Núm. 6 Tercera Época
 
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MISCELÁNEA

Adiós al poeta Eugenio Montejo
Jesús Guerrero*

* Jesús Guerrero es editor y reseñista. Fue coordinador editorial de
las áreas de fi losofía y literatura del FCE y actualmente es colaborador
de la Editorial de la UV..

El poeta viaja de un verso a otro entre semáforos vocálicos. No canta ahora, sería inútil, esquiva la sombra y el vértigo sin pronunciar palabra. Bajo esta larga noche su voz es un relámpago que está alumbrando ahora en otra parte. “Escrito de paso”

     
   
 

El jueves 5 de junio, en la ciudad de Valencia, Venezuela, se apagó una de las voces más pulcras, afinadas y vitales de la poesía venezolana. Eugenio Montejo (Caracas, 1938) era, junto con Rafael Cadenas, uno de los escritores más representativos y maduros de la poética de su país, siendo herederos ambos de una tradición conformada por la obra de poetas como José Antonio Ramos Sucre, Vicente Gerbasi, Juan Sánchez Peláez y Juan Liscano, por mencionar sólo a algunos.

Montejo era todo un caballero, de formas y gestos elegantes y cuidados (no por nada se desempeñó en el servicio exterior durante varios años, en una época en la que tales distinciones eran más trascendentes para el ejercicio de la diplomacia). Tremendo lector, conocedor de las literaturas de nuestra América Latina y de la península Ibérica, crítico sucinto pero al mismo tiempo agudo y esclarecedor, experto en la vida y obra del poeta lusitano Pessoa, fue igualmente fundador de revistas, editor de la legendaria editorial Monte Ávila, académico y promotor cultural. Cultivó entrañables amistades entre escritores e intelectuales mexicanos, y fue un conversador cuya voz incansable y profunda –con ciertos tintes de actor de cine romántico– atrapaba la atención del público que asistía a escucharlo leer su poesía. Durante su vida recibió diversos reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Literatura 1998 de Venezuela y el Octavio Paz de 2004 aquí en México. Gustavo Guerrero, escritor y editor venezolano también, quien recientemente obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo, ha expresado sobre la muerte de su coterráneo: “Ha fallecido la fi gura más reconocida y más exaltante de la poesía en los últimos años. Es una de las grandes voces del neolirismo en lengua española y, sin duda, un poeta de sutiles y muy profundas emociones, un hombre capaz de suscitar la verdad de la emoción”.

La sensibilidad y la sabiduría de Montejo no tenían comparación. En una entrevista concedida al periódico El País de España expresó sobre el origen de la poesía:

Es lo que precede a la escritura. Lo anterior es el amor y la poesía. El amor es anterior al lenguaje. Tan anterior que tiene un lenguaje propio. ¿Qué es si no es eso? Es otro lenguaje, otra forma de comprensión de lo humano y de la realidad. Vivimos una época alfabética. Todo está dominado por el alfabeto como un absoluto, y olvidamos que el alfabeto es un invento. De hecho, decimos analfabeto como un insulto. Una vez un amigo me dijo: “No despreciemos a los analfabetos. Ellos inventaron la escritura”.

Sus preocupaciones abarcaban, incluso, la turbadora época actual. Al señalar el papel de la poesía en estos tiempos del internet y el teléfono celular declaró:

La imagen que define la poesía en este tiempo es la del eclipse. La poesía está eclipsada en el sentido en que no es objeto de la atención absolutamente preferente que le dispensaron otras épocas. Y no tan antiguas, hablo de hace un siglo. Hoy día tiene un culto minoritario, que mantiene la llama encendida. Prefiero la imagen del eclipse porque al fin y al cabo los eclipses son pasajeros. Tan pronto termine esta fascinación por lo audiovisual, volverá la poesía a tener el sitial preferente que ha sido la constante en todas las culturas. Los antropólogos no han podido datar una sola cultura que prescinda del canto. Hay, eso sí, culturas que prescinden del signo.

Pero las inquietudes del poeta iban más allá de la literatura. Habría que recordar de igual modo el compromiso político de Montejo, que recientemente se había asumido como crítico del régimen de Hugo Chávez, al que acusó de fomentar un clima en su país que permite la existencia de “una censura velada”. Frente a esta situación, ha manifestado Gustavo Guerrero: “Montejo siempre dijo que la poesía venezolana es una buena muestra de que en Venezuela, a diferencia de lo que ocurre hoy con los políticos que están en el gobierno, se sabe utilizar también la palabra y la lengua castellana con gran dignidad”. Y
habría que recalcar que su antichavismo no era producto ni contagio de las fobias más recalcitrantes de la derechas latinoamericanas, sino de la conciencia clara y comprometida con las libertades del individuo y el valor fundamental que tiene la cultura en el desarrollo amplio y profundo de una sociedad.

En una de sus últimas visitas a México, en 2006, Eugenio Montejo fue uno de los invitados de la Feria Internacional del Libro Universitario que organiza la Universidad Veracruzana. En ese entonces confesó que siempre había tenido un gran interés por estar en tierras veracruzanas y se sentía satisfecho de la invitación que se le había extendido. Sobre nuestra Universidad y su labor editorial el poeta venezolano dijo: “He venido muchas veces a México, pero es la primera vez que estoy en Xalapa. Sin embargo, tengo referencias acerca de lo que publica la Universidad Veracruzana; sé que es una de las editoriales universitarias más importantes del país. Me he asomado a algunas ferias universitarias latinoamericanas, como en Colombia, y ahí me he encontrado con sus libros”.

 
 
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