¿Cómo puede desarrollarse en México el hábito de la lectura si los maestros no leen? En vez de lamentarse ante esta situación desoladora, Gabriel Zaid propone una serie de medidas prácticas para propiciar que los docentes lean y enseñen a leer.
Por Gabriel Zaid
El vicio de leer se adquiere por admiración. Admira ver a una persona absorta en el trance de leer: desconectada de la realidad. Y los padres, maestros y otras personas que hablan de sus lecturas con animación despiertan la curiosidad, la emulación, el deseo de viajar silenciosamente por ese mundo aventurado y distinto, el deseo de pertenecer. Así se llega a la imitación, al experimento de leer y a encontrarle el gusto, aunque al principio no guste (como sucede en las primeras experiencias de fumar). Es un gusto adquirido, que se va refinando por exploraciones propias y la conversación con otros lectores. Es una tradición de lector a lector.
Cuando esta tradición se debilita, ¿cómo reanimarla? No partiendo de cero, que es ilusorio, sino reforzando lo que existe. En particular, concentrándose en los vectores del virus (sobre todo los maestros, por su efecto multiplicador) y en los focos de infección (sobre todo la escuela), como hacen los epidemiólogos; aunque, naturalmente, con el propósito contrario: facilitar el contagio.
frecuente tropezar con el político que es víctima de su biografía que lo contrario, una biografía que aparezca como la cuidada construcción de una personalidad bajo cuyo control se desarrolla tanto la escritura sobre su peripecia vital como la propia peripecia vital que le sirve de base. Barack Obama, ese político que combina una oratoria emotiva y cálida con una personalidad fría y tranquila, es de momento un ejemplo de maestría autobiográfica que permite modelar la propia vida como una cuidada narración. Esta circunstancia tiene mayor relevancia en el caso del candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos porque esta elección y este tiempo son los de la utilización de la vida como mensaje político. El mensaje político que funciona en la época posideológica y pospolítica tiene la forma de un relato creíble y funcional que los ciudadanos pueden utilizar como identificador y orientador en sus vidas y en sus comportamientos electorales. El político posmoderno necesita contar con una potente biografía, capaz de sintonizar con las mayorías que deben apoyarle, y a la vez debe saber contar sus ideas políticas a través de relatos, de historias concretas, con rostros, nombres, apellidos y aliento vital.
infinito en la palma de la mano», que narra la expulsión de Adán y Eva del Paraíso.
vida tiende a reproducirse de manera casi alquímica en la plata de la fotografía; graba cada detalle, guarda cada arruga y mancha, a veces incluso guarda la verdad de los últimos instantes. Por eso es importante aprender a mirar a los muertos, reconocerles aunque sea con la mirada, evitar replegarnos, aunque nos duela y nos recuerde a la maldad humana, porque el rostro de los muertos siempre es el más sincero y nos enseña mucho más que el de los vivos las más de las veces. Los muertos poseen una calma imprevisible. En ocasiones su rostro refleja el terror de su asesinato, pero resulta más tenebroso cuando esto no es así. La contradicción embebida en su calma se vuelve paradoja atosigante. Eso pasa con la imagen que aquí presento, una que he dado en llamar la muñeca triste.
Por José Emilio García