Octubre-Diciembre 2007, Nueva época Núm.104
Xalapa • Veracruz • México
Publicación Trimestral



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Entrevista con Ana García Bergua
Mi apuesta al heroísmo en México está en lo pequeño e inmediato


Fernanda Melchor

Los antihéroes me parecen más comprensibles que los héroes
de cartón: Ana García Bergua
La brillante capacidad de seducción por el uso de las palabras y la construcción de su narrativa envuelta en pasajes cotidianos, hacen de los textos de la mexicana Ana García Bergua telarañas para atrapar al lector, quien a pesar de enormes esfuerzos no podrá despegarse para conocer el final de la historia.

Entre los escritores contemporáneos que actualmente brillan con plenitud en México destaca la figura de García Bergua, quien ha ido abriendo brecha desde hace un par de décadas con sus colaboraciones en revistas y suplementos culturales, además de su creciente trabajo editorial, del que vino a hablar a Xalapa.

Isla de bobos es la novela que presentó en la Escuela de Escritores y de Cinematografía “Sergio Galindo” –acompañada por Irving Ramírez y Alberto Chimal–, donde habló de la construcción de personajes y de cómo transformó una novela histórica en una de ficción.

Ana García Bergua, además de presentar su libro, vino a compartir con jóvenes escritores sus conocimientos sobre la novela. Es conveniente resaltar también que críticos y periodistas como Ángel Trejo han expresado que su escritura se anida en lo cotidiano, pero es en cada acción dramática donde adquiere matices propios del suspenso, oníricos y hasta surrealistas. Los acontecimientos de su narrativa asoman al lector al umbral de la fantasía subyugada por la realidad.

Es poseedora de un sentido del humor incisivo y refrescante. En su libro de relatos El imaginador, Ana García muestra varias caras del humor; una de éstas puede acercarse a la acidez con el relato “Andrés”, en el que inicia así: “Sé que estuvo mal pensarlo, pero el acto de caer muerto a media reunión me pareció, por parte de Andrés, de mal gusto. Y no es que quiera perjudicar su memoria con esto, pero la verdad quién lo imaginaría… incapaz de cometer cualquier descortesía aun en la parranda más desenfrenada”.

También puede verse un humor que pareciera acariciar lo fantástico pero que al final encuentra una justificación al resaltar lo que falta en el interior de las personas. En el relato “De los largos amores de Leika Bom y las lágrimas de cocodrilo”, el narrador, desde la cómoda posición de observador, se refiere a la protagonista Leika: “El amor no es fácil, fue lo primero que pensó al recordar a su primer amante, al que abandonó por otro, por otro y por otro. Si a uno le faltaba un pie, al otro le sobraba un brazo. El tercero tenía la nariz demasiado grande y el cuarto hablaba demasiado”.

La escritura de Bergua no puede ser encasillada en un sólo estilo o escuela, aunque deja notar su gusto por aquellos fragmentos de la historia que aún no han sido contados o que presumiblemente han sido narrados o recreados desde el pensamiento imperante de la corriente político-ideológica en turno.

García Bergua reconoce y pareciera rendir un tributo personal a los grandes escritores mexicanos, como Juan Rulfo. En su relato “La fusca y el pusilánime” trae inevitablemente a la mente del lector el inicio de la gran historia de Pedro Páramo: “Fui a Calipén a matar a un tal Florencio Hernández que nos había afrentado. El camino fue difícil, ardoroso por el calor. Me pesaba la pistola en el cinto, pero más que la pistola era la encomienda de matar a un hombre. Estaba ardido, Florencio Hernández se había burlado de toda mi familia frente a mí”.

Para ahondar en lo anterior, las diversas temáticas que le interesan, la pasión por la historia mexicana, su opinión de escritores y las próximas novedades editoriales, entrevistamos a Ana García Bergua, quien entre sonrisas y una mirada ávida respondió.
En narraciones como Isla de bobos echa mano de una historia real para desarrollar toda una trama bien lograda, ¿por qué recurrir a la historia?
La historia me gusta mucho. Yo era escenógrafa de teatro y tengo cierto afán por la reconstrucción y la recreación de épocas, es algo que me gusta mucho hacer. Desde que escribí mi novela Púrpura quise hacer como un retrato, una maqueta de los años treinta y cuarenta. En la novela anterior me había metido con el Porfiriato, pero siempre fantaseando.

Para Isla de bobos tenía material de investigación de un hecho histórico y decidí hacer una novela histórica pero me ganó la invención y se convirtió en una ficción histórica. Eso es algo que me interesa mucho, siempre me ha apasionado; a lo mejor es un afán de detener el tiempo o la angustia de que las cosas se pierden y los objetos cotidianos de las épocas desaparezcan.

¿Tienen algún efecto las revoluciones en una escritora?
Me interesan no tanto los grandes acontecimientos, sino las vidas pequeñas que cambian con el paso de la historia. Me interesa mucho esa escala de la vida cotidiana de la gente, de los personajes que en apariencia no son trascendentes, que podrían ser incluso cobardes, que no son grandes héroes. Justamente son los antihéroes los que llaman mi atención porque parecen más comprensibles que los héroes de cartón.

El escritor Ignacio Solares también ha puesto el ojo en los acontecimientos históricos de nuestro país, pero como él hay otros, ¿qué opina de los escritores contemporáneos que encuentran en la historia nuevas historias?
Considero que en México hay un interés por entender algo. Parece que hay algo que no nos ha quedado claro y todos tenemos que estar rascando, y en donde rasques siempre hay una pequeña historia que alguien no contó o un lado desde donde nadie vio. Todos tenemos esa necesidad. México es un país fascinante y por eso a los escritores nos interesa mucho, así como a los lectores.

Otro escritor que gusta de la historia es Enrique Serna, quien en su último libro renunció un poco a la novela histórica que lo mantenía cómodamente instalado ante los lectores para escribir una novela autobiográfica buenísima y valiosísima, se llama Fruta verde (como el bolero de Luis Alcaraz).

¿Todavía existen héroes de los que se debe escribir?
Héroes y antihéroes, pero hay que cuestionar. Yo lo que quise hacer con esta novela era cuestionar el papel del heroísmo, esa idea que además era muy priísta.

Estuvimos mucho tiempo con la idea de los héroes inamovibles y de los sacrificios, finalmente se está viendo que no funcionan así las cosas. En el plano internacional, desde la guerra de Irak todo lo relacionado con el patriotismo está generando muchas preguntas, como el hecho de dar la vida o sacrificar muchas vidas por una idea. Mi apuesta al heroísmo en México está en lo más pequeño e inmediato, es justamente ahí donde tenemos posibilidades de ir cambiando las cosas.

¿Las mujeres de sus narraciones pueden ser consideradas como antiheroínas?
Podrían llamarse así, aunque tampoco son tan sacrificadas. La protagonista de Isla de bobos es la primera mujer que aparece en mis libros de una pieza, más apasionada. Siempre había manejado personajes femeninos un tanto pasivos o que luchaban por cosas reales. Esta mujer realmente lucha por la figura de su esposo, por el amor que le tiene y porque lo reconozcan como un héroe.

En su narrativa también encontramos ironía, pero ¿ésta va más allá de un mero llamado a la reflexión?
La utilizo como una técnica literaria; sin embargo, hay una diferencia entre el qué y el cómo. Tú puedes narrar algo muy pequeño de manera grandilocuente y se gesta una ironía, una sátira. Me gusta jugar con tonos que no corresponden a las cosas porque eso da otro tipo de sugerencias. Hacer cosas de juego con la literatura.

Hay escritores contemporáneos como Juan Villoro que utilizan también la ironía, ¿cuál es su opinión respecto de estos escritores?
Villoro es un gran cronista y narrador, es de los pocos escritores humorísticos. Todos nos peleamos el papel de herederos de Jorge Ibargüengoitia y si él viviera no nos daría a ninguno el papel, nos patearía y nos correría. Es como una pequeña escuela que se debe seguir en la literatura mexicana y que es padrísima. En este tema, mis padres son Ibargüengoitia y Salvador Novo.

Desde que publicó Postales del puerto, crónica de viaje sobre Veracruz, ¿ha cambiado su idea de que Veracruz guarda un tesoro para el viajero?
Veracruz es una maravilla, vivo enamorada de este estado y si llego a vieja voy a vivir en el puerto, lo tengo muy claro. He hablado con varias personas y a todo mundo le pasa porque Veracruz tiene un imán que es el puerto y los puertos son algo muy especial, como si tuvieran un tesoro; además, hay tanta historia en Veracruz, comida tan exquisita y una riqueza natural increíble. Históricamente Veracruz es representativo del país y de éste hacia fuera.

Antes de hablar de sus próximas publicaciones, ¿existe una especie de guía o mapa para leer y comprender su novela Isla de bobos?
Mi aspiración fue hacer una novela que aunque no conocieras lo que pasó en la isla de Clipperton leyeras una novela y te quedaras con eso solamente. Mi intención final fue hacer ficción, por eso encuentras personajes que no sé si correspondan a las personas reales. Se lee como cualquier otro libro.

¿Nos podría dar un adelanto de su próxima obra?
En este momento ya no sé cuál será porque se me acaba de ocurrir otra idea y estoy por abandonar la primera. En lo que decido, anuncio que el editor José María Espinasa me acaba de enviar un correo para informarme de la publicación de mi libro Pie de página, editado por Ediciones sin nombre y Conaculta. Son textos breves seleccionados de mi trabajo periodístico que realicé desde el suplemento del periódico Novedades; son pequeños ensayos sobre libros, temas urbanos o cotidianos; es como un catálogo de objetos.

El nombre salió porque en el antiguo suplemento de Novedades, dirigido por José de la Colina, tenía una sección que se llama “Asteriscos”, en la que los colaboradores escribíamos de lo que queríamos. Posteriormente la gente me preguntaba "¿Y tu libro de Asteriscos cómo va? Un día Fabio Morábito me dijo: "Tu libro se debe llamar Pie de página". Creo que es un buen título que pronto estará en las librerías.

Tengo otro libro terminado pero que aún está en espera de editor, se llama Edificio. Son cuentos que suceden en un edificio, son como los departamentos que conforman esta gran estructura.