Octubre-diciembre 2003, Nueva época No. 70-72 Xalapa • Veracruz • México
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Las caridades de Alcipo
Marguerite Yourcenar

 

Las caridades de Alcipo

I

Me acosté lentamente en la playa de arena
Donde el mundo se gasta con áridas dulzuras
Y a la hora asombrada en que los astros nacen
Del nácar de sus sueños sobre sus cuerpos largos,
Vi venir hacia mí mis hermanas Sirenas.

Vi venir hacia mí mis locas hermanas de la orilla
Que cantan por la noche en un lúgubre coro;
Amantes sin amor, cautivas para siempre,
Que nunca en el gemido hondo o en los senos fríos
Sintieron bramar secreto el fuego de un corazón.

Me pedían del alma ese trozo candente,
Estremecido adentro como un pequeño ser;
Esa péndola viva hecha de sombra y fuego,
Lanzadera de un telar que a cada instante
Tejiendo sangre desfallece y se acelera.

Me pedían su parte de esa entraña
Que dilata nuestros votos incumplidos,
A fin de que el ahogado, el grumete o el corsario
Encuentren bajo el agua verde y la sal que macera,
El amor y el calor de las camas profundas.


Una cantilena de pentauro

Según un papiro egipcio

La muerte cerca de mí, la muerte cerca de ti
Como un dulce sueño a la sombra de un dulce techo;
Como un vino que se vierte, como un loto que respira;
La muerte cerca de ti como una caña que llora.
Al extenuado, reposo; al enfermo, curación,
La muerte es un dulce lago del horizonte de polvo.
Como un dulce viento de la tarde soplando
(su aliento lento,
La muerte detrás de ti infla la vela llena.
Navegáis, amantes, hacia una tierra lejana.
Como una dulce invitada la muerte está en el festín.
Flor: el verano te marchita. Rocío: el verano te bebe.
La muerte extiende sus redes como un dulce pajarero.
Y la sombra del ciprés es la sombra que queda,
Donde ya pronto el novio y la novia dormirán.


Siete poemas para una muerta

II

Aquí están la miel profunda de las rosas,
La fragancia, el color, el respirar amado.
No sonreirás más a la luz de las cosas;
Tu gesto de abrazar en suspenso ha quedado.

Ya no sentirán más tus párpados dormidos
El largo deshojar de la melancolía.
Tu corazón se aleja en cielos desvaídos
Y yo llego puntual para ver la agonía.

El ser no es más que un nombre; el tiempo es un día;
Por la ruta del sol tu sombra yo amaría
Pero contra la tumba mi amor se golpeó.

La muerte no vacila y supo alcanzarte;
Si me recuerdas hoy sabrás compadecerte
De esta oscuridad que tu antorcha encendió.

Hospes comesque

Cuerpo llevando el alma, siempre vanamente
Vuelvo a pensar en ti y te vuelvo a olvidar;
Corazón infinito en el cáliz naciente;
Boca que busca el nuevo verbo de besar.

Mares de navegar; fuentes para beber;
Trigo y vino ritual en la mesa mezclados;
Refugio de dulzura el vago adormecer;
Tierra que se despliega en los pasos alados.

Aire que me llenas de espacio y de equilibrio;
Nervios por donde viaja el cóncavo delirio;
Mirada interrumpida en el vasto universo.

Cuerpo, compañero, juntos nos moriremos.
No puedo no querer la sombra que tenemos,
No apresar con ella el resplandor de un verso.


Traducción de Silvia Barrón