Enero-Marzo 2007, Nueva época Núm.101
Xalapa • Veracruz • México
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Apuntes sobre la investigación en la Universidad Veracruzana

Adalberto Tejeda Martínez 1

La ciencia en Veracruz. Esencialmente, la ciencia cumple el propósito de desentrañar los secretos de la naturaleza y de lo humano, a veces con propósitos utilitarios y otras para satisfacer la curiosidad del hombre y alejar así ese sentimiento de soledad frente al universo y frente a sí mismo. Podemos imaginarla como un edificio en permanente remodelación y ampliación. Se ha ido construyendo con tabiques, losetas y herrajes (llamados teorías, modelos y leyes), combinados con cascajo de antiguas casonas que alguna vez fueron teorías en boga o apotegmas de sumos sacerdotes. Mucho de la obra negra y los cimientos son las primeras explicaciones, datos y observaciones cuidadosas que son la esencia de la investigación científica.

A ésta han contribuido, en diversas épocas, hombres y grupos de Veracruz, lo que permitiría hablar de una historia, pero de ninguna manera de una tradición científica. Como ejemplos, están los ecólogos del periodo prehispánico o Clavijero como naturalista.

A inicios del siglo XX, se instaló la Comisión Geográfica Exploradora en Xalapa; en la segunda mitad, se aceleró la conformación de centros de investigación en el estado, y la Universidad Veracruzana (UV) empezó a confeccionar su sistema de investigación. En el último tercio, aparecieron nombres de veracruzanos en las contribuciones a la ciencia universal –José Ádem en las matemáticas, Julián Ádem en climatología, Carlos Casas Campillo en biotecnología y Gonzalo Aguirre Beltrán en antropología, por ejemplo–, como lo habían hecho cien años antes el doctor Rafael Lucio con la descripción de la lepra y Francisco Díaz Covarrubias con el paso de Venus por el disco solar.

El compromiso de la UV con la investigación es contribuir a la formación sólida de los estudiantes. (Foto: Luis F. Fernández)
En los ochenta se presentaron altibajos atados a las políticas y crisis nacionales, y desaparecieron algunos de los centros fundados en la entidad dos décadas antes. Los tres lustros recientes han sido de repunte, pero, en este momento, el estado de Veracruz está en una posición entre intermedia y baja en el contexto nacional. Esta situación hay que superarla no sólo por la romántica ambición de comprender al hombre y al universo, mencionada anteriormente, sino también porque la investigación va aparejada al desarrollo tecnológico y, en buena medida, éste al bienestar social, más aún si se pretende preservar el planeta para preservar la especie: la sostenibilidad que consiste en proveer de recursos suficientes a las generación presente asegurando la disponibilidad para la generación siguiente.

Lo anterior implica un equilibrio entre la explotación de los recursos, el crecimiento de la economía, la conservación del ambiente y el desarrollo social. Es decir, que el estudio de la sostenibilidad es complejo, por lo que no se puede aspirar a ella sin una masa crítica de investigadores que la aborden, fraccionariamente unos e integralmente otros. Sin embargo, no está de más reiterarlo: es claro que no existe un sistema que asegure la investigación en la irregular geografía de la entidad para aprovechar los recursos potenciales; el desarrollo de tecnología para dotar de valor agregado a las cadenas productivas, y el conocimiento del medio ambiente para aprovecharlo sin depredarlo, y que, además, facilite el interés de otras regiones del país y del extranjero en realizar programas de intercambio científico y tecnológico.

En este contexto, corresponde a diversos organismos, pero particularmente a la Universidad Veracruzana, promover la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación, para propiciar, mediante el fortalecimiento y la promoción de las capacidades científicas y tecnológicas regionales, el avance económico, social, educativo y cultural; es decir, que la UV se convierta en palanca de desarrollo, pero al mismo tiempo que incorpore estas tareas a la formación de sus estudiantes.
Se vislumbran, al menos, tres planos en los que el desarrollo de la investigación fomentará ese avance económico, social, educativo y cultural mencionado en el párrafo anterior.

1. Puesto que el trabajo científico no se realiza de manera individual, sino grupal, alrededor de una línea de investigación sólida se van derramando capacitación y entrenamiento calificado para continuar con la labor académica, pero también para el desempeño altamente profesional en la industria, el campo o los servicios. Ésta es la razón por la que no pueden concebirse más los programas de enseñanza de licenciatura o posgrado desvinculados de la experiencia investigativa.

2. Hay una cantidad importante de problemas que como sociedad tenemos que afrontar y que tienen que ver con los fenómenos medioambientales o sociales, como la migración y el empleo, o económicos, como la mejora en la calidad y competitividad de los productos, y que debemos conocer, es decir, comprender antes de resolver, porque los grandes centros de investigación del mundo difícilmente vendrán a ofrecer soluciones gratuitas. Estos problemas constituyen, en conjunto, el reto de la sostenibilidad.

3. La preservación de valores y aportes culturales de una sociedad requiere de un soporte investigativo para no ser borrado, sino más bien adaptado y adoptado dentro de los procesos de globalización. Es válido aquí hacer una digresión para introducir una definición heterodoxa, pero práctica, de globalidad: el conjunto de condiciones económicas, culturales y medioambientales que inhiben que un grupo social permanezca aislado cultural, medioambiental o económicamente.

El papel de la UV
En resumen, el compromiso que la UV asume con la investigación es el de contribuir a la formación sólida de los estudiantes, buscando la sostenibilidad y el acoplamiento con la globalidad. Para el sistema de educación superior de Veracruz, el reto es grande porque su comunidad de investigadores es pequeña. Por ejemplo, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) tiene alrededor de 14 mil miembros, lo que quiere decir que, en promedio, en el país hay 14 investigadores de ese sistema por cada cien mil habitantes, pero en Veracruz hay alrededor de tres. La Universidad Veracruzana tiene 172 integrantes del SNI: 48 candidatos, 100 nivel I, 21 nivel II, 1 nivel III y 2 creadores; en suma, el 75 por ciento de los investigadores veracruzanos reconocidos por dicho sistema.

Lo anterior significa que, en medio de las carencias estatales, son evidentes las altas capacidades que la Universidad Veracruzana ha ido logrando en diversas áreas –y las que menciono sólo son ejemplos–, como neurociencias y etología, ciencias alimentarias, sostenibilidad en el trópico húmedo, historia regional y ciencia política, lingüística y literatura, ecología acuática, ciencia animal, medicina forense y toxicología.

Además, la UV está preparada para detonar grupos de trabajo expertos en supervisión de calidad de alimentos agropecuarios, inteligencia artificial, salud pública, prevención de desastres, biotecnología de plantas, biomedicina y evaluación educativa, todos éstos en Xalapa; mientras que Veracruz está despuntando en nanotecnología, y Coatzacoalcos-Minatitlán lo irá haciendo paulatinamente en conservación de la biodiversidad, fuentes alternas de energía y petroquímica. Por su parte, Orizaba-Córdoba tiene todo para destacar en tecnología del agua, biotecnología y aprovechamiento de los productos azucareros, y Poza Rica-Tuxpan en ecosistemas costeros.

Sin embargo, se debe reconocer que hay que hacer más eficiente la gestión de la investigación, que la investigación está centralizada en Xalapa, que todavía no está bien articulada con la docencia y que tiene escasa difusión y vinculación con los potenciales usuarios de sus productos. Reducir estas carencias es, pues, la tarea que nos queda pendiente no sólo para acelerar el trabajo de investigación de manera significativa, sino además para tener una maquinaria eficiente que permita que la investigación vaya avanzando sin los tropiezos propios de unos engranajes desgastados. En este punto, una parte fundamental la deberá jugar el trabajo colegiado que vigile la aplicación de la norma y fomente la dilución de los intereses particulares y resguarde los de la institución.

Por otra parte, también debe reconocerse que, en muchos casos, las potencialidades desarrolladas hasta ahora en materia de investigación en nuestra casa de estudios han sido casi por voluntad, pero sin planeación ni previsión. En ese sentido, los nuevos núcleos de investigación deberán surgir sin estar separados de los centros de docencia –preferentemente en las regiones– no sólo como respuesta inmediata a necesidades de coyuntura (que, por supuesto, debe buscarse la forma de cubrirlas), sino sobre todo con visión de mediano plazo al menos, en cuyo horizonte las humanidades y las ciencias básicas no pueden quedar rezagadas.

En el fondo de todo está la necesidad de avanzar en un reordenamiento del trabajo académico, que logre que la investigación sea un ingrediente básico en la docencia. En ese sentido, el saber que casi el 30 por ciento de nuestros miembros del SNI están adscritos a entidades de docencia y que un 40 por ciento más realiza docencia fundamentalmente en el posgrado es alentador, pero no suficiente mientras no logremos incrementar el número de miembros del SNI de la Universidad Veracruzana y que, al mismo tiempo, estén fuertemente ligados a la enseñanza.
En una UV desconcentrada geográficamente, lo anterior deberá responder al interés de cada región, es decir, a las llamadas vocaciones regionales, entendidas éstas como el conjunto de oportunidades y fortalezas, necesidades y aspiraciones que permiten que un proyecto académico sea pertinente y redituable socialmente, para, al final del camino, distribuir socialmente el conocimiento: difundirlo, divulgarlo, ponerlo al servicio de los sectores social y productivo, extenderlo dentro y fuera de los claustros universitarios.

Investigación-docencia: el modelo Wittgenstein
El modelo educativo de la UV debe tener como base un decálogo de fines que, en muchos casos, hasta el momento han estado supeditados a los medios. Ese decálogo es la esencia de un proyecto educativo centrado en la atención al estudiante, bajo un sistema tutoral, que le dote de un aprendizaje de por vida. Para ello, la movilidad y la flexibilidad en los programas de estudio, la incorporación de herramientas de comunicación (lengua extranjera, cómputo, habilidades en el razonamiento abstracto para plasmarlo en aplicaciones concretas…), la disminución de horas del estudiante frente al pizarrón y, sobre todo, la incorporación de actividades de investigación deben ser los aspectos a evaluar en un programa para considerarlo integral y flexible, para sustituir el procedimiento formal de aprobación de planes y programas de estudio que, en algunos casos, ha llevado a realidades contrarias a los objetivos buscados: aumentos de horas del estudiante frente al pizarrón, obligatoriedad de cursos en sedes únicas por supuestos atributos específicos de cada carrera (Álgebra para Ingeniería, por ejemplo), cierre de entidades a la admisión de estudiantes supuestamente externos…

La incorporación de actividades de investigación en las licenciaturas abre el camino para la paulatina conversión de docentes destacados en profesores-investigadores o, mejor aún, en académicos, quienes, en la formación de estudiantes, se harán de recursos humanos para el apoyo a su investigación y fomentarán en algunos alumnos de licenciatura el interés por la carrera académica o por la especialización profesional, que los llevará a estudiar un posgrado convencidos de la bondad de la prolongación de la carrera y no como trámite de titulación o vía para mejoramiento del status. Los estudiantes de licenciatura motivados en la investigación y todo alumno de posgrado son los ayudantes naturales del investigador. Por eso, la separación administrativa entre investigación y posgrado debe cerrarse.


Son evidentes las altas capacidades que la UV ha ido logrando en diversas áreas como neurociencias y etología, ciencia animal y ecología acuática.

El concurso de fondos universitarios para la investigación o la creación y el aprovechamiento de la diversificación de la carga laboral de los académicos se pueden integrar mediante la convocatoria pública para la conformación de proyectos universitarios que atiendan requerimientos específicos de soluciones.
Pero, en el fondo, la liga investigación-docencia debería partir del primer postulado de Ludwig Wittgenstein, consignado en su Tractatus Logico-philosophicus, y cerrar con el último de esos postulados. Es decir, iniciar con la conciencia clara de que "...el mundo es lo que sucede... el mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas... porque la totalidad de los hechos determina lo que sucede y lo que no sucede...". En efecto, la docencia será exitosa en la medida que el estudiante comprenda los hechos y no que sólo memorice las cosas, pues, continuando con el filósofo austriaco, "...la figura lógica de los hechos es el pensamiento y la suma de los pensamientos lógicos conforman una figura del mundo…".

Así, los académicos debemos procurar transmitir figuraciones de la realidad que se compongan de pensamientos congruentes con los hechos que se suceden y no que se apilan como cosas.

Con todo ello, el estudiante irá engarzando proposiciones con sentido, es decir, pensamientos según la concepción de Wittgenstein, que, además, en su totalidad le doten de un lenguaje, primera herramienta para su función principal que será el hacer sobre esas cosas y esos hechos, es decir, vaciar habilidades y destrezas en un ejercicio cotidiano de participación en los procesos de investigación. De esta manera puede entenderse la tarea conjunta investigación-docencia que forma en la comprensión para la transformación de los hechos. En este sentido, también tiene cabida el último de los postulados del Tractatus que dice: "De lo que no se puede hablar, mejor es callarse".

NOTAS
1. Doctor en Geografía por la UNAM y titular de la Dirección de Investigaciones de la Universidad Veracruzana.