Universidad Veracruzana

Kaniwá

Bibliotecas, Información y Conocimiento



La Biblioteca Británica digitalizará 40 millones de páginas de periódicos históricos

La Biblioteca Británica es la biblioteca nacional del Reino Unido. Brinda servicios de información de clase mundial a las comunidades académica, científica, de investigación y empresarial y brinda acceso a una de las colecciones de investigación más vastas del mundo. Dicha colección consta de 150 millones de objetos de todas las épocas de la historia humana escrita, comenzando desde huesos de oráculo chino del año 300 antes de Cristo, hasta las más recientes revistas electrónicas. El día de hoy anuncia un proyecto masivo de digitalización de 40 millones de páginas de periódicos históricos, lo que la convertirá en depositaria del archivo de periódicos digitalizados más grande del mundo.

 

Lévi-Strauss y la función primaria de la escritura

«Uno de los fenómenos invariablemente presentes [con la aparición de la escritura] es la formación de ciudades e imperios: la integración en un sistema político, es decir, de un consideranble número de individuos, y la distribución de esos individuos en una jerarquía de castas y clases… [La escritura] Parece favorecer la explotación y no el esclarecimiento de la humanidad. Esta explotación hizo posible reunir a los trabajadores por millares y fijarles tareas que los agobiaron hasta los límites de su fuerza. Si mi hipótesis es correcta, la función primaria de la escritura, como medio de comunicación, es facilitar la esclavitud de otros seres humanos. El uso de la escritura con fines desinteresados, y con vistas a satifacer el espíritu en el campo de las ciencias y las artes, es un resultado secundario de su invención (y tal vez no sea sino una manera de reforzar, justificar o disimular su función primaria).» Claude Lévi-Strauss (1961).



Sociedad del conocimiento o sociedad de la ignorancia

En México casi no leemos (se leen menos de 3 libros al año, en promedio), pero casi todo mundo ve la televisión.
Nuestro sistema educativo está basado en el uso de un libro -el libro de texto gratuito- del cual se adquieren miles de ejemplares y se utiliza lo mismo en la montaña que en la costa, en comunidades urbanas y rurales; ésto, mientras miles de bibliotecas públicas municipales siguen añejando sus acervos y atendiendo a usuarios en edad escolar, con colecciones que poco o nada reflejan las realidades cotidianas de los habitantes a los que supuestamente sirven.
En México ha avanzado en los últimos años, sí, la penetración de las nuevas tecnologías de la información en todos los ámbitos de la vida; pero a altos costos y a bajas velocidades, y aún no se garantiza el acceso de la mayoría de la población a las mismas, salvo la de más altos ingresos y nivel educativo.
La brecha digital y la brecha de capacidades ha creado un grupo reducido de info-ricos y una enorme, gigantesca, masa de info-pobres. Se destinan enormes recursos al pago de salarios de maestros y burocracia educativa, pero casi no hay recursos para dotar bibliotecas, laboratorios y centros de cómputo no sólo en las grandes ciudades, sino en las zonas rurales.
Ante este panorama, injusticias y abusos de todo tipo están a la orden del día: en el orden doméstico -violencia intrafamiliar, desamparo de adultos mayores, drogadicción, etc.- económico -desempleo, subempleo, explotación, retroceso en conquistas laborales que tardaron uno o dos siglos en alcanzarse, precariedad laboral- político -defraudación electoral, compra de votos, uso de recursos públicos con fines electorales, campañas masivas improvisadas para la promoción de una democracia representativa, honeroso funcionamiento de instituciones electorales, etc.- y cultural -escaso desarrollo educativo, baja productividad científica, escasa innovación científica y tecnológica, fuga de cerebros.
Es mucho lo que hay que hacer aún en todos los ámbitos de la vida nacional, especialmente en el terreno de la educación, si se considera que una población informada, educada y dotada con acceso a bienes culturales como las bibliotecas y las redes de información, y a través de éstos, capaz de aprovechar la cultura universal, debe ser capaz de identificar sus problemas, de agruparse, organizarse y resolver democráticamente sus problemas, descubriendo o en su caso inventando las soluciones, respondiendo de manera creativa a los retos de la crisis económica, de seguridad y moral que vivimos día con día.
México puede optar por el camino de la sociedad del conocimiento o seguirse hundiendo por el camino de la sociedad de la ignorancia, pero lo que no es posible es: pensar que no estamos eligiendo, día a día, alguna de esas dos opciones.
La primera alternativa conlleva participación, voluntad de cooperar, responsabilidad y sacrificios, sobre todo de parte de aquellos que hasta ahora se han beneficiado más de las condiciones ancestrales de explotación, injusticia y pobreza.
El segundo camino es el camino actual, el camino de la inercia, de cantar loas a los supuestos avances que no se ven por ningún lado, es el camino por el que se siguen repitiendo los mismos patrones institucionales, personales y colectivos de siempre: privilegiar el interés personal, por sobre el interés colectivo, anteponer el interés por el futbol a la preocupación por el funcionamiento de nuestra democracia, de los órganos que supuestamente deben procurar la justicia, de los sistemas educativo y de salud. Optar por la distracción y el entretenimiento, frente a la cruenta realidad laboral de millones de trabajadores con bajísimos salarios y mermado poder adquisitivo, en una situación de plena carestía e inflación, que no puede velarse ni con cifras oficiales.
Sobre todo en lo educativo, urge la participación de los padres de familia para asegurar la calidad y pertinencia de los contenidos educativos con que se forman sus hijos,  a ellos debería preocuparles de manera sobrada si realmente esos contenidos les serán útiles en 10 o 20 años, cuando ya estén incorporados de lleno en la vida económica, cultural y social del país
¿Podemos seguir hablando de México, como de una nación soberana e independiente, mientras nos abruma el número de analfabetas funcionales, que saben leer y escribir, pero no leen ni escriben?
Recientemente, a propósito de la enseñanza de la historia en la educación básica, se ha considerado el papel tradicional que juega ésta, como asignatura basada en la mera repetición y memorización de hechos y nombres y fechas sin significado.
Pero la historia como dato descarnado ¿qué es, de qué y a quién sirve? En cambio, consideremos la vivencia del presente como historia, y la reencarnación de las luchas y tropiezos del pasado en el momento actual -a través del museo, el documental, el cine o el teatro-, y como parte de la vida que corre: ¿cuántas lecciones de esfuerzo y altruísmo, de tenacidad y heroísmo puede darles a las nuevas generaciones? ¿Quién y cómo, nos enseña la historia, y a qué fines sirve esa forma de hacernos concientes de nuestro propio pasado? ¿A qué pasado podemos aspirar sin archivos debidamente organizados y con las magras colecciones de la mayoría de nuestras bibliotecas públicas y escolares -cuando las encontramos?
¿Cómo podemos los mexicanos ser concientes de nuestro pasado, si la historia está escrita en libros y éstos no forman parte de los objetos con los que convivimos diariamente?
¿Por qué no hay una red nacional de museos-bibliotecas, adonde objetos de nuestra historia antigua y reciente, así como documentos y sobre todo libros, puedan ser vistos, explorados o palpados por los niños y los jóvenes, para hacerlos concientes de su origen, más allá de lo singular, local y biológico, como parte del entramado de las vidas humanas en el nivel histórico y social?
¿Por qué negarles a las nuevas generaciones ese encuentro con sus orígenes?
¿Qué, no son acaso los pueblos que saben de dónde vienen, los que pueden estar mejor preparados para decidir adónde van?

 

El Referencista No. 7, descarga el boletín electrónico de la DGBUV

La Dirección General de Bibliotecas de la Universidad Veracruzana publica trimestralmente un boletín electrónico llamado El Referencista. Su objetivo es contar con una publicación electrónica para la difusión y diseminación de información sobre recursos y servicios del sistema bibliotecario universitario, así como textos de interés general sobre bibliotecas, los libros, la lectura, la alfabetización informacional y la sociedad de la información y el conocimiento. Se espera que la información publicada en el boletín, sea de utilidad para los estudiantes, docentes e investigadores universitarios y para el público interesado en general.
En fecha reciente se ha agregado el número 7, de este boletín, a la oferta pública de información que hace esta dependencia. Esperamos que encuentren de interés los contenidos de ésta edición.

Enlaces a números anteriores:
1, 2, 3, 4, 5, 6



Lectura 2.0

Leer en la pantalla de la computadora es algo que hacemos cada vez con más frecuencia. Lamentablemente, todavía hay una enorme parte de la población, la mayoría, que no conoce y puede beneficiarse del uso de redes como Internet, o la World Wide Web, para ser más precisos. El acceso a noticias e información que se actualiza prácticamente minuto a minuto es una experiencia fascinante, conmovedora y que necesita gestionarse de alguna forma. En el lapso de unos pocos minutos uno puede tener disponibles 10 0 12 ventanas con información de interés, y acabar leyendo solamente algunos fragmentos de cada una. Es tal el caudal de información que apenas da tiempo de agregar a los favoritos aquello que resulta más interesante y, en el mejor de los casos, hacer alguna nota. Si los intereses del lector son diversos, variados, la red se vuelve un verdadero manantial de novedades y de información de fondo, de artículos o ensayos que ameritan una lectura cuidadosa, que pocos hacen. Pensé en el título Lectura 2.0, para esta nota, porque indudablemente el auge de las comunicaciones electrónicas, el acceso a contenidos multimedia, nos permite realizar una clase de lectura que yo llamaría enriquecida. Por ejemplo, leyendo acerca de un tema como la fotografía, puedo ir a Flickr, o leer la excelente página de Ken Rockwell, o tener la última información disponible del mercado de tecnología fotográfica digital en Dpreview. Pero también puedo encontrar la entrada correspondiente a Henri Cartier-Bresson en la Wikipedia y enterarme de que muy recientemente el MOMA ha presentado una parte de sus maravillosas fotografías. También puedo ver videos en Youtube que habla sobre la técnica fotográfica, el arte de la iluminación y ver revisiones en vivo de los últimos equipos.
Todo ésto puedo hacerlo mientras hago una búsqueda entre libros electrónicos sobre aquellos que versan sobre la fotografía y encontrar una variedad de títulos, desde los que exponen la fotografía en blanco y negro, la de paisaje, la de retratos. Puedo ver una línea del tiempo sobre la evolución del arte y la ciencia fotográfica y conocer más sobre los tipos de cámaras y sensores, así como las características ópticas que distinguen a una lente gran angular de un telefoto, de una lente macro. Por si lo anterior no fuera suficiente, puedo descargar a mi computadora programas que me permiten trabajar de una manera increíble con fotografías digitales, o usar directamente algunas herramientas fotográficas en línea. De pronto, en algunas pocas horas o un par de días, puedo conocer las generalidades que tal vez tomaron, varios meses o incluso años, aprender a otras personas, antes del advenimiento de la red. La lectura en pantalla tiene otras ventajas sobre la búsqueda de fuentes impresas: puedo manejar un número mucho mayor de fuentes de lectura en la red que en papel, puedo dejar un rastro de lo que he venido leyendo casi de forma automática, y puedo descargar y preservar gran parte de la información consultada, en forma de archivos. En cambio, ubicar e integrar un repertorio de lecturas impresas es un proceso que toma más tiempo y que puede involucrar algunos costos, la transcripción de fragmentos de la información es un proceso que toma más tiempo, a menos que se cuente con la tecnología de digitalización adecuada. (Por cierto, un uso que le he dado recientemente a mi teléfono equipado con una modesta cámara de 1.2 megapixel, es que fotografío la pasta de algunos libros, e incluso de páginas en interiores, lo que es mucho más económico que fotocopiar y aunque la imagen almacenada no es la mejor, permite que la información pueda leerse, tiempo después). En cambio, con una conexión adecuada a la red y un equipo de prestaciones modestas, tengo al alcance de mis manos literalmente una biblioteca mundial.
De alguna manera, a la Lectura 2.0 parece aplicarse a ese principio proverbial que reza «al que tiene se le dará más y al que no tiene, lo poco que tiene se le quitará». Menciono lo anterior, porque para poder hacer ese reconocimiento de un tema en la red, es preciso y fundamental contar con alguna información previa, ya sea como resultado de lecturas, noticias, videos o charlas. Sin ese bagaje previo, la consulta de la red seguramente no brinda resultados tan interesantes y nos quedamos únicamente con alguna información general en la superficie del tema.
El meollo de la Lectura 2.0, me parece, es que hay que aprender a usar esta vasta biblioteca digital y para ello debemos atravesar un proceso que los bibliotecarios denominamos «alfabetización informacional«. Una persona alfabetizada en información encontrará que hay muchas más cosas que aprender, descubrir y probar empleando un medio como la red, y que ello puede hacer la diferencia entre una vida limitada a algunos pocos estímulos intelectuales de la vida cotidiana, y una vida en la que los asuntos que pueden resultar de interés y de impacto en la vida personal son tantos que el tiempo literalmente se desborda. Pero esta lectura enriquecida, a la que llamaremos provisionalmente Lectura 2.0 necesita anclarse en algo más que los propios recursos en la red. Necesita de la vida real. Hay un ciclo que retroalimenta lectura y experiencia. A mayor lectura, podríamos decir, se incrementa la capacidad para ver en profundidad y detalle la experiencia y viceversa, en la medida en que vamos viviendo y experimentando y resolviendo nuestras situaciones vitales, la lectura cobra un alcance y una perspectiva inusitada, que definitivamente nos enriquece. La Lectura 2.0 nos abre nuevos retos y desafíos que tienen que ver con nuestra capacidad para asimilar, comprender y respetar otras culturas, y revisar con una mayor riqueza de elementos nuestra propia cultura, ver sus inconsistencias y fallas, aquello de lo que carece y a la vez sus grandes fortalezas. Los invito a aprovechar la plétora de recursos que están disponibles en la red para acrecentar su experiencia y a aprovechar su experiencia para sacar el mejor partido de todo lo que está disponible en la red.

Foto: Henri Cartier-Bresson, publicada en guardian.com.uk.



¿Quién lee para llegar al final…?

«¿Quién lee para llegar al final, por deseable que éste sea? ¿Acaso no hay ocupaciones que practicamos porque son buenas en sí mismas, y placeres que son absolutos? ¿Y no está éste entre ellos? A veces he soñado que cuando llegue el Día del Juicio y los grandes conquistadores y abogados y estadistas vayan a recibir sus recompensas -sus coronas, sus laureles, sus nombres grabados indeleblemente en mármol imperecedero-, el Todopoderoso se volverá hacia Pedro y le dirá, no sin cierta envidia cuando nos vea llegar con nuestros libros bajo el brazo: ‘Mira, ésos no necesitan recompensa. No tenemos nada que darles. Han amado la lectura'».
Virginia Woolf



Paradojas del gasto educativo y cultural en México

Un grupo de renombrados analistas y escritores, politólogos y críticos culturales del país prepararon, bajo la coordinación de Francisco Toledo, Enrique Florescano y José Woldenberg, la obra Cultura Mexicana: Revisión y Retrospectiva (Taurus, México).  Tomando como punto de partida una perspectiva antropológica de la cultura, proponen una serie de interesantísimos análisis que abarcan desde el cambio cultural, pasando por el diagnóstico de nuestras instituciones culturales, hasta una síntesis estadística sobre las prácticas y el consumo culturales en México.

Al hablar del Estado-Editor, en el ensayo «Dilemas del Estado cultural», Rafael Pérez Gay escribe:

«Las autoridades educativas y culturales del gobierno de Felipe Calderón tardaron casi un año en abrir las puertas del sexenio. Afuera, a la intemperie, se encontrarán las mismas preguntas que han quebrado la cabeza a otros gobiernos y han hecho fracasar otras políticas públicas. Pongo aquí algunas de ellas relacionadas con la fibra de los programas de fomento a la lectura. En otras páginas he expresado mis dudas acerca del tamaño del editor estatal mexicano. Vuelvo a hacerlo aquí: ¿Tiene sentido sostener un Estado-editor de las dimensiones del que tenemos? No. ¿Tiene sentido editar cientos de miles de libros al año con una red no mayor de siete mil bibliotecas y un sistema de distribución que no excede los trescientos puntos de venta como los que regentea el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes? No. Es como comprarse veinticinco llantas de refacción para un solo coche, nada más por si se ofrece.

«Desde luego, no creo que el Estado deba abandonar la edición de libros, pero considero un error que se proponga como múltiple casa editora con los dineros públicos. El fracaso ha sido rotundo: el consumo no aumenta, la distribución es inexistente; en consecuencia, los lectores brillan por su ausencia y la industria editorial vive en un estado de desnutrición grave. Bastaría con la creación de un sistema selectivo y único de ediciones y el fortalecimiento del Fondo de Cultura Económica, no más. Nunca será lo mismo una casa editora que una institución cultural cuyo objetivo consiste en reducir los vacíos, los agujeros del mercado que pretende vender a toda costa, atropellando los contenidos. ¿A donde van los libros que publica la Dirección General de Publicaciones del CNCA? A las bodegas y a las bibliotecas; el proveedor es el cliente. Por cierto, un ejercicio ejemplar de transparencia consistiría en abrir a la luz pública las bodegas donde se guardan los libros del Estado-editor. Por alguna razón se mantiene bajo riguroso secreto el lugar donde se encuentran esas bodegas. Así, hemos llegado al bochornoso escenario en el cual se diseña un plan editorial que quizás elogiarían en España, pero con un consumo como el de Nicaragua y un sistema de distribución y comercialización adecuado para un país como Barbados.

«Editar para nadie.

«La paradoja del Estado-editor que fomenta la lectura y retiene en su poder el libro de texto (decidiendo así que los editores vivan al margen del único momento culminante de esa industria) no es la menor de las contradicciones de una política cultural que oscila entre la ilusión y el atavismo. Si se revisan el cine, el teatro o la música, aparecerá la misma fuerza paradójica: gastar el dinero en la misma casa de gobierno e instalar grandes aparatos sin público. ¿Quiere decir todo esto que el Estado no debe invertir en libros? No: quiere decir que debe gastar en bibliotecas (no en el delirio de una megabiblioteca) y en las editoriales privadas serias que sean capaces de surtir títulos que valgan la pena para enriquecer esos acervos.

«No hace falta ser adivino para saber que la política de editar libros a mansalva, a tontas y a locas, seguirá vigente. En buena medida, porque los responsables no rinden cuentas. Si un editor privado pierde dinero durante dos años, los dueños lo corren. Si un editor público pierde dinero, sus libros no se distribuyen, si editan para nadie, le llaman fomento a la lectura. Mientras la simulación y la autocomplacencia sean el eje de la edición estatal, el resultado será el desperdicio y la ausencia de público.
Pero hay algo más en la necedad de que editar cientos de miles de ejemplares nos vuelve cultos por el simple hecho de que la tinta se imprima en papel: echar libros al mundo para que vivan en la sombra húmeda de las bodegas debilita la idea de un Estado dispuesto a corregir los excesos del mercado, protector de las artes frente a la incultura de la libre competencia. La sospecha de que hemos retrocedido en materia de política cultural no es ilegítima; así lo demuestran la ausencia del público, la hiperpolitización de los espacios y cierto desprecio por la cultura como elemento extraño en el cuerpo de la sociedad. En este escenario crece la sombra del antiintelectualismo y se desvanece la aspiración de vivir una parte de la vida con ideas serias». (Pérez, 2008).

Por otro lado, autores como Raffaele Simone advierten desde tiempo atrás que las nuevas tecnologías, en especial Internet, representan «el principal enemigo del libro y de la lectura, a pesar de su apariencia de estar hecho para leer y escribir».

Los jóvenes en Internet no leen, «miran».

El mismo autor, Simone, advierte los siguientes rasgos en el uso de las nuevas tecnologías, que permiten reconocer el cambio de paradigma provocado por aquellas sobre la cultura y la información:

  • «Cambio en la jerarquía de los valores: ahora la visión natural prevalece sobre la alfabética.
  • Aumento del valor de la imagen (hipervisualidad) y con ello la supremacía de lo menos estructurado sobre lo más estructurado.
  • Nueva forma de elaborar la información, que cabe catalogar como «no proposicional» y la cual se caracteriza porque ha perdido los rasgos de ser analítica, estructurada, contextualizada y referencial, para convertirse en «una masa indiferenciada donde todo está en todo» y que desprecia el análisis y la experiencia.
  • Se ha modificado la naturaleza de la escritura y la tipología de los textos (hipertextos). «Las desventajas del libro frente al hipertexto hacen presagiar su desaparición y el nacimiento de una nueva cultura, con profundas repercusiones sociales, en especial en los modelos de enseñanza-aprendizaje, que tienen en el libro un fiel transmisor de información y esparcimiento con memoria indeleble«. (Cote, Eduardo. «Educación y cibersociedad: Hipertextos e hipermedia»).
  • » Los multimedia interactivos dejan muy poco margen a la imaginación. Como una película de Hollywood, los multimedia narrativos incluyen representaciones tan específicas que la mente cada vez dispone de menos ocasiones para pensar. En cambio la palabra escrita suelta destellos de imágenes y evoca metáforas que adquieren significado a partir de la imaginación y de las propias experiencias del lector» (Negroponte, 2000: 24-25).
  • Se tiene acceso a la información en un grado desproporcionadamente alto, lo que motiva que se hable de una «infoxicación» (indigestión informativa) en tanto no discrimina según criterios de selección, espíritu analítico y crítico». (Sádaba, sin fecha)

Con Carlos Slim Helú y su consorcio empresarial extendido por todo el territorio nacional, siendo el hombre más rico del planeta y el proveedor de acceso a Internet predominante en un país adonde se leen en promedio no más de tres libros al año por habitante: ¿Qué será de los jóvenes en edad de estudiar, ante la falta de visión en lo que concierne al desarrollo bibliotecario del país, a la ausencia de una política educativa que privilegie la alfabetización informacional de todos los ciudadanos (no solamente el dominio de la tecnología informática), y un Estado-editor evidentemente autista?



Entre la debacle y la esperanza

Pasada la mitad de su periodo, la actual administración federal no ha logrado concitar el respaldo mayoritario de los mexicanos a sus políticas económica, educativa, cultural, fiscal, social, ni de seguridad. Las dudas que prevalecen aún sobre la legitimidad de su mandato y la evidente descomposición que se ha vivido en la escena política en estos tres años, no solamente han conducido al país a «la peor crisis económica de nuestras vidas», como reconocen los más documentados y acuciosos análisis, sino también a un crisis social y política de consecuencias insospechadas. Justo ahora, varias ciudades y entidades del norte del país, como en su momento ha ocurrido también en el centro y sur del país, viven horas de angustia y tensión porque la seguridad y la convivencia pacífica han sido suplantadas por los espectros de la violencia, las ejecuciones y el narcotráfico.
Convendría aprontar estrategias que fueran al fondo del asunto de la inseguridad, el desempleo, la pobreza y la informalidad en la economía. Para ello, algo o mucho pueden y deben hacer las bibliotecas de todo tipo. En lugar de hablar de inversiones raquíticas en espacios para la práctica de deportes, como recientemente se propuso ante la grave oleada de violencia que afecta a Ciudad Juárez, cabría esperar una acción contundente del estado para recuperar espacios públicos y para afianzar y consolidar el capital social de esas y otras partes del país. Un proyecto de bibliotecas regionales, regionales no sólo por el membrete, sino por las funciones específicas que tendrían que realizar dentro de su ámbito geográfico de influencia, enclavadas en lugares altamente estratégicos, y con una oferta significativa de recursos de información, de actividades culturales y de foros y espacios para la interacción social, podrían detonar procesos de reflexión y recreación que opusieran una importante resistencia al ocio estéril, la falta de horizontes vitales, y acabar paulatinamente con la falta de oportunidades de acceso a la cultura en esas zonas. Un proyecto como el de las bibliotecas-parque que con visión generosa realizó el gobierno de Colombia.
Cuando se piensa en las graves irregularidades que reporta la Auditoría Superior de la Federación en torno al manejo de cuantiosos recursos públicos, uno se pregunta ¿por qué no se transparenta el ejercicio de esos recursos y se invita a los diversos sectores profesionales y empresariales para erigir proyectos como el de Parques Bibliotecas en Medellín, Colombia, como un primer paso en un vasto proceso de restauración del tejido social y de la actividad cultural y educativa en las zonas del país que hoy por hoy parecen tierra de nadie?
Se habla de capitales excedentes originados en la renta petrolera hasta por un billón de pesos, que han ido a parar a un barril sin fondo de gastos gubernamentales. ¿Es así como se piensa colocar a nuestro país en condiciones de competir y colaborar con otros países de América Latina y del mundo? El caso de Haití debe brindarnos suficientes lecciones a todos los latinoamericanos, acerca de cierta incapacidad histórica para gobernarnos de acuerdo con principios democráticos, pero también del papel que juega la injerencia extranjera en asuntos que deberían ser de interés principalmente de los habitantes de este país.
Deberíamos, los bibliotecarios todos, pero también los docentes y los propios estudiantes, apurar el paso para que aún las bibliotecas municipales más pequeñas, esas que ocupan un cuarto al lado de la intendencia en muchos palacios municipales, estén abiertas todo el día, exijan la conectividad mínima para usar Internet, exijan cursos de capacitación y actualización tanto en procesos bibliotecarios como en el uso efectivo de las nuevas tecnologías, para conformar así, gradualmente, una verdadera red inteligente de bibliotecas que compartan toda clase de recursos y servicios, que permitan orientar y educar al usuario, que brinden información oportuna sobre cuestiones económicas, sobre la salud, el medio ambiente y una infinidad de temas que son de interés de todos los ciudadanos.
Las bibliotecas escolares, por su parte, deberían mantener colecciones vivas tanto impresas como electrónicas, en torno a los asuntos que interesan o inquietan a los jóvenes, con información completa y suficiente sobre las consecuencias del uso de drogas, las prácticas sexuales riesgosas, el cuidado de su entorno inmediato y de su integridad física y psicológica.
Aunque tal vez sea imposible establecer correlaciones entre el nivel educativo y el nivel cultural de la población y su proclividad al consumo y trasiego de drogas, es casi seguro que la ignorancia, la pobreza y la escasez de oportunidades para trabajar, estudiar, aprender y desarrollar el propio potencial, constituyen el campo de cultivo perfecto para los comerciantes de enervantes y otras sustancias dirigidas a alterar el funcionamiento cerebral de los individuos. El acceso a la información y el uso cooperativo de la misma (como es el propósito de la Biblioteca Virtual de la Cooperación Internacional, por ejemplo) pueden ser una clave que falta por explotar en la recuperación de  una convivencia social pacífica y un estado democrático.