Octubre-Diciembre 2004, Nueva época No. 82-84 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Trimestral


 

 Ventana Abierta

 Mar de Fondo

 Palabras y Hechos


 Tendiendo Redes

 Ser Académico

 ABCiencia

 Quemar las Naves

 Campus

 Perfiles

 Pie de tierra

 Créditos



 

 

 

Artista invitado
Henry Moore,
figura central del siglo XX

Rubén B. Morante López

 

Entre el ocaso del siglo XIX y los albores del XX se da la transición hacia la era moderna en todos sentidos, desde el científico hasta el estético. La proyección de los sentimientos humanos, a través del arte, se presenta como una alternativa hacia formas de expresión cuyo aspecto revolucionario resulta paradójico cuando observamos que muchos de sus principios emanan de los orígenes mismos del arte. Artistas como Matisse, Modigliani, Giacometti, Gauguin y Picasso en Europa, y Rivera, Orozco y Tamayo en México, entre otros, redescubren obras de pueblos considerados hasta entonces primitivos, arcaicos, aborígenes o bárbaros y resaltan en ellas las virtudes de una expresión llena de espontaneidad.

La cultura busca llevar lo mejor del hombre más allá de los límites del tiempo y el espacio. Los movimientos artísticos del siglo XX, en los cuales fue una figura central Henry Moore, globalizaron, universalizaron el arte y acercaron unos a otros los siglos, bajo un concepto profundamente humanista. Con las obras de arte primario se acerca el arte a la comprensión de todos, porque se trata de un entendimiento que no depende de la razón, sino del sentir.

A las obras producidas por los pueblos de África, Oceanía, la prehistoria y la América precolombina se les ha considerado como un arte primario o prístino. En Europa y los países europeizados de América, como los Estados Unidos, Canadá, Chile y Argentina, se les ha excluido de los grandes museos y se le s ha relegado a recintos etnográficos. Si bien son manifestaciones que responden a otros conceptos estéticos y a una lógica distinta de aquella que imperaba durante la Grecia clásica y el Renacimiento, deben ser reconocidas como creaciones únicas aunque diferentes, en las cuales no existía la necesidad de realizar una copia exacta del modelo que la naturaleza presentaba ante el artista.

Romper con una tradición euro-peizante y regresar a un pasado que mezcla ciencia, magia, arte y religión, fue la enorme aportación de artistas como Henry Moore. Sus creaciones comprenden obras realistas, semiabstractas y abstractas, en las que observamos una transición entre el intento por copiar la naturaleza y la plena expresión interna, donde el artista rompe sus barreras y se vuelca con toda su fuerza espiritual. Estas características de la obra de Moore nos conducen al pasado, a una época anterior, mas no inferior en cuanto a realización estética. Su búsqueda de fuentes de inspiración lo llevaron al arte prehispánico, un hecho que a su vez sirvió como ejemplo a otros creadores, como Kiyoshi Takahashi, artista japonés que estuvo muy cerca de nosotros, ya que vivió en Xalapa y se inspiró tanto en la obra de Moore como en las piezas que hacia la década de 1960 se exhibían en los antiguos edificios del Museo de Xalapa.

Kiyoshi, primero y ahora esta exposición enlazan a Moore con el Museo de Antropología de Xalapa. La obra de Moore tiene con nosotros otra liga, ya que al igual que algunas piezas prehispánicas que exhibimos, maneja ese espacio único, ese tiempo mágico que nos acerca al arte. Nos congratulamos al tenerla y al poder mostrarla en varios de sus más afortunados momentos, que abarcan casi cinco décadas de la vida del artista, desde 1932 hasta 1980. En ese periodo Moore transitó diversas tendencias que incluyen el surrealismo y el purismo, antes de llegar a ese diálogo que hemos marcado entre el arte figurativo y el arte abstracto. Sus modelos van desde las ovejas que evocan un paisaje bucólico, hasta los cuerpos humanos en las posiciones más diversas.
La década de 1940 fue especialmente significativa: en ella Moore abreva del arte prehispánico de México y se inspira en algunas de sus formas más conocidas, como el Chac Mool tolteca y maya, al cual recrea en sus figuras reclinadas. Hay sin duda distancia, y una lenta metamorfosis, desde las realistas imágenes del álbum de las ovejas hasta la magnífica escultura en bronce que las plasma con enorme fuerza abstracta.

Moore es un artista universal, ya que si bien se inspira en esculturas mesoamericanas, también presenta madonas que recuerdan el Renacimiento italiano y placas de bronce que nos transportan a las puertas de Benin, en el corazón del África ecuatorial. Aún en su propia casa, el Museo de Arte de San Francisco, que generosamente comparte con nosotros esta colección, pocas veces ha mostrado al público el extraordinario tapiz donde el artista tejió un diseño con figuras humanas reducidas a oquedades, casi esqueléticas, que se distribuyen en diferentes planos y alturas, hecho que las hace un tanto etéreas, recordándonos las tendencias surrealistas de la época.

Acompañando las obras de Henry Moore se exponen esculturas prehis-pánicas de la colección del max. Entre las seleccionadas está Dualidad, busto hecho con basalto que presenta una idea propia del arte moderno. Fue escogida por la claridad del concepto transicional hacia lo abstracto. Data del periodo Posclásico (siglos XIV a XV a.C.). A su lado se muestran figuras de terracota a las que se ha denominado Madres de Remojadas (siglos III a.C. a III d.C.), donde aparece una mujer con su bebé unido al vientre, cual si los cuerpos estuviesen fundidos. Al tiempo que pueden considerarse semiabstractas, siguen esa tendencia del arte primario que consiste en usar los mínimos elementos escultóricos para obtener el efecto deseado y lograr la innovación dentro del estilo repetitivo propio de estas obras tempranas. Por último, seleccionamos en las bodegas del museo una escultura de basalto del tipo denominado palma que proviene del centro de Veracruz. En ella, hacia el siglo VIII d.C., el artista nos dejó un ejemplo de las creaciones completamente abstractas que se hicieron en esta zona en la época prehispánica.

Es casi seguro que Moore no haya conocido las obras prehispánicas que aquí exponemos. Nuestra intención, al presentarlas en una misma muestra, no es la de comparar materiales, técnicas o formas, menos aún la de evidenciar antecedentes. Buscamos tan sólo señalar momentos de transición entre el arte figurativo y el arte abstracto, momentos que se presentaron en distintas fechas y geografías.

Tratamos de señalar situaciones en las cuales el artista se mueve en la frontera de dos conceptos, de dos tendencias, de dos tentaciones: la copia y la creación, el interior y el exterior de los objetos, la tradición y el vanguardismo.