Enero-Marzo 2004, Nueva época No. 73-75 Xalapa • Veracruz • México
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Rendición de cuentas y evaluación:
el binomio indisoluble en la UV

Norma Angelina Lagunes López

 

Hoy en día, los retos de la educación superior son grandes, diversos y, sobre todo, complejos; son resultado de las demandas que impone el mundo contemporáneo. Los avances científicos y tecnológicos, principalmente en los campos de las telecomunicaciones y la informática, se han convertido en un poderoso motor que lo transforma todo de manera permanente. Así, el conocimiento es la nueva moneda del progreso. La riqueza de los países reside hoy más que nunca en su capital humano y en la información.

Ante este panorama, ha surgido en años recientes un conjunto de políticas educativas orientadas al desempeño de la educación superior; de hecho, la rendición de cuentas surge como consecuencia de las exigencias que la sociedad y el Estado demandan a las instituciones educativas, para asegurar su calidad y pertinencia.

En este artículo se expone un panorama general sobre la política nacional de evaluación en las Instituciones de Educación Superior (IES), sus objetivos, sus instrumentos y su impacto en las universidades. Se trata, asimismo, de exponer los aspectos más relevantes de la relación entre rendición de cuentas y evaluación, que son parte ya de la vida cotidiana en las universidades.

Concepto de rendición de cuentas
Tradicionalmente, la rendición de cuentas ha tenido un papel fiscalizador. Era un informe de tipo contable que debían presentar los administradores a los dueños de la empresa, es decir, los primeros informaban periódicamente a los segundos acerca del manejo del dinero. Por tanto, la rendición de cuentas se conocía y practicaba como un informe de contabilidad, asociado a un proceso de auditoria.

El concepto de rendición de cuentas es equivalente a accountability en inglés, “palabra sin traducción exacta al español, pero que se refiere a tres aspectos, según el Dictionary of Politics (1996): el requerimiento de los representantes para dar respuesta a los representados sobre el cumplimiento de sus poderes y deberes, la respuesta a la crítica y a las demandas que se les hagan, y el afrontar sus responsabilidades por errores, incompetencia o engaño”. 1

En su versión moderna, la rendición de cuentas es uno de los procesos que mejor caracteriza a una sociedad democrática, donde ciudadanos y diversos grupos de interés buscan tener acceso a la información transparente sobre el comportamiento de sus organizaciones. Los conceptos de evaluación, información, transparencia y grupos de interés están estrechamente ligados a los procesos de rendición de cuentas2.

No obstante, en nuestro país se carece aún de una cultura de rendición de cuentas; incluso hay quienes afirman que no hay avances visibles ni significativos, pese a los esfuerzos realizados en los últimos años, sobre todo en el terreno político. Al respecto vale la pena destacar los logros del Instituto Federal Electoral (IFE), el cual, después de varias reformas y pruebas electorales, cuenta actualmente con resultados positivos. Es actualmente un espacio público con prestigio suficiente como para servir de modelo, en donde la sociedad puede participar en la toma de decisiones.

La rendición de cuentas en la universidad pública
En el ámbito de la universidad pública en Latinoamérica, se considera que el proceso de rendición de cuentas es ajeno a la naturaleza académica. También se llega a afirmar que atenta contra la autonomía universitaria, ya que impone un conjunto de aspectos e indicadores de desempeño. Sin embargo, una constante preocupación por la eficiencia y la eficacia de las instituciones ha promovido el cumplimiento en años recientes de un conjunto de políticas orientadas a evaluar la educación superior.

Es a partir de la década de los noventa cuando las universidades viven el impacto causado por los procesos de rendición de cuentas y la evaluación demandados por el Estado. Estos procesos paulatinamente se han hecho cotidianos en las instituciones y han sido factor condicionante en la obtención de recursos para solventar los planes de desarrollo institucional. Bajo esta lógica, Lorena Hernández3 describe a la rendición de cuentas como un proceso mediante el cual una entidad determinada debe ser capaz de demostrar, con toda transparencia, tanto su eficacia en el desempeño de su cometido como en el modo de lograrlo.

La evaluación institucional como herramienta para la rendición de cuentas
Es en la década de los ochenta cuando se comienza a implantar en los países latinoamericanos las políticas llamadas de ajuste estructural, las cuales buscaban corregir los problemas generados por la crisis económica. Como se sabe, estas políticas tuvieron importantes efectos sobre diversos aspectos de orden social; una de estas consecuencias fue la modificación en la relación entre el Estado y la educación superior. Bajo estas nuevas exigencias de la rendición de cuentas en la educación, la evaluación institucional es considerada como una herramienta para cumplir con los requerimientos establecidos por el Estado.

En las IES, la rendición de cuentas constituye una vertiente importante de las políticas y los programas gubernamentales actuales y su énfasis descansa en la evaluación. De esta manera, las universidades están en posibilidades de obtener recursos extraordinarios a través de la participación en programas como el Programa de Mejoramiento del Profesorado (Promep), el Programa Integral de Fortalecimiento Institucional (PIFI) y el Programa Integral de Fortalecimiento del Posgrado (Pifop), entre otros.

El tratamiento que, desde entonces, el gobierno mexicano ha otorgado a la educación superior, y especialmente a la universitaria, ha estado marcado por una percepción negativa respecto al desempeño en las universidades públicas. Se argumenta que la eficiencia interna de las ies es cuestionable; que las productividades, docente y de investigación, son bajas; que existen altas tasas de deserción y reprobación; que hay un prolongado periodo para que los estudiantes se gradúen, entre otros problemas. Toda esta problemática se generó a partir del crecimiento explosivo de la matrícula en la década de los setenta, y estuvo acompañado de una escasa calidad en los procesos y resultados.

Lo anterior trajo consigo una ruptura en el mecanismo tradicional de la vinculación entre el Estado y las universidades públicas. Se pasó así de un Estado caracterizado como benevolente a uno controlador. De esta manera, se generaron dos ejes principales de reestructuración y redefinición: a) la sustitución de una relación basada en el débil poder de control administrativo del Estado sobre las universidades, por una nueva que podría caracterizarse como de evaluación; y b) la política de asignación diferenciada, donde las instituciones diversifiquen sus fuentes de ingreso y compitan por recursos extras a partir de metas y compromisos de calidad específicos.

Tan relevante es la evaluación, que las ies públicas, a partir de entonces, se han sometido a diferentes procesos, tanto internos como externos. Actualmente, el sistema educativo cuenta con una tipología de estrategias de evaluación: de instituciones, de procesos administrativos, de programas educativos, de planes y programas de estudio, de estudiantes, de egresados y de profesores, entre otros.

Debemos destacar también la creación de algunos organismos nacionales, los cuales tienen asignadas tareas específicas de evaluación en diferentes ámbitos y niveles educativos. En 1989 es creada la Comisión Nacional de la Educación Superior (Conaeva); en 1991 quedan formalmente constituidos los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES), para realizar evaluaciones diagnósticas a programas educativos y formular recomendaciones para el mejoramiento de su calidad; en 1993 se aprobaron los puntos de acuerdo sobre lo que ahora se conoce como el Examen General para el Egreso de la Licenciatura (EGEL), el Examen de Ingreso a la Educación Media Superior (Exani I) y a la licenciatura (Exani II); y en 1997, por acuerdo de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), se impulsa la creación del Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (Copaes), como un organismo no gubernamental.

En un sentido constructivo, el rendir cuentas puede ser una forma de corresponder y comunicarse con la sociedad. Se hace necesario no sólo transparentar el adecuado manejo de los recursos, sino también informar acerca de los logros alcanzados para que la comunidad los aproveche y los valore. De esta forma, la evaluación, además de contribuir al cambio, se incluye como componente estructural de la organización académica.4

La UV en la rendición de cuentas, a través de la evaluación
Ante este contexto de políticas educativas, la Universidad Veracruzana (UV) –la cual ocupa uno de los primeros 10 lugares dentro de la lista de las ies que cuentan con mayor matrícula– no se ha quedado al margen; por el contrario, se ha sometido a diferentes procesos evaluativos, tanto internos como externos, desde hace más de una década.

A partir de 1990, la UV ha implantado como parte de su desarrollo institucional la evaluación, en donde se ha considerado tanto las funciones sustantivas (docencia, investigación, difusión cultural y extensión de los servicios) como las adjetivas (administración, finanzas y gobierno). La evaluación es ahora parte del quehacer cotidiano de esta casa de estudios y se caracteriza por ser un proceso permanente e integral que ha admitido mejorar deficiencias y obtener recursos financieros extraordinarios. Esta situación ha permitido, a su vez, la consolidación y proyección del programa de desarrollo.

Entre los procesos realizados en la UV hasta la fecha destacan los siguientes:
– A través del Cuestionario 911 (requerimiento de la sep), se ha informado de manera anual (desde 1990) acerca de las estadísticas básicas de la institución. En tal instrumento se integra y presenta información estadística sobre el quehacer académico de nuestra universidad.
– Se han presentado 13 reportes de autoevaluación institucional (ejercicio anual), a partir de los lineamientos estipulados por la Conaeva.
–La participación en el pifi a lo largo de tres versiones ha sido resultado de una planeación estratégica y participativa en tres niveles: institucional, por dependencias de educación superior y por programas educativos. En la primera edición de este programa (2001) obtuvo recursos extraordinarios por 37 589 000 pesos, a través de 18 proyectos. En la segunda, la UV recibió 55 572 000 pesos, por medio de 20 proyectos. En la versión 2003, la cantidad obtenida fue de 58 606 000 pesos con 23 proyectos.
– Como respuesta a la participación en el pifop 2001-2002 se recibió un monto de 12 210 100 pesos, y el total de programas de posgrado apoyados fue de 13.
– A partir de 2000 y de manera anual se ha diseñado e instrumentado una metodología denominada Guía de indicadores para la gestión universitaria, la cual comprende la recopilación de las estadísticas básicas a través de una serie de indicadores. La metodología es instrumentada por todas las entidades académicas de la institución, por lo que se abarca así los diferentes niveles de los programas educativos: técnico, técnico superior universitario, licenciatura y posgrado. Estos indicadores, que presentan los resultados del desempeño de la institución, se muestran a la comunidad universitaria. Esta información permite la toma de decisiones por parte de los titulares de las diversas dependencias de la UV, y el propósito final es cumplir con las metas planteadas por el Programa de Trabajo Institucional para el 2005.
– De 1993 a la fecha, los ciees han evaluado el total de programas educativos de licenciatura del sistema escolarizado (102). De estos programas, 88 por ciento ha terminado totalmente el proceso. Además, se ha sometido a evaluación externa 39 especializaciones médicas, 23 programas de posgrado de diferente nivel y un instituto de investigación. También han sido evaluadas las funciones administrativa y de difusión y extensión.
– De 1998 a la fecha han sido acreditados, por organismos reconocidos por el Copaes, 18 programas de licenciatura de los 65 susceptibles de acreditación.
– A partir de 1998, a los alumnos de nuevo ingreso se ha aplicado el Exani I (para el nivel técnico) y el Exani II (para el nivel de licenciatura). Estos exámenes fungen como instrumento de evaluación y selección.
– De 1994 a 2002, 30 697 egresados de la uv presentaron el Examen General para el Egreso de la Licenciatura (EGEL). De estos, 48 por ciento obtuvo el puntaje requerido para la titulación; 23 por ciento el Testimonio de Desempeño Académico Satisfactorio, y cuatro por ciento el Testimonio de Alto Rendimiento. Estos reconocimientos son otorgados por el mismo Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval). Además, 126 sustentantes se ubican dentro de los 10 primeros lugares en el ámbito nacional.
– A través del Promep, 284 académicos han sido becados para realizar estudios de posgrado.
– Dentro de la certificación de procesos administrativos, se cuenta con ocho procesos certificados ante la Norma iso 9001:2000. La meta para el año 2005 es tener el 100 por ciento de los procesos administrativos certificados.
– Las auditorías financieras han sido un proceso permanente. Éstas han estado a cargo tanto de organismos fiscalizadores de la uv, como de organismos de los gobiernos estatal y federal.

Conclusión
Considerando lo anteriormente expuesto, podemos concluir lo siguiente:
– La evaluación ha sido el instrumento principal para impulsar el proceso de modernización del sistema de educación superior y ha introducido las transformaciones que han adoptado las IES.
– Las actividades de evaluación a cargo de organismos especializados han contribuido a construir un sistema de evaluación y a garantizar la buena calidad de los programas educativos.
– La educación superior tiene una nueva responsabilidad: entregar cuentas a la sociedad. Esta condición va mucho más allá del cumplimiento formal, y esto por sí sólo es un gran reto que nos exige hacer un esfuerzo para desarrollar la calidad.
– Es hora de convertir las nuevas políticas educativas en aliadas. El proceso que tantas veces se ha considerado como negativo puede, en sí, enriquecer y promover la modernización institucional. Ha llegado la hora de que la rendición de cuentas, a través de la evaluación, tome un papel no sólo importante sino indispensable en los procesos de las políticas, programas y proyectos sociales.
– La evaluación cumple un papel de retroalimentación para mejorar el aprendizaje institucional, a la vez que ofrece información necesaria para tomar decisiones que mejoren el funcionamiento del sistema educativo.
– La evaluación no determina la calidad de la educación, pero sí puede ayudar a su mejoría si se usa adecuadamente.
– Se puede afirmar que entre los logros alcanzados en la evaluación de la UV se encuentran los siguientes: a) una cultura de evaluación en vías de consolidación, b) la oportunidad de conocerse a través de la evaluación interna y externa, c) varios avances en los sistemas de información, c) mejoramiento académico y administrativo, d) una oportunidad en la obtención de recursos, e) personal académico actualizado, f) estudios de carácter longitudinal, y g) fortalecimiento de la política educativa.
– No obstante los avances alcanzados, se carece de estudios metaevaluativos. Por ello, es hora de que las instituciones, y por lo tanto la UV, realicen estudios de tipo cualitativo, principalmente sobre la política educativa de evaluación.

Notas
1. Observatorio Ciudadano de la Educación. Comunicado número 49: Rendir Cuentas en Educación, en Internet: http://www.observatorio.org./comunicados/comun49.html, 2002.
2. Luz María Nieto Caraveo. La rendición de cuentas, en Internet: http://www.ambiental.uaslp/mx/docs/lmnc-ap020509.pdf, 2002.
3. Lorena Hernández Yánez. “Niveles de rendición de cuentas, en Los actores de la Universidad: ¿unidad en la diversidad?”, en Encuentro de Especialistas en Educación Superior, tomo III, Centro de Investigaciones Interinstitucionales en Ciencias y Humanidades de la unam, México, 2000.
4. Rafael.Santoyo. “Reflexiones y propuestas para una reforma del sistema de educación superior”, en Perfiles Educativos, tercera época, volumen VII, núm. 88, Centro de Estudios sobre la Universidad (CESU), UNAM, 2000.

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