Reflexiones en torno a la formación

de investigadores en la unam

Guadalupe Ibarra Rosales*

 

1. El contexto de la formación de investigadores

El proceso de transformación que está experimentando la sociedad contemporánea en el nuevo milenio, constituye el contexto histórico social que define los desafíos y oportunidades que se abren a las universidades públicas como instituciones productoras de conocimiento y formadoras de recursos humanos para la investigación.

Los cambios radicales que se manifiestan en la sociedad actual son múltiples y variados y cada uno de ellos resulta significativo. Sin embargo, los fenómenos o hechos generales que de alguna manera determinan las características que asume esta sociedad son: la globalización de las economías y la revolución científico-tecnológica las que han contribuido a generar un paradigma tecno-económico, que está impactando todos los aspectos y esferas de la sociedad.

Este nuevo paradigma se caracteriza por sustentarse en el progreso científico y tecnológico, en la asociación y mutua alimentación de la ciencia y de la tecnología de tal manera que éstas se han convertido en la primera fuerza para impulsar el desarrollo económico y promover la innovación productiva.

La globalización de las economías nacionales contribuyó sustancialmente a la consolidación de este paradigma, del cual emergió un nuevo modelo de desarrollo económico que demanda el progreso técnico sistemático y la innovación en los sistemas de producción para lograr los niveles de competitividad que exige el proceso de integración planetaria.

Este modelo económico que articula la globalización a las leyes del mercado, está perfilado conforme al desarrollo económico entendido éste como el crecimiento acelerado y sostenido del producto interno bruto, para lo cual depende, en gran medida, de las innovaciones científicas y tecnológicas de los sistemas productivos.

De esta manera, el nuevo paradigma sitúa al conocimiento como factor de cambio, de productividad, de innovación y de desarrollo, motivo por el cual éste ha adquirido valor económico y un nuevo significado, puesto que se concibe como el más valioso producto de la era moderna.

De acuerdo con Carmen García Guadilla (1997), en el siglo xxi, la forma de alcanzar el desarrollo y el poder económico, ya no será mediante la explotación de materias primas y del trabajo manual del hombre, sino mediante la aplicación de la mente humana.1

Con base en el valor que ha adquirido el conocimiento en el ámbito económico, este paradigma impactó también el ámbito social y político de la sociedad, al impulsar y fortalecer un nuevo modelo de sociedad llamado de diferentes formas: "learning society ", sociedad del conocimiento o de la información, por el papel central que éste desempeña en el proceso productivo y que trajo consigo nuevas relaciones sociales y nuevas estructuras de poder que se sustentan en la producción, distribución y uso del conocimiento (C. Tünnerman, 2000).

De esta manera, el contexto actual se define como el proceso de transición hacia la sociedad del conocimiento, donde la ciencia y la tecnología, así como la generación, distribución, apropiación y uso del conocimiento, juegan un papel estratégico para el futuro desarrollo del individuo y de la sociedad contemporánea.

Por ello, el modelo económico dominante de corte neoliberal que emerge de este paradigma intenta imprimir una dinámica diferente a la ciencia, a la tecnología y a la educación superior al insertarlas en el circuito de la economía como una alternativa para sujetar su desarrollo a las necesidades del sistema productivo, ya que son fuentes potenciales del conocimiento en el cual se sustenta la competitividad estructural de las economías.

Paralelamente a este modelo, se están estructurando otras opciones para el futuro desarrollo de la ciencia y de la educación superior enmarcadas en otros modelos de desarrollo económico-social que se presentan con diferentes denominaciones: desarrollo sostenido, desarrollo socialmente sustentable, o desarrollo con rostro humano (Unesco,1998).

Los modelos económico-sociales que representan esta tendencia, consideran el contexto de globalización pero buscan y plantean una integración equitativa para los países latinoamericanos y en desarrollo. Estos modelos también se basan en la revolución científico-tecnológica, aunque están perfilados al aprovechamiento sustentable de los avances científicos de la civilización para el beneficio del hombre, subordinando el desarrollo económico al desarrollo social y cultural de todos los sectores sociales.2

Esta tendencia visualiza a las universidades públicas como agentes proactivos del cambio que pueden fortalecerse en este proceso de transición, en la medida en que no sólo se articulen a la dimensión económica y a las necesidades de la industria y del sistema productivo, porque con ello responden sólo a las necesidades de los grupos sociales ligados al sector moderno de la economía y sujetan su desarrollo a las coyunturas y variables económicas.

Desde una perspectiva de largo alcance, Carmen García Guadilla (1997) considera que las universidades públicas tienen la posibilidad de consolidarse como instituciones sociales relevantes y pertinentes si amplían sus ámbitos de acción a las necesidades y problemáticas básicas y vitales de aquellos sectores sociales que en este proceso de transición no están siendo considerados o han sido desplazados y que constituyen espacios sociales amplios donde las universidades públicas pueden incidir y desplegar sus potenciales en la solución de problemas porque en estos ámbitos no tienen competidores.

De esta forma, el conocimiento adquiere otro significado, ya que cobra valor en la medida en que contribuye a solucionar necesidades y problemáticas económicas, sociales y culturales del conjunto de la sociedad para lograr elevar la calidad de vida y el bienestar social.

Este contexto de cambio, donde conviven diversas y opuestas tendencias, sitúa a las universidades públicas en un lugar privilegiado y estratégico para colaborar en el logro de una inserción favorable del país en la economía internacional, impulsar el desarrollo y apoyar la construcción de la sociedad del conocimiento, ya que son las entidades que han generado el conocimiento científico y tecnológico sustantivo que circula en nuestra sociedad; además de que cuentan con tradición, experiencia y trayectoria en la producción de ciencia y tecnología, y en la formación de recursos humanos en investigación para aprovechar esta oportunidad.

Para asumir esta tarea, las universidades públicas al igual que otras instituciones de educación superior están inmersas actualmente en un proceso de transformación y cambios radicales, lo que implica una definición del modelo o figura de universidad demandada por el nuevo contexto social.

En este proceso, en el que está en juego el rumbo y la orientación que puede adoptar la investigación y la formación de recursos en nuestras universidades, es importante considerar, -además de que intervienen las necesidades y presiones que provienen del contexto-, las transformaciones que está experimentando el campo de la investigación que directamente afectan la producción y generación de conocimiento de estas instituciones de educación superior. Los cambios más significativos en este ámbito son los que se mencionan a continuación.

2. El nuevo modelo mundial de producción de conocimientos

Como resultado del impacto que ha tenido el paradigma técnico-económico, se está generando también un nuevo modelo mundial de producción de conocimiento en el que se sustentará el desarrollo de la economía mundial. En este modelo se pueden reconocer actualmente dos características centrales que lo definen. Uno es el nuevo Sistema Social de Producción de Conocimientos, el segundo es el Proceso de Globalización de los Sistemas de Investigación. Ambos están modificando la naturaleza y los fines de la investigación universitaria.

En consonancia con Burton Clark (1997) la sociedad contemporánea está experimentando el desarrollo de un proceso societal autoamplificatorio de la investigación, el cual se manifiesta en la realización de investigación científica y tecnológica por diversas instituciones y actores sociales como son el gobierno, la industria y las instituciones privadas que hasta hace unas décadas no contemplaban como parte sustantiva de sus acciones la realización de esta práctica y que ahora son sujetos proactivos en la generación de conocimiento y van estructurando el nuevo Sistema Social de Producción de Conocimientos (sspc) donde las universidades constituyen un elemento más del mismo.

Una de las consecuencias del surgimiento de este sistema es que inserta a las universidades públicas en un proceso competitivo con los otros sectores sociales encargados de realizar investigación con el propósito de consolidar su lugar en este sistema y lograr la legitimidad como instituciones productoras de conocimiento y con ello afianzarse como sujetos protagónicos del cambio.

Este proceso competitivo ha generado en los países desarrollados una fuerte tendencia a desplazar la investigación de nuestras universidades y concentrarla en centros gubernamentales y en los institutos, centros y laboratorios industriales, situación que, se visualiza, puede extenderse a América Latina y a los países en desarrollo en un mediano plazo.

Esta tendencia se sustenta en la concepción dominante del conocimiento relevante como el conocimiento práctico y útil, lo cual se ha traducido en privilegiar el conocimiento científico y tecnológico vinculado directamente a la producción sobre otro tipo de conocimiento.

Ante la estructuración de este nuevo sistema de producción, las universidades de los países desarrollados han optado por vincularse con los otros actores de la investigación en diferentes modalidades. Carmen García Guadilla (1995) presenta un panorama general de la forma como estas instituciones de educación superior se están articulando con en el sspc.

 

Estados Unidos
Europa
Japón
En el caso de USA la presión hacia las universidades se cifra en dar mayor apoyo a la industria haciendo más relevante la investigación aplicada.
En el caso de Europa el énfasis se hace en desarrollar relaciones más estrechas entre la industria y la universidad a la vez que se realizan esfuerzos por responder al reto de la integración regional, no solamente del área occidental sino de toda Europa.
Se plantea el reto del aumento de la creatividad y del desarrollo de posgrados.

 Carmen García Guadilla: Nuevos contextos y perspectivas , Tomo I, Cresal/Unesco, 1995.


En el nuevo Sistema de Producción del Conocimiento, ninguno de los actores es autosuficiente para mejorar sus niveles de competitividad. Por ello una de las consecuencias de la estructuración de este sistema es la globalización internacional de los sistemas de investigación con el fin de construir a mediano plazo un sistema mundial de producción de conocimientos flexible, ágil y eficiente para generar y aplicar conocimientos en los sectores y áreas estratégicas para el desarrollo económico.

En principio, el eje de este proceso de globalización son las actividades de investigación y desarrollo, que se consideran la fórmula mágica para innovar los sistemas de producción, pero posteriormente como lo señala Gibbons (1998), este sistema tiene un efecto multiplicador y se impone en todas las modalidades de investigación. Este proceso lo define Isabel Licha en los siguientes términos: "Por globalización de la investigación entendemos el proceso de creciente apertura e interacción de los sistemas de investigación con base en un modelo emergente de ciencia inscrito en el nuevo patrón de competitividad global de la actividad económica" (1996).

Se trata, entonces, de un proceso mediante el cual se establece una creciente interacción e interdependencia entre países y entre regiones en materia de producción y difusión del conocimiento para construir la capacidad de usar la investigación y el conocimiento que se produce en todo el mundo. Con base en este sistema distributivo de producción de conocimiento se está configurando una industria multimillonaria del conocimiento.

Los sujetos de este sistema, vinculados a las empresas más dinámicas de la economía mundial, realizan una serie de acciones para tener acceso a la inteligencia mundial que circula en el planeta en el marco de la globalización. Estas acciones son las siguientes:

a) La creación e intensificación de redes de investigación que se sustentan en alianzas y estrategias entre los actores que generan el conocimiento (el Estado, la industria, las universidades y las instituciones privadas), basadas en la colaboración y la competencia que constituyen las normas para establecer los vínculos.

Las redes de investigación han creado e intensificado una interdependencia entre los países y sectores productores del conocimiento, pero a la vez constituyen uno de los mecanismos más ágiles y eficientes que permite el flujo y la circulaciones del conocimiento a nivel global, situación que tiene un efecto directo en las capacidades de innovación.

Estas redes, han traído como consecuencia que el conocimiento científico y, en especial, las innovaciones tecnológicas se generen a través de proyectos concebidos y ejecutados en colaboración, por lo cual tienen diferentes bases y alcances, es decir, son proyectos interistitucionales, intersectoriales, interregionales o trasnacionales. De tal forma que en estas redes se pueden reconocer desde convenios de colaboración entre sectores para desarrollar una investigación específica que lleve a una innovación, hasta alianzas entre países para realizar megaproyectos de investigación científica, como el proyecto del Genoma Humano en el que participan Estados Unidos, la Unión Europea y Japón (Licha,1996).

Pero, quizás, el impacto más significativo que tiene esta forma de generar el conocimiento es la división intelectual o distribución de tareas que se establece entre países y entre los sectores que producen conocimiento. Visto así, dentro de este mecanismo surge una división entre los países que trae como consecuencia el que los países desarrollados realicen, fundamentalmente, las actividades de investigación y desarrollo o los megaproyectos científicos y tecnológicos, mientras que los otros países colaboren sólo en aspectos específicos; o bien, que su papel se reduzca a la distribución y consumo de las innovaciones realizadas por aquellos países. Por ello, algunos autores consideran que estas modalidades de generar conocimiento tienden a polarizar aún más las diferencias entre los países desarrollados y los países en desarrollo.3

Asimismo, entre los diferentes productores del conocimiento se distribuyen diferentes modalidades y actividades de investigación teniendo como eje las necesidades del sector industrial privado. El poder económico que tiene este sector, lo sitúa en un lugar privilegiado en esta división del trabajo entre sectores, ya que no sólo tiene capacidad para producir las innovaciones tecnológicas y el mayor volumen de investigación aplicada, sino que también le permite establecer vínculos con los otros sectores productores de conocimiento para tener acceso a la investigación básica, a la transferencia de conocimiento y de tecnología o a cualquier tipo de investigación, actividad o servicio que realicen estos sectores siempre que les resulte rentable para aumentar su productividad.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico da cuenta del poder que han adquirido el sector industrial y la empresa privada en la globalización de la investigación en los siguientes términos: "En años recientes, el porcentaje de Investigación y Desarrollo (I&D) total financiado por la industria, se ha incrementado de manera relativa respecto de la parte del gobierno en la mayoría de los países de la ocde. La industria ahora financia casi el 60% de las actividades de I&D y lleva a cabo alrededor del 67% del total de la investigación". (ocde, 1996: 238).

b) La estructuración de empresas tipo red que establecen vínculos y alianzas con otras empresas del sector industrial para realizar actividades de investigación y desarrollo en colaboración.

La importancia de estas redes empresariales reside en el hecho de que inauguran nuevas formas de colaboración y participación para la producción del conocimiento, ya que rompen con el esquema de organización y participación vertical y jerárquica propia de las corporaciones multinacionales de la década de los setenta, por una organización flexible y por nuevas relaciones horizontales basadas en la colaboración que fomentan la creatividad y la innovación y promueven la diversidad dentro del sistema de producción de conocimientos (Gibbons,1998). Esta forma de organización se perfila como el modelo a seguir en todos los ámbitos de la producción del conocimiento.

El nuevo sistema de producción de conocimiento y la globalización de la investigación que le acompaña, ha generado un proceso de transformación de la ciencia y de la investigación científica sin precedentes en la historia del desarrollo científico de la humanidad, el cual ha desplazado paulatinamente las modalidades o tipos de investigación tradicionales por formas novedosas, de modo tal que el campo de la producción del conocimiento presenta el siguiente mosaico de opciones de investigación donde apenas comienzan a distinguirse las modalidades que pueden dominar en el futuro.

2.1. Las transformaciones en el campo de la investigación

El sspc ha establecido nuevas normas y reglas para la producción de conocimiento que tienen como eje la relación más estrecha entre la producción de conocimiento y el contexto; y en especial la transferencia sistemática y constante del conocimiento generado con el entorno.

Se puede reconocer que esta normatividad ha sido la fuerza principal que ha impulsado los siguientes cambios que se están presentando en el ámbito de la investigación.

a) Diversificación de la investigación. La diversificación de la investigación se está realizando a pasos acelerados. Actualmente conviven en el campo de la producción del conocimiento distintas modalidades de investigación como son: la investigación básica orientada al desarrollo de las disciplinas científicas, la investigación básica enfocada a la investigación aplicada, la investigación interdisciplinaria, la investigación aplicada, la investigación estratégica, la investigación orientada a la solución de problemas, la investigación y desarrollo entre otras, las cuales se están desarrollando a través del proceso de globalización de la investigación.

b) El predominio y expansión de la investigación centrada en los problemas. Con excepción de la modalidad de investigación básica que tiene como finalidad el desarrollo del conocimiento científico de una disciplina, el resto de las formas de investigación que se enunciaron tienen en común un nuevo enfoque: la solución de problemas.

Este enfoque que inicialmente despuntó y se consolidó como el enfoque dominante en el sector industrial y privado como la alternativa para elevar la competitividad, está permeando todo tipo de investigación que se realiza en los otros sectores que generan el conocimiento, incluyendo a las universidades públicas; esto hace predecible su continua expansión, ya que la adquisición del financiamiento que impone la economía de la investigación ha establecido como norma fundamental la obtención de recursos en función de la resolución de un problema especifico y mediante la generación de conocimiento aplicable, práctico y útil (Gibbons,1998).

La investigación centrada en problemas modifica la naturaleza y los fines de la investigación científica, especialmente la de la investigación académica ya que entre otras cosas cancela los estudios libres, no tiene como impulso la creatividad, ni la búsqueda de la verdad, y declina la producción primaria de conocimientos, es decir, no considera importante los datos e ideas primarias a través de las cuales se articula el análisis de un problema y centra sus esfuerzos en la búsqueda y configuración de fórmulas novedosas para la solución de problemas.

c) Se han desvanecido las barreras entre investigación básica y aplicada. La pinza que rompió con la división entre investigación básica y aplicada es el nuevo patrón de innovación científica y tecnológica que determinó la orientación y aplicación de la investigación básica a la solución de problemas específicos, cuya complejidad demandó la asociación de diversas disciplinas científicas que a través de la investigación básica y con el apoyo de insumos tecnológicos se dedicó a la búsqueda de opciones de solución.

En términos del avance del conocimiento científico, la articulación de la investigación básica con la investigación aplicada ha contribuido a la consolidación de la interdisciplinariedad como la alternativa para el desarrollo del conocimiento en el futuro. Asimismo, de esta plataforma de investigación, han surgido otros campos del conocimiento y disciplinas como son la biología molecular, la ingeniería genética y la biotecnología (Licha, 1996).

d) La preservación y fortalecimiento de la investigación básica. El contexto actual marcado por la globalización económica está determinando, en gran medida, el impulso y el fortalecimiento de la investigación centrada en los problemas en sus diferentes modalidades. Sin embargo, pensadores con una perspectiva amplia consideran que la investigación básica repuntará a mediano plazo y será revalorada por los productores del conocimiento y por la economía, en la medida en que comience a agotarse la visión pragmática del conocimiento útil (aquel conocimiento generado por la investigación aplicada y por la investigación y el desarrollo industrial), que no permite visualizar los beneficios que puede aportar la investigación básica en los procesos de innovación.4

Keith Pavitt (1991) es uno de los investigadores que visualiza los alcances de la investigación básica en el futuro y por ello es capaz de proponer que la investigación básica debe ser vista como un Sistema Nacional de Inteligencia Científica señalando la importancia de impulsar el desarrollo de competencias en investigación básica.

Los argumentos de esta propuesta son sólidos, por ello vale la pena reproducir literalmente la síntesis que hace Isabel Licha (1996) de estos fundamentos.

Pavitt cuestiona rigurosamente dos aspectos centrales de las nuevas políticas: 1) la designación de altas prioridades para la investigación básica directamente aplicable ignorando «los considerables beneficios indirectos que resultan de la formación y de los descubrimientos no planeados», y 2) la concentración de los esfuerzos de investigación básica en grandes unidades, modelo que está basado en la premisa no confirmada según la cual lo grande es necesariamente hermoso, es decir, eficiente (1996: 106).

e) El dominio de la investigación especializada. Burton Clark (1997) reconoce que en el campo de la producción del conocimiento domina la tendencia a la especialización. Este hecho es resultado del propio proceso autoamplificatorio que ha experimentado la investigación científica y tecnológica en esta época; proceso a través del cual se ha intensificado y diversificado la investigación, pero que también ha tenido como consecuencia la creciente especialización.

Michael Gibbons (1998) por su parte, considera que esta tendencia es fortalecida por el enfoque de investigación orientado a la solución de problemas que impuso la economía para obtener conocimientos específicos en función de sus necesidades en materia de investigación científica y tecnológica. Este valor que da la economía al conocimiento especializado determina también, en gran medida, la creciente especialización del conocimiento científico y tecnológico.

Como resultado de este proceso de globalización de la investigación impulsado por los productores del conocimiento emergentes (industria, gobierno e iniciativa privada) se han incrementado los vínculos y las relaciones con las universidades públicas a través de financiamientos y convenios de colaboración para tener acceso a la investigación básica y aplicada de corte académico que constituyen los pilares de estas instituciones. Mediante este mecanismo se han ido filtrando, en nuestras universidades, las transformaciones mundiales del campo de la investigación con sus respectivas modalidades, pero sobre todo se ha introducido la cultura de la innovación, la cual se ha comprendido, por el momento, como las actividades de tipo empresarial que establecen las universidades con el resto de los sectores que producen conocimiento a través de la venta de proyectos, programas de formación o de servicios específicos5 (Casas, 1997).

En este marco de vinculación de las universidades con la sociedad y teniendo como fondo esta cultura de la innovación, la unam al igual que otras universidades públicas ha modificado sus proyectos de formación de investigadores como un intento para ajustar a esta institución a los nuevos tiempos. Algunas de las características y limitaciones de estos nuevos proyectos se desarrollan en el siguiente apartado.

3. La formación de investigadores en la unam. Alcances y limitaciones

Como resultado del proceso de reforma sustantiva realizada en el posgrado de la unam en 1995, la formación de investigadores en esta institución se está realizando actualmente a través de programas de Maestría y de Doctorado que tienen una estructura interinstitucional y son flexibles, ya que se agrupan en un programa académico las instituciones y las entidades que desarrollan disciplinas específicas o áreas de conocimiento afines a través de las cuales se pretende elevar la calidad de los futuros investigadores (Ibarra, 2000).

Esta reforma responde a las nuevas políticas de posgrado que se están impulsando a nivel nacional, por lo que es de esperarse que modelos de posgrado de este corte se desarrollen en otras universidades públicas a mediano plazo o ya se estén realizando.

La reforma del Posgrado de la unam comprende hasta el momento 36 programas de posgrado, de los cuales 28 incluyen el Doctorado. Esta reforma transformó fundamentalmente el nivel de Maestría donde se afianzó la tendencia profesionalizante, pero en el nivel de Doctorado se conservó casi intacto el perfil del investigador orientado hacia la formación de científicos capaces de generar conocimiento científico original. Por ello, esta reflexión se centra en el proceso de profesionalización de la investigación que se puede detectar en los programas de maestría que desarrolla esta institución.

La profesionalización que está despuntando en la unam, no se refiere al proceso de institucionalización y profesionalización que experimentó el campo de la investigación científica en nuestras universidades y que tuvo como resultado el surgimiento y consolidación de la profesión académica en donde el investigador universitario adquirió el estatus profesional. 6 La cultura de la innovación inaugura otro tipo de profesionalización de la investigación cuyos rasgos son aún difusos, pero cuyas señales son claras.

Los nuevos programas de Maestría se caracterizan por su diversificación, la cual contiene dos dimensiones. Una es la rica gama de opciones de formación, que se ofrece y que da cuenta de nuevas disciplinas y áreas del conocimiento como resultado de los avances de la ciencia y del creciente proceso de especialización del conocimiento.

La otra dimensión, es la orientación de la formación hacia diversos modelos de prácticas de investigación, que indican que la prioridad de nuestras universidades no es formar investigadores para el ámbito académico, sino formar recursos humanos en investigación para insertarse en los diferentes sectores de la economía en especial, en el sector privado y gubernamental con lo cual se modifica las funciones y el perfil tradicional del investigador.

Esta nueva orientación está presente en los nuevos Programas de Posgrado de la unam, a nivel de Maestría donde se ha modificado el modelo de formación tradicional que estaba enfocado a la formación científica, puesto que se concebía este nivel como la instancia para iniciar al joven investigador hacia la investigación científica. Con esta reforma se comienza a desplazar y a borrar la figura y la imagen clásica del investigador universitario que se distinguía por su vocación para la ciencia.

En los Programas de Maestría se puede reconocer las nuevas y diferentes modalidades de formación, que se expresan en los objetivos del nuevo reglamento de posgrado, en los siguientes términos: "Las Maestrías proporcionarán al alumno una formación amplia y sólida en la disciplina y tendrán al menos uno de los siguientes objetivos: iniciarle en la investigación, formarlo para el ejercicio de la docencia de alto nivel; o desarrollar en él una alta capacidad para el ejercicio académico o profesional" (rgep, 1997: 11).

Tomando en cuenta estos lineamientos tan amplios contemplados en este reglamento, la mayoría de los programas que han experimentado esta reforma le han dado prioridad a la formación para el ejercicio profesional. De ahí que se les denomine "maestrías profesionalizantes". Este término se refiere específicamente al hecho de que el nivel Maestría se contempla actualmente como el espacio para la consolidación de la formación profesional con base en la especialización de un área de conocimiento propia de su profesión que le permita al egresado insertarse en ámbitos laborales con base en esa especialización profesional, con lo cual se aleja de la práctica de la investigación.

Sin embargo, esta propuesta conserva el nivel de Maestría como un espacio de formación en investigación para el futuro científico en la medida en que contempla como uno de sus objetivos la iniciación a la investigación, sólo que esa formación se ha transformado de fondo, ya que se ha perfilado hacia la formación de investigadores capaces de aplicar el conocimiento para contribuir a la solución de problemáticas específicas propios de su área de especialización.

Esta es la opción de formación en investigación que ofrecen los estudios de Maestría en la unam, la cual ya no tiene como eje la formación para la generación de conocimiento a mediano o largo plazo, sino la formación para la aplicación del conocimiento en diferentes ámbitos laborales.7

Este enfoque en la formación, transforma el perfil del investigador, ya que necesariamente se enfatiza en las habilidades cognitivas y técnicas puesto que la formación gira en torno a la formación de capacidades y habilidades para plantear, analizar y proponer soluciones a determinados problemas sacrificando así la formación en una cultura científica a través de la cual se abren los horizontes del conocimiento y se constituye a la vez como la base de una sólida formación teórica y de un pensamiento crítico.

Los valores y actitudes que permean esta formación se derivan de las concepciones sobre la práctica de investigación que comienzan a dominar en el campo de la investigación científica de la unam en donde es altamente valorada como una práctica relevante, la práctica de investigación que no está orientada al avance del conocimiento de una disciplina, sino aquella práctica que se desarrolla en función de un problema específico o de una demanda particular con la intención de resolverlo o, por lo menos, contribuir a su solución. Este tipo de práctica es además productiva e innovadora. Con ello, se puede prever que en un futuro mediato, el parámetro de valoración social de un producto de investigación se realizará en función del grado de contribución que haya realizado para resolver un problema, en esa medida será un producto útil.

Esta orientación es el indicador que da cuenta del inicio de un proceso complejo de profesionalización de la investigación que se desarrollará fuera del ámbito universitario y académico y que tal vez tenga como resultado la formación y consolidación del profesional de la investigación y de la ciencia. Un profesional de la investigación con capacidades y habilidades específicas para aplicar y desarrollar el conocimiento en función de las necesidades y requerimientos propios de los sectores y ámbitos laborales donde realice su práctica de investigación o de los grupos sociales que soliciten sus servicios. Esta opción de formación que aquí hemos calificado tentativamente como profesionalizante _y que tal vez adquiera otra denominación_ constituye la alternativa a través de la cual la unam comienza a asumir los contextos de cambio.

Esta reforma si bien constituye un avance sustantivo para formar recursos en investigación acorde con las condiciones actuales de la sociedad moderna, es de corto alcance y resulta limitado ante las aceleradas transformaciones que están experimentando el conocimiento y la sociedad porque se puede reconocer que el esquema de formación de investigadores que emergió de esta reforma está orientado hacia la adaptación del cambio.

Desde esta perspectiva, para que la unam _al igual que todas las universidades públicas_ pueda asumir y desempeñar un papel protagónico en este proceso de tranformación y consolidar su lugar en el nuevo Sistema de Producción de Conocimientos, tienen aún el reto de transformar a los futuros investigadores en actores del cambio, en profesionistas capaces de incidir en la orientación y el rumbo que pueden adoptar el proyecto nacional de desarrollo económico y social del país y el modelo de sociedad.

Investigadores con una visión prospectiva, consideran como alternativa viable la transformación de ese modelo de formación por otro esquema perfilado a la anticipación y dirección del cambio con base en el conocimiento del mismo.8

Un esquema de este corte implica contemplar una formación integral para los futuros investigadores y desarrollar su formación a través del aprendizaje permanente (Unesco, 1998).

Para Carlos Tünnermann (2000), la sociedad actual requiere de recursos humanos que cuenten con una formación integral, misma que constituye, desde la perspectiva de este autor, la llave de acceso a la sociedad del conocimiento y la palanca de su desarrollo en los países latinoamericanos. Esta formación comprende tres dimensiones: la dimensión científica y tecnológica, la dimensión ética y cultural, la dimensión social y económica.

Esta propuesta se sustenta en el hecho de que la sociedad de conocimiento demanda individuos que cuenten con competencias cognitivas, para hacer frente a las situaciones de cambio y transformación del conocimiento, pero que también tengan capacidades sociales ante un mundo globalizado, en el que las interrelaciones y la interacción personal son la base del desarrollo personal; así como una sólida formación en valores que oriente su práctica profesional y social especialmente en la toma de decisiones y los juicios que emita. Desde esta perspectiva, la dimensión social y ética de la formación es fundamental para todo individuo que forme parte de una sociedad marcada por la incertidumbre y abierta al futuro.

Con el esquema de la formación para la adaptación al cambio, los posgrados de la unam se han centrado en la dimensión científica y tecnológica de la formación y dentro de ésta han dado prioridad a los conocimientos y competencias para la aplicación del conocimiento en la solución de problemas concretos y específicos. La ausencia de la dimensión social, ética y cultural en esta formación representa un vacío grande que puede traducirse en el fortalecimiento de prácticas de producción y aplicación del conocimiento pragmáticas e instrumentales de corto alcance orientadas a un ámbito de acción limitado como puede ser el sector privado o público, y cuyo futuro depende de las coyunturas y vaivenes de la economía.

Una visión de largo alcance permite visualizar que nuestro país, al igual que el resto de los países en desarrollo, requiere recursos humanos en investigación con una formación que les posibilite enfrentar lo incierto, lo inesperado, lo emergente que resulta de las aceleradas transformaciones del conocimiento y de la sociedad. La estrategia educativa para asumir este reto es formar investigadores capaces de anticipar el cambio mediante la comprensión y conocimiento de ese cambio, lo cual permite desentrañar su complejidad, reconocer su dimensión histórica e identificar la dirección y el rumbo que puede adoptar (Cfr . Herrera y Didriksson, 1995: 12).

La capacidad de prever fundada en la comprensión del presente abre a los investigadores en formación el horizonte del futuro, de lo posible y de lo deseable para nuestras sociedades.9 Esta capacidad no sólo se concretiza en una visión o perspectiva, sino que constituye una habilidad para identificar áreas estratégicas del conocimiento, problemáticas que a mediano plazo puedan emerger o ser relevantes, desarrollar conocimientos de punta o de frontera y definir prioridades de investigación.

Por ello, el desarrollo de esta capacidad requiere de un proyecto de formación que tenga como eje central el aprendizaje permanente que constituye el verdadero sustento de la sociedad del conocimiento, según la opinión de Carlos Tünnerman, quien precisa la esencia de esta sociedad en los siguientes términos:

Hay quienes afirman que es más apropiado llamarla «sociedad del aprendizaje», por el papel clave que el aprendizaje permanente está llamado a desempeñar en la sociedad del próximo siglo, hasta el punto que dicen algunos autores, la habilidad más competitiva en el futuro será la de aprender y el aprendizaje será la materia prima estratégica para el desarrollo de las naciones. (Tünnerman, 2000: 10)

Este tipo de aprendizaje tiene como finalidad formar sujetos capaces de desarrollar el autoaprendizaje o aprendizaje autodirigido a lo largo de toda su vida, con lo cual se asegura la permanente generación de conocimientos, la incorporación y aplicación de los avances de la ciencia para la solución de problemas y la innovación constante.

Uno de los pilares del aprendizaje es la capacidad de conocer y de aprender, la cual no se limita a la formación para la asimilación del conocimiento a través de la búsqueda, sistematización, asociación e interpretación del conocimiento y de la información que circula, sino que busca formar individuos que puedan comprender el sentido de la realidad para desentrañar su complejidad. Para ello, es necesario desarrollar la capacidad reflexiva y crítica de ese conocimiento que incluya la contextualización histórica y social del mismo. Esta estrategia es a la vez la vía para estimular la búsqueda de nuevos horizontes, ya que incentiva la creatividad y la innovación al abrir las puertas al porvenir.

La finalidad de esta competencia básica es formar sujetos autónomos e independientes que son fundamentales en el campo de la investigación científica. Herrera y Didriksson consideran que esta competencia se puede desarrollar a través de las siguientes habilidades:

Automonitoreo del avance en función de metas y prioridades, estudio independiente, elaboración de proyectos a corto y largo plazo, búsqueda y aprovechamiento de los recursos existentes, desarrollo y uso de vocabulario especializado, habilidad para comprender, resumir, analizar y elaborar informes de manera sintética. (2000: 16)

Por ello, en los países en vías de desarrollo, el aprendizaje permanente constituye la estrategia educativa para contar con recursos humanos en ciencia y tecnología eficaces para contribuir a la construcción de un sistema científico y tecnológico en el que se base la capacidad endógena y sustentable de estos países para fortalecer así su posición en el proceso de globalización a la vez que impulsa la construcción de un modelo de desarrollo económico más equitativo y justo.

Este tipo de aprendizaje requiere centrarse en el alumno, y está enfocado al desarrollo de las capacidades y potencialidades integrales de los individuos como seres humanos y no sólo en sus capacidades intelectuales. De ahí que este tipo de aprendizaje requiera de la formación integral, de la incorporación y desarrollo de las dimensiones económico-sociales y ético-culturales.

Estas dos dimensiones comprenden el desarrollo pleno de todas las esferas que integran al ser humano como son la profesional, la social, la cultural, la ética y la estética para lograr que el aprendizaje adquirido se traduzca realmente en un desarrollo genuino del individuo o de la sociedad, para que adquiera sentido la adquisición de conocimientos útiles y de capacidades y habilidades para generar conocimiento y resolver problemas a través del mismo.

La dimensión económica y social es fundamental en la formación porque permite establecer el vínculo entre ciencia y progreso humano y adquirir conciencia de sus ventajas y límites. Una formación en esta dimensión produciría investigadores capaces de contribuir a la solución de problemas mediante el conocimiento; pero también precisaría desarrollar sus actividades de investigación de manera eficaz, creativa y responsable. Es importante, para lograr esto, que en este proceso (a la vez que se impulsa y desarrolla la inteligencia, la creatividad y la curiosidad intelectual, y se fortalecen competencias como son la observación sistemática y la experimentación práctica) se desarrolle también una formación para la colaboración en contraposición a una competencia individual, desgarradora y estéril, a través de las siguientes competencias básicas:

_ Capacidad para aprender a pensar en términos de un sistema que le permita situarse y comprenderse como individuo y como miembro de una comunidad, como productor del conocimiento y como usuario del mismo.

_ Conocimiento y comprensión de la interdependencia y sus efectos para sumar fuerzas y esfuerzos, compartir las ventajas y riesgos ante los desafíos del futuro y con ello abrir las posibilidades para que la toma de conciencia de esa interdependencia se concretice en la construcción y realización de proyectos comunes.

_ Para la comprensión de esta interdependencia no bastan sólo los conocimientos, es preciso desarrollar la capacidad de trabajo en equipo y la colaboración en grupo, a la vez que se capacita para el ejercicio de la autonomía, la toma de decisiones y la elaboración de juicios propios.10 Todo ello tendiente a inculcar y desarrollar la participación y la responsabilidad personal y compartida en la definición del futuro de nuestra sociedad.

_ El fortalecimiento de la autonomía no sólo es producto del autoaprendizaje: se requiere que en el proceso de formación de investigadores se impulse y fomente, a su vez, la visión crítica del conocimiento y de la realidad, la capacidad emprendedora, la sociabilidad, la solidaridad; la autoestima y la integridad ética (Machado, 2000: 6).

_ Un último aspecto fundamental de esta dimensión es formar para la ciudadanía, para el ejercicio de la democracia a través del conocimiento y comprensión de su contexto internacional, nacional y local. Desarrollando sus potencialidades creativas y su capacidad de juicio y elección con base en el conocimiento de la complejidad del mundo. En suma, ejerciendo su autonomía con responsabilidad como sujetos sociales.

Esta formación se basa, en gran medida, en el desarrollo de la dimensión ética y cultural que comprende fundamentalmente la promoción y el desarrollo de valores y actitudes, que demanda la convivencia planetaria y social producto de la globalización, y las transformaciones radicales y aceleradas que experimenta la sociedad que trastoca los puntos de referencia, y los asideros morales y espirituales que guían a la sociedad y al individuo.

Para Ana Luisa Machado, las actitudes básicas que incluyen esta dimensión son: una postura proactiva y una actitud autónoma y de autoconfianza en la vida. Con estas actitudes es posible lograr el respeto a la diversidad y a las diferencias, la voluntad de vivir en sociedad de manera compartida, la preservación y enriquecimiento de las culturas nacionales y locales, el respeto y la conservación del medio ambiente, el impulso de los derechos humanos y de todos aquellos aspectos que, contribuyan a la cohesión social y a la identidad nacional para el logro del bienestar social.

Los valores fundamentales son: la verdad, la libertad, la solidaridad, la justicia, la igualdad, la integridad, la honestidad, la responsabilidad y la paz.

Notas

1 El papel estratégico del conocimiento en el nuevo paradigma tecno-económico, está siendo considerado como uno de los principales factores de producción _de la misma manera que en el siglo xix lo fueron el trabajo y el capital_ y por lo tanto fuente crucial de productividad y riqueza de las naciones. Carmen García Guadilla: "El valor de la pertinencia en las dinámicas de transformación de la educación superior" en Yársabal Luis (ed.): La educación superior en el siglo xxi. Visión de América Latina y el Caribe . Colección Respuestas, núm. 5, Caracas, Cresalc/Unesco, 1997: 63.

2 En este contexto, las nuevas tecnologías son visualizadas como herramientas que los países del tercer mundo tendrán oportunidad de incorporar _en forma positiva_ a sus procesos productivos y a la solución de sus necesidades locales (véase Pérez, 1985; Jouvenel, 1991). Esto obedece a que el crecimiento económico dependerá, cada vez más, de lo inmaterial, de la inteligencia humana, del saber hacer, de las actitudes, comportamientos, de la capacidad de adaptación y creación. Carmen García Guadilla: La Integración universitaria y el papel del conocimiento en tres tipos de escenarios, en Revista de la Educación Superior , núm. 83, julio-septiembre, México, Anuies, 1992: 51.

3 La influencia de los conocimientos producidos y transferidos por Estados Unidos _junto con otro pequeño puñado de países_ tienen una enorme influencia a nivel mundial. En esta red de poder sobre la ciencia, países como México se encuentran en gran desventaja por su carácter de consumidores de conocimientos y de tecnologías. Axel Didriksson T: "Educación superior, transferencias de conocimientos y tecnologías en los procesos económicos de integración" en Revista educación superior y sociedad , vol. 6, núm. 2, Caracas, Cresal/Unesco, 1995: 63.

4 En este punto, Michael Gibbons precisa lo siguiente: "Al igual que la producción, la investigación científica experimenta una variación constante de la competitividad internacional ya que se incorporan nuevos países y se desintegran los antiguos predominios _véase por ejemplo, la creciente preeminencia de la India en tecnología y diseño de programas de computación. Evidentemente hay relación entre la excelencia en la ciencia, en especial de la investigación básica con la competitividad internacional en la producción de conocimientos, pero la relación no es lineal ni directa. Para ser líder en ciencia no es condición necesaria ni suficiente ser preeminente en la producción de tecnologías para el mercado mundial. Como han mostrado estudios recientes, la especialización y el conocimiento que se desarrolla en el contexto de la investigación básica son igualmente importantes en el proceso de innovación" (1988: 24).

5 La nueva cultura académica en la unam basada en la empresarilidad, se da por dos vías: a) el desarrollo de investigación e innovación tecnológica y b) la formación y capacitación de recursos humanos. Además, se observa un tercer objetivo orientado a la creación de una base normativa universitaria que respalde las acciones jurídicas que resulten de lo anterior (Casas y De Gortari, 1997: 244).

6 Teresa Pacheco Méndez ha desarrollado ampliamente este proceso de institucionalización y profesionalización de la investigación universitaria en los siguientes trabajos: "La investigación y la formación de investigadores en la Universidad Mexicana" en Revista Omnia, núm. 9, Coordinación de Posgrado, México, unam, 1987 y "La institucionalización de la investigación científica" en Revista Ciencia y Desarrollo , núm. 77, Año xii, México, Conacyt, 1987.

7 Esta orientación se ha enfatizado más en los programas propios del área de Ciencias Naturales como es el programa en Ciencias Biológicas, en donde el nuevo programa en Ecología a nivel maestría se denominó Maestría en Ciencias Biológicas (Biología Ambiental). En este programa se puede reconocer cómo se perfiló la formación de los futuros ecólogos desde la tendencia profesionalizante, ya que las áreas que conforman el programa son: Ecología, Manejo y Conservación de Recursos Naturales, Impacto Ambiental y Contaminación Ambiental, y tiene como objetivo primordial capacitar individuos para trabajar en el sector productivo y de servicios en el conocimiento de los ecosistemas y biomas; en el manejo de los recursos naturales, para realizar estudios de impacto ambiental y para llevar a cabo labores docentes de difusión y de educación en las Ciencias Ambientales. Programa de Posgrado en Ciencias Biológicas , México, unam, 1998: 12.

8 Nos referimos concretamente al trabajo de Alma Herrera y Axel Didrikisson: "La construcción curricular: innovación, flexibilidad y competencias", donde desarrollan una propuesta curricular cuyo eje es la formación polivalente y multifuncional que rompe con la división entre formación profesional y formación científica (Cfr. Educación superior y sociedad , Vol 10, núm. 21, Caracas, Iesalc/Unesco, 1999).

9 La incertidumbre del porvenir sólo podrá ser contrarrestada con la capacidad de anticipación, que nos permita actuar en el presente conforme a nuestro proyecto del futuro. De lo que se trata es de actuar: prever es combatir la apatía y la indiferencia, alertar las conciencias, abrir los ojos a los riesgos del mañana, y reorientar, en caso necesario, las decisiones de hoy. Prever es la condición de una práctica eficaz (Cfr. Mayor Zaragoza, Federico: "Mensaje al III Encuentro Latinoamericano de Estudios Prospectivos" en López Segrera y Daniel Filmus (coord.) América Latina 2020: escenarios, alternativas y estrategias , Caracas, Iesalc/Unesco, 2000).

10 En el artículo "La educación superior en América Latina y el Caribe. Visión prospectiva al año 2020", Ana Luisa Machado aborda el «mundo del trabajo en el año 2020» y señala lo siguiente: "las necesidades de cooperación entre las personas, del trabajo en equipo y de la autonomía en la toma de decisiones, serán cruciales. La competencia interpersonal pasará a ser tan importante como la competencia profesional y tal vez, más" (Cfr. López Segrera, Francisco y Daniel Films (coord.) América Latina 2020: escenarios, alternativas y estrategias. Caracas, Iesalc/Unesco, 2000: 8).

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