Abril-Junio 2005, Nueva época No. 88-90 Xalapa • Veracruz • México
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La Facultad de Letras celebra este acontecimiento
A 400 años, perdura El Quijote por su carácter humanista

Juan Carlos Plata

En la novela, Cervantes rescató la buena fe, el idealismo, la tolerancia y la apertura hacia la idea de que el mundo no es como parece, de que las realidades son contradictorias: Mercedes Lozano
 

Más allá del aspecto puramente literario, es el carácter humanista de la novela de Miguel de Cervantes Saavedra, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, lo que la ha hecho trascender el ámbito hispánico y su tiempo, porque habla de aquello que en el humano es universal y permanente, aseguró Mercedes Lozano Ortega, profesora de la Facultad de Letras de la UV.

Según la especialista, la identificación que sigue habiendo con El Quijote no es sólo porque haya sido un personaje loco que soñó con cambiar el mundo, sino porque en nuestra realidad siguen existiendo actitudes quijotescas: “Cervantes rescató lo más valioso del ser humano, la buena fe, el idealismo, la tolerancia y la apertura hacia la idea de que el mundo no es como parece, de que las realidades son contradictorias, y esa es una sabiduría que aún ahora necesitamos”.

El Quijote, publicada por primera vez en 1605 –hace 400 años–, es la obra con la que se inaugura el género de la novela moderna, pues su estructura rompe con los lineamientos establecidos en su época e incluye géneros a los que Cervantes parodia y supera. Según Lozano Ortega, “tiene el grandísimo acierto de ser la primera novela que incluye a la literatura dentro de la literatura: en la primera parte habla de las aventuras de Don Quijote y de Sancho Panza; en la segunda, varios personajes que aparecen afirman que leyeron la primera parte y comienza una mezcla de realidad y literatura que no se había hecho antes, fue Cervantes el que empezó y es un acierto genial”.

Independientemente de los mitos que se han generado alrededor del Quijote y de todos los lugares comunes, la obra se sostiene sola, tienen un valor por encima de lo que se dice de ella: “No se necesita saber qué clase de géneros estaba pa-rodiando, no se necesita saber cuáles son las estructuras sintácticas que utilizó Cervantes para gozar de las aventuras de los personajes que nos parecen tan reales y que plantean una serie de temas que son absolutamente vigentes”, puntualizó Lozano Ortega.

La novela imperfecta
A pesar de todos los halagos, la profesora de Letras reconoció que no se trata de una novela perfecta: “La primera parte es una especie de experimentación, no es una novela perfectamente bien trazada; la segunda, cuando Cervantes ya sabía mejor qué quería, va desplegando sus estrategias narrativas más limpias y comienza a descubrir que hablar de la literatura dentro de la literatura le da una infinidad de posibilidades que en el pasado nadie había tenido, pero hay varias distracciones debido a que Cervantes reacomodaba los capítulos y dejaba fuera detalles, como la famosa pérdida del burro de Sancho Panza que nunca se narra”.

También destaca la configuración de personajes. Don Quijote y Sancho son complementarios, “parece que fueran dos lados de la misma moneda, que son enternecedores, hacen un binomio maravilloso. Difícilmente otra pareja de personajes logrará el en-canto, la cohesión y la profundidad que tienen estos dos.
”Con tales características y elementos, es muy difícil que podamos decir que tal o cual obra eclipsa al Quijote. Después de ésta, se escribieron novelas buenísimas, pero no han logrado tener toda la amplitud, la resonancia y la profundidad que en conjunto logró la obra de Cervantes”.

Más allá de la obra literaria, Don Quijote de la Mancha de manera universal puede significar el valor de conservar el ideal y de luchar por cambiar el mundo, por hacer del planeta un mejor lugar para estar. “El Quijote eso es lo que quiere, instaurar en el mundo una nueva edad de oro”.

Don Quijote y Sancho, los de adeveras
Por otro lado, José Luis Martínez, también de la Facultad de Letras, comenta que en la novela hay dos elementos que se pueden mencionar para ejemplificar la magnitud de la obra: “que hay una absoluta conciencia del escritor, que le lleva a elaborar teoría y crítica literaria en los prólogos y en varios capítulos de la novela; hay una conciencia de lo que es ser escritor, y por otro lado, lo que técnicamente podemos llamar el rompimiento de niveles narrativos, que nos ilustra, en la segunda parte específicamente, que don Quijote y Sancho se saben personajes literarios y hablan de una obra que hasta la fecha se sigue sin saber quién fue su autor, pero una persona de apellido Avellaneda firma una segunda parte del Quijote que es tan mala que Cervantes es obligado a escribir la segunda parte. En ésta, don Quijote y Sancho hablan varias veces de la otra novela, y el rompimiento que logra Cervantes de lo que era hacer literatura es tal, que un personaje de la novela de Avellaneda es visto actuar en la segunda parte para decir fundamentalmente: ‘Ustedes son don Quijote y Sancho Panza, los originales’; eso no se había hecho antes”.