Octubre-Diciembre 2005 , Nueva época No. 94-96
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Graves problemas de salud,
consecuencia del estrés laboral


Alma Espinosa

Es posible determinar que el estrés profesional o laboral es un padecimiento complejo por las distintas interpretaciones que se puede tener al respecto. Recientemente, científicos de diversas áreas emprendieron estudios para determinar sus repercusiones y los factores que revelen indicios del mismo. Éste es el caso de un grupo de académicos de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México, del que forma parte Georgina Ortiz Hernández, quien en entrevista dio a conocer los adelantos de un estudio que realizaron con académicos de universidades públicas y privadas para construir un instrumento capaz de alertar sobre la presencia del estrés laboral.

Mirando a la luna, 2000.
Para acoplarse a la modernidad, los distintos sectores de la población han tenido la necesidad de transformar aspectos de la vida común. La llegada de las nuevas tecnologías quizá ha facilitado las comunicaciones y ha reducido distancias, pero la inmediatez con la que se mueve el mundo ha provocado que las personas actúen de manera más acelerada, al tiempo que procuran conservar la calidad que les caracteriza.
  Esta situación ha atrapado a millones de seres en las redes de los padecimientos físicos y mentales. Uno de ellos y el más reciente es el estrés laboral o el denominado “síndrome del quemado” (burnout). Éste puede llevar a la enfermedad, al ausentismo, a la incapacidad laboral… también originar un incremento de accidentes e, incluso, crear un ambiente psicosocial insano en los lugares de trabajo.

De acuerdo con estudios científicos, el estrés tiene su origen en determinados estímulos físicos y sociales que someten a la persona a demandas que no puede satisfacer, ya que no cuenta con los recursos suficientes o necesarios. Las mujeres suelen ser más propensas a padecerlo porque sufren un mayor agotamiento emocional y una menor realización personal en comparación con los hombres.
Debido a que actualmente está en boga el estrés laboral, me interesó conocer las situaciones que pueden dar indicios de su presencia. Creo que si detectamos los síntomas previos como el hastío y la pereza de trabajar, nos ahorraríamos muchísimos problemas como el ausentismo, enfermedades graves y los infartos. De ahí nació la idea de hacer un instrumento relacionado con el hastío y su influencia en el campo laboral y en el del hogar.
La personalidad que es más susceptible de padecer estrés es competitiva, agresiva, impaciente, inquieta y con un grado de responsabilidad superior al normal. Influye, de igual manera, la visión que tiene de su persona y mientras más negativa mayor posibilidad de que padezca estrés.

Entre los factores externos que pueden incidir para que el trabajador presente síntomas de estrés están: un ambiente laboral negativo, la fricción constante con las personas a tratar –ya sean clientes o alumnos–, adicción al trabajo, falta de libertad en su área laboral, que las exigencias del trabajo sobrepasen a las razonables, que no tenga participación alguna en las decisiones de la institución y que no cuente con las condiciones necesarias para tener seguridad económica.

Los principales síntomas que padecen los trabajadores con estrés son dolor de espalda y cabeza, presencia de úlcera, mareos, asma, hipertensión, insomnio, taquicardia, depresión. De igual manera, sienten ansiedad, furia, culpabilidad, aburrimiento, hastío emocional, baja tolerancia a la frustración, incluso recurren a las drogas. En el plano laboral, se registra una disminución significativa del rendimiento cotidiano, incapacidad para realizar adecuadamente las actividades, intención de abandonar o abandono real del trabajo, insatisfacción, agotamiento emocional y disminución en el compromiso laboral.

Todos esos factores traen como consecuencia que la persona con estrés desarrolle sentimientos negativos hacia diversos contextos, además del laboral, como el familiar y el social. Esto deteriora las interacciones personales e, incluso, disminuye la calidad de vida de la persona.

Sobre este tema habla Georgina Ortiz Hernández, académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Brote, 2000.
¿Cómo surge la idea de crear un instrumento auxiliar en la medición del estrés laboral?
Debido a que actualmente está en boga, me interesó conocer las situaciones que pueden dar indicios de la presencia del estrés laboral o del “síndrome del quemado”. Creo que si nosotros detectamos los síntomas previos como el hastío y la pereza de trabajar, nos ahorraríamos muchísimos problemas que pudieran ser el ausentismo, la presencia de enfermedades graves e, incluso, los infartos.
De ahí nació la idea de hacer un instrumento relacionado con el hastío y su influencia en el campo laboral y en el del hogar (éste último porque en reiteradas ocasiones se tienen las mismas o más presiones que en el trabajo). Antes se tenía la idea medio idílica de que los señores llegaban de trabajar y encontraban el hogar perfecto y funcionando, lo que les permitía descansar. La realidad es que, debido a su constitución interna y al fenómeno de la globalización, la familia actual nos exige muchas cosas, como que el varón cocine o se espere hasta que su pareja llegue. La mujer llega también de trabajar y los hijos les exigen un ritmo verdaderamente acelerado.
Entonces ¿cómo es posible sobrevivir o sobrellevar esta situación?
La gente más preparada, con un grado elevado de conocimientos y que aguanta más la presión, es la que va a poder superarse en una sociedad como la nuestra, en la que la globalización tiene una gran presencia. Quiero hacer especial énfasis en que la globalización no está emergiendo, pues sus inicios se remontan a la época de la Revolución Industrial.

Actualmente, está en su punto más alto, ya que los avances tecnológicos facilitan los procesos de internacionalización.

Guardiana, 2000.

Estamos frente a una economía y, en general, ante una sociedad globalizante que nos han cambiado los valores, la forma de relación y el tipo de familia; todo reunido provoca un gran impacto. Es por ello que un grupo de académicos e investigadores de la Facultad de Psicología de la UNAM –del que formo parte– decidió enfocarse no sólo al área laboral, sino también a la familiar.

¿Qué tipo de estudios han realizado?
El estudio previo que realizamos con el fin de estandarizar el instrumento en el ámbito nacional lo aplicamos a un centenar de docentes de universidades privadas y a un número igual de académicos de universidades públicas, para comparar el impacto del estrés laboral en ambos sectores. Todavía no podemos decir que está concluido nuestro trabajo porque requiere de una aplicación a 3 000 sujetos, mínimo

¿Por qué se eligió al académico como objeto de estudio?
En general, los docentes universitarios estamos propensos a tener infartos y a presentar enfermedades psiquiátricas. Esto nos dio pie a pensar en que sería mucho mejor para nosotros indagar las causas y elaborar un instrumento capaz de detectar los indicios del estrés.

Para responder concretamente al porqué, en Europa, específicamente en España, hay toda una tendencia a estudiar el mal del docente, cuyos efectos se ha visto que son verdaderamente graves, como el ausentismo, falta de ganas de trabajar, intolerancia hacia los alumnos, entre otros.

Con base en los resultados previos del estudio, ¿cuáles con las causas por las que son más propensos a sufrir de estrés?
Una de las razones es que la imagen del maestro está muy idealizada. Si nosotros vemos, ese estereotipo es el que resuelve todo en cualquier nivel, ya sea básico, medio o universitario. El docente es como el segundo padre que guía a los estudiantes, sin embargo, hoy en día comienza a enfrentar una realidad diferente, en la que se le ha restado autoridad, entre otras cosas, al surgir una falta de respeto no sólo de los alumnos sino también de los padres de familia.

Aunado a lo anterior, los profesores están en un sistema administrativo que les exige mucho y recompensa poco. Es una situación verdaderamente desgastante, pues así como son los encargados de llevar a las generaciones al éxito, se les quita toda credibilidad. De tal forma que los docentes son los ignorantes y los de mala fama.

En lo que respecta a la estructura con la que trabaja el maestro, lo ideal sería que él elaborara los planes y programas de estudio; sin embargo, están en las manos de una serie de burócratas que muchas veces no están relacionados con la docencia. Debido a que son ellos quienes deciden cómo debe impartir clases el docente, surge la tensión porque éste no cuenta con la libertad de trabajar con los grupos asignados.

Además, en el ámbito administrativo se piensa que los alumnos son dóciles, obedientes y respetan la imagen tradicional del maestro, pero lo que se ve en la realidad es totalmente diferente; ahora encontramos una falta de respeto y una conducta violenta hacia el maestro. A raíz de esto es que debe surgir un cuestionamiento sistemático, y –repito– no sólo en el ámbito universitario, sino en cualquier otro.

La gente que tiene un grado elevado de conocimientos y que aguanta más la presión es la que va a poder superarse en esta sociedad en que la globalización tiene una gran presencia. Estamos frente a una economía y una sociedad globalizante que nos han cambiado los valores, la forma de relación y el tipo de familia; todo reunido provoca un gran impacto.

¿Qué aspectos externos influyen para que los académicos tengan síntomas de estrés?
Las presiones influyen también; por ejemplo, a veces, al académico se le dificulta transportarse a su lugar o lugares de trabajo, y no es que estemos pensando en que todos los maestros deberían tener coche, pero sí deberíamos tener un sistema de transporte más generoso con todos los usuarios.

Si a las complicaciones para transportarse le sumamos el sueldo paupérrimo que reciben, pues las condiciones se tornan propicias para la aparición del estrés laboral. Una forma en que todas las universidades –excepto las privadas– intervienen en el tema de los salarios es mediante los estímulos. Con los estímulos de productividad, que forman parte de diversos programas de la Secretaría de Educación Pública, se ha tratado de compensar la situación, pero en realidad lo que provoca la aspiración a dichos estímulos es una tensión permanente y en ocasiones ni siquiera son complementos decorosos para los ingresos.

Ésta es una de las razones por las que tienen más de un empleo y con ello más factores de tensión.
Así es. Los maestros tienen que cubrir dos o tres empleos diferentes, incluso profesionistas dedicados a la Psicología, el Derecho o la Medicina tienden a complementar su sueldo de profesores con la práctica privada. No quiero decir que estoy en contra de la práctica porque por esta razón las universidades crearon diferentes empleos para los docentes, como clases por asignatura y de medio tiempo. Sin embargo, muchas veces esto no se respeta y no sólo en México, sino también en América Latina, incluso tampoco en Europa porque los profesores de allá tienen que ir de país en país para impartir su cátedra.

Debido a que al maestro se le ha restado autoridad, a que está inmerso en un sistema administrativo que le exige mucho y recompensa poco, a que una serie de burócratas coarta su libertad de trabajar y a que hay una falta de respeto y una conducta violenta de los alumnos hacia él, el docente es más propenso a sufrir de estrés.

¿Qué otros resultados arrojó el estudio realizado por psicólogos de la UNAM?
También analizamos si la institución en la que trabajan influye en el estrés de los docentes y la respuesta fue positiva. Una gran coincidencia en académicos de universidades públicas y privadas es que la estructura administrativa es la que verdaderamente los agobia. Además, tampoco existen vías para estimular realmente al maestro, no hay un reconocimiento social y mucho menos entre compañeros. De hecho, hemos visto que uno de los factores más importantes es la competencia desleal que existe entre los propios docentes. Aquí también actúa la globalización, ya que no permite la cooperación, al contrario, con la aparición de las nuevas tecnologías propicia el individualismo.

Lo anterior lo comprobamos con un estudio que aplicamos en la Facultad de Psicología de la UNAM para medir la soledad de los jóvenes en el marco de la globalización. Encontramos que con todo este asunto ha ocurrido un abandono involuntario de los padres hacia los hijos, ya que el sistema económico actual impide que solamente un padre de familia trabaje. A propósito, sería interesante realizar una investigación profunda acerca de la incorporación masiva de las mujeres al sector laboral. Sería atrayente, de igual manera, indagar sobre lo erróneo de afirmar que a través de largas jornadas de trabajo la mujer es feliz. Lo que sí es cierto es que el sistema económico actual impide que una persona mantenga un hogar.

Regresando a la idea de la globalización y los alumnos, es evidente que ellos prefieren el trabajo individual, lo cual impide el fomento de las relaciones humanas mediante el trabajo en equipo. Esto se debe a que los jóvenes pasan más tiempo en el chat, navegando en Internet o, simplemente, viendo la televisión; incluso, a los adultos también les afecta, pues ya pueden hacer compras en línea.

¿Cómo afecta este individualismo a los académicos?
Inicialmente, nos afecta como personas porque formamos parte de un sistema social. Luego, como trabajadores porque no recibimos los estímulos adecuados para continuar con nuestra labor, incluso constantemente se nos cuestiona, pero yo quisiera saber qué pasaría si no existiera la figura del profesor.

Lamentablemente, en muchas universidades, el aparato burocrático administrativo pesa más que la planta académica y cada día vemos cómo crece el número de personas que no están relacionadas con la docencia. Este aparato aumenta más rápido que el académico y que la matrícula estudiantil; de hecho, podríamos decir que por cada 10 alumnos hay un maestro y tres trabajadores administrativos. Es necesaria una reestructuración porque esto no puede continuar así.

Para solucionar el estrés, es necesario bajar el nivel tan rígido de exigencia a los docentes, procurar la convivencia social para realizar un trabajo colegiado y no permitir que los maestros trabajen de manera independiente, enviar a los académicos a congresos o a otras instituciones nacionales y extranjeras para que transmitan sus conocimientos en otros espacios, y promover el apoyo y el respeto entre compañeros.

Aunado a ello, se detecta la ausencia de relaciones académicas debido a la competencia entre compañeros. Muchas veces hemos escuchado que prefieren trabajar de manera individual porque no quieren que otros se lleven el crédito y se beneficien con el trabajo conjunto. Si llegan a trabajar en equipo, se presentan disputas para determinar quién será el titular y el orden de los nombres, esto a raíz de las exigencias de los programas de estímulos.

El trabajo aislado también provoca que no se tenga conocimiento de la salud de los otros docentes. De repente, uno se entera de que el compañero tiene problemas a causa del estrés laboral, como gastrointestinales, circulatorios y psicológicos, que son los que más nos preocupan porque por ellos los profesores de repente sufren alucinaciones o se psicotizan frente a grupo. Desafortunadamente, éste es un problema común no sólo en universidades de México, sino de todo el mundo.

Un tema que en las últimas décadas ha cobrado relevancia es la evaluación, ¿ésta se considera también como factor de estrés?
Los maestros universitarios están en perpetua evaluación, por lo que la preocupación ya ni siquiera es la docencia, sino cómo le van a hacer para obtener buenos resultados que repercutan en su informe de trabajo y en la entrega de estímulos económicos. Éste es un conflicto sumamente grave.

Otra de las causas por las cuales aparece el mal del docente es que se le exige una alta calidad. Para ser evaluados satisfactoriamente, los profesores universitarios deben tener los grados de maestría y doctorado; sin embargo, en muchas instituciones de educación superior no dan permiso para cursar estudios de posgrado y mucho menos se puede pensar en un apoyo. Además, exigen investigaciones de alto nivel, pero a los maestros no se les asigna ni una computadora, por lo que cada uno tiene que comprarse sus propios insumos para trabajar.

Este problema no viene necesariamente de las autoridades universitarias, yo no podría culpar a los rectores. La raíz del problema está en la concepción de la educación que tiene el Gobierno. Si nosotros no vemos al sistema educativo –sobre todo a las universidades estatales y federales– como proveedor de recursos humanos para beneficio de los estados o del país, nunca vamos a avanzar.

Lamentablemente, gobiernos como el nuestro no piensan en el desarrollo de México, sino en el beneficio personal, y cuando necesitan hacer un recorte presupuestal, las áreas que lo resienten son la educativa y de salud.

Debería haber un giro para que el Gobierno apoye a las universidades, con el fin de contar con mejores profesionistas. Actualmente, las universidades buscan sus propios recursos e, incluso, ven la posibilidad de trabajar para la iniciativa privada, emprenden investigaciones y demás trabajos remunerativos para autofinanciarse.


A pesar de todo, 2000.
Después de conocer las características del estrés en docentes, ¿cuál es la solución más adecuada para este padecimiento?
Yo creo que existen muchas formas, una de ellas es bajar el nivel tan rígido de exigencia a los docentes. Afirmo esto porque en la UNAM he podido presenciar el proceso del programa de estímulos. Se creó con base en estándares muy altos porque pensaban que nadie los alcanzaría; no obstante, las autoridades se llevaron la sorpresa de que casi todos los aspirantes cubrieron los requisitos, lo cual denotó que las autoridades ni siquiera conocían el nivel de productividad de los profesores.

A pesar de la experiencia vivida, las autoridades decidieron elevar los criterios para la siguiente convocatoria del programa de estímulos y nuevamente un buen número de académicos se insertó e, incluso, mantuvo su nivel. ¿Cuál fue la siguiente acción? Continuar elevando estándares y los maestros siguen haciendo hasta lo imposible por alcanzarlos, lo que representa un desgaste muy grande.

Aunado a ello, los responsables de elaborar los criterios de los programas de estímulos estipulan determinadas actividades de los docentes sin saber en realidad en qué consisten; por ejemplo, se les exige un número determinado de horas frente a grupo y muchas veces los realizadores no saben lo desgastante que es dar clases. Creo que sí hay que darles un respiro a los maestros en ese sentido.

Otro aspecto en el que se debe trabajar es la convivencia social para realizar un trabajo colegiado y no permitir que los maestros trabajen de manera independiente. Las instituciones educativas deben tener metas específicas en las diferentes áreas y todos tenemos que alcanzarlas de manera colegiada. También tienen la obligación de informar el tipo y número de congresos que se organizarán en determinado tiempo para enviar a los académicos a que transmitan sus conocimientos en otros lugares, incluso, en países ajenos al de origen. No se trata de dejarlos solos para ver qué hacen, sino de darles alternativas para que trabajen con sus pares bajo programas preestablecidos. Esto ayuda mucho a bajar la presión, pues uno está protegido por el mismo colegio.


Floración lunar, 2000.
Ahora bien, en universidades como la Veracruzana ya están reunidos en cuerpos académicos, pero es importante preguntarse ¿para qué están reunidos, es sólo para pelearse? El problema es la competencia interna porque cada quien roba en el nido del otro. Considero que lo más adecuado es tener proyectos y trabajar en conjunto, en vez de descalificar al que está junto a mí, pero lamentablemente en un sistema como el nuestro es muy difícil llevarlo a cabo.

Tengo 37 años frente a grupo, he vivido todas estas etapas, y lo que más ayuda a los académicos son los años sabáticos, en los que uno puede bajar la tensión, dedicarse a otras actividades e, incluso, retomar proyectos personales como la escritura de un libro. Éste fue mi caso, pues concluí mi texto Usos, aplicaciones y creencias acerca del color, el cual presenté en la Facultad de Psicología de la Universidad Veracruzana.

Yo tengo mucha fe en que la constante interacción entre los maestros, el desarrollo de trabajos conjuntos y el sentir el apoyo del compañero, esto es el trabajo en cuerpos colegiados, contribuirá en gran medida a bajar el estrés que sienten los docentes no sólo en su área de trabajo, sino también en su entorno social.