Abril-Junio 2006, Nueva época Núm.98
Xalapa • Veracruz • México
Publicación Trimestral


 

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Doña Perfecta, de Benito Pérez Galdos
 
Doña Perfecta es el retrato de la intolerancia. Doña Perfecta es un personaje que encarna, en cada una de sus células, en todo lo que la constituye como mujer, como protagonista de novela, la mayor concentración, si es posible decir, del fanatismo. El mundo que la rodea potencia ese sentimiento: la ciudad entera donde vive es una ciudad intolerante que no reconoce nada de lo que está fuera de sus murallas.

En Doña Perfecta aparece un elemento que después la ciencia y la sociología van a estudiar y desarrollar en los años posteriores al éxito de la novela de Galdós, ya entrado el siglo XX, la defensa de las sociedades contra lo nuevo. Esta dificultad de admitir lo que es ajeno, lo que no es del lugar. La sociología, la antropología y algunas ramas de la psicología han estudiado con detalle y con argumentos científicos este aspecto que en las novelas de Galdós, de Turgueniev y en otras pocas obras del siglo XIX aparece y que después va a ser un tema muy importante en la literatura del siglo XX: la dificultad que tiene una sociedad para admitir al extranjero, al elemento diferente.

La novela Doña Perfecta de Galdós fue la más leída en España hasta finales del siglo pasado, solamente comparable con la lectura de El Quijote, fue una reacción necesaria ante la sociedad de la época. Hoy día que los tiempos han cambiado mucho, que los medios nos han acercado con el mundo, no dejamos de encontrar, paradójicamente, a cada momento en el fondo de mucha gente que conocemos y tratamos esos núcleos que son los que constituyen a doña Perfecta: esa resistencia, esa intolerancia, esa incapacidad de dialogar con el otro. De manera que es todavía una novela actual.

La película suaviza muchos elementos y situaciones –como es natural– que en la novela son más agrestes. Porque una cosa es leer ciertos temas y otra diferente es verlos en imágenes. En la novela, por ejemplo, el antagonista fundamental de Pepe Rey, el que mueve a doña Perfecta, es un sacerdote. Pepe Rey es un ingeniero, un matemático, un hombre de luces, un hombre que ha estudiado y viajado por Europa para perfeccionar sus conocimientos, un hombre joven, y éste es el antagonismo que existe entre él y el mundo al que llega, es el antagonismo que hay siempre entre lo nuevo y lo viejo, entre lo que está surgiendo y lo que ésta acabándose, lo que está ya demoliéndose. En la película hubiera sido muy fuerte tener de villano durante todo la trama un sacerdote.

Los tiempos eran otros y son otros que los de la época liberal de mediados del siglo XIX. Pero está muy bien logrado el encarnar ese personaje en un abogado que está al servicio de la curia, al servicio de la Iglesia a la que le han sido nacionalizados sus bienes por el Estado.

Lo que más me gusta de la película es que concentra todos los temas de la novela en eso esencial que es la confrontación de ideas. Esta particularidad aparece desde el primer momento. Desde la llegada de Pepe Rey a la estación cercana a Orbajosa, el lugar donde vive doña Perfecta. De esta manera, las ideas en la película tienen un carácter casi de personajes. Los personajes son las ideas y las ideas son personajes.

Luego la maravillosa precisión de los escenarios: la hacienda, la casa de doña Perfecta, las calles de la población; también me encantan el vestuario, los actores secundarios, bueno uno no tan secundario que es el de Julio Villarreal, y otros que son meramente episódicos que le dan un gran sentido de sostén y naturalidad al relato.


Una de las imágenes de la película dirigida por Alejandro Galindo.