Julio-Septiembre 2005, Nueva época No. 91-93 Xalapa • Veracruz • México
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En la Feria Internacional del Libro Universitario
A Woldenberg, Guevara Niebla
y de Sousa, Medalla al Mérito UV

Edith Escalón, Alma Espinosa, Ricardo Luna, Edgar Onofre, Juan Carlos Plata, Gina Sotelo y Jorge Vázquez Pacheco

Educación, política y democracia fueron los temas en torno a los cuales giraron las actividades de la Feria Internacional del Libro Universitario 2005 (FILU), que se celebró del 9 al 18 de septiembre en Xalapa y del 23 al 30 de septiembre en Veracruz, y en cuyo marco se otorgó la Medalla al Mérito Universidad Veracruzana a tres académicos protagonistas de los procesos educativo y democrático: los mexicanos Gilberto Guevara Niebla y José Woldenberg Karakowsky, y el portugués Boaventura de Sousa Santos.

José Woldenberg, Raúl Arias Lovillo y Gilberto Guevara Niebla. (Foto: Luis Fernando Fernández).
 

En esta feria, una de las cinco más importantes del país y la de mayor relevancia en el sureste, participaron reconocidos teóricos e intelectuales de México y del extranjero, y asistieron cerca de 400 casas editoriales de Bolivia, Cuba, Colombia, Estados Unidos, España, Francia y México.

Entre las actividades realizadas destacaron el foro internacional Educación, Política y Democracia; el coloquio Reflexión sobre cultura en México, y el foro Experiencias de planes y estrategias estatales de educación ambiental de los estados del sur-sureste de México, eventos que fueron presididos por los homenajeados y por importantes personalidades, entre ellas Fernando Savater, de España; Evelina Dagnino y Gustavo Lins Ribeiro, de Brasil; Aldo Panfichi, de Perú; y, entre otros, Carlos Monsiváis, Porfirio Muñoz Ledo, Raúl Trejo Delarbre, Francisco Gil Villegas, José Manuel Valenzuela, Rossana Reguillo, Víctor Roura, Teresa González Luna, Esteban Krotz, Salvador Martínez Licón, Felipe Hevia, Ernesto Isunza y Alberto Olvera, de México.


El teórico portugués Boaventura De Sousa hizo llegar su mensaje a la comunidad universitaria por vía telefónica. (Foto: Luis Fernando Fernández)
En el primer foro, los participantes abordaron un amplio abanico de temas, como el futuro de la democracia en la sociedad del conocimiento y la información, el fortalecimiento de la democracia desde la educación, la participación ciudadana y la consolidación de la democracia; experiencias democráticas en los países de Latinoamérica y los retos de las Ciencias Sociales en las universidades.

El coloquio sobre cultura sirvió como punto de convergencia de numerosos especialistas que hablaron acerca de estudios culturales, identidad, género, religión, interculturalidad, multiculturalismo, migración, políticas y difusión culturales, y arte.

Durante el segundo foro, coordinado por la dirección general del área académica Biológica-Agropecuaria y el Centro de Investigaciones Tropicales (Citro), participaron distinguidos ecologistas de ocho entidades, quienes presentaron los planes de educación ambiental de Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán.

Los mayores problemas que enfrenta la democracia son la ignorancia y la miseria, aseveró Fernando Savater, durante el diálogo que sostuvo desde Madrid con Francisco Gil Villegas. (Foto: Luis Fernando Fernández)
La Editorial de la UV presentó 13 de sus nuevos títulos, cuyos autores gozan de prestigio nacional e internacional, entre los que se encuentran algunos académicos de nuestra casa de estudios. Además, la FILU sirvió de foro para dar a conocer publicaciones de otras casas editoriales como el Fondo de Cultura Económica, ERA, Joaquín Mortiz y Planeta.

Además, se entregó el Premio Nacional al Estudiante Universitario, un certamen que la UV organiza anualmente en el marco de la FILU, para apoyar la creación intelectual de los jóvenes. Este año, los ganadores de los premios «Carlos Fuentes» de ensayo y «Sergio Pitol» de cuento fueron, respectivamente, Francisco Javier Luna Leal, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y Marcos Javier González Blanco, de la Facultad de Letras Españolas de la UV. El premio “José Emilio Pacheco” de poesía fue declarado desierto.

En el foro Educación, Política y Democracia destacó la intervención de Porfirio Muñoz Ledo, uno de los políticos clave en la transición de nuestro país hacia la democracia. (Foto: César Pisil)
Entrega UV su Medalla al Mérito
En ceremonia realizada el 12 de septiembre, el rector Raúl Arias Lovillo entregó a José Woldenberg, Gilberto Guevara Niebla y Boaventura de Sousa Santos la Medalla al Mérito Universidad Veracruzana por sus aportaciones a la solución de problemas de interés nacional e internacional y por una obra que resulta fundamental para el desarrollo del conocimiento en el siglo XXI.

Alberto Olvera, director del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV (IIHS), refirió la trayectoria de los galardonados. Woldenberg, dijo, es un personaje emblemático en la transición a la democracia de nuestro país, miembro de la izquierda mexicana y precursor del cambio en la política mexicana. Interpretó con gran anticipación el pulso político de la historia reciente y fue de los primeros intelectuales mexicanos en tomar en serio la democracia y el tema electoral y apostar por el régimen democrático que se contrapone al autoritarismo del Estado mexicano.

En la mesa “Experiencias democráticas en los países de Latinoamérica” participaron Aldo Panfichi, Martín Aguilar y Evelina Dagnino. (Foto: Luis Fernando Fernández)
De Gilberto Guevara Niebla, destacó que con su libro La libertad nunca se olvida “cerró muchos años de búsqueda en el análisis de (el movimiento de) 1968, el año que abrió las puertas a la democracia en México”. La obra de Guevara Niebla resulta, pues, de consulta obligada y el testimonio vivo de que los sucesos de 1968 no fueron una simple ocurrencia.

Al referirse a Boaventura de Sousa Santos, Olvera comentó que se trata de un sociólogo y jurista referente en los movimientos de resistencia contra la globalización neoliberal y en la reforma en las ciencias sociales. Ha sido el promotor de una transición paradigmática de las ciencias sociales y de la construcción de una ciencia posmoderna que reconozca el ocaso de las instituciones y resulte solidaria con los principios que han quedado sumidos bajo el peso del capitalismo.

Salvador Martínez Licón, Miguel Ángel Casillas y Rafael Lucero Ortiz, durante la mesa “Fortalecimiento de la democracia desde la educación”. (Foto: Luis Fernando Fernández)
Educación y democracia
Hay quien menosprecia el proceso de transición a la democracia en México, al considerar que se trató de un cambio meramente electoral, cuando lo que el voto popular ha construido es un régimen democrático y ha logrado un impacto en el funcionamiento de las instituciones públicas, que han permitido acabar con el presidencialismo y garantizar la autonomía de poderes, aseguró José Woldenberg, mientras que Gilberto Guevara Niebla reconoció que para aspirar a una democracia es necesario contar primero con una cultura política y autoridades educativas democráticas.

Tras recibir la Medalla al Mérito Universidad Veracruzana, Woldenberg y Guevara Niebla, personajes fundamentales en la transición a la democracia en México, ofrecieron conferencias magistrales en la FILU 2005, en tanto que el teórico portugués Boaventura de Sousa hizo llegar su mensaje a la comunidad universitaria mediante teleconferencia.

En los productos que genera el análisis de la cultura radica el valor de los estudios culturales, aseguró el periodista y escritor Carlos Monsiváis. (Foto: Luis Fernando Fernández)
José Woldenberg, ex presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), señaló que en 25 años, México ha pasado del autoritarismo a la democracia de una manera gradual, en una transición que tuvo su origen en el movimiento estudiantil de 1968. La democracia, dijo, debe sintonizar a las instituciones políticas en la noción de pluralidad, pues “sólo el formato democrático ofrece las posibilidades de una convivencia pacífica entre facciones diferentes”.

Dijo que la desaparición del añejo presidencialismo autoritario fue posible gracias al impacto democrático impulsado por la sociedad. “Hubo un cambio en el sistema político y los poderes presidenciales fueron acotados; poderes antiguamente subordinados hoy se mueven por voluntad propia y tenemos medios de comunicación más autónomos. Hoy la presidencia es una más entre las voces y está obligada a sumar esfuerzos: se acabó el régimen piramidal”.
 

Gilberto Guevara Niebla, uno de los principales líderes del movimiento estudiantil de 1968 y de los más prestigiados expertos en educación del país, aclaró que “la democracia no se hereda, se requiere de una educación democrática y de una cultura política democrática para aspirar a ella”.

Boaventura de Sousa, principal reformador de las ciencias sociales y pionero del Foro Mundial Social, se refirió a su tesis sobre la crisis que viven las ciencias sociales, las que han resultado demasiado disciplinarias frente a problemas sociales más bien integrales y han sido construidas con base en la noción occidental del mundo, lo que las haría inútiles para explicar la realidad del Tercer Mundo.
Durante su intervención también señaló que es posible construir lo que denominó una etimología del Sur que recupere los sistemas de organización y el conocimiento denominados populares, los cuales han sido despreciados por la ciencia porque se imaginan poco rigurosos, “lo que constituye un empobrecimiento epistemológico del mundo”.

La democracia como la conocemos, comentó, es un concepto hegemónico que no soluciona los problemas de los pueblos, sino que más bien forma parte de sus problemas. No obstante, aceptó que dentro del concepto de democracia existen valores que vale la pena rescatar para hacer frente a sociedades que denominó fascistas.

A debate, educación, política y democracia
Porfirio Muñoz Ledo, uno de los políticos clave en la transición de nuestro país hacia la democracia, señaló que, en términos de política, México siempre ha creído en providencialismos y, dado que heredó formas caudillistas del ejercicio del poder público, la ciudadanía desatiende sus propios problemas y los deja en manos del poder.

Dijo que después de 12 años de transición política en el país, la alternancia en el poder no es del todo real; se ha tratado de un proceso que explicó con la popular locución “quítate tú pa’ ponerme yo”. Al existir demasiados niveles de representación en las estructuras de Gobierno, a lo que se refirió como una comitocracia o el mandato de los comités, “la representatividad se ha convertido en un gran laberinto donde se pierde la presencia ciudadana”.

América Latina, dijo, padece de una ciudadanía de muy baja intensidad, tanto en términos políticos y civiles como económicos. “La ciudadanía vota, se va y se le vuelve a ver hasta la próxima elección. Se odia al presidente que se va con una intensidad que sólo corresponde a la fe que se le tiene al nuevo candidato, y eso es síntoma de una sociedad primitiva. No se exigen los derechos ni se cumplen las obligaciones, además de que la ciudadanía participa escasamente en el desarrollo de sus comunidades, y la desigualdad que se origina crea un sentimiento de no pertenencia a la sociedad”.

No obstante, propuso claves para aumentar la participación ciudadana en un régimen democrático: modificar el régimen político, cambiar el sistema de representatividad, lo que implica democratizar los partidos y transformar el sistema electoral; establecer esquemas de democracia directa e indirecta mediante plebiscitos y referendos, que permitan a la sociedad intervenir en la toma de decisiones; ciudadanizar las instituciones, fortalecer los poderes municipales y enfocar las reformas del Estado desde una perspectiva local; revisar profundamente el esquema educativo del país, y regular a los medios, a los que calificó como «la calamidad pública”.

Felipe Hevia, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, habló sobre los mecanismos de democracia directa que están considerados en el 90 por ciento de las constituciones de América Latina –exceptuando la de México–, como el referéndum, el plebiscito, la revocación de mandato, entre otros, mecanismos que están claramente subutilizados y que surgen en los países no como una consecuencia de estabilidad política, sino más bien como una reacción ante la falta de estabilidad y la necesidad de involucrar de alguna manera a la sociedad en el ámbito político.

Para Mauricio Merino Huerta, ex consejero del IFE, la participación ciudadana y las políticas públicas deben estar claramente conectadas para poder consolidar los procesos democráticos de los países latinoamericanos. “Está más que claro que los gobiernos no pueden resolver todos los problemas y que la agenda pública no puede ser decisión unilateral de la autoridad; las soluciones deben partir de definiciones de los problemas y éstas deben ser hechas de acuerdo con sus causas y planteadas como cursos de acción que buscan resultados, y todo este proceso debe, en el peor de los casos, ser vigilado o supervisado por la sociedad”.

Ernesto Isunza Vera ofreció cuatro argumentos que hacen prácticamente irrebatible la conveniencia de que la participación ciudadana sea permanente: hace eficientes las políticas públicas, exige la transparencia de lo público, controla a los servidores públicos y complementa al sistema político representativo. Y es que “la añeja pregunta socrática de quién debe ejercer el poder, tiene dos respuestas posibles: quienes sepan mejor y quienes experimenten sus efectos, por lo que en las sociedades complejas, como en las que vivimos, la decisión de a qué puerto debe dirigirse la nave debe ser de los pasajeros, no del capitán ni de la tripulación”.

Aldo Panfichi, profesor de la Universidad Católica de Perú., dio cuenta de la desconfianza que despiertan los partidos y líderes políticos de AL, hecho que ha desatado un divorcio entre los ciudadanos comunes y las redes partidarias de representación política, al tiempo que debilita la democracia. En una sociedad civil fragmentada por la violencia política y el autoritarismo neoliberal, la gente ha visto que poco a poco se van debilitando sus formas tradicionales de organización y ha formado otras nuevas, con intereses y demandas sectoriales que, hasta el momento, no han podido ser representadas políticamente por los partidos y el Estado de manera regular. La crisis ocurre, precisamente, cuando las redes de representación de los partidos no pueden canalizar políticamente estas nuevas organizaciones de intereses sectoriales.

Según Raúl Trejo Delarbre, quien envió el texto de su conferencia, ni la Internet ni cualquier otro desarrollo tecnológico cambiarán solos los rezagos que padece la sociedad, por mucho que se quiera ubicar a la sociedad de la información como sustento de aspiraciones relacionadas con la equidad y la justicia social. Y es que referirse a la sociedad de la información implica el reconocimiento de las numerosas desigualdades que existen no sólo en el acceso, sino además en la calidad de los contenidos que la gente, de acuerdo con sus circunstancias, puede contemplar, gestionar o colocar en la red de redes.

Para el autor de Mediocracia sin mediaciones, la sociedad de la información existe gracias al desarrollo tecnológico en el cual se sustenta, pero, además, se le confieren connotaciones libertarias e igualitarias. No podría ser de otra manera si a la Internet se le relaciona con la democracia –aunque la red no sea una garantía para lograrla–, y de esa identificación entre Internet y causas sociales y políticamente reivindicables resultan puntualizaciones como las que sugieren que no se puede concebir una sociedad de la información sin libertad de expresión.

Esteban Krotz aseguró que humanizar las sociedades, como respuesta a los mercados fuera de control que rigen la vida social, así como confrontar el discurso que anunció el fin de las utopías, las ideologías, los metarrelatos y la historia son los retos de las ciencias sociales en las universidades. La historia reciente se refiere a las utopías como contrarias a la razón e, incluso, se ha registrado un cambio en el vocabulario: “Donde antes se decía pueblo hoy se dice sociedad civil, dominación se cambió por exclusión, desigualdad por diferencia, lucha de clases por diversidad, revolución por democracia, y a este nuevo imperialismo se le llama globalización”. Sin embargo, en las universidades, “las ciencias sociales podrían descubrir de nuevo las utopías, y que la razón utópica refuerza la noción de que nada está terminado del todo”.

Alberto Olvera señaló que, en muchos casos, las universidades públicas y el sistema educativo han fallado en la aportación a la democracia, “porque no están generando el conocimiento necesario para garantizar que los ciudadanos participen y controlen el poder”, y que procesos de simulación han afectado el desempeño de las ciencias sociales en las instituciones de educación superior.

Fortalecimiento de la democracia desde la educación
Los mayores problemas que enfrenta la democracia son la ignorancia y la miseria, sus peores enemigos, pues no es posible la democracia sin ciudadanos capaces de entender y valerse de sus instituciones, derechos y obligaciones, aseveró el filósofo y escritor español Fernando Savater durante el diálogo Fortalecimiento de la democracia desde la educación, que sostuvo en una videoconferencia desde Madrid con Francisco Gil Villegas, especialista en Ética de El Colegio de México.

Sólo la educación permite conformar la democracia. “La democracia exige preparación. En ella todos somos gobernantes, de cada uno de los ciudadanos depende el gobierno de todos. Se necesita, pues, de la educación porque la democracia no es algo natural, sino una obra de arte social”. Advirtió que la democracia es apenas una herramienta para la convivencia social y no la panacea que resuelve automáticamente todos los problemas. “Tampoco la educación es la solución milagrosa, no todos nuestros problemas se resuelven con ella, aunque en la solución de cualquier problema hay un elemento de educación”.

El mayor miedo de la democracia, agregó, es la influencia de los ignorantes. “Pero la ignorancia peligrosa es la de las personas incapaces de hacer inteligibles sus demandas, de argumentar, de comprender a los demás. Las democracias funcionan cuando los ciudadanos se escuchan unos a otros y entonces la educación lo que debe generar son personas capaces de aceptar las razones de los demás, sin sentirse humillados frente a la razón del otro”.

Francisco Gil Villegas llamó a no defender la democracia de manera fundamentalista, sino a educar para comprender que la democracia supone derechos, pero también obligaciones, y señaló que gobernantes y gobernados deben tener una “ética de la responsabilidad”. La educación debe enseñar a tratar a los seres humanos no como un medio, sino como un fin en sí mismos, y a ejercer la ética de manera cotidiana y en todos los ámbitos, no sólo en el político.

Teresa González Luna Corvera, consejera del IFE, se refirió a la educación como un hecho político que puede contribuir a la transformación social y cultural y que, como proceso dinámico, desborda los límites de los aprendizajes formales para vincularse con la realidad social y política, con una intencionalidad transformadora. Es indispensable impulsar estrategias de educación cívica basadas en el desarrollo de competencias y de capacidades de los ciudadanos, para actuar en el contexto de una esfera pública plural. Por lo menos, una de las estrategias debe estar enfocada a promover y construir condiciones que alienten y favorezcan una participación ciudadana intensa, responsable, informada y crítica en torno a los asuntos de interés público.

Reflexiones sobre la cultura en México
Ante la imposibilidad de definir la cultura como un objeto de estudio, es en los productos que genera su análisis donde radica el valor de los estudios culturales, aseguró Carlos Monsiváis, al abrir los trabajos del coloquio Reflexiones sobre la cultura en México. El autor de Los rituales del caos conversó sobre la necesidad de partir, para este tipo de estudios, de una intuición compartida acerca de lo que es la cultura, porque de otra manera «sería imposible salir de una espiral donde la búsqueda de definiciones anula las experiencias concretas». Y es que “¿quién, con espíritu de veracidad, localiza hoy el presente?, ¿quién señala con cierta precisión lo que es cultura?, ¿quién distingue entre los practicantes de la teoría crítica y los practicantes de estudios culturales?..”

Ante la necesidad de hacer una reflexión académica en torno a la cultura, Monsiváis señaló que el tema planteado empieza a tener fuerza en la vida académica latinoamericana, aunque una fuerza mediada por la crítica de estudios culturales. “Hasta hoy, los estudios culturales son lo que cada uno decide que sean”, y en este escenario hay una serie de temas obligados, como las migraciones culturales, la desaparición de un gran número de fronteras, las definiciones de cultura, el avasallamiento mediático, el género, la clase social y la raza; la modernidad y la posmodernidad.

Manuel Valenzuela, investigador de El Colegio de la Frontera Norte, destacó los problemas que provocan los desplazamientos que han marcado al siglo XXI. Frente a escenarios de pobreza y falta de opciones de trabajo, un alto número de personas deja sus lugares de origen y busca mejores condiciones de vida en otros, pues en esos sitios existen posibilidades de alcanzar, cuando menos, un ingreso suficiente para mantener a la familia.

Sin embargo, estos despla-zamientos generan una de las formas más extremas de vulnerabilidad social: “Los inmigrantes son sobreexplotados en Estados Unidos o en Europa, reciben pagos inferiores a los que perciben otros trabajadores, viven en condiciones de indefensión social y riesgo de deportación, pagan impuestos sin recibir servicios sociales y están expuestos al racismo o la discriminación”.

Valenzuela agregó que si las propias condiciones de pobreza están definiendo la expulsión de los ciudadanos, los estados latinoamericanos deben replantearse sus proyectos de nación, que no evadan los desplazamientos trasnacionales restándoles importancia como fenómenos socioculturales, sino incorporando sus necesidades a las del resto de los países.

Rossana Reguillo Cruz, investigadora del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), dio cuenta de tres temas fundamentales en las sociedades latinoamericanas: la pobreza extrema, la cual arroja a 210 millones de personas que podrían ser un ejército inagotable para el narcotráfico y la delincuencia organizada; la pérdida de sentido social, provocada por el evidente declive de instituciones en América Latina como la familia, la escuela, los partidos políticos y el Gobierno, que ya no pueden garantizar el acceso a servicios de salud, de educación y de seguridad; y la violencia, fenómeno funda-mentalmente apoyado por los medios de comunicación y en torno al cual giran tres ideas fundamentales: la violencia es externa y artificial; el paramilitarismo o la idea de la defensa de la violencia con más violencia, y la idea de una utopía, un lugar en el que vamos a estar a salvo de la violencia.

Las letras y los libros
Numerosos fueron los temas y los estudios incluidos en las diversas publicaciones presentadas durante la FILU. Disciplinas y ciencias como la educación, la política, la democracia, la historia, la economía, la sociología, la filosofía, la literatura y otras artes fueron tratadas por escritores y especialistas, quienes acompañaron a los autores de los libros que se dieron a conocer a lo largo del evento.

La Editorial de la UV presentó: Cuentos, de Heimito von Dorer, autor alemán que fue dado a conocer en nuestro país gracias a la traducción de Javier García-Galiano; Decir la verdad sobre el imperialismo, conversación con Noam Chomsky, de David Barsamian; La pena de prisión (teoría y prevención), de Ana Gamboa Trejo; Personería, de José de la Colina; Discanto, serie recopilada por Ricardo Miranda; El marimbol, de Octavio Rebolledo; Brújulario, de Godofredo Olivares, y Éste era un gato, de Luis Arturo Ramos. Además, Evaluación de la calidad y cantidad del desempeño de los docentes de la UV, de Marco Wilfredo Salas; Los desafíos de la globalización en México, de Rey Acosta Barradas; Imagen y pensamiento en El Tajín, de Sara Ladrón de Guevara; Comunicación y relaciones humanas, de Roberto de Gasperín, y Ejido, caña y café. Política y cultura campesina en el centro de Veracruz, de Cristina Núñez.