Revista de Investigación Educativa 1
julio-diciembre, 2005
ISSN
1870-5308, Xalapa, Ver
Instituto de Investigaciones en Educación, Universidad Veracruzana


 
La universidad argentina en tránsito
 
   
 

Marcela Mollis. (2001). La universidad argentina en tránsito. Ensayo para jóvenes y no tan jóvenes. Argentina: FCE. 139 pp.

Linda Vázquez*


El texto comienza presentando la pregunta que una niña de 7 años le hace a su madre cuando la acompaña a su trabajo: “Mamá, ¿por qué papá cuando va al trabajo se viste bien y la gente está seria y acá está sucio, lleno de carteles y la gente se viste diferente?” (Mollis, 2001: 11). Con esta pregunta que podría parecer sencilla, Marcela Mollis introduce al lector en lo que será el eje temático del texto: cómo ha sido el tránsito de la universidad argentina, desde el corte tradicionalista heredero del gesto napoleónico, hasta la actual universidad, inmersa en una sociedad globalizada, como lo es hoy la sociedad argentina y el resto de América Latina.

Marcela Mollis pretende realizar un análisis endógeno –considerando al Sistema de Educación Superior en Argentina– y exógeno –del valor social de la Educación Superior– de dicho tránsito, y para ello procede con un análisis del valor social que la Educación Universitaria ha tenido: por un lado,  “ser universitario formaba parte del deseo de los padres del joven candidato” (12), pero no sólo existía una aspiración familiar para que los jóvenes ingresaran a la universidad; los futuros candidatos sentían un gran interés por llegar a poseer un título universitario que les brindara la oportunidad de integrarse al mercado laboral y, con ello, ascender en la escala social. Por otro lado, en el marco de la sociedad argentina inmersa en la globalización, donde los reality shows y los telejuegos ofrecen una manera más sencilla y rápida de ganar fama y dinero, el valor social del título universitario queda ensombrecido.

De esta forma, a lo largo de seis capítulos Mollis aborda de manera científica el estado actual del Sistema de Educación Superior en Argentina, atendiendo diferentes miradas: el contexto en que se enmarca la universidad argentina, la reforma educativa, los jóvenes universitarios y su papel como “consumidores” del abanico de oportunidades de la oferta educativa.

I. La Universidad Argentina en el contexto globalizado. En este capítulo se realiza un balance de la situación en la Universidad Argentina en los últimos 5 años. Partiendo de la descripción y análisis de la “Agenda Internacional para la Modernización de los Sistemas de Educación Superior” (instalada en gran parte de los países latinoamericanos a partir de1995 y promovida por el Banco Mundial –BM– y el Banco Interamericano de Desarrollo –BID), Mollis sostiene que en el caso del financiamiento, el afán por buscar nuevas opciones de financiamiento, alternas a los subsidios estatales, no resuelve de ninguna forma la reproducción de la universidad: “La universidad argentina se autorrecluta, es decir, acceden mayoritariamente los hijos de profesionales que, a su vez, tienen mayores probabilidades de graduarse” (17). Reduciendo el financiamiento estatal a la educación superior, se abre la puerta al financiamiento proveniente del sector privado, y deja en manos de los países industrializados, y sus sistemas de educación superior, la generación del conocimiento; es decir, en el entramado social de la producción del conocimiento, a las universidades latinoamericanas les corresponde el entrenamiento de los recursos humanos y a las universidades de primer mundo, les corresponde la generación del conocimiento.

Aunado al financiamiento y al impulso del régimen privado, en 1995 se promulga la Ley de Educación Superior No. 24.521 que tendrá efectos en todas las instituciones que comprenden al Sistema de Educación Superior. Básicamente, dicha Ley atiende a los conceptos de autonomía –en el establecimiento de criterios de ingreso, permanencia y egreso de estudiantes, en el régimen salarial y políticas docentes–, financiamiento –la búsqueda de nuevas formas de financiamiento a través de la venta de servicios profesionales a la sociedad– y gobierno universitario –ofreciendo la posibilidad a los órganos colegiados de definir políticas y de ejercer control. En este mismo periodo, se crean dos instituciones que estarán a cargo del control y evaluación del sistema de educación superior: la Secretaría de Educación Superior y la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria.

Mollis reflexiona que el Sistema de Educación Superior en Argentina “está experimentando transformaciones importantes en sus bases éticas, organizativas y técnicas bajo la presión de un nuevo espíritu competitivo” (25); así, sostiene que los sistemas de educación superior en América Latina están bajo unas “tendencias globales” de transición, donde el eje está dejando de ser el Estado para dar parte al Mercado y sus valores: “El poder económico del norte se expresa en la supremacía de un modelo de educación superior orientado a la satisfacción del mercado laboral global” (26). De esta forma, se están retomando nuevos propósitos, políticas y prácticas que rigen en el imperio de la mercadotecnia.

II. Los condicionantes sociales y económicos de la reforma educativa argentina. Siguiendo con el argumento presentado en el capítulo anterior, Mollis continúa con el análisis del estado actual del Sistema de Educación Superior en Argentina, considerando para ello las dimensiones de la deserción escolar. Así, sostiene que existen dos condicionantes para la deserción: por un lado, sostiene que el factor de la “selección social” atañe directamente a la deserción escolar: “El acceso a la enseñanza secundaria constituye un hito en la diferenciación social: a mayor educación, mayor probabilidad de consumo educativo” (40). Por otro lado, los jóvenes de estratos sociales bajos se suman pronto al mercado laboral con el interés de apoyar a la economía familiar: “los pobres quedan excluidos del sistema educativo antes de acceder y terminar el nivel secundario” (40).

Considerando lo anterior, sostiene que la reforma de permanencia fue un error, dado que pretendía instaurar una “reforma del primer mundo para una economía del subdesarrollo” (41).

III. Una breve descripción de nuestra educación superior. En este capítulo, la autora presenta una monografía del Sistema de Educación Superior en Argentina: 36 universidades nacionales, 43 universidades privadas, 5 institutos universitarios nacionales –universidades provinciales– y 5 institutos universitarios privados. (Mollis, 2001), permeados por la complejidad, la diversidad y la heterogeneidad, que va desde las funciones básicas de crear, promover y difundir el conocimiento, hasta vender servicios.

Mollis sostiene que son tres los momentos claves para analizar el crecimiento y expansión del Sistema de Educación Superior en Argentina:

    1950: Ampliación y masificación de la matrícula posecundaria, distribuida en función de la oferta educativa universitaria. Pasó de tener 7 universidades públicas en 1956 a 30 en 1970.

    1971 – 1974: Crecimiento de iniciativa pública que consistió en la creación de 30 universidades a lo largo del país, además de la nacionalización de algunas universidades provinciales.

    1982 – 1992: Las universidades nacionales duplicaron tanto su población estudiantil como el número de docentes. Las universidades públicas representan al 85% de la matrícula nacional. (47)
Respecto del crecimiento y expansión del Sistema de Educación Superior en Argentina, la autora lo resume en las siguientes líneas:
    En los últimos diez años del segundo milenio, el sector universitario argentino experimentó una fuerte expansión: se crearon diez nuevas universidades nacionales y el número de universidades privadas se duplicó. La matrícula universitaria de grado alcanza aproximadamente un millón de alumnos, de los cuales 86% se encuentra en el sector público. En los institutos terciarios públicos cursan aproximadamente 230 mil alumnos (17% de la educación superior argentina) en tanto que en los terciarios privados cursan más de 150 mil alumnos (11% del total de alumnos matriculados en el nivel superior del sistema). (55)

Aunado a la descripción global del Sistema, Mollis nos ofrece una ejemplificación de tres universidades metropolitanas. La Universidad de Buenos Aires (UBA) fue fundada en 1821 bajo la tradición francesa, es decir, profesionalizante, donde se le da un gran peso a la investigación y a la producción científica del conocimiento; siendo la universidad que guía el desarrollo del Sistema Argentino, la UBA tiene frente a sí el reto y la necesidad de realizar “cambios en los planes de estudio […] cambiar estructuras que no ayudan a las buenas prácticas de enseñanza e investigación” (61), desafiándose a sí misma a cambiar sus prácticas tradicionales en las que sustenta su statu quo. La Universidad Tecnológica Nacional (UTN), fundada en 1959, es considerada como una institución de educación superior técnica. Inmersa en el régimen de sustitución de importaciones, la UTN tiene la misión de formar obreros con las capacidades técnicas de impulsar a la industria nacional; esto, a través de la investigación y la experimentación. Tiene dos funciones básicas: una función social, que es brindar educación superior a la clase trabajadora, y una función económica, ya que es la única institución universitaria capacitada para calificar la fuerza de trabajo para el mercado laboral, vinculando fuertemente los planes de estudios con dicho mercado. La Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) fue fundada en 1991 por el Instituto Torcuato Di Tella durante la última etapa de expansión del Sistema de Educación Superior en Argentina. Como universidad de elite se opone a las universidades públicas, con la pretensión de satisfacer las demandas de las clases medias y altas, además de las necesidades del mercado. Como características del modelo de la UTDT, encontramos que cuenta con un número limitado de alumnos, para los cuales existen ciertos mecanismos de selección al ingreso; altas colegiaturas; se ofrecen planes de estudios en determinados campos del conocimiento relacionados con las necesidades de las empresas privadas y la administración pública; los profesores se dedican de tiempo completo a las funciones de docencia, investigación y tutorías, además de que los alumnos igualmente se dedican de tiempo exclusivo a los estudios (56-102).

IV. Los jóvenes y el trabajo. A lo largo de este capítulo, se ofrece un esquema del contexto social y económico que condiciona y limita el horizonte de expectativas de egreso de los jóvenes universitarios. A grandes rasgos, existe una preferencia por carreras cortas que ofrezcan una pronta salida al mercado laboral. En este sentido, uno de los factores que tiene gran importancia en la elección de opciones educativas, es la orientación vocacional, donde se presentan dos grupos de opciones: las Ciencias Sociales para quienes quieren cambiar el mundo, por un lado, y quienes tienen en la elección de una carrera una prioridad económica: “En la provincia de Buenos Aires, existe una tendencia a dar prioridad al trabajo por mantener el estudio en curso. Le dan prioridad a las elecciones que garantizan un ‘oficio’, una salida laboral aunque no sea bien remunerada” (104).

A este respecto, Mollis presenta un análisis detallado de los estudios de índole diversa –ya sea de marketing o científicos– que se han hecho en Argentina, de empleadores y estudiantes egresados, empatando las respuestas de cada uno de los actores sociales involucrados. Aun con la multitud de estudios, Mollis sostiene que no existe la información suficiente para que los estudiantes que están por ingresar a la universidad realicen una elección racional.

V. Dudas e incertidumbre: la decisión tan temida. En el contexto de la sociedad argentina y el papel que juega la oferta masiva del Sistema de Educación Superior, Mollis ofrece un análisis de los factores que imperan en la elección de carrera e institución. La reflexión que guía a este capítulo parte por defender la idea de que la acción de elegir una carrera y la institución donde cursarla, se convierte en un acto de consumo (120). La mayor preocupación, en este sentido, es la de realizar una elección educativa que garantice un trabajo bien remunerado, en el cuál los jóvenes egresados de la universidad se sientan realizados mediante el desarrollo de su profesión. 

Uno de los aspectos en que Mollis nos invita a encontrar la transitoriedad de la universidad, es en el sentido que la educación universitaria ha tomado; esto es, pasar de una perspectiva altruista y de transformación social por una de vida económicamente plena. Considerando que la primera gran cuestión para los jóvenes que están por ingresar a la universidad es la elección de carrera, la segunda gran elección es decidir la institución en donde cursarla: “los aspirantes a una carrera universitaria, eligen la institución en función del prestigio social con el que cuenta la corporación en el medio en el que se desempeñan, y por los posibles beneficios que van a gozar en función del reconocimiento nacional e internacional del título que las mismas otorgan” (130). En este sentido, Mollis afirma que las universidades públicas gozan todavía de un fuerte prestigio social, incluso por encima de las privadas.

VI. La universidad argentina: ¿quo vadis? En el último capítulo del texto, y a manera de conclusión, Mollis sostiene que, como ya nos demostró a lo largo de los 5 capítulos anteriores, no solamente la universidad se encuentra en tránsito; le acompaña la sociedad argentina en este cambio. Mollis sostiene que, para la instauración de nuevos conceptos de ciudadanía, nación, valores, conciencia social, que estaban dejando atrás el viejo orden caudillo del S. XIX, los sistemas educativos nacionales, en todos sus niveles, habían jugado un papel clave en dicha transformación: “En este sentido, la dinámica que operó en el interior de las decisiones gubernamentales reprodujo la tensión entre brindar instrucción para que el pueblo saliera del atraso versus el peligro de una instrucción excesiva que promoviera más bien el cuestionamiento del orden establecido” (135). De esta forma, el Estado impulsó la creación de universidades públicas en las que se fomentaran y transmitieran masivamente los nuevos valores de la sociedad argentina: “sentimientos de pertenencia a la nación material y del consenso hacia la dominación, protagonizada por los intelectuales universitarios” (136).

A partir de este estudio minucioso del tránsito de la universidad argentina, podemos rescatar varios elementos analíticos para el caso mexicano. En el crecimiento paulatino del Sistema de Educación Superior mexicano, encontramos que el régimen privado ha crecido con una mayor rapidez, en tan solo una década, que el régimen público: en 1990, de las 378 instituciones de educación superior (IES) existentes en el país, 163 eran públicas y 215 privadas, mientras que en el 2000, de 870 solo 246 eran públicas mientras que 623 eran privadas. En el mismo periodo de crecimiento, la población estudiantil que acaparaba cada uno de los regímenes también se modificó; en 1990 las públicas atendían al 82.58% mientras que las privadas al 17.42% del total. Para el 2000: 70.56% y 29.44%, respectivamente.1 Aunado a esto, encontramos el crecimiento de las Universidades Tecnológicas, en las que existe una fuerte vinculación entre los planes de estudios y las necesidades del mercado laboral; en estas se ofrecen carreras de dos años, de carácter universitario, que tienen una pronta salida al mercado laboral.

Otro de los elementos que surgen a partir de la lectura del texto de Marcela Mollis, es la falta de un estudio que muestre a los jóvenes que están por ingresar a las universidades mexicanas, la pertinencia social de los planes de estudio que se ofrecen y, por otro lado, el ejercicio de análisis de la inserción de los egresados de dichas universidades en el mercado laboral, todo esto con la intención de que la elección de carrera y de institución resulte de una elección racional.

Notas

* Ayudante del Área de Sociología de las Universidades, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. vgle@correo.azc.uam.mx.

1. Las cifras que se emplean están basadas en los Anuarios Estadísticos de la ANUIES.