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Hoy
en día, los retos de la educación superior son grandes,
diversos y, sobre todo, complejos; son resultado de las demandas
que impone el mundo contemporáneo. Los avances científicos
y tecnológicos, principalmente en los campos de las telecomunicaciones
y la informática, se han convertido en un poderoso motor
que lo transforma todo de manera permanente. Así, el conocimiento
es la nueva moneda del progreso. La riqueza de los países
reside hoy más que nunca en su capital humano y en la información.
Ante este panorama, ha surgido en años recientes un conjunto
de políticas educativas orientadas al desempeño de
la educación superior; de hecho, la rendición de cuentas
surge como consecuencia de las exigencias que la sociedad y el Estado
demandan a las instituciones educativas, para asegurar su calidad
y pertinencia.
En este artículo se expone un panorama general sobre la política
nacional de evaluación en las Instituciones de Educación
Superior (IES), sus objetivos, sus instrumentos y su impacto en
las universidades. Se trata, asimismo, de exponer los aspectos más
relevantes de la relación entre rendición de cuentas
y evaluación, que son parte ya de la vida cotidiana en las
universidades.
Concepto
de rendición de cuentas
Tradicionalmente, la rendición de cuentas ha tenido un papel
fiscalizador. Era un informe de tipo contable que debían
presentar los administradores a los dueños de la empresa,
es decir, los primeros informaban periódicamente a los segundos
acerca del manejo del dinero. Por tanto, la rendición de
cuentas se conocía y practicaba como un informe de contabilidad,
asociado a un proceso de auditoria.
El concepto de rendición de cuentas es equivalente a accountability
en inglés, palabra sin traducción exacta al
español, pero que se refiere a tres aspectos, según
el Dictionary of Politics (1996): el requerimiento de los representantes
para dar respuesta a los representados sobre el cumplimiento de
sus poderes y deberes, la respuesta a la crítica y a las
demandas que se les hagan, y el afrontar sus responsabilidades por
errores, incompetencia o engaño. 1
En su versión moderna, la rendición de cuentas es
uno de los procesos que mejor caracteriza a una sociedad democrática,
donde ciudadanos y diversos grupos de interés buscan tener
acceso a la información transparente sobre el comportamiento
de sus organizaciones. Los conceptos de evaluación, información,
transparencia y grupos de interés están estrechamente
ligados a los procesos de rendición de cuentas2.
No obstante, en nuestro país se carece aún de una
cultura de rendición de cuentas; incluso hay quienes afirman
que no hay avances visibles ni significativos, pese a los esfuerzos
realizados en los últimos años, sobre todo en el terreno
político. Al respecto vale la pena destacar los logros del
Instituto Federal Electoral (IFE), el cual, después de varias
reformas y pruebas electorales, cuenta actualmente con resultados
positivos. Es actualmente un espacio público con prestigio
suficiente como para servir de modelo, en donde la sociedad puede
participar en la toma de decisiones.
La
rendición de cuentas en la universidad pública
En el ámbito de la universidad pública en Latinoamérica,
se considera que el proceso de rendición de cuentas es ajeno
a la naturaleza académica. También se llega a afirmar
que atenta contra la autonomía universitaria, ya que impone
un conjunto de aspectos e indicadores de desempeño. Sin embargo,
una constante preocupación por la eficiencia y la eficacia
de las instituciones ha promovido el cumplimiento en años
recientes de un conjunto de políticas orientadas a evaluar
la educación superior.
Es a partir de la década de los noventa cuando las universidades
viven el impacto causado por los procesos de rendición de
cuentas y la evaluación demandados por el Estado. Estos procesos
paulatinamente se han hecho cotidianos en las instituciones y han
sido factor condicionante en la obtención de recursos para
solventar los planes de desarrollo institucional. Bajo esta lógica,
Lorena Hernández3 describe a la rendición de cuentas
como un proceso mediante el cual una entidad determinada debe ser
capaz de demostrar, con toda transparencia, tanto su eficacia en
el desempeño de su cometido como en el modo de lograrlo.
La
evaluación institucional como herramienta para la rendición
de cuentas
Es en la década de los ochenta cuando se comienza a implantar
en los países latinoamericanos las políticas llamadas
de ajuste estructural, las cuales buscaban corregir los problemas
generados por la crisis económica. Como se sabe, estas políticas
tuvieron importantes efectos sobre diversos aspectos de orden social;
una de estas consecuencias fue la modificación en la relación
entre el Estado y la educación superior. Bajo estas nuevas
exigencias de la rendición de cuentas en la educación,
la evaluación institucional es considerada como una herramienta
para cumplir con los requerimientos establecidos por el Estado.
En las IES, la rendición de cuentas constituye una vertiente
importante de las políticas y los programas gubernamentales
actuales y su énfasis descansa en la evaluación. De
esta manera, las universidades están en posibilidades de
obtener recursos extraordinarios a través de la participación
en programas como el Programa de Mejoramiento del Profesorado (Promep),
el Programa Integral de Fortalecimiento Institucional (PIFI) y el
Programa Integral de Fortalecimiento del Posgrado (Pifop),
entre otros.
El tratamiento que, desde entonces, el gobierno mexicano ha otorgado
a la educación superior, y especialmente a la universitaria,
ha estado marcado por una percepción negativa respecto al
desempeño en las universidades públicas. Se argumenta
que la eficiencia interna de las ies es cuestionable; que las productividades,
docente y de investigación, son bajas; que existen altas
tasas de deserción y reprobación; que hay un prolongado
periodo para que los estudiantes se gradúen, entre otros
problemas. Toda esta problemática se generó a partir
del crecimiento explosivo de la matrícula en la década
de los setenta, y estuvo acompañado de una escasa calidad
en los procesos y resultados.
Lo anterior trajo consigo una ruptura en el mecanismo tradicional
de la vinculación entre el Estado y las universidades públicas.
Se pasó así de un Estado caracterizado como benevolente
a uno controlador. De esta manera, se generaron dos ejes principales
de reestructuración y redefinición: a) la sustitución
de una relación basada en el débil poder de control
administrativo del Estado sobre las universidades, por una nueva
que podría caracterizarse como de evaluación; y b)
la política de asignación diferenciada, donde las
instituciones diversifiquen sus fuentes de ingreso y compitan por
recursos extras a partir de metas y compromisos de calidad específicos.
Tan relevante es la evaluación, que las ies públicas,
a partir de entonces, se han sometido a diferentes procesos, tanto
internos como externos. Actualmente, el sistema educativo cuenta
con una tipología de estrategias de evaluación: de
instituciones, de procesos administrativos, de programas educativos,
de planes y programas de estudio, de estudiantes, de egresados y
de profesores, entre otros.
Debemos destacar también la creación de algunos organismos
nacionales, los cuales tienen asignadas tareas específicas
de evaluación en diferentes ámbitos y niveles educativos.
En 1989 es creada la Comisión Nacional de la Educación
Superior (Conaeva); en 1991 quedan formalmente constituidos
los Comités Interinstitucionales para la Evaluación
de la Educación Superior (CIEES), para realizar evaluaciones
diagnósticas a programas educativos y formular recomendaciones
para el mejoramiento de su calidad; en 1993 se aprobaron los puntos
de acuerdo sobre lo que ahora se conoce como el Examen General para
el Egreso de la Licenciatura (EGEL), el Examen de Ingreso a la Educación
Media Superior (Exani I) y a la licenciatura (Exani
II); y en 1997, por acuerdo de la Asociación Nacional de
Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES),
se impulsa la creación del Consejo para la Acreditación
de la Educación Superior (Copaes), como un organismo
no gubernamental.
En un sentido constructivo, el rendir cuentas puede ser una forma
de corresponder y comunicarse con la sociedad. Se hace necesario
no sólo transparentar el adecuado manejo de los recursos,
sino también informar acerca de los logros alcanzados para
que la comunidad los aproveche y los valore. De esta forma, la evaluación,
además de contribuir al cambio, se incluye como componente
estructural de la organización académica.4
La
UV en la rendición de cuentas, a través de la evaluación
Ante este contexto de políticas educativas, la Universidad
Veracruzana (UV) la cual ocupa uno de los primeros 10 lugares
dentro de la lista de las ies que cuentan con mayor matrícula
no se ha quedado al margen; por el contrario, se ha sometido a diferentes
procesos evaluativos, tanto internos como externos, desde hace más
de una década.
A partir de 1990, la UV ha implantado como parte de su desarrollo
institucional la evaluación, en donde se ha considerado tanto
las funciones sustantivas (docencia, investigación, difusión
cultural y extensión de los servicios) como las adjetivas
(administración, finanzas y gobierno). La evaluación
es ahora parte del quehacer cotidiano de esta casa de estudios y
se caracteriza por ser un proceso permanente e integral que ha admitido
mejorar deficiencias y obtener recursos financieros extraordinarios.
Esta situación ha permitido, a su vez, la consolidación
y proyección del programa de desarrollo.
Entre los procesos realizados en la UV hasta la fecha destacan los
siguientes:
A través del Cuestionario 911 (requerimiento de la
sep), se ha informado de manera anual (desde 1990) acerca de las
estadísticas básicas de la institución. En
tal instrumento se integra y presenta información estadística
sobre el quehacer académico de nuestra universidad.
Se han presentado 13 reportes de autoevaluación institucional
(ejercicio anual), a partir de los lineamientos estipulados por
la Conaeva.
La participación en el pifi a lo largo de tres versiones
ha sido resultado de una planeación estratégica y
participativa en tres niveles: institucional, por dependencias de
educación superior y por programas educativos. En la primera
edición de este programa (2001) obtuvo recursos extraordinarios
por 37 589 000 pesos, a través de 18 proyectos. En la segunda,
la UV recibió 55 572 000 pesos, por medio de 20 proyectos.
En la versión 2003, la cantidad obtenida fue de 58 606 000
pesos con 23 proyectos.
Como respuesta a la participación en el pifop 2001-2002
se recibió un monto de 12 210 100 pesos, y el total de programas
de posgrado apoyados fue de 13.
A partir de 2000 y de manera anual se ha diseñado
e instrumentado una metodología denominada Guía de
indicadores para la gestión universitaria, la cual comprende
la recopilación de las estadísticas básicas
a través de una serie de indicadores. La metodología
es instrumentada por todas las entidades académicas de la
institución, por lo que se abarca así los diferentes
niveles de los programas educativos: técnico, técnico
superior universitario, licenciatura y posgrado. Estos indicadores,
que presentan los resultados del desempeño de la institución,
se muestran a la comunidad universitaria. Esta información
permite la toma de decisiones por parte de los titulares de las
diversas dependencias de la UV, y el propósito final es cumplir
con las metas planteadas por el Programa de Trabajo Institucional
para el 2005.
De 1993 a la fecha, los ciees han evaluado el total de programas
educativos de licenciatura del sistema escolarizado (102). De estos
programas, 88 por ciento ha terminado totalmente el proceso. Además,
se ha sometido a evaluación externa 39 especializaciones
médicas, 23 programas de posgrado de diferente nivel y un
instituto de investigación. También han sido evaluadas
las funciones administrativa y de difusión y extensión.
De 1998 a la fecha han sido acreditados, por organismos reconocidos
por el Copaes, 18 programas de licenciatura de los 65 susceptibles
de acreditación.
A partir de 1998, a los alumnos de nuevo ingreso se ha aplicado
el Exani I (para el nivel técnico) y el Exani II (para
el nivel de licenciatura). Estos exámenes fungen como instrumento
de evaluación y selección.
De 1994 a 2002, 30 697 egresados de la uv presentaron el
Examen General para el Egreso de la Licenciatura (EGEL). De estos,
48 por ciento obtuvo el puntaje requerido para la titulación;
23 por ciento el Testimonio de Desempeño Académico
Satisfactorio, y cuatro por ciento el Testimonio de Alto Rendimiento.
Estos reconocimientos son otorgados por el mismo Centro Nacional
de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval).
Además, 126 sustentantes se ubican dentro de los 10 primeros
lugares en el ámbito nacional.
A través del Promep, 284 académicos han sido
becados para realizar estudios de posgrado.
Dentro de la certificación de procesos administrativos,
se cuenta con ocho procesos certificados ante la Norma iso 9001:2000.
La meta para el año 2005 es tener el 100 por ciento de los
procesos administrativos certificados.
Las auditorías financieras han sido un proceso permanente.
Éstas han estado a cargo tanto de organismos fiscalizadores
de la uv, como de organismos de los gobiernos estatal y federal.
Conclusión
Considerando lo anteriormente expuesto, podemos concluir lo siguiente:
La evaluación ha sido el instrumento principal para
impulsar el proceso de modernización del sistema de educación
superior y ha introducido las transformaciones que han adoptado
las IES.
Las actividades de evaluación a cargo de organismos
especializados han contribuido a construir un sistema de evaluación
y a garantizar la buena calidad de los programas educativos.
La educación superior tiene una nueva responsabilidad:
entregar cuentas a la sociedad. Esta condición va mucho más
allá del cumplimiento formal, y esto por sí sólo
es un gran reto que nos exige hacer un esfuerzo para desarrollar
la calidad.
Es hora de convertir las nuevas políticas educativas
en aliadas. El proceso que tantas veces se ha considerado como negativo
puede, en sí, enriquecer y promover la modernización
institucional. Ha llegado la hora de que la rendición de
cuentas, a través de la evaluación, tome un papel
no sólo importante sino indispensable en los procesos de
las políticas, programas y proyectos sociales.
La evaluación cumple un papel de retroalimentación
para mejorar el aprendizaje institucional, a la vez que ofrece información
necesaria para tomar decisiones que mejoren el funcionamiento del
sistema educativo.
La evaluación no determina la calidad de la educación,
pero sí puede ayudar a su mejoría si se usa adecuadamente.
Se puede afirmar que entre los logros alcanzados en la evaluación
de la UV se encuentran los siguientes: a) una cultura de evaluación
en vías de consolidación, b) la oportunidad de conocerse
a través de la evaluación interna y externa, c) varios
avances en los sistemas de información, c) mejoramiento académico
y administrativo, d) una oportunidad en la obtención de recursos,
e) personal académico actualizado, f) estudios de carácter
longitudinal, y g) fortalecimiento de la política educativa.
No obstante los avances alcanzados, se carece de estudios
metaevaluativos. Por ello, es hora de que las instituciones, y por
lo tanto la UV, realicen estudios de tipo cualitativo, principalmente
sobre la política educativa de evaluación.
Notas
1. Observatorio Ciudadano de la Educación. Comunicado número
49: Rendir Cuentas en Educación, en Internet: http://www.observatorio.org./comunicados/comun49.html,
2002.
2. Luz María Nieto Caraveo. La rendición de cuentas,
en Internet: http://www.ambiental.uaslp/mx/docs/lmnc-ap020509.pdf,
2002.
3. Lorena Hernández Yánez. Niveles de rendición
de cuentas, en Los actores de la Universidad: ¿unidad en
la diversidad?, en Encuentro de Especialistas en Educación
Superior, tomo III, Centro de Investigaciones Interinstitucionales
en Ciencias y Humanidades de la unam, México, 2000.
4. Rafael.Santoyo. Reflexiones y propuestas para una reforma
del sistema de educación superior, en Perfiles Educativos,
tercera época, volumen VII, núm. 88, Centro de Estudios
sobre la Universidad (CESU), UNAM, 2000.
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