Universidad Veracruzana

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DEPREDACIÓN POR GATOS DOMÉSTICOS (¿Quién es el culpable?)

 

Isac Mella Méndez*

y Rafael Flores Peredo**

 

Sin duda los gatos son de las mascotas preferidas por los humanos. En la actualidad existen aproximadamente 700 millones de estos felinos distribuidos en todos los continentes y en más de 179 mil islas. Dentro de su repertorio de conductas distintivas existe una en particular que a menudo genera inquietud en sus dueños: la depredación de animales silvestres.

Algunos expertos han relacionado esta conducta con aspectos como la enseñanza a las crías de técnicas para cazar, complemento energético de la dieta y otros más; sin embargo, la explicación más natural se halla en la domesticación reciente. Se sabe que este proceso inició en los gatos hace apenas 5 mil años, por lo que sus rasgos felinos, conductas innatas e instintos salvajes están aún muy presentes.

Pudiera pensarse que 5 mil años no es para nada un lapso de tiempo breve, pero lo es si se toma en cuenta que el proceso de domesticación de los perros comenzó hace 40 mil años. Incluso a nivel genético es muy difícil observar la diferencia entre un gato doméstico (Felis silvestris catus) y su ancestro el gato silvestre (Felis catus). De hecho, aunque los gatos estén bien alimentados persiste en ellos la conducta depredadora, pues se conoce que el hambre y el instinto por cazar residen en distintas áreas del cerebro y están regulados por diferentes controles neurológicos.

Rechazo de grupos “animalistas”

La depredación de fauna silvestre por gatos genera a nivel mundial una pérdida muy grande de biodiversidad: 430 especies de vertebrados silvestres han sido afectadas, de las cuales 63 ya fueron extintas por esta causa. Las presas pueden variar desde aves, mamíferos, anfibios, reptiles, hasta insectos.

Los gatos no sólo afectan a la fauna a través de la depredación, también lo hacen mediante la transmisión de enfermedades y la competencia por recursos. Debido a esto los animales silvestres pueden alterar sus patrones de actividad, disminuir el tiempo y cantidad de alimentación, así como suprimir el tamaño de sus camadas por debajo del nivel mínimo de reclutamiento, alterando gravemente sus procesos demográficos.

Los investigadores involucrados en esta temática observamos frecuentemente que los resultados de estudios científicos que abordan la depredación por gatos domésticos y su impacto en la vida silvestre son malinterpretados y generalmente rechazados por muchos grupos “animalistas”.

Dichos grupos argumentan principalmente que los gatos forman parte de la cadena alimenticia, que la depredación de sus mascotas es una forma de demostrar afecto hacia sus amos y que no genera daño al ambiente. Debieran saber estos grupos que, en estricto sentido ecológico, al no ser animales nativos, los gatos se constituyen en fauna exótica e invasora que no presenta un papel ecológico en la mayoría de áreas donde se establece, además de afectar a otros depredadores porque reduce el número de sus presas naturales.

Impacto negativo severo

Los dueños no aceptan que sus mascotas generan un impacto negativo severo sobre la vida silvestre, pero si hicieran cálculos con base en el número de gatos que hay en las ciudades y la frecuencia con la que cada uno de ellos captura animales silvestres, quizá tendrían una ligera idea del daño exponencial que provocan. Es aquí donde surge la pregunta fundamental: ¿quién es el culpable?

Queremos ante todo dejar en claro que al realizar este tipo de investigaciones nuestro objetivo (y el de muchos investigadores) no es “satanizar” o presentar a los gatos como los villanos de la historia. Fue precisamente la intervención humana, la traslación de gatos a nuevos entornos y ecosistemas en todo el mundo, lo que propició que se convirtieran en un importante riesgo para aquellos animales que evolucionaron en ausencia de depredadores tan eficaces.

Nadie culpa a los gatos, definitivamente ellos no tienen responsabilidad de mostrar su instinto natural. No obstante, la frecuencia de depredación por gatos domésticos puede variar por distintos factores, tanto intrínsecos (propios del gato) y extrínsecos (factores ajenos al gato). Existe mucha literatura científica que ha evaluado cada una de las posibles variables que modulan esta conducta, sin embargo no hay nada concluyente en su totalidad.

Procurar una tenencia responsable

Actualmente formamos parte, junto con otros investigadores, de un equipo de trabajo que se encuentra evaluando la conducta de depredación por gatos domésticos en Xalapa. Nos interesa particularmente conocer el tipo de presas que son capturadas, así como los factores intrínsecos y extrínsecos que influyen en la frecuencia de esta conducta.

Creemos firmemente que la realización de estudios de esta índole, aunada a la labor de divulgar los resultados, coadyuva al entendimiento de las implicaciones negativas y los beneficios de una tenencia responsable. Dichos beneficios van más allá del bienestar de la fauna silvestre, también se traducen en un menor riesgo de que los gatos sean envenenados, robados, extraviados o atropellados, incrementando de esta manera su salud, bienestar y esperanza de vida.

Se requiere mayor investigación biológica y sociológica para determinar cuáles son, en la educación ambiental, los enfoques exitosos que permitan concientizar al público sobre los diferentes impactos de los gatos, a la vez que incrementen la aceptación de los programas de gestión y efectividad. No considerar la evidencia científica y depender únicamente de la pseudoinformación que tan vastamente circula hoy día en redes sociales y medios informativos, genera inevitablemente una percepción equivocada de esta problemática, lo que impide delinear eficazmente las estrategias que conduzcan a una mejor convivencia entre animales domésticos y silvestres.

Creemos asimismo que los seres humanos debemos hacernos responsables de aquellas especies que domesticamos. El gato seguirá siendo el animal de compañía preferido por muchos, pero es necesario conceptualizar todos los beneficios y obligaciones que implica su tenencia responsable. Respondiendo a la pregunta inicial, podemos decir que estamos obligados a mantener a los gatos en casa, por su propia seguridad y al mismo tiempo para cuidar la diversidad silvestre y nativa que aún está presente en las ciudades y sus alrededores.

 

Versión PDF

*Maestría en Neuroetología, UV. Correo: isac.mella@gmail.com

**Instituto de Investigaciones Forestales, UV. Correo: peredofr@gmail.com

Edición: Eliseo Hernández Gutiérrez

Ilustración: Francisco J. Cobos Prior

Redes Sociales: Katya L. Zamora

Dir. de Comunicación de la Ciencia, UV

dcc@uv.mx

 

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