Diario de Xalapa, 23 de mayo 2021
Celia Gayosso.
La apropiación de la ciencia por parte de la sociedad civil es una de las estrategias que los equipos del Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Autónoma del Estado de México y la Universidad Veracruzana están procurando para el rescate de las presas que forman parte del Sistema Cutzamala que surte el 23. 7 por ciento del agua potable de la zona metropolitana de la Ciudad de México, explicó Evodia Silva Rivera, investigadora del Centro de Investigaciones Tropicales (Citro) de la Universidad Veracruzana.
Ella fue invitada a participar en la convocatoria del Conacyt Ciencia de Frontera 2019. Por parte del IPN la responsabilidad recae en la doctora Marcela Galar Martínez y por parte de la UAEMex participa la doctora Reyna Natividad Rangel.
Precisó que esos cuerpos de agua están contaminados con mezclas de tóxicos dañinos para los seres vivos que los habitan y para los que consumen el agua del sitio. Es por ello que la valoración del daño en centinelas como la carpa común, la evaluación del riesgo ecotoxicológico y la propuesta de soluciones, son fundamentales.
Puntualizó que el grupo de investigación en Toxicología Ambiental (ENCB y UAEMex) ha trabajado durante más de 10 años en la presa Madín, evaluando el estado de salud del ecosistema mediante diferentes biomarcadores como la valoración del estrés oxidante, la geno-citotoxicidad, las modificaciones al desarrollo embrionario y la producción de malformaciones congénitas en Cyprinus carpio.
Estos resultados llevaron al grupo a formar parte de la Comisión de Cuenca Madín y a generar propuestas básicas de solución, entre las que se encuentran estrategias de apropiación social de la ciencia que incluyeron pláticas de concientización y que derivaron en múltiples campañas de limpieza y reforestación organizadas por las comunidades a fin de restaurar el estado de salud del sitio.
Con este antecedente es que se propone aplicar el modelo en este sistema hidrológico que es fundamental y estratégico para el Valle de México, el Cutzamala, puesto que abastece el 23.7% del agua potable de la zona metropolitana de la Ciudad de México. Cuenta con 3 presas de almacenamiento, Valle de Bravo y Villa Victoria, en el Estado de México y El Bosque en Michoacán y se pretende evaluar el riesgo ecotoxicológico asociado a los contaminantes en el agua de Villa Victoria, usando como modelo los estudios de toxicidad realizados en Madín sobre C. carpio y establecer la correlación entre estos biomarcadores y la conducta de las larvas expuestas al agua de ambas presas.
Silva Rivera, quien cuenta con doctorado en estudios del desarrollo con énfasis en desarrollo sustentable, destacó que las alternativas de solución que se propondrá serán en desarrollo de estrategias ecotecnológicas y de educación ambiental para ambos embalses y que de acuerdo a los resultados obtenidos se aplicará el mismo modelo en la de Valle de Bravo y El Bosque a partir del tercer año.
Recalcó que las soluciones que se plantean son el diseño de ecotecnologías específicas para cada presa, como biorreactores y técnicas de oxidación avanzada, así como la educación ambiental que prevé un diagnóstico/evaluación de conciencia ambiental y talleres comunitarios a través de los cuales las personas de todas las edades se involucren en las soluciones.
La investigadora veracruzana participa directamente en el diseño, investigación y aplicación de un programa de educación ambiental directamente con la gente, actualmente trabajan con el Consejo de Cuencas, que emerge de una propuesta de la Conagua con la idea de que haya representantes de la ciudadanía en esos grupos y que se coordinen para generar acciones de gestión y educación.
«Es muy interesante porque esa presa tiene representantes que provienen de diferentes regiones y que han estado muy involucrados en el diseño de actividades educativas que se ha planeado para hacerse en línea para hablar del valor de mantener los ríos limpios y sobre cómo las actividades humanas afectan la limpieza de los cuerpos del agua», dijo.
CIENCIA CIUDADANA
El problema de la escasez y la falta de acceso a agua limpia son el resultado de nuestras actividades tanto a nivel familiar como del industrial, así como de los rellenos sanitarios porque son pocos los que hacen manejos adecuados de los desechos. “Todos tenemos un poco que ver y en las universidades tenemos la responsabilidad social de contribuir a amortiguar esos problemas”.
Es aquí donde entra la estrategia de apropiación de la ciencia, la que busca hacer un programa más sistematizado, donde haya seguimiento y evaluación de las actividades para asegurar que las acciones tengan un efecto positivo en el medioambiente.
Hay una propuesta que aparentemente es reciente, pero que tiene tiempo ocurriendo que es la de la ciencia ciudadana, donde las personas se convierten en monitores de la salud del espacio donde viven y trabajan en generar información y colectar datos como lo hacen los científicos; formar parte de esta acción es necesario porque las personas necesitan herramientas para saber qué hacer.
Los niños y los jóvenes están muy preocupados porque han crecido en un entorno de crisis, por lo que es urgente generar maneras en que las personas puedan apropiarse del conocimiento para generar acciones que ayuden a proteger su entorno.