Octubre-Diciembre 2005 , Nueva época No. 94-96
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Incluso al de las moscas
El reloj biológico humano es igual al de los animales

Juan Carlos Plata

En el IIB de la UV estudian los ciclos circádicos de los conejos, investigación dirigida por Mario Caba y apoyada por los Institutos de Salud de los Estados Unidos
Los genes que controlan el reloj biológico de los seres humanos son exactamente iguales a los de conejos y de todos los animales, incluso a los de las moscas, por lo que es posible hacer experimentos sobre el funcionamiento de este reloj interno que regula las funciones del cuerpo en animales y compararlos con los resultados que se tendrían en humanos, aseguró la investigadora del Departamento de Psicología de la Universidad de Columbia, Rae Silver.

La especialista norteamericana está trabajando como asesora en el Laboratorio de Biología de la Reproducción, del Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB) de la Universidad Veracruzana (UV), en un proyecto sobre el funcionamiento de los ritmos circádicos del reloj biológico en conejos –a cargo de Mario Caba, miembro del IIB–, que fue aprobado por los Institutos de Salud de los Estados Unidos para los próximos cinco años.

Rae Silver, investigadora del Departamento de Psicología de la Universidad de Columbia.
 

Rae Silver afirmó que desde hace años se sabe que hay un reloj en el cerebro que organiza todas las funciones fisiológicas y de comportamiento del cuerpo, para que todo ocurra en el momento correcto, pero se tiene la impresión de que nos despertamos y nos vamos a dormir por estímulos externos, como por ejemplo la luz solar; sin embargo, esto no es así, porque si estuviéramos en una cueva totalmente oscura, sin la intervención del medio, también dormiríamos y despertaríamos en ciclos de 24 horas.

“Los ciclos circádicos son dictados por el cerebro y son endógenos, independientes de los estímulos ambientales. Cuando se tiene el estímulo ambiental, en este caso la luz, el reloj se vuelve a ajustar al horario local, pero sin el estímulo externo, el reloj corre de acuerdo con el ritmo endógeno, que también tiene una duración de 24 horas, aproximadamente.

”La duración de los periodos del reloj de cada quien puede tener ciertas variaciones (el ejemplo más básico es que hay gente que necesita dormir más y otras, menos), pero básicamente es igual; genéticamente está determinada en la especie, y nuestros relojes del cerebro necesitan los mismos estímulos para sincronizarse”, señaló la investigadora estadounidense.

Todo en el cuerpo está organizado de manera temporal, dijo. En el reino animal, cada especie tiene sus actividades temporalizadas, es decir, cada función en el cuerpo está temporalizada para optimar las fuentes de energía. En el cuerpo no todo trabaja al mismo tiempo, y precisamente la función del reloj del cerebro es organizar el cuerpo.

Por otra parte, cabe señalar que, según las últimas investigaciones –una de ellas la que se realiza en el Laboratorio de Biología de la Reproducción del IIB de la UV–, se cree que otro signo que ajusta el reloj biológico del cuerpo es la comida.

“Una de las cosas que hemos aprendido últimamente es que antes de comer, el cuerpo está listo para digerir comida, pero si no está preparado, el metabolismo del proceso de digestión no es bueno. El reloj circádico es el que determina el momento en que se debe liberar una hormona que es importante en el proceso digestivo (la grelina), y esto pasa incluso antes de que uno tenga la sensación de hambre, es decir, el cuerpo se prepara desde antes para recibir los alimentos”, explicó Rae Silver.

La investigación en el IIB
El proyecto que dirige Mario Caba consiste en estudiar los ciclos circádicos de los conejos, animales que, según la investigadora de la Universidad de Columbia, “son un excelente sistema para analizar las señales de la comida, porque reaccionan de manera muy exagerada a la hora de comer. Estos animales son alimentados una vez al día, a diferencia de otras especies, y el periodo de lactancia es de apenas de dos o tres minutos, tiempo en el que ingieren hasta una tercera parte de su peso en comida.

”Poco antes de que su madre llegue para alimentarlos, las crías tienen una actividad motora muy importante, y en este caso el alimento es el estímulo; aquí la luz no es un estímulo porque los conejos mantienen los ojos cerrados aproximadamente 10 días después de nacer”.

El objetivo de la investigación es determinar, pues, qué mecanismos cerebrales se activan para que los conejos puedan “predecir” la cercanía de la hora de alimentarse y su cuerpo se prepare para recibir el alimento.

Para Rae Silver el estudio del reloj que controla las ciclos circádicos es sumamente interesante, ya que en la actualidad se sabe cuáles son los genes responsables de los cambios diarios, su localización en el cerebro, y cuáles son las respuestas fisiológicas y de conducta que se ven afectadas; además, es un sistema que se puede estudiar desde el nivel de eventos moleculares que se dan por la activación de genes, hasta el nivel de comportamiento del individuo.