Octubre-Diciembre 2005 , Nueva época No. 94-96
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Qué se sabe sobre la calidad del suelo
y su importancia


Isabel López Zamora
Miembro del Instituto de Investigaciones Biológicas de la UV

Introducción
Es necesario describir qué es el suelo, tal y como éste se encuentra en la naturaleza, para poder posteriormente comprender los procesos a que está sujeto y la relación que tiene con la vegetación y con los demás factores del medio ambiente.

El suelo es un recurso dinámico que sostiene vida vegetal. Está compuesto de partículas minerales de diferentes tamaños (arena, limo y arcilla), de materia orgánica y numerosas especies de organismos vivientes. Por lo tanto, el suelo tiene propiedades biológicas, químicas y físicas, algunas de las cuales son dinámicas y pueden cambiar en respuesta al manejo del suelo.

No sólo resulta interesante tratar de conocer las características morfológicas del sustrato edáfico, sino también reconocer que éste es una parte integral del ecosistema y que, por lo tanto, existen múltiples y complejas interrelaciones e interdependencias que se dan entre el suelo, la vegetación y otros factores ambientales. Al darnos cuenta de tales interacciones, llega a surgir una pregunta importante: ¿qué significa el suelo para nosotros? o ¿qué hace el suelo para nosotros?
Un suelo saludable nos da aire limpio y agua, cosechas y bosques productivos, buenos pastizales, vida silvestre diversa, además de hermosos paisajes. Y el suelo hace posible todo esto si se realizan cinco funciones esenciales.

1. Regulación del agua. El suelo puede regular la distribución de lluvia o del agua proveniente de sistemas de irrigación, la infiltración, el desagüe, el flujo y almacenamiento de agua y substancias disueltas, incluidos el nitrógeno, fósforo, plaguicidas, así como otros nutrimentos y compuestos disueltos en el agua.
2. Soporte de vida vegetal y animal. El suelo sostiene el crecimiento y la diversidad de plantas y animales al proporcionar un ambiente físico, químico y biológico para que se realice el intercambio de agua, nutrimentos, energía y aire.
3. Filtrado de contaminantes. El suelo puede actuar como un filtro para proteger la calidad del agua, el aire y otros recursos. Los minerales y microbios presentes en el suelo son los responsables de filtrar, amortiguar, degradar, inmovilizar, y desintoxicar materiales orgánicos e inorgánicos, incluidos productos de desecho industriales y municipales, y depósitos atmosféricos.
4. Ciclado de nutrimentos. El suelo almacena, modera o modifica la liberación y el ciclado de nutrimentos y otros elementos esenciales para las plantas. Así que el carbono, el nitrógeno, el fósforo y muchos otros nutrimentos son almacenados, transformados y ciclados a través del suelo.
5. Soporte de estructuras. Las construcciones requieren de un suelo estable para su sostenimiento, y los tesoros arqueológicos asociados con la presencia del hombre son también protegidos en el suelo.

Una vez que ha sido comprendido el concepto de suelo, resulta oportuno presentar y describir el concepto objeto de análisis en la presente colaboración, denominado calidad del suelo.

¿Qué es la calidad del suelo?
A lo que nos referimos con el término de calidad del suelo es a que éste también responde a lo que deseamos y esperamos de él, es decir, dicha calidad es la capacidad de un tipo específico de suelo para funcionar dentro de los límites de los ecosistemas tanto naturales como los que están bajo manejo, para mantener la productividad animal y vegetal, así como mantener y mejorar la calidad del agua y del aire, y para conservar la salud humana y la calidad de vida.

Al respecto, la gente tiene ideas muy diversas sobre lo que significa el término calidad del suelo; por ejemplo:
a) Para la gente involucrada activamente en la producción agrícola, podría ser una tierra potencialmente productiva, que mantiene o mejora la producción, que contribuye a incrementar los beneficios o mantiene los recursos del suelo para su uso por futuras generaciones;
b) para los consumidores, el término podría representar un recurso alimenticio que sea abundante, saludable y fácil de solventar para presentes y futuras generaciones;
c) para los naturalistas, podría constituir un suelo en armonía con el paisaje y sus alrededores;
d) para los interesados en el medio ambiente, podría significar un suelo que funciona a toda su capacidad dentro de un ecosistema, con respecto al mantenimiento o mejoramiento de la biodiversidad, de la calidad del agua, del ciclado de nutrimentos y de la producción de biomasa.

El suelo también tiene cualidades tanto innatas como dinámicas. La cualidad innata se refiere a la capacidad natural del suelo para funcionar. Por ejemplo, los suelos arenosos tienen una mayor capacidad de drenaje que los suelos arcillosos. Por su parte, los suelos profundos tienen más espacio para las raíces que aquellos suelos con un lecho de rocas cerca de la superficie. Estas características no cambian fácilmente.

La cualidad dinámica se refiere a cómo el suelo puede cambiar dependiendo de la forma como es manejado. Y es que las alternativas de manejo pueden afectar la cantidad de materia orgánica, la estructura y profundidad del suelo, y su capacidad para capturar agua y nutrimentos.
En resumen, los suelos van a responder de forma diferente según el manejo dependiendo de las propiedades innatas y dinámicas del suelo y del paisaje que lo rodea.


Semillas, 2000.

¿Por qué es importante la calidad del suelo?
Un adecuado manejo que mejore la calidad del suelo beneficiará las tierras de cultivo, los terrenos destinados para uso forrajero y, en general, la productividad de nuestros bosques y plantaciones.

Asimismo, el mejoramiento de la calidad del suelo puede contribuir a reducir los costos que se generan cuando se presentan problemas de erosión del suelo y puede ayudar a mejorar el uso eficiente de los nutrimentos y del agua, así como a asegurar que el recurso sea sustentable para un uso futuro. Además, sin lugar a duda, beneficia la calidad del agua, el aire y el hábitat para la vida silvestre.

La calidad del suelo y la sustentabilidad: ambas van de la mano
El entendimiento de la calidad del suelo significa poder llevar a cabo un buen manejo del suelo, de manera que éste pueda funcionar óptimamente no sólo ahora, sino también en el futuro; y el monitoreo de los cambios en la calidad del suelo nos permite determinar si una serie de prácticas de manejo resultan productivas y sustentables.

La evaluación de la calidad del suelo resulta esencial para poder determinar la sustentabilidad de los sistemas de manejo de la tierra. Para cada situación particular será necesario desarrollar sistemas de manejo diferentes, de acuerdo con las características específicas del suelo y con las diversas condiciones ambientales en que se encuentra. Los objetivos fundamentales de todo sistema de manejo son alcanzar una producción generosa y la conservación del recurso, con el fin de lograr un rendimiento sostenido de manera constante y a lo largo del tiempo.

Determinación de la calidad del suelo
Como anteriormente fue expuesto, la calidad del suelo implica la determinación de qué tan bien el suelo realiza sus funciones. Por lo tanto, no se puede determinar midiendo o registrando el rendimiento de cultivos, la calidad del agua o cualquier otro parámetro individual. La calidad de un suelo es, pues, una determinación de cómo éste puede llevar a cabo todas sus funciones en un momento determinado, y de cómo dichas funciones pueden ser mantenidas para su uso futuro.

La calidad del suelo no pude ser medida directamente, de manera que necesitaremos utilizar ciertos indicadores para su evaluación. Los indicadores son propiedades del suelo o de las plantas –ya sea físicas, químicas y biológicas que pueden medirse para monitorear cambios en el suelo y que nos proporcionan una guía o indicio sobre el funcionamiento del suelo. Por su parte, los indicadores de gran utilidad son aquellos que pueden medirse fácilmente, los que detectan cambios en las funciones del suelo, los que abarcan propiedades químicas, biológicas y físicas, los que resultan accesibles y de fácil aplicación en condiciones de campo, y los que mejor detectan las variaciones en clima y manejo.
¿Por qué son importantes los indicadores de la calidad del suelo?
· Los indicadores de la calidad del suelo son importantes para enfocar los esfuerzos por mantener y mejorar la condición del suelo;
· para la evaluación de las prácticas y técnicas de manejo del suelo;
· para relacionar la calidad del suelo con otros recursos;
· para colectar la información necesaria para determinar tendencias;
· para determinar tendencias en las condiciones óptimas del suelo en todos los ámbitos (global, nacional y local);
· para guiar en la toma de decisiones con respecto al manejo del suelo.

Manejando la calidad del suelo
El manejo de la calidad del suelo proporciona una guía para el uso eficiente y sustentable del suelo a partir de un amplio rango de perspectivas de manejo, para terrenos cultivados, pastizales, zonas forestales y plantaciones, así como áreas urbanas. Cada combinación de un tipo de suelo y uso de la tierra requiere y demanda la realización de una serie diferente de prácticas de uso y manejo para mejorar la calidad del suelo. Sin embargo, algunos principios suelen ser aplicables en la mayoría de las situaciones.

Algunas de las prácticas más comunes que son llevadas a cabo para mejorar y mantener la calidad del suelo son:

La adición de materia orgánica. Las adiciones frecuentes de materia orgánica están ligadas a muchos aspectos de la calidad del suelo. La presencia de la materia orgánica puede provenir de residuos de cultivos en la superficie del suelo, de las raíces de plantas (o cultivos), de abono y de otras fuentes. La materia orgánica y los organismos que se alimentan de ésta pueden mejorar tanto la capacidad del suelo para capturar agua como la disponibilidad de nutrimentos, y ayudan a proteger el suelo contra la erosión.

Evitar el exceso de labranza (cultivo, labor). La labranza tiene efectos positivos, pero también puede causar una degradación excesiva de la materia orgánica en el suelo; además, puede destruir la estructura del suelo y causar su compactación.

Manejo razonable en el uso de fertilizantes y plaguicidas. En nuestra época, el uso de plaguicidas y fertilizantes químicos ha evolucionado nuestra agricultura. Desafortunadamente, además de sus efectos deseados, pueden dañar a organismos que no son el punto de atención, así como contaminar el aire y cuerpos de agua cuando no son manejados apropiadamente. El lado positivo de su uso es que permiten aumentar el crecimiento vegetal y la producción de materia orgánica que es regresada al suelo para su reutilización por plantas, animales y microorganismos.

Incrementar la cubierta vegetal. Un suelo desnudo es más susceptible a la erosión por viento y agua, y a secarse y desmoronarse. Por tanto, una cubierta protege el suelo, proporciona un hábitat para organismos que viven en él (insectos, lombrices y bacterias) y mejora la disponibilidad del agua para ser utilizada por la flora y la fauna presentes.

Incrementar la diversidad vegetal. La diversidad es benéfica por varias razones. Cada cultivo (o especie de planta) presente en el suelo contribuye a la presencia de un tipo específico de estructura de raíces y de residuos para el suelo. Una diversidad de organismos en el suelo puede ayudar a controlar poblaciones de plagas y a reducir o mantener al mínimo la presencia de malezas y las infecciones causadas por plagas. Esta diversidad a lo largo del paisaje y a través del tiempo puede aumentarse por medio de numerosas prácticas de manejo agropecuario, utilizando zonas de amortiguación y pequeños campos de siembra, lo cual contribuiría a incrementar la variedad de plantas, animales, microorganismos y, en general, de la vida silvestre que están interactuando con el suelo y el ambiente de un sitio determinado.

Posibilidades futuras para la investigación de la calidad del suelo
En su gran mayoría, la investigación sobre la calidad del suelo se encuentra motivada principalmente por la realización de una o dos metas alcanzables. La primera se refiere al manejo adecuado y sustentable de la tierra en terrenos agrícolas, y la segunda, al monitoreo del suelo a escala nacional o regional. La primera meta involucra la evaluación de un sitio específico y la correspondiente toma de decisiones bien fundadas, de manera que debe existir un fuerte lazo de colaboración entre los investigadores y los agricultores para la realización exitosa del estudio.

Generalmente, la investigación intenta identificar tanto los vínculos entre las diversas prácticas de manejo del suelo como las características del suelo que resultan más evidentes al observarlo (por ejemplo, el uso de los indicadores de la calidad del suelo); investigar los procesos a que está sujeto (por ejemplo, el ciclado de nutrimentos) y las funciones del suelo (entre otras, la productividad y calidad ambiental), y analizar las relaciones e interacciones que ocurren entre el suelo y los demás factores del medio ambiente.

Sin embargo, un proyecto individual de investigación quizá pueda examinar sólo uno o dos de esos vínculos; por lo tanto, se hace indispensable la participación multidisciplinaria en los proyectos de investigación para lograr una mayor cobertura y obtener resultados bien fundados.

Algunas tendencias para futuras investigaciones que resultarían de gran utilidad e interés son:
La determinación de la variabilidad espacial y temporal de las características del suelo, y la utilización de dicha variación como indicadores de la calidad del suelo.

La definición más detallada de las características de las comunidades biológicas que residen en el suelo, con un enfoque de manejo de la biología del suelo.

La descripción y el manejo de las modificaciones que ocurren cuando el agricultor cambia de una práctica de manejo a otra.

El mejoramiento del ciclado de nutrimentos a través del manejo de la biología del suelo.

La identificación y aplicación, en la medida de lo posible, de técnicas de control remoto de bajo costo, para el monitoreo de la calidad del suelo a escala regional.

El propósito fundamental de investigar y determinar la calidad de nuestro suelo no es solamente poder lograr una mayor estabilidad en la estructura del suelo y mejorar su actividad biológica o alguna otra propiedad del suelo, sino también es proteger y mejorar, a largo plazo, nuestra productividad agrícola, la calidad del agua y, en general, el hábitat de todos los organismos vivientes, incluido el hombre.

Refugio, 2000.