Julio-Septiembre 2003, Nueva época No. 67-69 Xalapa • Veracruz • México
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La fragmentación de las ciencias ha cambiado comprensión por eficiencia
Debemos articular los conocimientos, más que portarlos como una mochila de piedra: Motta

Edith Escalón e Iván Maldonado

Sobre el proyecto de instalar en la Universidad Veracruizana el nodo Veracruz del Observatorio Latinoamericano sobre Planetarización (que se sumaría a los de Buenos Aires, Padova y Valladolid), nos habla Raúl D. Motta, director de la Cátedra Itinerante Edgar Morin.
 

Cuando le preguntaron Edgar Morin el porqué de un pensamiento complejo –justo antes de la instalación del primer congreso sobre este tema a finales del 2000–, dijo que el término “complejo” no era una respuesta ni una solución, sino un “desafío al pensamiento”. De ahí nuestra incapacidad de dar una definición sencilla de toda una corriente que, más que proponer recetas de cocina, formula reflexiones sencillamente… complejas.
Si hay alguna forma de acercarse a la tesis nodal de esta corriente filosófica es percibiendo al pensamiento complejo, como un intento por comprender el entramado de la realidad, la incertidumbre, la contradicción, lo que ha quedado oculto entre el facilismo de la simplicidad.
Esta corriente de pensamiento no expone axiomas como si fueran ‘mandamientos’ del pensamiento complejo; sin embargo, pretende sensibilizarse ante las enormes carencias de nuestro pensamiento y comprender que –en palabras de su creador francés– “un pensamiento mutilante conduce, necesariamente, a acciones mutilantes… a decisiones erróneas”.
La óptica de Edgar Morin, que desde hace años se abre paso en el mundo, llegó a la Universidad Veracruzana para quedarse. Los seminarios iniciales en torno al pensamiento complejo fueron sólo la primera cita de un grupo de universitarios con esta corriente de pensamiento, pero bastó para comprometerse en una relación mucho más seria.
Este año Raúl D. Motta, director del Instituto de Pensamiento Complejo de la Universidad de El Salvador, Argentina, propuso junto con otros seguidores de Morin la creación de nodos de observación planetaria, un concepto que permitirá agudizar los sentidos en torno a la complejidad de la realidad en puntos específicos de nuestro planeta.
Quién mejor que él para compartir con los lectores de Gaceta las particularidades del proyecto en esta casa de estudios y explicar algunos esquemas de cómo se ve la educación desde la óptica del pensamiento complejo, a propósito del trabajo que en 2004 iniciará en la uv, una institución cien por ciento formativa.

¿Qué será el Observatorio Latinoamericano sobre Planetarización?, ¿en qué consiste el proyecto?
Hasta ahora en la Universidad Veracruzana sólo hemos dado prácticamente tres cursos relacionados con el pensamiento complejo. El primero fue de sensibilización, el segundo fue más profundo, y el tercero un complemento del anterior. Desde un principio tuvimos la idea de hacer no sólo una capacitación, sino una alianza entre el Instituto Internacional de Pensamiento Complejo y el Instituto de Investigación y Estudios Superiores Económicos y Sociales (iieses) que se complementara con intercambio de ideas, con investigación conjunta; así se fue puliendo la idea de crear un observatorio en red con nodos internacionales.

¿Por qué crear nodos como parte de un observatorio sobre planetarización?
Porque los nodos construyen una red de articulación y crean un flujo proveniente de la observación de temas que para nosotros son centrales en la transformación del mundo. Además, los nodos fortalecen las comunidades y éstas retroactúan sobre el nodo; así, el nodo se enriquece, fomenta la reflexión y retroalimenta a la comunidad. La idea básica es que se construya un prisma, un catalejo, y que éste permita observar cosas producto del procesamiento colectivo de esa información que de otra manera ni el periodismo ni las misiones académicas clásicas verían. Y esto tiene el objetivo de lograr una información más calificada que pueda fortalecer la toma de decisiones.

En la Universidad Veracruzana se instalará el nodo Veracruz del observatorio. ¿Hay alguna razón que motivara incluirla?
Primero pensamos en Latinoamérica, pero rápidamente Emilio Roger Ciurana, director del Consejo Científico del Instituto, propuso agregar a España, a Veracruz y a Valladolid, porque ahí hay instituciones con las que hemos tenido contactos personales; lo mismo sucede con Iván Amparo, de Padova, Italia, quien también está evaluando la posibilidad de que se establezca ahí otro de los nodos. Si ingresa como nodo del observatorio seríamos cuatro diferentes: Buenos Aires, Xalapa, Padova y Valladolid, y tenemos el objetivo de que se vayan agregando otros nombres.
Personalmente fue un gusto incluir a Veracruz porque entre la uv y la Universidad de Salvador, Buenos Aires, donde está situado el instituto, hemos hecho un grupo de amigos con el que pretendemos producir algo colectivo. A veces uno puede tener intención técnica, intención profesional, pero si no hay un cierto feeling simplemente no funcionan los proyectos. Pensando en eso yo me animé a lanzar el plan del nodo veracruzano, en parte respaldado por el apoyo que brindan las autoridades de la Universidad.

¿Y qué vamos a observar?
Antes de contestar déjame decirte que todos partimos de una hipótesis: en síntesis, creemos que hoy el éxito político –en el sentido amplio de la palabra– y la calidad de vida de una comunidad se basan en la capacidad que se tenga de interpretar la complejidad de la evolución. ¿Qué entendemos por complejidad y evolución del mundo? Lamentablemente en los campos de la política, de la gestión o de la educación no hay una visión multidimensional de los problemas globales. Se siguen observando en forma unidimensional y desarticulada, en forma fragmentada, donde las soluciones que se plantean no son otra cosa que una mancha más del tigre. Esto quiere decir que las situaciones se analizan desde una visión fragmentaria que, mientras pretende resolver las cosas, en realidad las agrava.

¿Podría dar un ejemplo de este problema?
Pensemos en la globalización. Periodística o académicamente, la globalización es tomada por un discurso que va a determinar las ideologías de ciertos intereses y donde se presenta el mundo, la diversidad humana, la complejidad planetaria, la multidimensionalidad de los problemas como si se tratara de un problema de articulación de mercados, de eficacia y de seguridad; sin embargo, nos hemos dado cuenta de que esa mirada del mundo genera problemas de inseguridad, problemas políticos, al fin y al cabo, y termina destruyendo al mercado. Y aunque nosotros no vamos a hacer enfrentamientos ideológicos en este sentido, planteamos contextualizar la realidad para lograr una mirada de mucho mayor calidad acerca de la globalización, proponiendo nuevas categorías, nuevos conceptos.
¿Cómo pueden reconceptualizar un fenómeno que ya existe?
Hay que empezar a hacer teoría y, en ese sentido, el pensamiento complejo es de gran ayuda. Para nosotros, la globalización, siguiendo el ejemplo anterior, es un equis fenómeno, una especie de muestra del fenómeno global de un proceso más amplio que llamamos planetarización. Ésta es una visión multidimensional sobre los problemas globales del mundo, sobre sus interacciones, sus incertidumbres, sus articulaciones… de un diseño y un abordaje multidimensional, que puede ser periodístico o sociológico o economista. En fin, a la globalización se le puede dar
una lectura mucho más
profunda, una lectura estratégica.
En pocas palabras, el observatorio es como un sismógrafo, que una vez regionalizado nos va a dar lecturas más cercanas de la complejidad del planeta. ¿Qué vamos a observar? Los ingredientes que nos están demostrando que la humanidad está buscando nuevas escalas para gobernarse y nuevas instituciones que gobiernen, y que tiene problemas inéditos que hacen pensar en la creación de nuevas políticas, nuevos sujetos, nuevos territorios. Esto es lo que queremos observar: es como ver con anteojos la complejidad.

¿Cómo podemos percatarnos de la complejidad?, ¿a qué se refiere este
término?

Basta pensar un poco en cómo son las cosas, en plantearnos un panorama de la cotidianidad, en hacernos cuestionamientos al respecto. ¿Cómo repen-sar el término regionalización cuando la Internet y las tecnologías crean territorios abstractos? O dicho de otra forma, ¿cómo se significa y se piensa un territorio y una región filtrados por las nuevas tecnologías de la globalización?, ¿cómo pensar en el concepto de Estado?, ¿cómo pensar en la escala de los problemas?, ¿se puede seguir pensando en la seguridad ciudadana como si sólo hubiera que preocuparse por los ladrones, cuando las redes de organizaciones terroristas son superiores a dos o tres estados?, ¿qué contradicciones hay en la configuración de la Unión Europea donde se está pensando una nueva escala soberana de gobernabilidad?, ¿cómo pensar en los partidos políticos cuando ya dejaron de ser factores de representación?...

¿Qué hay de la educación?, ¿cómo se aborda desde la complejidad?
Tenemos un libro titulado Educar en la era planetaria, un texto que nos pidió la unesco para la Cátedra Edgar Morin, que de hecho declararon como documento de importancia. Ahí establecemos una propuesta estratégica para ver el mundo de la educación a través del pensamiento complejo, una educación que consideramos está sumamente fragmentada.

¿Y cuál es el eje estratégico del mensaje?
Básicamente que el problema del conocimiento actual es un problema de educación. Nosotros pensamos que no necesitamos más conocimientos, porque la producción del conocimiento que tenemos es inmensa, porque si generamos más conocimientos en realidad estamos produciendo ignorancia. Paradójico, ¿no?, pero es verdad. Y esto es muy fácil de explicar: si no podemos procesar todo el conocimiento que generamos es como si nos ilumináramos con una linterna que produjera más oscuridad.
Lo que necesitamos aquí es un arte de organización. Obviamente el hecho de que todo el mundo se llene la boca con la palabra interdisciplina nos está dando, en el sentido psicoanalítico del término, una sintomatología: “se habla de lo que se carece”, dice Lacan, porque en realidad no tenemos esa organización interdisciplinaria, porque todo el conocimiento está
fragmentado.

¿Qué implicaciones trae la fragmentación del conocimiento?, ¿en qué nos afecta como sociedad?
Cuando se fragmentaron los conocimientos, cuando surgieron las diferentes disciplinas lo hicieron para hacer más eficaz y eficiente el modelo científico de conocimientos de la ciencia moderna. La filosofía se separó de la teología,
después se separó la psicología, la antropología, la política, la religión… ¿Porqué ocurrió esto? Para lograr autonomía y a su vez eficacia en el trabajo, la fragmentación mejoraba las tareas, pero a medida que se dividían los
conocimientos se perdía comprensión de un todo.
Por eso hablamos de una sociedad compleja, porque se caracteriza por tener una tendencia veloz a la fragmentación y a la interacción; por ejemplo, el fax está conectado con el teléfono y el teléfono está conectado con la computadora y la computadora está conectada con el satélite y el satélite con todo lo demás, pero nosotros no hablamos. Esa es la paradoja producto de la fragmentación. Se dice que un día todos esos objetos van a estar conectados entre sí, y nosotros, desconectados de los demás, incluso de nosotros mismos. El problema como yo lo veo no es la conexión de los objetos, sino la fragmentación de la mente, de la sociedad, de la responsabilidad, de la política…

¿Entonces el pensamiento complejo se opone a los campos autónomos?
Hay que ser muy cuidadosos con esto, porque no quiero decir que las disciplinas no deben existir; al contrario, éstas tienen que existir y fortalecerse. Si yo tengo que diseñar una estrategia educativa, me doy cuenta de que el esfuerzo de hace 300 años de buscar eficiencia a través de la fragmentación de la disciplina funciona, hasta cierto punto, pero no tenemos por qué seguir aprendiendo así, hay que aprender a articular en función de la realidad.

¿Y cómo llegar a esa articulación cuando estamos acostumbrados a fragmentar?

Pongámoslo así: si jugamos a las cartas, por ejemplo, ¿utilizamos las reglas de otro juego?, ¿no, verdad? Tenemos la suficiente capacidad para seguir las reglas del juego, y sin embargo, eso no quiere decir que no podamos comprender e ir cambiando, adaptarnos y articular las reglas de cada campo. La situación es muy grave porque la fragmentación de las disciplinas generó recetas de cómo tener éxito en los negocios, cómo ser un buen padre, cómo ser un buen adolescente, adelgace comiendo, haga lectura veloz, resuelva su vida con diez sencillos pasos... pero para que una receta funcione debe haber una estandarización; para que la memoria sirva tiene que existir la repetición.

¿Es un problema estandarizar las metodologías?
No, el problema es que si las fórmulas se repiten una y otra vez ¿para qué vamos a crear cosas nuevas? El problema es qué va a pasar en una sociedad que no se repite, que empieza a mostrar fenómenos ante los cuales no hay recetas. La educación ofrece fórmulas, y en eso la pedagogía tiene mucha culpa, porque el anunciar cosas como “el último modelo pedagógico para que seas más feliz” es una barbaridad.
La educación ya no puede basarse en recetas, ya no puede ser una acumulación de información y conocimiento. Eso le ha quitado al ser humano su capacidad estratégica, quizás con razón, porque cuando la sociedad es estática y aislada, para qué necesitas un estratega, si ya sabes que mañana vas a hacer lo mismo que hoy. Pero si empieza a haber distorsiones, novedades demasiado grandes y hay interacciones, eventos, accidentes, lo que falta es pensamiento e imaginación. ¿Cómo podemos seguir dando una educación de recetas y no una para que tú seas un estratega, que sepas buscar los conocimientos que te sirvan y, además, sacártelos de la cabeza rápidamente para atender al pensamiento y la imaginación? Cuando Heidegger hablaba de pensar se refería a una posibilidad de imaginar, no aludía a un pensamiento repetitivo ni al entendimiento, no hablaba solamente de comprensión.
Yo creo que el pensamiento complejo indica, como primer aviso, que hay que transformar a cada persona en un estratega; como segundo, que la capacidad estratégica consiste en articular los conocimientos para cada caso, más que tenerlos y portarlos encima como una mochila de piedra. Por tanto, ahí hay que hablar de una formación integral. Quién no sabe que en el Renacimiento Da Vinci tuvo la capacidad para ser ingeniero, inventor, poeta, matemático, filósofo, músico: la calidad era otra cosa. Así como tú disfrutas de una buena música, de una obra de arte e, incluso, del diseño de un puente o te manejas con la tecnología, así descubres que el espíritu tiene esa capacidad globalizadora, articuladora. Cualquier educación debería explotar esa capacidad que se ve cercenada por la especialidad.

¿Cuál es el punto medio entonces?, porque sí son necesarias las fragmentaciones, pero éstas conducen a limitar la creatividad de pensamiento. ¿Entonces qué sucede con la educación?
Una cosa es que yo me adapte a las especializaciones según las circunstancias, y otra muy diferente que sea un burro de carga. Esta es la cuestión.

Pero es un problema pedagógico, un problema de enfoques.
Yo no lo creo así, ni siquiera creo que sea un problema técnico. Yo pienso que estamos hablando de una cuestión eminentemente política. Voy a dar un término que, de alguna manera, sintetiza todos los conceptos: la educación tiene que construir la enciclopedia para el mundo, entendiendo a la enciclopedia como el arte de articular los saberes heredados y transmitirlos, porque la educación que sólo consiste en transmitir el conocimiento y no en articularlo limita sus alcances, cae en el reduccionismo. La educación es para que el ciudadano, el joven o nueva semilla de la sociedad pueda continuar, por tanto es un factor de reproducción, regeneración y retroacción, pero no una reproducción en serie.
El otro problema reside en el docente, porque en algunos casos ya no es un profesional sino que se ha transformado en un ente sindicalizado, o en todo caso en un funcionario, y en ese sentido la devaluación es tremenda. Yo no digo que la función docente sea reconocida, pero lo que sí creo es que una cosa es un engranaje y otra muy distinta un motor, ¡y la educación es un motor, no un engranaje! Algo que tiene función se usa, se tira y se reemplaza, y hoy pasamos discutiendo si vamos a tener más horas o si nos van a pagar menos; esa es nuestra angustia, ese es nuestro problema. Y si sólo eso somos, pienso que los niños cuando nos ven se aburren de una manera impresionante; si sólo cumplimos una función, tienen razón en pensar: “cambiemos al profesor por una computadora, un cd o un multimedia ¡y listo!”, ya que seguramente con una actitud pasiva somos menos funcionales que un aparato.

Seguramente algunos maestros serían fácilmente reemplazados, pero los que no, ¿qué tienen en común?, ¿cuál es ese extra?, ¿qué los diferencia de las máquinas?
Puede sonar un tanto romántico, pero creo que el educador tiene un componente de Eros, como decía Platón. El amor en la educación cumple una función antropológica. No es un negocio, es un don, hay un componente erótico de donación, de entrega, que no puede ser reducido a una función ni a un problema sindical. Imagínate si empezamos a reproducir docentes sin Eros... Esto es terrible.

Pues es lo que está sucediendo ahora…
Por desgracia. De hecho, hay una crisis ética de los espíritus que no debería existir. Esta es nuestra visión, nuestro mensaje con respecto a la pregunta de cómo educar en la era planetaria.