Universidad Veracruzana

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Tal vez fuimos libélulas

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Juan José Millas

El mundo animal se reproduce a sí mismo. Estos insectos tienen una gran fortaleza y una

actitud ante la vida muy parecida a la de los humanos. Así que su fragilidad es engañosa.

Las libélulas son estupendas para hablar de fragilidad, de belleza, de buenos sentimien­tos. Tanto es así que Campani­lla estaba hecha a imagen y semejanza de uno de estos bichos. Y hay adolescen­tes adorables a las que sólo les faltan las alas para confundidas con uno de ellos. Pero no nos dejemos engañar. Este in­secto es de los más fuertes y enérgicos que ha dado la naturaleza~ Su cabeza es una bomba; su tórax, un tanque; su abdomen, un florete flexible del mejor acero.

Libelula

Fotografia de Wilfredo Lee

En cuanto a las alas, y pese a esa apariencia delicada de lencería feme­nina, son duras como láminas de mica, y aún no hemos hablado de sus patas, cuya disposición, en forma de canasto, hace de ellas unas tenazas pavorosas para los animales de los que se alimenta (mosquitos, moscas, abejas, avispas, mariposas, polillas…).

Menos blandenguerías, pues, para referimos a las admirables libélulas, de las que te enamora su fragilidad y te mata su fortaleza (cuando lo verdadera­mente poético sería lo contrario). Obser­ven la de la foto, que manipula el tallo de una planta con el gesto avisado con el que un obrero manual escogería una herramienta. Si por algo nos llamó la atención esta imagen, fue por la postura extrañamente humana del insecto. Fí­jense en sus hombros, en la inclinación de su cabeza, en la disposición calcula­ ora de sus patas (de sus manos, hemos estado a punto de decir). No tenemos ni idea de lo que se dispone a ejecutar, pero es evidente que lo ejecutará a concien­cia, como cualquiera de nosotros. Tal vez en tiempos fuimos libélulas, de ahí que nos guste tanto miramos en ellas.

 

Tomado de:

El País Semanal Domingo 4 de Enero No. 1684