20/03/18, Xalapa, Ver. Anna es estudiante en la Universitat Rovira i Virgili, URV, en Tarragona (España) y realiza un estudio de Sosteniblidad en la costa de Oaxaca, México, sobre agrotóxicos, salud y medio ambiente.
El estudio parte de la premisa del modelo agroalimentario actual v.s. la búsqueda de una nutrición sana y de calidad. Sabemos que la agricultura industrial adapta semillas a los intereses del mercado, produciendo variedades dependientes de los agroquímicos, lo que conlleva a la pérdida de biodiversidad con graves consecuencias ecológicas y culturales.
A priori, en la costa de Oaxaca el contexto socieconómico favorece el mantenimientos de ciertas prácticas agrícolas propias de la agricultura industrial, sin dar valor a la calidad alimento, la degradación del medio ni de los efectos adversos sobre la salud humana. Cabe recordar que en el caso de México se utilizan 183 agroquímicos de los cuales 140 están prohibidos en otros países, 63 presentan alta toxicidad, 43 son considerados como carcinogénicos y 35 son perturbadores endócrinos.
El estudio se desarrolló en Villa de Tututepec de Melchor Ocampo, con el objetivo de conocer de qué modo el uso de agroquímicos en la producción agrícola se relaciona con la percepción del riesgo para la salud humana, además de identificar el aumento de la incidencia de ciertas enfermedades que puedan relacionarse con la presencia de agroquímicos en los alimentos o debido a su uso en las tareas agrícolas. Durante el trabajo se realizaron entrevistas con el fin de analizar los discursos y experiencias relacionadas con el uso de agroquímicos dirigidas a agricultores, ingenieros agrónomos, profesionales médicos, autoridades, activistas y miembros de asociaciones civiles. Además se realizaron visitas de campo con los mismos agricultores.
En el apartado de resultados se encontró que en el caso de los agricultores, la mayoría se encuentran a favor de los agroquímicos por la influencia del mercado, la necesidad de ver resultados rápidos y la prisa en el tiempo de trabajo. Lo ven como un mal necesario porque no tienen otra alternativa productiva de subsistencia, aunque por otro lado, entienden un “producto agrícola de calidad” como aquél que se encuentra libre de tóxicos u es orgánico. De este modo, se podría decir que el modelo agroalimentario basado en la agricultura orgánica influye positivamente en la percepción del riesgo sobre la salud, garantizando la seguridad alimentaria y la preservación del medio ambiente.
En cuanto al sector de técnicos y autoridades, asocian los agroquímicos con una afectación al ambiente y ven una clara relación del estado de este con la salud humana. Para reducir el riesgo sobre la salud humana se recomienda la introducción de controladores biológicos e insumos orgánicos en la producción agroalimentaria. Por otro lado el sector salud enfatiza la importancia de utilizar los equipos de protección adecuados durante la manipulación y uso de los agroquímicos, ya que la mayoría de los usuarios no utilizan el equipo adecuado o no usan ningún tipo de protección, además de que la higiene posterior al manejo de los agroquímicos es deficiente.
Finalmente, como el estudio se centra en la percepción del riesgo, se reportan las enfermedades que los agricultores asocian mayormente al uso de agroquímicos. A excepción de los casos de intoxicación aguda, que son los más obvios y se relacionan con los síntomas de mareo, vómito y pérdida de conciencia, las enfermedades más mencionadas son el cáncer, el riesgo de daño genético, la esterilidad, los problemas de la vista e incluso la diabetes. Esto se ve contrastado con la opinión de los profesionales de la salud, quienes mencionan principalmente daños dermatológicos y de visión, propensión al cáncer y enfermedades relacionadas con el sistema inmunológico, además de las intoxicaciones agudas y los daños irreversibles que estas puedan ocasionar. A su vez detectan un aumento en la presencia de enfermedades de tipo crónico, como enfisemas pulmonares, y los casos de embarazos anembriónicos, entre otros.