Revista de Investigación Educativa 2
enero-junio, 2006
ISSN
1870-5308, Xalapa, Ver
Instituto de Investigaciones en Educación, Universidad Veracruzana


 
Writing Space: Computers, Hypertext, and the Remediation of Print
 
   
 

Bolter, J. (2001). Writing Space: Computers, Hypertext, and the Remediation of Print. New Jersey: LEA.

Denise Hernández y Hernández

Instituto de Investigaciones en Educación
Universidad Veracruzana

 

El libro reseñado es un claro ejemplo de que la aparición de nuevas tecnologías electrónicas transforma la manera en que concebimos los espacios de escritura. En esta segunda edición, el autor incluye las observaciones de destacados colegas como Michael Joyce, Stuart Moulthrop, Nancy Kaplan, Jane Douglas, George Landow, Espen Aarseth, Terry Harpold, Janet Murray y Kate Hayles, quienes lo ayudaron a corregir los errores y excesos de la primera edición. Sin embargo, el mayor responsable de este cambio fue el desarrollo sorprendente que la World Wide Web ha tenido en estos últimos años. El autor admite, admirablemente, que con la aparición de la Web muchas de las cosas que escribió se volvieron obsoletas, y está decidido a demostrar en éste libro cómo el hipertexto y otras formas de escritura electrónica, actualizan o solucionan las formas y los tipos de materiales impresos.

Uno de los principales cambios que podemos apreciar en esta edición, y una de las principales aportaciones a este tema, es que Bolter dejó de considerar a la recién tecnología de escritura (la computadora) como autónoma; sugería que esta tecnología por sí misma podía transformar la manera de organizarnos, expresarnos, e inclusive que podía cambiar nuestra forma de pensar. En lugar de concebir a la tecnología como una fuerza que influye y determina el curso o la cultura de una sociedad, sugiere que debemos considerarla como parte misma de nuestra cultura. No es un agente separado que pueda actuar desde afuera, sino que más bien forma parte de nuestra dinámica cultural, y el considerarla así trae consecuencias como el que repensemos cómo es que los materiales impresos se adaptan a esta nueva dinámica.

Por otra parte, el autor no logra hacer una distinción clara de algunos términos que emplea a lo largo del libro y que son fundamentales. Por ejemplo, emplea de manera indiferente “escritura electrónica” y “escritura digital”, lo que podría llevar al lector a confundirse. Aunque a su favor tendríamos que decir que por ser un tema relativamente nuevo no existe una definición precisa de estos y otros términos más; aún los estudiosos del tema no se ponen de acuerdo y muchas veces se utilizan de manera indistinta. Este problema se enfatiza más cuando tratamos de traducir algunos conceptos al español, porque, insistimos, por ser un tema nuevo, al intentar hacer la traducción del inglés a nuestro idioma el sentido de los términos puede perder fuerza. No obstante, son cuestiones que tenemos que ir trabajando para avanzar en las investigaciones.

Lo que distingue a este libro de otros, es que el autor va entretejiendo los elementos de las viejas tecnologías de espacios de escritura con las nuevas herramientas digitales, de tal modo que podemos darnos cuenta de la clara evolución que han tenido a lo largo de los años. Hace un recuento desde cómo con la aparición del libro impreso la iglesia creyó perder autoridad; de igual forma se pensó que la escritura a mano iba a desaparecer, pero ni la gente dejó de asistir a la iglesia y hasta la fecha se sigue utilizando el lápiz y el papel para diferentes propósitos de comunicación.

Durante el siglo pasado, se dijo que el libro lidió con diversos rivales: el cine, la radio, la televisión, y de manera reciente, el medio digital. Ninguna de estas tecnologías logró suplantar por completo al libro y más allá de confrontarlos, Bolter propone una nueva conceptualización del libro impreso. Argumenta que la World Wide Web, el e-mail, el procesador de textos y las bases de datos están desplazando, efectivamente, a la comunicación impresa, pero más que verlo como una pérdida sugiere que la tecnología electrónica provee una gama de nuevas posibilidades, que en lo impreso parecen haberse agotado. A esto él lo ha llamado “la última era de la impresión” (the late age of print).

Como es inevitable en esta eterna discusión, no se resistió a plantear la pregunta de si “esto desplazará a aquello” (this will destroy that), atinando a decir que esta pregunta aún no tiene una respuesta definitiva. Sugerimos al lector que si tiene un interés mayor por este tema, puede consultar el libro de Nunberg (1996) The future of the book.

Resulta interesante saber que le apostamos más a la tecnología electrónica que a lo impreso; empero, el tiempo nos ha demostrado que lo impreso sigue vigente a pesar de sus rivales. Las predicciones ante los materiales impresos no siempre son favorables, mientras que nuestro entusiasmo por la tecnología y su futuro prometedor, no son cuestionadas.

En “la última era de la impresión” tenemos que el medio digital está redefiniendo cómo el libro impreso funcionará en nuestra cultura. Además de tener que transformar nuestra concepción de los materiales impresos, debemos también acostumbrarnos a concebir lo electrónico como herramientas nuevas; por ejemplo, el libro electrónico, la enciclopedia electrónica y las librerías digitales, para aprender a manejarlas de manera eficiente y aprovechar las ventajas que nos ofrecen.

Otro de los temas interesantes que podemos encontrar en este libro es el del hipertexto. El autor nota una diferencia entre el concepto y el nombre; si bien el nombre de hipertexto es nuevo, el concepto no lo es tanto. Una página Web está constituida por texto e imágenes, tal como una revista o un libro ilustrado, sólo que en la Web las páginas están vinculadas de manera electrónica, lo único que hay que hacer es pulsar una liga para ir a otra página. Esta operación no es diferente de la que se ha realizado por años en los libros impresos, es decir, la acción de remitirnos a las notas de pie de página. En lugar de buscar la nota al final de la hoja o del libro, en el medio electrónico basta con hacer un click, es decir, el concepto de hipertexto ya existía antes de la era digital.

Bolter retoma, en algunos capítulos, una vieja disputa que ha existido entre la representación verbal y la representación visual. Con el desarrollo de la Web y del multimedia, la tensión entre la palabra y la imagen parece situarse en primer plano. Estamos viviendo en una era donde lo visual está tomando gran importancia, en la World Wide Web las fotos, los videos, la iconografía en general, compiten fuertemente con el texto, y es una lucha constante por atraer la atención del lector. Como consecuencia, ahora los lectores electrónicos tienen que aprender a leer entre una combinación de textos e imágenes.

Una de las principales conclusiones a las que el autor llega es que, en esta “última era de la impresión”, tanto la escritura electrónica como los materiales impresos aún necesitan uno de otro. Ambas tecnologías pelean por su espacio y por la atención de sus usuarios, y es en este sentido que se redefinen.

Consideramos que Writing Space: Computers, Hypertext, and the Remediation of Print, puede ser un libro de gran utilidad para las personas interesadas en los temas relacionados con las nuevas tecnologías. El autor plantea discusiones actuales de una manera tan placentera, que rara vez se pueden encontrar en este tipo de materiales. Sorprende la humildad para declararse un aprendiz en ciertos asuntos y nos remite a textos importantes y fundamentales de esta materia.