Universidad Veracruzana

Blog de Lectores y Lecturas

Literatura, lectura, lectores, escritores famosos



«A los 21 años tuve la necesidad casi fisiológica de la escritura»

Por: Silvina Espinosa de los Monteros

A unos días de haber recibido la Medalla Belisario Domínguez, otorgada por el Senado de la República el 7 octubre de 1994, Jaime Sabines concedió esta entrevista en la que habló sobre el dolor, la enfermedad, la poesía y su incursión en la política. Un par de años más tarde, en 1996, ofrecería un magno recital en la Sala Nezahualcóyotl por su 70 aniversario.

Jaime Sabines está sentado en la sala de su casa del Pedregal dispuesto a charlar. Con intermitentes accesos de tos debido al intenso consumo de tabaco pero con buen humor para aminorar el inventario de los últimos tiempos, el poeta recuerda lo que hace unos cuantos días le dijo un escritor paisano suyo: «Don Jaime, ya sabemos que usted resistió 33 operaciones en cuatro años y medio, ¿qué le parece peor: esas visitas al quirófano o las 178 entrevistas que le han hecho esta semana?» El autor de poemas como «Los amorosos» o «Tarumba» sonríe y ataja de inmediato: «Obviamente, esta semana». Leer más…



Herta Müller, Nobel de Literatura 2009.

«Hablo mal el rumano, pero por mi tesitura interna soy rumana»

Juan José Flores Nava

Muchos apostaban a que este año sería para un estadounidense o un hispanohablante. Pero no. Los cálculos han fallado otra vez. La Academia Sueca decidió otorgar el Premio Nobel de Literatura a la rumano-germana Herta Müller.

Con ello, por tercera ocasión en una década las letras alemanas son reconocidas por el comité Nobel: en 2004 lo fueron por la austriaca Elfriede Jelinek y en 1999 por Günter Grass

Herta Müller es una novelista, poeta y ensayista nacida el 17 de agosto de 1953 en Nitzkydorf, una localidad de la región de Banat, en Rumania, en la que desde hace dos siglos habita un importante grupo de personas de origen alemán. El Premio Nobel de Literatura, según la Academia Sueca, es entregado a esta mujer como reconocimiento a una obra que «con la concentración de la poesía y la franqueza de la prosa, describe el paisaje de los desposeídos».

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Recuerdo de Cortázar

Por Carlos Fuentes

Como sucede, lo conocí antes de conocerlo. En 1955, editaba yo una Revista Mexicana de Literatura con el escritor tapatío Emmanuel Carballo. Allí se publicó por primera vez en México una ficción de Gabriel García Márquez, Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo.

Gracias, también, a nuestras amigas Emma Susana Separatti y Ana María Barrenechea, pudimos obtener la colaboración de Julio Cortázar. “Los buenos servicios” y “El perseguidor” aparecieron por primera vez en nuestra revista renovadora, alerta, insistente, hasta un poco insolente. Más tarde, casi como parte de una conspiración, Emma Susana me dejó leer el manuscrito de una novela de Cortázar cuyo eje narrativo era la descomposición del cadáver de una mujer enterrada con máximos honores bajo el Obelisco de la avenida 9 de Julio, en Buenos Aires.

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Un encuentro lejano con Thomas Mann

por Carlos Fuentes
1.
A principios de 1950, acababa de cumplir 21 años cuando llegué a Suiza para continuar sus estudios, tanto en la Universidad de Ginebra como en el Instituto de Altos Estudios Internacionales. Trabajaba en la misión de México ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y le servía de secretario al miembro mexicano de la Comisión de Derecho Internacional de la ONU, el embajador Roberto Córdova. Todo esto le daba a mi arribo en Suiza un tono sumamente formal. Ginebra, como siempre, era una ciudad muy internacional.
Me hice amigo de estudiantes extranjeros, diplomáticos y periodistas. Conocí a una bellísima estudiante suiza y me enamoré de ella, pero nuestros encuentros clandestinos fueron interrumpidos por dos casualidades.


Lisbeth Salander debe vivir

Piedra de Toque

Mario Vargas Llosa

Comencé a leer novelas a los diez años y ahora tengo setenta y tres. En todo ese tiempo debo haber leido centenares. acaso millares de novelas. releído un buen número de ellas y algunas. además. las he estudiado y enseñado.
Sin jactancia puedo decir que toda esta experiencia me ha hecho capaz de saber cuándo una novela es buena, mala o pésima y, también, que ella ha envenenado a menudo mi placer de lector al hacerme descubrir a poco de comenzar una novela sus costuras, incoherencias, fallas en los puntos de vista, la invención del narrador y del tiempo, todo aquello que el lector inocente (el “lector-hembra» lo llamaba Cortázar para escándalo de las feministas) no percibe, lo que le permite disfrutar más y mejor que el lector-crítico de la ilusión narrativa.

¿A qué viene este preámbulo? A que acabo de pasar unas semanas, con todas mis defensas criticas de lector arrasadas por la fuerza ciclónica de una historia, leyendo los tres voluminosos tomos de Millennium, unas 2,100 páginas, la trilogía de Stieg Larsson, con la felicidad y la excitación febril con que de niño y adolescente leí la serie de Dumas sobre los mosqueteros o las novelas de Dickens y de Víctor Hugo, preguntándome a cada vuelta de página «¿Y ahora qué, qué va a pasar?» y demorando la lectura por la angustia premonitoria de saber que aquella historia se iba a terminar pronto sumiéndome en la orfandad. Leer más…



Serrat: «Sus versos eran contagiosos»

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El cantautor, que puso música a poemas de Benedetti, recuerda a su amigo

Por: ROSANA TORRES

«Usted madura y busca / las señas del presente / los ritos del pasado / y hasta el futuro en ciernes / quizá se ha vuelto sabio / irremediablemente / y cuando nada falta / entonces usted muere».

Estos versos del poema Currículum de Mario Benedetti escuchados en la voz de Joan Manuel Serrat cobran a la luz de la muerte del maestro más que nunca un significado especial. «Le conocí primero como poeta, luego como hombre», señala Joan Manuel Serrat, gran conocedor de la obra del poeta, y al que ya hace unos veinticinco años le llamó para comunicarle que quería poner música a los poemas de El sur también existe. Leer más…



Los reinos de Reyes

 

 

 

120 años del natalicio de Alfonso reyes

El fulgor del verbo

Por: Minerva Margarita Villarreal

 

 

Tuvo la fortuna de conciliar en su carácter la contención y la concordia

Y sí Alfonso Reyes es un poeta, los rasgos más proclives a esa sus­tancia: la desesperación, el arreba­to y el apartamiento, conforme los años transcurrían se fueron alejan­do de su espíritu.

Reyes es un poeta que pensó su «Constancia Poética», él tomó 10 de sus Obras Completas, como la reunión de su poesía.

Se trata de la reunión de su obra en verso, mas su pluma con­centra la dosis mas alta de proliji­dad en ese fulgor del verbo, ese cometa que atraviesa la región mas transparente del aire hasta la matriz de su formación. De la carne a la médula, su «Visión de Anahuac» es un momento de irradiación del castellano, una mezcla de plasticidad y energía cósmica que dota de color y aroma la introyección hacia el origen prehispánico, hacia el trajín de dioses y príncipes con Moctezuma a la cabeza, en el palacio de su poderío, entre mercados, templos y canales, en sus jardines abiertos a lo maravilloso. Leer más…



Influido por su confesor, tira a las llamas sus Almas muertas

Juan José Flores Nava

A 200 años del natalicio de Nikolai Gogol. (1/abril/1809)

Nuestro escritor no tenía ninguna ambición literaria cuando publicó sus primeras líneas. Había dejado atrás su natal Ucrania para probar suerte en San Petersburgo. Y ésta, la suerte, parecía estar en contra suya. Entonces decidió escribir y publicar unas líneas. Tuvo éxito. Hoy, a 200 años de su nacimiento, el mundo celebra a Nikolai Gogol.

Como todo gran artista, Nikolai Gogol también tiene tras de sí una leyenda que comenzó a fraguarse cuando él aún vivía, pero que fue creciendo con los años. Adjetivos no le faltan. Se habla de él (o de su leyenda) como delirante, demente, sátiro, mordaz, irónico, loco, radical, excéntrico, fantástico. Exactamente los mismos adjetivos que se han empleado para referirse a sus cuentos, novelas y teatro. A su obra. Leer más…



Julio, el niño triste

Por Guadalupe Loaeza

 

 En la foto se observa su cara redonda, extrañamente expresiva y, sobre todo, una mirada enigmática. Lo primero que llama la atención son sus ojos claros y profundos, como la mirada inteligente de un gato. No se pensaría que se trata de un niño feliz; al contrario, no obstante de que apenas tiene 2 años, parece que ya lo acompaña una gran soledad. Pero lo que mas sorprende es la absoluta seriedad de su rostro. ¿Por que sus padres no le pidieron que sonriera?, ¿Por que ve con tanta atención hacia la cámara? Aunque esta fotografía fue tomada en Barcelona, una ciudad de clima más bien templado, es evidente que sus padres prefirieron cubrirlo con un grueso abrigo. ¿Desde entonces provenían las constantes preocupaciones que Julio Cortazar (19141984) sentía por las enfermedades?

«Tuve una infancia en la que no fui feliz y esto me marco muchísimo», escribió el autor de Rayuela. Pareciera que esa falta de alegría la quiso suplir en todas sus novelas y en sus cuentos, así como en las fotografías que le gustaba tomar y en las cartas que enviaba para divertir a sus amigos.

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«Los crimenes de la calle morgue» LA FASCINACIÓN DEL ENIGMA

Espido Freire

 

Edgar Allan Pöe mató a muchas mujeres, de maneras muy diversas, pero con ninguna se ensañó tanto como con madame L’Espanaye y su hija Camille. A las dos las condenó a una muerte sangrienta, brutal y a una vida sin belleza ni gracia, a ser un mero interrogante para una inteligencia inquieta, la que realmente interesaba al autor y hacia la que nos guía una mano firme: el horror del asesinato pierde fuerza ante la fascinación del enigma, y la manera en la que Dupin enlaza datos. Ya nada puede hacerse, ni tampoco hay parientes que lloren o reclamen la muerte de las dos mujeres. Sus vecinos temen únicamente por ellos mismos. Desvalidas ante la sociedad, polichinelas desmembrados, sirven al menos para el entretenimiento de los perspicaces. Sin embargo, hay algo en ellas que las hermana con Dupin y su amigo, el narrador: como copias grotescas de los varones que las investigan, también ellas vivían juntas, en paz y armonía tras una puerta cerrada.

Los crímenes de la calle Morgue

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