Universidad Veracruzana

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El secreto mejor guardado de los estudiantes de posgrado

 

Anel Edith García Ramírez

¿Que quien soy?, puedo ser tu mejor amiga, tu novia, cómplice o cualquier persona que una mujer joven pueda representar. Sin embargo, lo que usualmente expreso para definirme es: “soy una estudiante de posgrado”. En lugar de contarles mi tesis y hallazgos científicos, quiero compartirles un secreto que muchos de mis compañeros y yo guardamos celosamente, y por el cual moriríamos antes de revelarlo. Lo descubrí escuchando las frases:

  • “Nada de lo que hago le encuentro sentido”
  • “Paso horas frente a la computadora sin poder escribir una línea. Cómo se lo explico a mi tutor, prefiero evadirlo”
  • “No quiero salir de casa, me da vergüenza de que me vean así”
  • “Todo el tiempo me siento en cámara lenta”
  • “La vida pasa como si la viera por televisión, no la puedo sentir”

¿Cuál es ese secreto en común?: ¡Que padecemos depresión!, todos intuimos que algo anda mal, pero nadie lo comprende o acepta, nadie dice nada a menos que otro lo haga y no podemos pedir ayuda por temor a ser juzgados y porque no se supone que así deba ser un estudiante de posgrado o una persona “normal”.

Cuántas veces han escuchado la expresión: ando “depre” porque se perdió mi perro, rompí con mi pareja, me fue mal en un examen, falleció un ser querido. La depresión generalmente se confunde con tristeza, la cual es un sentimiento normal. Pronto descubrirás que tu perro lo tiene tu ex, en unos meses te gustará alguien más, el siguiente semestre estarás más preparado para los exámenes y un día dejarás de sentir dolor al llevar flores al panteón. Pero la depresión con todas sus letras no es tristeza; es un padecimiento que se presenta como respuesta al estrés y/o por un desequilibrio de los neurotransmisores del cerebro[1]; afecta la manera de pensar, las emociones, la conducta y las relaciones sociales de quien la padece. Cuando todo parece estar bien, la depresión se queda.

La doble vida

Quienes viven en depresión son como “agentes secretos” que lleva una doble vida. Una es como la vida en las redes sociales: la pareja perfecta, la familia ideal, la súper mascota, la tesis brillante y sonrisas para todo. Y la otra es “la vida en secreto”, la que cada uno siente en su interior, donde hay sufrimiento y pensamientos recurrentes como: “a nadie le intereso, no voy a poder, todos tienen más talento que yo, merezco sentirme así”. Aun así, se obligan a sí mismos a seguir con sus actividades diarias, aunque no le encuentren el sentido, convirtiendo esa batalla en su identidad secreta. De repente todo se torna obscuro y solo esperan que nadie se entere del fraude que son; y ese es su secreto mejor guardado.

Pero ¿qué creen? ¡No son muy originales en su padecimiento! La depresión es la forma más común de sufrimiento mental de millones de personas en el mundo[2], y según la Organización Mundial de la Salud los jóvenes estamos dentro de los grupos más vulnerables[3]. A nivel de posgrado, entre el 40 y el 60%[4] de los estudiantes suelen “sentirse tan deprimidos que les es difícil funcionar”[5] debido al estrés excesivo[6]. Pero este problema no es sólo debido a las cargas de trabajo, resulta que también intentamos ser competitivos, buscamos destacar ante nuestros tutores y descubrir para que somos buenos. Nos preocupa mantener la beca, qué hacer cuando esta se termine, además de publicar artículos para ser alguien, titularnos y cumplir con la eficiencia terminal. Por si fuera poco… ¡hay una vida fuera de la academia! ¡También somos novios, esposos, padres, hijos!

Fotografía realizada por: José Luis Ramírez Lezama.

El reconocimiento de la enfermedad y la búsqueda de ayuda

¿Pero por qué nadie pide ayuda? La depresión puede darse en forma paulatina y en un tiempo prolongado, de modo que quien la padece piensa que es normal estar así y que pronto pasará; pero no pasa, hecha raíz. También, muchos síntomas se manifiestan como malestares físicos[7]: dolor de cabeza, alteraciones gastrointestinales, fatiga, cambios de peso, palpitaciones y dolores musculares entre otros. Por ende, se desfila por una serie de médicos para solucionar cada malestar, incluidos médicos brujos, porque hasta un mal de ojo puede ser más “lógico” y menos vergonzoso que tener depresión. “Animo, échale ganas”, dicen todos, “olvida ese mal amor”, “toma un té para el estrés”, “con una limpia te mejoras”, “ya para de sufrir y termina la tesis”; y el mismo discurso se repite hasta que con suerte alguien le diagnostica depresión.

La depresión es de los padecimientos más estudiados, pero menos discutidos debido al estigma social que hay incluso en los círculos más “cultos”. Por ello, no es raro encontrar algún tutor cuyos consejos motivacionales son: “de qué te quejas, en mis tiempos todo era más difícil», «pues si estás triste recupérate, porque esa tesis no se va a escribir sola»; y así una serie de comentarios que alimentan el dialogo interior de quien está deprimido. Incluso los mismos compañeros, conyugues y familiares llegan a distanciarse porque “siempre tienes una actitud muy pesimista”.

Si estamos convencidos de que este es un problema que nos afecta como individuos, estudiantes y sociedad, no sigamos aislados, comencemos por revelar el secreto, hablemos los unos con los otros, Escuchemos a los que están a nuestro alrededor sin minimizar o desacreditar sus sentimientos y respetando los nuestros. Existen sitios en línea que pueden orientarnos, por ejemplo: la línea de la Universidad Autónoma Metropolitana, ADEP (ayudaparadepresion.org.mx) o la Fundación Mexicana de Lucha Contra la Depresión. Creemos grupos de apoyo moderados por un especialista y solicitemos la presencia de ese especialista en nuestras instituciones. La depresión no es debilidad, sentir no es una debilidad, es humano. Muchos siguen guardando el secreto, pero los que lo revelaron como lo hago yo, y fueron tratados apropiadamente, hoy comparten: “ya sonrío”, “ya puedo escribir”, “terminé la tesis”, “quiero salir y vivir”.

 

Versión PDF

Estudiante de Posgrado del Instituto de Ecología, A.C.

Correo: garabio1@yahoo.com.mx

 

Citas:

[1] Marcelo, T. (2002). Stress and mental disorders: neurobiological and psychosocial aspects. Rev chil neuropsiquiatr, 40, 8-19. URL: scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-92272002000600002

[2] Organización Mundial de la Salud (2018). Depresión. URL: www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression

[3] Estrella-Porter, P. (2017). La OMS pone foco en la depresión, segunda causa de muerte entre los jóvenes. Elsevier. URL: www.elsevier.com/es-es/connect/actualidad-sanitaria/la-oms-pone-foco-en-la-depresion,-segunda-causa-de-muerte-entre-los-jovenes

[4] Evans, T. M., Bira, L., Gastelum, J. B., Weiss, L. T., & Vanderford, N. L. (2018). Evidence for a mental health crisis in graduate education. Nature biotechnology, 36(3), 282. URL: www.nature.com/articles/nbt.4089

[5] Boak, A., Hamilton, H. A., Adlaf, E. M., Henderson, J. L., & Mann, R. E. (2018). The Mental Health and Well-Being of Ontario Students, 1991-2017: Detailed Findings from the Ontario Student Drug Use and Health Survey (OSDUHS)(CAMH Research Document Series No. 47). Toronto (ON): Centre for Addition and Mental Health. URL: www.camh.ca/-/media/files/pdf—osduhs/mental-health-and-well-being-of-ontario-students-1991-2017—summary-osduhs-report-pdf.pdf

[6] Evans, T. M., Bira, L., Beltran-Gastelum, J., Weiss, L. T., & Vanderford, N. (2017). Mental health crisis in graduate education: The data and intervention strategies. The FASEB Journal, 31(1_supplement), 750-7. URL: www.fasebj.org/doi/abs/10.1096/fasebj.31.1_supplement.750.7

[7] Hamilton, M. (1986). The Hamilton rating scale for depression. In Assessment of depression (pp. 143-152). Springer Berlin Heidelberg.

 

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