En términos socioeconómicos, el consumo de estos productos sobreindustrializados, producidos por algunas empresas transnacionales líderes del mercado alimentario mundial, conlleva a incrementar la contaminación ambiental, así como la desigualdad, pobreza y maltrato de las poblaciones que participan en la cadena de producción y distribución de estos productos.
En la agricultura convencional se hace uso exagerado de agroquímicos nocivos para el consumidor, pero también para los agricultores o las poblaciones que viven cerca de los campos en donde se aplican. Su aplicación degrada los suelos y reduce la biodiversidad. Estos agrotóxicos son producidos por empresas transnacionales a partir de recursos no renovables, como el petróleo. Estas mismas empresas se apropian de los recursos naturales y controlan el mercado de las semillas.
Una alimentación sustentable consiste entonces en consumir alimentos saludables (nutritivos y libres de agroquímicos y otras sustancias tóxicas), cuyo consumo genera pocos residuos inorgánicos y que estén producidos localmente por productores que cuidan su entorno.
Si bien la alimentación juega un papel fundamental en nuestra salud física, esta última es asociada a un estado general de bienestar con uno mismo, lo que incluye también la salud emocional.
La Universidad Veracruzana, a través de su Plan maestro de sustentabilidad 2030, afirma su compromiso por fomentar modelos de producción y consumo de alimentos sustentables y agroecológicos, así como actividades hacia la salud integral que revaloricen las medicinas tradicionales y terapias complementarias.
