Plantas medicinales: de la brujería a la ciencia
Silvestre Augusto Hernández Rivera
y Lizbeth Callejas Barrera
Desde sus orígenes, la humanidad, en su necesidad
de encontrar los medios para aliviar sus dolencias y
curar sus enfermedades, ha buscado en las plantas
una alternativa para tratar aquellos padecimientos que la aquejan,
plantas cuyas propiedades terapéuticas han sentado las
bases de la medicina empírica, la que se ha mantenido durante
siglos sin que los conocimientos científicos modernos hayan
podido prescindir de ellas.
Este tipo de terapia a través de las plantas parece haber
comenzado formalmente en China, donde se remonta a 8 mil
años atrás, pero asimismo entre los egipcios y hebreos
desde el año 3000 a. C.
En principio, se cree que la distinción entre las
plantas comestibles y las venenosas se aprendió debido
a las experiencias individuales o colectivas (por
ensayo y error); a veces las personas, al
comer plantas tóxicas, llegaban a perder la
vida, y después tal conocimiento era incorporado
a la tradición cultural.
La curandería o herbolaria es una práctica a
través de la cual –según se asegura– los individuos
enfermos pueden recuperar la salud física o mental por
medio de ciertas intervenciones divinas y el uso de remedios
hechos a base de hierbas. Esta práctica, que actualmente se
acostumbra sobre todo en las zonas marginadas, la llevan a
cabo curanderos que poseen cierta autoridad religiosa, quienes,
además de usar remedios empíricos, dicen comunicarse con los poderes sobrenaturales que son la supuesta
causa de la enfermedad y también de su
curación.
Entre los indígenas mesoamericanos, la
herbolaria fue una práctica místico-religiosa muy
común, y era primordial en los ritos adivinatorios
y en algunas formas de expansión de la mente y
el espíritu; pese a ello, hoy día ya no preservamos
la esencia de esta práctica, como lo hacían nuestros
antepasados. En México, muchas personas
utilizan sólo plantas medicinales como remedio
casero al no tener recursos ni posibilidad alguna
de acceder a la medicina institucional debido a
que viven en zonas marginadas o muy alejadas
de los grandes núcleos poblacionales.
Hay países que todavía están muy influidos
por la curandería; tan es así que el
Parlamento sudafricano, por ejemplo, está considerando
la posibilidad de conceder licencias a
los curanderos para incorporarlos a su sistema
nacional de salud pública; el número de ellos es
realmente sorprendente,
ya que se
estima que hay
más de 200
mil curanderos en ese país y que más de 70% de su
población acude a sus servicios, aun cuando tal
permiso impide que traten a pacientes con enfermedades
terminales. Con tales permisos se pretende
eliminar prácticas que emplean remedios
medicinales naturales mezclados con creencias
que implican ciertos tipos de sacrificio.
La medicina tradicional es un elemento cultural
con profundas raíces en todas las civilizaciones.
Según la Organización Mundial de la Salud, entre
66 y 85% de la población del planeta recurre a la
herbolaria para curar diversos padecimientos y
enfermedades.
Este tipo de medicina se acostumbra aún
en muchos pueblos del mundo, pero está siendo
rápidamente sustituida o desplazada por la medicina
científica, no obstante lo cual muchas personas
hacen uso de los recursos que les brinda
su entorno natural y emplean numerosas plantas para aliviar las enfermedades. Citaremos aquí algunos ejemplos
para ilustrar lo anterior.
Se usa el gordolobo (Gnaphalium spp.) en afecciones respiratorias
como la tos, la bronquitis o la inflamación de las
mucosas, para lo que se hierven ramas y flores; la infusión resultante
se toma caliente antes de dormir.
Cuando hay heridas, contusiones, esguinces, dolores
reumáticos, cólicos menstruales, gastritis y úlceras, se recurre con
frecuencia a la árnica, que puede ser tomada como té o usarse
como emplasto mezclado con manteca que se aplica sobre la
herida o la zona dolorida.
El guarumbo, chancarro, trompeto u hormiguillo (Cecropia
obtusifolia) es una planta medicinal muy apreciada desde el centro
hasta el sureste del país para los casos de diabetes, para lo cual
se prepara una infusión de hojas, ramas, corteza o raíz que se
toma como agua de tiempo. Además, se utiliza para regular la presión
arterial y para tratar problemas renales cociéndola para
tomarse en ayunas durante una semana por lo menos.
Es posiblemente la manzanilla, camomila o chamomilla
(Matricaria chamomilla) una de las plantas más utilizadas; los
antiguos mexicanos la empleaban para tratar trastornos digestivos,
como vómito, gastritis, disentería, indigestión, cólicos, bilis
e infección del estómago. En otros sitios del centro del país, el
cocimiento de las flores de manzanilla se ingiere como té para
calmar dolores estomacales. La misma cocción, pero en frío y
usada externamente, sirve para algunas afecciones oculares,
como la inflamación o irritación de los ojos y la conjuntivitis; se
recomienda asimismo para calmar los cólicos de la menstruación.
Se le emplea en otros lugares para tratar resfriados, tos,
asma y bronquitis, así como para hacer lavados nasales, y también
en forma de infusión para eliminar el acné, la deshidratación
y el reumatismo, aclarar el cabello y contrarrestar las infecciones
al lavar heridas superficiales.
La verbena, ajenjo grande, hierba de San José, chilillo o
poleo negro (Verbena carolina Linnaeus) es una planta a la que se
atribuyen virtudes como purgante y para sanar padecimientos de
tipo digestivo, como el vómito, la diarrea, el dolor de estómago o la
disentería; sin embargo, se le usa más para el tratamiento de la
bilis, debilidad, inapetencia y dolores de cabeza; las ramas son la
parte que más se utiliza para elaborar una infusión que se toma
como té. También la raíz se hierve y se aplica en lavados para evitar
la caída de cabello.
La tronadora o saúco amarillo (Tecoma stans) se usa
ante todo para tratar diabetes y padecimientos digestivos,
epiteliales, respiratorios y ginecológicos. Las hojas, tallos y
ramas son las partes más empleadas, aunque también la
corteza, las flores y la raíz. El tratamiento para dichos casos consiste
en cocer las hojas solas o mezcladas con otras plantas
para tomarse varias veces al día. Muestra una gran versatilidad
de aplicaciones, pues se le usa, entre otras, para tratar la disentería,
la anorexia y los problemas hepáticos, y también se
recomienda como diurético, vermífugo y analgésico.
El epazote (Chenopodium ambrosioides)
es una planta que se acostumbra para tratar los
problemas de amibiasis y lombrices intestinales,
para lo cual se prepara una cocción de las ramas
en agua o en leche, se le deja reposar durante la
noche y se le toma en ayunas durante al menos
una semana y media. Cuando hay dolores estomacales
y disentería, se hierven las ramas en medio
litro de agua y el té resultante se toma en ayunas.
La sábila, zábila, toechii o posacmetl (Aloe
vera) es una de las plantas con los usos más variados
como medicamento, ya que, como cataplasma,
posee propiedades emolientes y
desinflamatorias, por lo que se le utiliza con
mucha frecuencia en los casos de quemaduras,
tumores y otras clases de lesiones. Cuando se
emplea en forma de infusión, sirve como
laxante en dosis pequeñas y combate
así el estreñimiento. Además, tiene
capacidad depurativa en enfermedades
venéreas y de la sangre y
vejiga; también se aplica como colirio
cuando se padece de irritaciones
oculares. Preparada en jugo, la sábila
tiene las mismas propiedades, pero
más concentradas, y es especialmente
efectiva para expulsar las lombrices
intestinales
La ruda (Ruta graveolens) es
otra de las plantas cuyo uso se ha
extendido para tratar un gran número
de enfermedades en la medicina tradicional;
es muy utilizada para combatir
el dolor de estómago; la infusión de
esta planta ayuda a facilitar la
menstruación y combate los dolores
menstruales, los espasmos musculares,
los cólicos y los ataques epilépticos,
estimula la circulación cuando hay
várices y disminuye las molestias de la
menopausia.
El romero (Rosmarinus oficinalis) es una
especie que se usa en forma de infusión para
tratar problemas como la anemia y para detener
el flujo menstrual; sirve asimismo para aliviar la
inflamación del colon. Igualmente, se ha registrado
su uso para combatir la epilepsia, fortalecer
la circulación y aliviar los estados de
anemia y la impotencia. Se dice que machacando
las ramitas y dejándolas en reposo en agua varios
días, ayuda a mejorar la memoria.
También existe un número elevado de
plantas que ayudan a combatir la diabetes mellitus
o azúcar en la sangre, lo que resulta de una
gran importancia ya que dicha enfermedad ocupa
el tercer lugar en nuestro país como causa de
muerte, según cifras de las dependencias oficiales
de salud. Algunas de estas plantas son el
nopal, la avena o el apompo.
En el Instituto de Investigaciones
Biológicas de la Universidad Veracruzana se
están realizando pruebas con igual fin de una
especie de planta llamada lágrimas de san Pedro,
racimo de perlas, mano de muerto o niguilla
(Rhipsalis bacifera).
Todo lo anterior está moviendo a quienes laboran en diferentes
dependencias de investigación a realizar trabajos encaminados
no sólo a clasificar especímenes vegetales, sino a aplicarlos en
beneficio de la sociedad.
Para el lector interesado
A.A. (2005). Sudáfrica: licencia para la curandería. Disponible en línea:
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_3641000/3641948.stm
Juscafresa, B. (1995). Guía de la flora medicinal. Taxonomía, aromática y
condimenticia. Madrid: AEDOS.
Linares M., E., Flores-Peñafiel, B. y Bye, R. 1990. Selección de plantas
medicinales de México. México: Limusa, S.A. de C.V.
Villatoro E., M. (1984). Etnomedicina en Guatemala (p. 284). Disponible en
línea: http://html.rincondelvago.com/curanderi.html.