Núm. 12 Tercera Época
 
   
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MISCELÁNEA

Marius de Zayas: el objeto perdido de la
vanguardia mexicana

Francisco Reyes Palma*

 

    portada  
    Marius de Zayas. Foto: Paul Burty Haviland  
       

La publicación de Una visita a Marius de Zayas forma parte de un ciclo de investigación, que esta vez suma los nuevos desplazamientos que permitieron a Antonio Saborit decantar su visión sobre este artista, pensado ahora desde las cartografías de vida, lo cual ocasiona un vuelco en su modo de historiar, nacido de la pasión de archivo y resuelto con una escritura ágil sin abandonar la erudición..

          Se trata de un proyecto compartido con David Maawad, lo que hace de este impreso un libro de historia, pero también un libro de fotografías antiguas y dibujos provenientes del Archivo de originales que con celo custodia Rodrigo Zayas en Sevilla. La mirada del editor experimentado obliga a Maawad a transmitir la delicadeza de los fotograbados y las densidades gráficas de la caricatura, sobre todo la del periodo más oscuro.

          Asimismo, Una visita a Marius de Zayas deja ver el placer por las fuentes. Todos los documentos de época se reproducen con el cuidado de una obra de arte, mientras el diseño juega con su carácter informativo, por ejemplo, al incluir las tachaduras del borrador de un escrito sobre el arte negro, pero volcadas en la tipografía actual, con lo cual se conserva el aspecto testimonial pero con el añadido de elementos de forma.

          Como el título indica, esta publicación es un encuentro con De Zayas, encuentro delimitado en el tiempo y el espacio, sin pretender convertirse en el estudio total. Es también un experimento logrado, donde se integraron el placer por el documento y la obra de arte, la emoción por el personaje y el entorno cultural. Esperamos que muy pronto los autores emprendan una nueva visita, y que de nuevo dispongan de apoyos institucionales, como los de la Universidad Veracruzana y el gobierno de Veracruz, los cuales en mucho se deben al desempeño e intensidad del coordinador Alberto Tovalín.

          Un punto sobre el que me gustaría ahondar es cómo Antonio Saborit, tras varios años de esfuerzo por difundir las ideas de Marius de Zayas, con esta última “visita” sistematiza mucha de la información existente sobre esta fi gura cultural, lo que de hecho repercute en un enriquecimiento de la historia del arte, y en particular de las vanguardias históricas: su trabajo incita, en especial, a repensar los nexos entre las llamadas vanguardias centrales y las periféricas.

          No es irrelevante la imagen de ingratitud por parte de la burocracia mexicana hacia el artista, tal como quedó registrada en el libro de Saborit y Maawad. En 1923, el consulado mexicano en Nueva York se negó a renovar el pasaporte de este veracruzano singular “porque no era mexicano”, entre tanto Marius de Zayas se resistió a naturalizarse estadunidense, y se mantuvo despatriado. Como se ve, el nacionalismo y el internacionalismo vanguardista de este exiliado de la dictadura de Porfirio Díaz mostraban facetas inesperadas.

          Justo por este acontecimiento me gustaría recordar el año crucial de 1921, cuando sucedió un conglomerado de acontecimientos culturales definitivos para México, y dos en particular que involucran a la incipiente vanguardia mexicana donde Marius de Zayas se inscribe como una figura matriz. Fue en mayo de ese año, en Barcelona, cuando David Alfaro Si queiros publicó un único número de la revista Vida Americana donde incluyó su proclama a la creación de una vanguardia americanista. Para la portada utilizó el retrato sintético de Ambroise Vollard realizado por Marius de Zayas, imagen situada en la frontera de la abstracción y en el borde de la caricatura: un verdadero pliegue en el género gráfico.

          Pasado medio año, el último día de diciembre de 1921, en la Ciudad de México, el poeta Manuel Maples Arce desplegó en los muros del centro capitalino una hoja-cartel vanguardista, Actual No. 1, donde estableció la presencia del estridentismo, un movimiento entonces sin seguidores, creado sólo por el gesto subversivo del poeta, pero apoyado en un directorio de 200 vanguardistas destacados que parecían avalar su acometida tendiente a introducir al país por los senderos de la modernidad artística. En este directorio, sólo aparecían 10 mexicanos; “Mario” de Zayas, entre ellos, pero escrito con “o” al fi nal. Pese a ser ambos veracruzanos, lo más probable es que De Zayas y Maples Arce no se conocieran de manera directa, pues el estridentista era 20 años más joven; además, la mayor parte de las referencias vanguardistas empleadas por el poeta provenían de libros y revistas; apropiación característica de los artistas de avanzada, artistas siempre periféricos según la nomenclatura hegemónica.

* Historiador y curador de arte mexicano; investigador del Centro Nacional de Investigación del INBA: CENIDIAP; y miembro de CURARE, Espacio crítico para las artes.

 
 
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