Octubre-Diciembre 2003 , Nueva época No. 70-72 Xalapa • Veracruz • México
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Urgente, reorientar su camino
Pequeño, restringido y elitista,
el sistema de educación superior
de nuestro país: Miguel Á. Casillas

Alma Espinosa

Sin un sistema educativo eficaz, eficiente y fortalecido, el desarrollo de nuestro país seguirá siendo un deseo, una utopía. Pero, ¿qué aspectos, vicios y desaciertos debemos borrar de ese mapa llamado educación?, ¿qué procesos y tareas debemos emprender para alcanzar su óptimo funcionamiento? Miguel Ángel Casillas, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azacapotzalco, a través de las siguientes líneas da cuenta precisamente de los problemas y desafíos del sistema de educación superior mexicano.
Las necesidades de cambio en el siglo que apenas comienza se extienden hacia todos los aspectos de la vida mundial. Se hable de sociedad, economía, política, cultura o educación, el reclamo de transformación en nuestro país se deja sentir y sus primeros indicios apenas se vislumbran.
En el rubro económico, México ha buscado incorporarse a los mercados mundiales y ha incrementado hasta cierto punto la productividad. En lo referente a la política, los signos del nacimiento o resurgimiento de una democracia se comienzan a ver a través de la alternancia en el poder, aunque para varias personas esto no significa un verdadero cambio, sino una entrega de la estafeta para continuar bajo las mismas condiciones. Lo que sí es evidente es que se ha consolidado la estructura de organizaciones políticas y han surgido nuevos actores sociales.
 

En los ámbitos culturales y científicos, la aparición de nuevos fenómenos como expresiones artísticas y aplicaciones tecnológicas sí ha tenido cierta repercusión en nuestro país. Sin embargo, en el terreno educativo no se ha caminado a buen ritmo, pues si bien los niveles de analfabetismo han descendido y el número de escuelas se ha incrementado, ello no quiere decir que el horizonte sea más satisfactorio que antes o que ya tengamos una sociedad con conocimientos superiores a los impartidos en nivel básico.

La educación en general es un tema que a no pocos les interesa por ser punto nodal del desarrollo del país; no obstante, aún no se llevan a cabo acciones concretas encaminadas a su mejoramiento o a su replanteamiento: la preparación de bases profesionales para apoyar los cambios que la sociedad exige es tema de académicos e investigadores de todo el mundo.

Miguel Ángel Casillas Alvarado, quien actualmente realiza una estancia de un año en el Instituto de Investigaciones en Educación de la UV, desde que cursó la licenciatura se interesó en el análisis y la construcción de proyectos encaminados a conformar nuevos modelos universitarios que sirvieran para mejorar la formación y capacitación de los jóvenes y estimular su aprovechamiento para fines
sociales.

Desde 1980 ha sido profesor de materias relacionadas con la sociología, la historia y la pedagogía en numerosas instituciones de educación superior del país, y se ha desempeñado como asesor y coordinador de cursos y programas para académicos de nivel superior y como articulista de la Agencia Mexicana de Noticias. Desde 1987 es profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-Azacapotzalco).

A lo largo de más de 20 años ha tenido contacto con todos los aspectos de la educación superior, por lo que ha podido presenciar múltiples facetas de este tema, ¿cuál es su opinión respecto a su estado actual?
La situación actual de la educación superior es muy contradictoria. México es un país profundamente diferenciado, tenemos zonas semejantes al nivel de vida de naciones desarrolladas que coexisten con situaciones similares a las de algunas ciudades de África. Esto es, la pobreza mexicana se parece mucho a la pobreza extrema africana y sudafricana, incluso más de lo que nos podríamos imaginar.
En cuanto a educación superior se refiere suceden cosas semejantes.

Tenemos cosas de super primer nivel que coexisten, a veces en la misma institución, con aspectos sumamente deteriorados. En general, México tiene un sistema de educación superior muy pequeño, restringido y elitista, en comparación con todo el avance que se está dando en el mundo. El hecho real es que México se ha quedado atrás, en él no ha habido políticas que busquen promover y expandir la educación superior a la velocidad que requerimos para ponernos al ritmo de las naciones desarrolladas o por lo menos de los países de equivalente desarrollo al de nuestro país.

Argentina, con todo y su crisis económica, tiene un sistema, proporcionalmente a su población, más adelantado que el nuestro. Cuba es un país muy pobre, pero tiene mayor desarrollo en educación superior proporcionalmente. ¿Qué quiero decir? Que México no ha atendido suficientemente el avance de la educación superior, ya sea en términos de incorporación de estudiantes, de expansión de sus sistemas, de aumento de oportunidades de estudio y por supuesto de diversificación de oportunidades.

Creo que hay un conjunto de reformas, mismo que se ha aplicado, que no necesariamente ha dado los resultados que se esperaban, pero observo que hay cambios muy importantes. Por supuesto, no es lo mismo la universidad pública ahora que en los años ochenta, pues sí ha habido importantes contribuciones pero no son suficientes. Creo que no podemos echar las campanas al vuelo en este caso.

¿En nada ha ayudado la creación de nuevas universidades?
Sí han surgido nuevas instituciones, muchas de ellas se llaman universidades aunque no sean de educación superior. Me refiero, por ejemplo, a las universidades tecnológicas que no ofrecen estudios universitarios, sino que brindan planes educativos de cuarto nivel en la clasificación de la UNESCO. Éstas no pertenecen propiamente al rubro de tercer ciclo o de nivel universitario.

El problema es que no se han creado más universidades públicas. Después de la Universidad Autónoma Metropolitana en los años setenta, han sido pocas las creadas, como la de Aguascalientes, Quintana Roo y la Pedagógica Nacional, como si cada estado debiera tener sólo una universidad, pues no es así, estamos mal.

Además de que no se han creado más universidades públicas, ¿el problema pudiera ser la falta de atención gubernamental?
Es cierto que el sistema de educación superior no ha recibido la atención social y gubernamental necesaria. Claro que ha habido políticas e iniciativas muy loables y correctas, como el impulso a los estudios de postgrado, rubro que ha recibido una gran cantidad de recursos; sin embargo, las políticas han sido como de escopetazo, es decir, se otorga una gran cantidad de becas para estudios de postgrado, pero sin cuidar que éstos tengan relación directa con el fortalecimiento de los cuerpos académicos.

Pongamos un ejemplo, si yo tengo un grupo de investigación que hace sociología de la educación superior ¿es viable que mis profesores se vayan a estudiar un doctorado en Filosofía, Mecánica Cuántica, Inteligencia Artificial o Agronomía? Pues no, esto no tendría ningún sentido cuando lo que necesitamos es fortalecer ese grupo de investigación. Por ello digo que las políticas de becas de postgrado han sido muy extendidas, pero no han tenido una dirección hacia el fortalecimiento de los cuerpos académicos.

El hecho de que se vayan a estudiar los posgrados de excelencia puede ser muy loable, porque así no cursan los posgrados en cualquier changarro. Pero qué tal si proponemos que además de ser de excelencia se relacionen con su área de investigación. Ha sido muy flojo y poco medido el sistema de regulación de becas. Se fueron por el lado formal, pero olvidaron que los estudios tienen que relacionarse para consolidar los objetivos institucionales.

Lo mismo ha sucedido con el programa de becas que se otorgan para publicar. Si yo publico 40 artículos de un tema distinto al mío, ¿estoy fortaleciendo mi grupo de investigación, estoy contribuyendo a mi campo, o simplemente estoy presentando artículos a lo loco?

¿Qué quiero decir con esto? Los programas de productividad, de becas, entre otros, han estado poco orientados al fortalecimiento de los objetivos institucionales, cuando son instrumentos que se podrían usar para eso, son herramientas que se tienen para incidir en el desarrollo de grupos de investigación más definidos y para decidir dónde están las ventajas comparativas en el ámbito nacional. Para ello, es necesario diseñar una estrategia, cuyo fin sea enviar a mis profesores a cursar posgrados realmente valiosos y que se relacionen con sus temas de estudio; para ello, les brindo becas y estímulos enfocados a los objetivos de investigación y a sus planes de trabajo anuales y no nada más a la producción neta.

¿La misma situación sucede con los incentivos para los docentes?
Cuando otorgamos becas a la docencia sólo por cumplir está mal, porque se han generado perversiones. Necesitamos otorgar becas para los profesores que imparten muy bien sus clases y se esfuerzan por mejorarlas continuamente, para los que de verdad hacen un trabajo meritorio.
Poco importa que los docentes o los investigadores vengan todos los días y se sienten en su silla para jugar, consultar Internet o chatear. Esto en sí no tiene sentido, lo tendría si a través de dichos medios tecnológicos realizaran trabajo académico o discutieran temas de investigación o artículos publicados por sus colegas.

Aunada a la apatía mostrada por algunos docentes, ¿podría decirse que también se bloquea a las nuevas generaciones de académicos?
En las universidades no nos hemos dado cuenta del grave problema que tenemos frente a las cosas que vienen en el futuro próximo. Pensemos, por ejemplo, en esta generación de profesores que se incorporó masivamente a la educación superior siendo muy joven en los años sesenta, setenta y todavía en parte de los ochenta. Esos catedráticos ya están llegando a la edad del retiro, es decir, la planta docente se ha envejecido.

A finales de la década de los ochenta, principios de los noventa, hicimos una investigación sobre académicos y descubrimos que la edad de ingreso de los profesores en el ámbito nacional había tenido un promedio de 28 años. Ya en 1992, esos mismos docentes tenían un promedio de edad de poco más de 40 años. Ahora que estamos en 2003 el promedio de edad ha de estar cerca de los 50, aunque, por supuesto, hay profesores mayores.

Pero, ¿qué vamos a hacer con ellos?, ¿se van a jubilar? No. En la medida que las becas y los estímulos no estén formando parte del salario no se van a jubilar, y mientras sigan contando con el seguro médico tampoco lo van a hacer. Yo pienso que, por ellos mismos, es importante que se jubilen porque han trabajado suficiente. También es benéfico para la institución, dado que necesitamos renovar las plantas de profesores, pues de no hacerlo se vuelven anticuadas.

¿Qué tipo de jóvenes hay que contratar para renovar nuestras plantas académicas?
Hay una gran masa crítica de jóvenes con maestría y doctorado que podría encontrar un lugar. Pero primero se debe diseñar un sistema en el que se permita y se aliente a algunos docentes a que se retiren, que sea de forma progresiva para que las nuevas generaciones aprendan de los viejos, que aprendan el oficio y que se den las posibilidades de desarrollo para las nuevas generaciones.

Por ejemplo, las universidades ya no están en condiciones de volver a contratar personal que cuente sólo con licenciatura. De acuerdo con los lineamientos, la Universidad Autónoma Metropolitana acepta nuevos ingresos sólo con doctorado, lo cual te da una economía institucional impresionante porque entonces ya no tienes que mandar a tus profesores a formarse y esperar dos, tres o cinco años para que tengan el doctorado. Aunque si tú aceptas a un muchacho que esté cursando el doctorado y demuestra que es un alumno brillante sólo tienes que esperar dos o tres años a que termine. De esa forma, se logra tener plantas de profesores más estables y de un nivel más elevado, contrario a lo que pasaba en mi generación. Yo soy de los últimos de esa generación que nos formamos dentro de la universidad ya siendo profesores, así obtuve mi licenciatura, maestría y doctorado.

Analizar el tipo de académicos que deseamos nos lleva por la vertiente estudiantil. ¿Considera que los alumnos están recibiendo una adecuada formación, tan buena como para llevar la responsabilidad de la educación de las siguientes generaciones?
Creo que las universidades necesitan una reforma profunda para entender qué clase de estudiantes tenemos porque ellos han cambiado. Ahora los jóvenes no son los mismos que los de hace 20 o 30 años, son totalmente distintos. En ese sentido ¿cuáles son las reformas que están operando en la educación superior para tratar con el nuevo tipo de alumno? No hay atención a eso, hay escasa reflexión.

Cuando los miembros de mi generación éramos estudiantes universitarios no había ni fax. Para la mayoría de los jóvenes actuales, la Internet es parte de sí, además cuentan con más libertad y tienen mayor acceso a las opciones culturales. En cambio, cuando éramos jóvenes no había industria cultural como tal. Entonces, ¿cómo consideramos eso para la formación?, ¿cómo incorporamos eso a la hora de la información? Es ahí donde están las fallas, por eso es indispensable una reforma profunda de las instituciones de educación superior.

En la Universidad Veracruzana hay una aproximación con la idea del Modelo Educativo Integral y Flexible, que coloca en el centro al estudiante. Esa es la sensibilidad que se debe tener, pero esto no sucede en otra universidad del país. Por eso, el rector tiene razón cuando dice que ésta es la única universidad en México que está organizando una reforma profunda de sus estructuras educativas. No es nada más decirlo porque sí, es una realidad que el resto de las instituciones de educación superior públicas no toman en cuenta esos factores, y por supuesto que urge en el país una reforma profunda.

Para terminar con este recorrido de rasgos del sistema de educación superior, debo mencionar que hay una enorme resistencia a transformar los sistemas de financiamiento y de regulación del propio desarrollo del sistema. La idea de que haya instancias que certifiquen si tu calidad es buena o mala es algo que todavía no pasa, es una jugada que todavía no se acepta en el sistema de educación superior mexicano.

¿Todavía no se acepta a pesar de que ya se cuenta con una instancia como el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior?
Es que lo referente a la acreditación apenas está desplegándose en México. La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior recientemente ha rechazado una iniciativa del subsecretario para financiar de otra manera a las instancias educativas, pero ¿bajo qué argumento se iba a bajar el financiamiento a las universidades? En el fondo, hay una enorme resistencia a que se muevan las cosas, porque los arreglos están tan armados que si hay cambios se afectan los intereses y las estructuras que están anquilosadas.

Al respecto también hay que mirar a las universidades privadas. ¿Cuál es el nivel de resistencia que tienen éstas para impedir que se evalúe lo que pasa allá adentro? Es inverosímil el margen de arbitrariedad y de laxitud con el que operan, y creo que eso no puede ser. En cambio, las universidades públicas y los tecnológicos han estado sujetos a evaluación institucional, desde sus profesores y alumnos hasta sus finanzas y procedimientos administrativos, entre otros. Esto quiere decir que sí han cambiado las cosas, sí se están haciendo modificaciones, pero lo increíble es que en las particulares no pasa nada de eso y dan lugar a enormes fraudes económicos y culturales, porque imagínate lo que es para un muchacho normalmente pobre y para su familia pagar una universidad particular que sea todo un engaño educativo.

En ese sentido, creo que por supuesto valdría mucho la pena pensar en el nivel de resistencia de los cambios, tanto en lo público como en lo privado, y advertir cómo la zona más desatendida en regulación ahora es la universidad privada. Bien que mal hay mucho más control sobre las universidades públicas que han reducido el margen de arbitrariedad, corrupción, dispendio y gasto excesivo, entre otros fenómenos que eran característicos de estas instituciones.

¿Qué es lo que actualmente realiza para coadyuvar al mejoramiento de la educación superior?
En la Universidad Autónoma Metropolitana me dieron un año sabático que estoy aprovechando para trabajar en la Universidad Veracruzana. Actualmente coordino, junto con Ragueb Chaín Revuelta, el seminario Políticas de Educación Superior, que tiene por objeto contribuir al desarrollo de una línea de investigación del mismo nombre. Se pretende formar a personas interesadas en trabajar las cuestiones de educación superior desde una perspectiva mucho más académica y analítica.

El seminario nos permitirá comparar distintas realidades institucionales –pensemos en los sectores de la educación superior, tecnológica, normal, las universidades públicas, las privadas– y reconocer cuáles son las iniciativas federales que tienen por objeto el cambio de las organizaciones universitarias, de las políticas de financiamiento, del quehacer académico y de los procesos de evaluación. En ese sentido, es una mirada que pretende explorar los vínculos de las universidades o de las instituciones de educación superior con el estado, lo cual nos va a permitir revisar los grandes procesos contemporáneos que están en curso.

A través del seminario se pondrá en contacto a las personas que participan en él con los ponentes que cuentan con una vasta experiencia en el tema. Así se sentarán las bases para la posible conformación de una red local en Xalapa de investigadores en educación superior que, al mismo tiempo, tenga mayores vínculos con las redes del ámbito nacional.

También desarrollo dos proyectos de investigación: uno sobre la regulación de la carrera académica de la Universidad Veracruzana, y otro –en el que trabajo conjuntamente con José Luis Suárez y un grupo de prestadores de servicio social– para conformar una propuesta de periodización de la historia de la uv que nos llevará a ordenar una trayectoria institucional.

La idea del primer proyecto es realizar una reflexión sobre la parte normativa y los mecanismos legales que intervienen en la regulación del trabajo académico, así como comparar y analizar el desarrollo de cuerpos de profesores en la propia Universidad Veracruzana; esto es, la evolución del profesorado de la UV, números, tendencias, ritmos de crecimiento, grados de especialización, sin olvidar las áreas de conocimiento y las zonas geográficas, las cuales tienen distintas fortalezas o distintos grados de desarrollo.

Finalmente, con este proyecto se intentará revisar la evolución del programa de estímulos y becas, buscando un análisis crítico sobre su operación y diseño.
Hasta el momento he recopilado bastante información, con la que elaboraré un par de artículos al respecto. Uno será de orden científico académico que analizará el desarrollo de la carrera académica en la UV. El otro será un conjunto de sugerencias con la idea de reformar y así mejorar tanto los esquemas de regulación del trabajo académico como el propio programa de estímulos.

¿Cuál es el procedimiento que ha seguido para desarrollar el proyecto de historia institucional de la UV?
Me importa mucho subrayar que es una aproximación inicial a la historia institucional. Me interesa señalarlo porque no la conozco y quizá por eso tengo más distancia analítica para pensar en la propia historia de la UV, pero también la falta de conocimiento es un obstáculo muy serio.

Es un trabajo de orden colectivo, en el que proponemos una periodización general de la historia de la UV. Periodizar es un procedimiento metodológico en la historia para aproximarnos al reconocimiento de diferentes etapas que han sido relativamente homogéneas entre sí y distinguibles de otros momentos de la vida institucional.

Proponemos, pues, una periodización para la historia de la Universidad Veracruzana atendiendo dos consideraciones principales: por un lado, las modificaciones de orden jurídico, es decir, las transformaciones de la Ley Orgánica que son expresión de cambios institucionales que están objetivados, que están condensados en un documento de uso obligatorio para toda la comunidad: si cambia la Ley Orgánica se transforman las reglas del juego universitario en muchos niveles.
El segundo criterio que hemos utilizado es el desarrollo de un conjunto de procesos universitarios, esto es, la expansión de la matrícula, de cuerpos docentes y de trabajadores. Los ritmos de crecimiento son indicadores de épocas diferentes; no es lo mismo una institución que tiene una tasa de crecimiento pequeño durante muchos años, que una institución que vertiginosamente pasa a unas tasas de crecimiento muy grandes, lo cual genera cambios estructurales en la vida universitaria.

El tercer elemento que utilizamos como punto de referencia para marcar los periodos se refiere a las políticas nacionales y, en el caso particular de Veracruz, a las políticas estatales de educación que marcaron distintos rumbos para el desarrollo de la UV.

¿Por qué se pensó en esos tres elementos?
Porque los hemos probado como elementos significativos para poder construir una periodización de la historia de una universidad. El trabajo que tenemos más avanzado y como precedente prioritario, aunque no el único, es Una historia de la UAM que hice con Romualdo López Zárate y con Oscar González Cuevas. Este libro es una propuesta de interpretación de la historia de la Autónoma Metropolitana, para el cual se utilizaron los criterios mencionados con el fin de elaborar una periodización.

Con base en esta experiencia de investigación que tomó mucho tiempo y que requirió de un rigor científico, planeamos presentar una propuesta para publicar la historia de la UV en un número completo de la Colección Pedagógica. Este sería un primer acercamiento a la historia institucional de la Veracruzana, y con ello no quiero decir que no haya trabajos previos u otros estudios importantes sobre este tema; sin embargo, nuestra propuesta incluye factores específicos que pretenden abonar el camino para convencer a la propia uv de armar un equipo que realice una historia institucional mucho más desarrollada y completa.

Si el historial de la UV genera un debate, es muy probable que el propio Centro de Información de la Universidad cobre un estatus mayor y eso sería todo un éxito; además, los documentos podrían estar bien clasificados y ordenados, habría buenas instalaciones, y todo se conservaría como lo que es: un verdadero tesoro que tiene la institución sobre su propio pasado, un material invaluable para desarrollar investigaciones.

Si me preguntaras con qué sueño, contestaría que sueño con poder presentar ante el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología un proyecto de investigación para realizar la historia institucional de otras universidades del país, para ello habría que integrar a más colegas.

Me importa decir que trabajar en la historia de una institución no es sólo por elaborar un documento de carácter anecdótico o que sirva para resguardar la memoria, que per se ya sería importante, sino porque la única manera que tenemos para comprender el presente es sabiendo cómo llegamos a él: es un hecho que no podríamos encontrar las determinantes que nos han conducido a la situación actual si sólo vemos el momento presente como epifenoménico, como creado nada más por un instante. En realidad, cómo podemos desmenuzar, describir, explicar la situación en la que estamos: sólo recorriendo las grandes líneas por las que ha pasado la Universidad.