfermedad vegetal, todo esto a partir de la utilización de marcadores moleculares.

Además, utilizando la biología molecular es posible seleccionar, desde etapas muy tempranas, las mejores plántulas (plantas pequeñas), así se eliminan las que tengan características no deseables y se propagan (siembran) sólo aquellas que cumplan con los más altos parámetros de calidad: tamaño, color, sabor, resistencia a enfermedades, entre otros.
Mike Roose es el coordinador del proyecto multinacional para desarrollar el genoma de los cítricos, cuya información va a permitir que los investigadores de todo el mundo puedan manipular más fácilmente los cítricos.

Su conferencia formó parte del curso Uso y aplicación de marcadores moleculares en estudios botánicos, organizado el 12 y 13 de julio por el Centro de Investigaciones Tropicales de la UV (Citro), con el apoyo de la UCR.

Reducen alimentos transgénicos contaminación por insecticidas
Otro de los participantes del curso fue Brian Federici, quien coordina en California un programa para cultivo de maíz genéticamente modificado. En su intervención presentó las características moleculares de esta variedad de maíz, misma que ha sido genéticamente modificada para resistir los embates de ciertas plagas insertándole una bacteria llamada Bacilus astringente.

Según explicó, reducir la cantidad de insecticidas que se asperjan en los cultivos es una prioridad para la Agencia Norteamericana de Protección del Ambiente, pues se ha demostrado que en concentraciones importantes estos químicos son generadores de cáncer, en cambio, no han encontrado riesgos significativos en el uso de plantas transgénicas. “El uso de alimentos transgénicos reduce considerablemente la contaminación por riego de insecticidas y, de momento, ese es uno de sus más importantes beneficios”.

Al cuestionarle sobre los posibles efectos secundarios del cultivo y consumo de transgénicos, el investigador afirmó que nunca se puede decir que algo es absolutamente seguro: “no es científico decirlo porque nunca se puede saber todo”; sin embargo, nunca se han presentado reacciones o efectos desfavorables por el uso de esta bacteria, por lo menos en los 40 años que ha sido utilizada en los Estados Unidos. De hecho, 40 por ciento del maíz que se produce en los Estados Unidos es transgénico (maíz bt), al igual que 50 por ciento del algodón que hay en todo el país, cultivo que ha sido genéticamente modificado durante seis años, “y hasta el momento no hemos visto ningún efecto en la salud humana o en el ambiente”.

En contraste, los insecticidas químicos matan entre 80 y 90 por ciento de todos los tipos de insectos, no sólo las plagas, eso incluye los benéficos como abejas, arañas, avispas que parasitan e insectos depredadores que comen los insectos dañinos: “con los cultivos transgénicos ninguna de estas especies ha sido dañada”.

Al insistir en que los riesgos para la salud humana no son considerables, pues los transgénicos que se cultivan ahora son principalmente alimentos, el doctor Federici recalcó que esta preocupación es incentivada por la prensa, y por la falta de conocimiento científico sobre el tema. “Nosotros sabemos que cuando la gente se come el maíz transgénico la proteína insecticida que contiene es rápidamente destruida en el estómago, porque este es muy ácido, mientras que el estómago de los insectos es muy alcalino, cualidad que activa y estabiliza la toxina; además, para que la proteína funcione y mate al insecto tiene que pegarse a él, pero en el estómago humano no existen los receptores para que esto suceda”.

Brian Federici es pionero de la aplicación de bacterias para el control biológico de mosquitos y líder mundial en el desarrollo de organismos genéticamente modificados. En los Estados Unidos es una de las voces que más ha defendido su uso y aplicación.