etrusca ubicada en Orvieto, dentro de la región Umbría, en la parte central de Italia. Se trata de un grupo de jóvenes seleccionados por la disposición que han demostrado en otras investigaciones, puesto que ya han trabajado en campo y conocen situaciones extremas como el sol a plomo y el calor de más de 46 grados centígrados.

Este viaje de estudios es resultado de un ambicioso proyecto internacional que involucra a estudiantes de las universidades de Arizona, Roma, Macerata y Veracruzana. El equipo, de una treintena de jóvenes, será coordinado por Simoneta Stopponi, considerada una de las más grandes etruscólogas de Italia.

La Universidad de Macerata realizó en 2000 su primera temporada de trabajos de rescate y hace un año, a través de la organización italiana con sede en Perugia, Circolo Amerindiano –dedicado propiamente a hacer estudios sobre América– en conjunto con Pedro Jiménez Lara, del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV, desarrollaron la propuesta de realizar un intercambio. Desde ese momento hasta la fecha, el vínculo se ha estrechado, con la idea de realizar, por lo menos, un viaje de estudios al año.

Uno de los elegidos para esta nueva visita es Carlos Carvallo Rosales, estudiante del sexto semestre de Arqueología, quien repite la experiencia en Orvieto. El año pasado trabajó en una iglesia, una de las primeras cristianas, y sus compañeros en un camino etrusco y en una muralla romana. En esta ocasión, en la necrópolis en la que estará hay presencia de construcciones latinas y medievales, la importancia del lugar radica en que fue el más grande santuario de la región, pues estaba en una línea de varias ciudades etruscas.

El trabajo que realizarán es muy variado, pero se centra en excavaciones estratigráficas para hacer datación cronológica y liberación de construcciones. Al respecto, Carlos se siente muy motivado y seguro: “en realidad la técnica es universal, es la misma en todos lados y los conocimientos que nosotros llevamos en excavación, datación y sistemas de búsqueda son los que se usan en todo el mundo”. Para Carlos el contexto de los materiales no cambia mucho, sino el cultural: “nos vamos a enfrentar a una cultura muy diferente a la nuestra, pero ahí estriba lo interesante del intercambio, en que nosotros tengamos la apertura de que no sólo la arqueología mesoamericana es la que cuenta”.

En este punto, reflexionó sobre los diferentes tipos de arqueología que existen y de lo importante que es, como estudiante y profesional, ampliar los rangos de acción sin limitarse a trabajar sólo en México, pues, como dice, los conocimientos son universales.

Entre sus expectativas para este nuevo viaje está el echar abajo los estereotipos de que los mexicanos estamos en desventaja académica con los extranjeros, prejuicio con el que a veces se tiene que lidiar. Con base en su experiencia, se considera, sin embargo, al mismo nivel que cualquier otro estudiante en el mundo: “creo, incluso, que la falta de recursos que tenemos en México nos hace buscar mejores posibilidades y más preparación. Tenemos que ser todólogos en nuestra formación, lo que nos da un conocimiento más amplio, teórica y prácticamente”.