Revista de Investigación Educativa 12
enero-junio, 2011

ISSN 1870-5308, Xalapa, Ver
Instituto de Investigaciones en Educación, Universidad Veracruzana

       
     
Un cambio de paradigma educativo para crear conciencia ambiental
       
 

Lic. Scheherezada López Betanzos

Dr. José Antonio Santiago Lastra

Alternativas de Desarrollo y Conservación del Medio
Universidad Intercultural de Chiapas

 

La necesidad de un cambio de paradigma educativo

Los descubrimientos e inventos que dan origen a lo que designamos como progreso, surgen a partir de la necesidad de mejorar la calidad de vida del ser humano y asegurar su supervivencia en la Tierra. Sin ir muy lejos, en el ámbito de la medicina: la creación de vacunas contra enfermedades que con anterioridad causaron muchas muertes, la detección oportuna de tipos de cáncer, los descubrimientos genéticos que permiten detectar predisposiciones a enfermedades y atender en forma prenatal, entre otros, son tan sólo algunos ejemplos de lo que el ser humano, mediante la ciencia y la tecnología, ha logrado para mejorar la calidad de vida. Sin embargo, hoy en día prevalece una idea errónea de progreso confundiéndola con la producción y acumulación excesiva de bienes materiales. Actualmente se observa un consumo desenfrenado de productos industrializados y con ello el aumento del capital de quienes los producen y distribuyen por todo el mundo. Esto a su vez ha generado un desequilibrio ambiental, económico, social e incluso ético, poniendo en peligro la continuidad de la especie humana (Santiago, López & López, 2008).

Estos desequilibrios se deben al modelo hegemónico de producción que está basado en sistemas lineales con una base de recursos finitos, es decir, se usan más recursos de los que la biosfera es capaz de remplazar; por lo tanto, se está llegando al agotamiento de dichos recursos naturales, y con ello a la destrucción de los ecosistemas, de tal manera que se pierde el equilibrio que debería haber entre el ser humano y el medio que lo rodea (Leonard, 2008).

Hay preocupación por estos hechos y se han emprendido algunas acciones encaminadas a revertir tales procesos, pero aún son marginales. Por ejemplo, el protocolo de Kyoto tiene el propósito de contrarrestar el calentamiento global y los problemas ambientales conexos. Desde luego lo han signado varios países industrializados, que son los que producen emisiones importantes de gases de efecto invernadero (GEI); sin embargo, Estados Unidos, que es uno de los principales países industrializados y por tanto emisor de GEI, en principio firmó el protocolo pero luego lo rechazó, lo que demuestra que hay intereses económicos más importantes para estos países, incluso por encima de los intereses de conservación del medio ambiente.

En este sentido, el modelo económico hegemónico está destruyendo el planeta y con ello la humanidad. La crisis ambiental actual se ha sufrido en repetidas ocasiones como un círculo vicioso, sobre todo por los países en desarrollo como es el caso de México, debido a un lineamiento internacional hacia los intereses de las grandes empresas transnacionales y sus mercados. Estas empresas terminan ejerciendo más poder incluso que los propios gobiernos locales, y manipulan en cierta forma a la sociedad civil.

La globalización económica actual y sus mecanismos de mercado han dado paso a la desvalorización humana, se ha usado el conocimiento como fuente de poder y no como un medio para el desarrollo homogéneo de la sociedad, transformando a las sociedades en antivalores como la codicia, el egoísmo y la envidia, todo lo contrario a un esquema de comunidad social.

El desarrollo no consiste solamente en un aumento de capital, se refiere al trabajo en comunidad, a la formación de valores, a la aceptación y fomento de la diversidad existente en todos los ámbitos. Recuperar la conexión entre pensamiento y sentimiento, ya que los seres humanos tenemos maneras diferentes de pensar, sentir y conocer, dependiendo del ambiente en el que nos desarrollamos. Pero, ¿por qué no hacer del conocimiento un recurso para el verdadero desarrollo, empezar a crear ámbitos de democracia, sustentabilidad, solidaridad, interculturalidad y biodiversidad?

El término modernización es usado erróneamente por los países menos desarrollados, considerando que adoptar los estereotipos de vida de los países industrializados tendrá como consecuencia directa un mayor desarrollo y por lo tanto dicha modernización tan anhelada. En la realidad se pierde parte de la cultura, los valores y las identidades de los pueblos originarios.

La racionalidad instrumental y la idea errónea del progreso han generado un crecimiento económico inestable; con base en el consumo de recursos finitos, es un proceso incapaz de sustentarse en los procesos naturales y sociales a largo plazo.

Primeros esbozos para plantear el cambio de paradigma educativo

El desarrollo abarca conceptos fundamentales como información traducida en conocimiento y educación. Es evidente que para lograr el desarrollo de la sociedad en su conjunto es necesario educar, y por tanto hay que saber educar.

El modelo convencional de educación se basa en el esquema de que el alumno es sólo un receptor de información y el maestro es el transmisor del conocimiento. Este modelo de educación, por muy agotado que parezca, sigue prevaleciendo en muchas de las escuelas actuales. El estudiante, que es el término apropiado,[1] debe ser motivado a ser un sujeto pensante, crítico, analítico, reflexivo, capaz de diseñar y protagonizar su proceso educativo.

Para poder crear un cambio real en los procesos educativos es necesario considerar los dos hemisferios del cerebro. El hemisferio cerebral izquierdo controla el lenguaje, el pensamiento lógico y la escritura; en él se encuentra el centro del habla, del pensamiento que permite analizar lo que sucede, la capacidad para las matemáticas y la sensibilidad. El hemisferio cerebral derecho controla el pensamiento creativo, la fantasía, el talento musical y las actividades artísticas. Los dos hemisferios cerebrales son importantes y se complementan mutuamente, es por eso que debemos desarrollar los dos por igual, porque juntos nos formamos como personas pensantes y a la vez sensibles, es decir, llenos de valores, dispuestos a ayudar a los demás, y a partir de los otros es como formamos nuestra propia identidad. Por lo tanto, es necesario un cambio de paradigma en el sistema educativo, donde las instituciones educativas integren las diversas disciplinas para favorecer un proceso educativo holístico.

El objetivo central de la educación no debe ser que el estudiante pase de grado mediante la acumulación de información, sino que el estudiante convierta la información en conocimiento significativo, que les permita reflexionar libremente sobre su entorno y actuar de manera crítica, informada y con valores para transformar su realidad.

Hoy en día la crisis de la educación no sólo tiene que ver con la deficiente forma en que se imparten muchos programas educativos, sino que, más grave aún, la educación no cumple a cabalidad con los objetivos sociales que tiene asignados.

La globalización económica y sus mecanismos de mercado han dado paso a la desvalorización del conocimiento, impulsando algunos modelos educativos que transforman a los estudiantes en únicamente receptores de información, y capacitándolos para desempeñar un número determinado de funciones necesarias para dichos mecanismos de mercado. Este tipo de modelos educativos no hacen responsables a sus estudiantes de su propio proceso de aprendizaje, no fomentan la reflexión crítica y tampoco incentivan la independencia laboral.

En un modelo alternativo de desarrollo, las profesiones deben ser un proceso de revaloración y superación de la cultura popular, y deben impulsar la autonomía económica de la comunidad y no su sometimiento a una economía transnacional. Todo profesional, en consecuencia, debiera tener como propósito fundamental ser un elemento más de su propia comunidad, con funciones y responsabilidades a favor de lo común.

Para lograr un modelo de desarrollo de este tipo se requiere de un sistema de aprendizaje constructivo, entendiéndolo como un proceso cognitivo mediante el cual el individuo comprende saberes porque tienen un significado o son significativos para él. Además, estos saberes los hace propios, y van ampliándose conforme profundiza en ellos, es decir, los construye y los vivencia (Latapí, 1998). Esto favorecería la conjugación de aspectos técnicos, sociales y afectivos en el estudio de fenómenos tanto físicos, naturales como metafísicos.

Un modelo de aprendizaje constructivo también requiere de un entorno de armonía, confianza y de vinculación comunitaria, que favorezca el proceso de aprendizaje de manera cooperativa y aumente la motivación personal y la autoestima.

Esta idea proviene también de la concepción que en el campo de las ciencias se viene desarrollando acerca de cómo se entiende el conocimiento; esto es, que el conocimiento no es generado como algo nuevo por parte de un individuo, sino que es la construcción en el tiempo, en el que otros individuos, incluso sociedades completas, han contribuido.

Jacques Delors (1997) propone en su libro La educación encierra un tesoro cuatro elementos fundamentales de la educación: Aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. Son conceptos básicos en la búsqueda de una educación que sirva para la vida y una vida que sirva para la comunidad. Plantean que la educación debe contribuir al desarrollo integral de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, y espiritualidad. Todos los seres humanos deben estar en condiciones, gracias a la educación, de dotarse de un pensamiento autónomo y crítico que permita elaborar juicios propios, para determinar qué hacer en las diferentes circunstancias de la vida.

La conciencia ambiental

En la actualidad y ante la crisis ambiental que la humanidad experimenta, es indispensable que los nuevos modelos educativos consideren de manera central el aspecto ambiental. El propósito del saber ambiental es crear una visión alternativa de los sistemas productivos y de comercialización hegemónicos a nivel global.

Los saberes ambientales están enfocados en una nueva racionalidad teórica, social y productiva para frenar el proceso de destrucción y simplificación de los ecosistemas y agroecosistemas, y también restablecer las cosmovisiones holísticas mediante la interdisciplinariedad, los valores y saberes locales (Leff, 2008).

Además, los nuevos modelos educativos deben rescatar los conocimientos tradicionales de los pueblos originarios, los cuales ubican al ser humano en equilibrio con la naturaleza, el universo y lo espiritual.

Hoy en día es necesario superar la visión que emana de la ciencia occidental y las leyes del mercado, las cuales están fundadas en el principio de dominio de la naturaleza, movilizadas por un afán de objetividad y orientadas a una finalidad de eficiencia económica, olvidando el ser de las cosas y la naturaleza, y los valores subjetivos de los procesos que les dan su sentido de existencia.

La conciencia ambiental no es sólo aprender los conceptos referentes al impacto ambiental que tienen las actividades humanas sobre los ecosistemas, se trata de usar estos conocimientos para comprender la situación en la que nos encontramos, determinar cómo llegamos a cierta circunstancia e idear alternativas para cambiar los modelos que han fracasado y por tanto deteriorado el medio ambiente. Tener conciencia ambiental es llegar a ser un agente de cambio y ser críticos ante el poder y la economía hegemónica.

La conciencia ambiental también se reconstruye a través del diálogo de saberes (Leff, 2008), de la interculturalidad, es decir, ver a la humanidad hacia un futuro de sustentabilidad en coevolución cultural con la naturaleza y una economía global que verdaderamente articule las diversas economías locales.

El futuro de los países en desarrollo no está en el capital y la tecnología únicamente, sino en el derecho de pensar creativamente y el respeto de los propios valores, mediante la construcción de una ética del respeto al otro y del medio ambiente.

Conclusión

Un nuevo paradigma educativo, basado en un modelo constructivista que revalore a las culturas originarias y enfatice la conciencia ambiental, es fundamental para lograr verdaderos cambios en nuestro planeta, sobre todo para revertir los procesos que dan origen a la crisis ambiental actual que está poniendo en riesgo la existencia de la especie humana.

Sobre estos fundamentos deben trabajar los gobiernos de los países en desarrollo. Pero estos cambios no sólo hay que esperarlos de arriba, deben partir sobre todo del interior de cada persona, y compartir con los demás el conocimiento, la voluntad y la iniciativa para generar procesos de diálogos interculturales que detonen un verdadero desarrollo sustentable.

Lista de referencias

Delors, J. (1997). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI. México: Ediciones UNESCO.

Latapí, P. (1998). Un siglo de educación en México (Tomo I y II). México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Fondo de Cultura Económica.

Leff, E. (2008). Sustentabilidad, diversidad cultural y diálogo de saberes. En Discursos sustentables (pp. 86-130). México: Siglo XXI Editores.

Leonard, A. (2008). The story of stuff [Video file]. Recuperado de http://www.storyofstuff.com/.

Santiago, J., López, M. & López, S. (2008). Tendencias del cambio climático global y los eventos extremos asociados. Ra Ximhai, 4(3), 625-633.

[1]. El término “alumno” etimológicamente significa sin luz, por lo tanto, no es el término más adecuado desde la perspectiva de los modelos centrados en el estudiante.