Junio 2003 , Nueva época No. 66 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Mensual


 

 Ventana Abierta

 Mar de Fondo

 Palabras y Hechos


 Tendiendo Redes

 Ser Académico

 Quemar las Naves

 Campus

 Perfiles

 Pie de tierra

 Créditos

 

 

 

Ciudadana del mundo, la guitarra es la voz interior del hombre: Manuel López Ramos
Celina Márquez

 
El guitarrista argentino Manuel López Ramos habla sobre la historia de su formación artística y de sus éxitos en el mundo de la música, y da cuenta de su trabajo como fundador y maestro del estudio de arte guitarrístico y de su afición por la escritura.

Las personas de gran inteligencia y sensibilidad tienen la característica de ser humildes y sencillas. El diálogo con ellas es siempre voz abierta, franca, directa, emotiva, porque en una entrevista el diálogo se torna conversación inteligente, plática amena, charla inigualable.

Hace algunos meses tuve el privilegio de conocer al extraordinario guitarrista Manuel López Ramos. Don Manuel es un ser humano excepcional, de esas personas que uno agradece a la vida conocer. Maestro de varias generaciones de guitarristas notables como Alfonso Moreno, Minerva Garibay, Enrique Salmerón, Rafael Jiménez, Enrique Velasco y una lista que sería interminable pronunciar, el músico argentino me mostró una faceta de su personalidad, de su ser honesto, humilde e íntegro.

Persona con gran sentido del humor, ferviente y devoto hombre entregado a la música, padre y esposo excepcional pero, sobre todo, hombre de valores consolidados, caballero a la vieja usanza, recto, cabal, de una pieza, de quien el maestro Andrés Segovia ha dicho “Manuel López Ramos sirve a la guitarra con talento y amor”, a través del siguiente diálogo enriquecedor, este destacado artista nos regala y brinda sus ideas así como su perspectiva inteligente y vital, comentando diversos aspectos del ámbito musical en nuestro país.

¿Cómo se inicia usted en el ámbito artístico y concretamente en el estudio de la guitarra?
Es una historia un poco larga. Soy miembro de una familia de siete hermanos; mi padre y mi madre fueron campesinos emigrados de Andalucía, España. Mi papá, quien era un hombre andaluz muy alegre y tocaba la guitarra y el acordeón, siempre tuvo una nostalgia española por lo que quiso que sus hijos estudiáramos música y aprendiéramos canto y baile con maestros muy importantes, los cuales supieron conducirnos por caminos profundos intelectual y musicalmente hablando.

Mi hermano mayor estudió el bandoneón, instrumento de origen alemán pero adoptado en Argentina para el tango, y fue un instrumentista extraordinario.

Primero fue un niño prodigio porque a los siete años tocaba el acordeón a piano sin haberlo estudiado, después cambió al bandoneón, que es un instrumento completamente distinto, y lo dominó en un año: de 1932 a 1933 estudió con Maffia, un gran maestro. Mi hermano se erigió como director de todos nosotros y formamos un conjunto para cantar y bailar canciones y danzas. Visitamos Chile, Ecuador, Perú, Panamá, Honduras, Venezuela, Costa Rica, El Salvador y Cuba, países que recorrimos a medida que fuimos teniendo éxito.

Así pues, viajó toda la familia durante cuatro años cantando y bailando el folclor de cada país. Entre mis hermanos estaba Marga, la actriz que hizo una carrera cinematográfica muy importante. Cuando estuvimos en México, entre 1938 y 1940, aprendimos a bailar el jarabe tapatío, la sandunga, la jarana; además cantamos con tríos muy famosos como “Los calaveras”, ellos nos enseñaron algunas canciones mexicanas y yo hacía el falsete.

Cuando regresamos a Argentina gustamos relativamente porque éramos desconocidos; no obstante, nos contrató un locutor que se llamaba Tito Martínez del Vox, quien quiso que presentáramos números mexicanos en una audición muy famosa que fue auspiciada por jabón “Federal” (en ese tiempo no había televisión, por supuesto). Nosotros aceptamos esta oportunidad. Ya teníamos los trajes de charro y los huipiles, mis hermanas los vestidos de china poblana. Aquella ocasión logramos un éxito enorme en el radio. Como yo era el más chico, causaba más gracia y terminé siendo muy famoso, aunque recuerdo que no me percataba de la importancia que tenía dentro del conjunto, me parecía que era una pieza más entre mis hermanos. Finalmente, a lo largo de los años, me di cuenta de que era muy valioso porque era el niño simpático, el mexicanito que apasionaba al público en Argentina.

Después, cuando mi hermano mayor (quien era el que dirigía y componía las canciones mexicanas porque nos quedamos sin repertorio y él nos las hacía aprender) se casó con una mexicana y decidió regresar a México con su esposa, nos dejó un poco acéfalos de director. Nosotros seguimos, pero como además yo me convertí en adolescente ya no tuvimos el éxito que alcanzamos años atrás. Aparte, Marga se casó con Carlos Amador, quien la fue a buscar a Argentina y la trajo a México, por lo que nos quedamos aún más desmembrados.

En ese periodo yo comencé a estudiar con el maestro Miguel Michelone, padre de mi esposa. La guitarra me sedujo después de que escuché un concierto en 1941 de don Andrés Segovia, él fue el guitarrista que me inspiró a estar en este mundo donde hoy sigo de manera apasionada. Gracias a ese enorme artista me dispuse a ir detrás de esos pasos y luché toda la vida por seguirlos, aunque todavía sigo pensando que debo buscar la manera de emularlos.

Nosotros vinimos a México cuando éramos niños, posteriormente, en 1957, volvimos. Ya habían pasado muchos años, y yo contaba con una carrera musical realizada en Argentina, por lo que estaba preparado para tocar recitales de guitarra. Cuando llegamos a México, fuimos a vivir con mi hermana Marga, ya que era una manera de establecerse en este país y estar cerca de Estados Unidos. ¿Por qué de Estados Unidos? Porque creo que es el único país que se puede conquistar –si se tiene posibilidades de hacerlo– y donde se puede vivir del concierto, pues si uno destaca, los conciertos son bien pagados en EU, incluso mejor pagados que en Europa. Así que a medida en que iba tocando conciertos, comenzaba a ser conocido y eso me permitió grabar discos en Estados Unidos y en Europa. Mi nombre fue esparciéndose, valorándose y tuve oportunidad de dar Master Class en varias universidades importantes y de gran prestigio de Estados Unidos.

De esta manera, estudiando y tocando, fui haciendo la carrera, gracias a la cual llevé adelante a mi familia, integrada por seis hijos más mi esposa, con quien sigo felizmente unido. Yo me retiré del concertismo porque 50 años es mucho tiempo, pero sigo teniendo posibilidades de enseñar y de mostrar mis experiencias. Ésta es pues, más o menos a grandes rasgos, la historia de cómo me integré en el mundo de la guitarra.

Retomando lo que acaba de mencionar, ¿qué ha significado para usted haber sido y ser maestro de connotados guitarristas en nuestro país? ¿Qué piensa de esta labor callada y de mucha responsabilidad como es la docencia?
Para la enseñanza siempre me basé en un principio humano: partí de la base filosófica, modestamente hablando, de la necesidad que el hombre tiene de hacer música, porque éste nace y oye música incluso antes de nacer, después la encuentra en el aire a través del radio, de la televisión o de los cantos que rodean a todas las familias. Por lo tanto, es una lengua que el ser humano aprende y no poderla usar es como saber inglés y no hablarlo con nadie.

Pensé que había que encontrar un camino, crear una escuela porque no había más que principios importantes (los cuales yo estudié en Argentina), que no eran suficientes, por ello había que crear ciertas bases para que no sólo tocaran aquellos que nacieron con condiciones naturales, con oídos específicos, con sentido rítmico desarrollado, sino también todo el que quisiera. Mi intención fue hacer una escuela que fuera útil para todos los seres humanos que se acercaran a mí. Nunca me importó hacer test musicales para que ingresaran a la academia.

Nosotros aceptábamos desde campesinos, hasta boxeadores, gente profesional, abogados, médicos que contaban con una hora de tiempo para estudiar…

En ese centro de estudios musicales primero formé a algunos grandes guitarristas y luego ellos colaboraron conmigo: Alfonso Moreno, Rafael Jiménez, Mario Beltrán y Maricarmen Costero, entre otros, egresaron de esta escuela y de mis manos; después trabajaron conmigo para puntualizar los detalles más robustos de un instituto cuyo objetivo era acoger a todos los que anhelaban tocar música.

Finalmente, me parece que la docencia debe ser una actitud de servicio. Uno debe aprender a ser útil para aquel que anhele desarrollar la música y para ayudar a eliminar cualquier frustración. Creo que ese es el principio que me guió a la enseñanza, cuyos frutos son verdaderamente notables. Sin duda me siento muy orgulloso de haber creado una escuela, pues de ella han salido grandes instrumentistas e importantes guitarristas.

¿Cuántas horas dedica al estudio y a los ensayos de la guitarra?
Actualmente estoy más dedicado a escribir porque es otra de mis pasiones, pero en la época en que yo preparaba mis conciertos no estudiaba menos de seis o siete horas por día. Trabajaba las obras desde todos los puntos de vista, no sólo expresiva sino técnicamente hablando. Era una labor y un esfuerzo titánicos, pues además le dedicaba varias horas a la enseñanza, así que mis días se componían de 14 horas de trabajo ininterrumpido. Incluso, puedo decir que si alguna vez tuve algunas vacaciones –dos o tres días que los aprovechaba para llevar a mis hijos a la playa–, no las gocé, ya que me iba al hotel a ensayar. Fui siempre un obsesivo del trabajo, del estudio, del esfuerzo y también un buscador de la belleza y de la perfección, la cual nunca pude alcanzar pero siempre lo intenté.

¿Qué es lo que escribe?
He escrito programas para televisión, que en algunas ocasiones se hicieron con un estilo humorístico que me gusta mucho: con el sentido del humor se salva al mundo, sobre todo frente a esta angustia que estamos pasando. También escribí telenovelas. Tengo ciento y tantos capítulos de una serie que se llamó Nadie es perfecto que trata sobre un matrimonio que muestra los defectos o las manías de ella o de él y esto provoca un conflicto, todo ello planteando soluciones siempre hermosas y blancas pero, sobre todo, tratando de enseñar conductas de una manera humorística.

Esos programas tuvieron mucho éxito; solamente se hicieron 21 en 1991 con Jorge Ortiz de Pinedo quien dirigía el programa. Desgraciadamente, en ese momento el programa de noticias de Jacobo Zabludowsky entró media hora antes y Televisa se vio obligada a quitar cinco programas de su barra cómica, entre ellos el de nosotros que apenas tenía dos o tres meses escasos en el aire, caímos en desgracia.

Ahora estoy escribiendo mis memorias, y creo que para los guitarristas y estudiantes de música es interesante conocer las alternativas que uno ha tenido en la vida para destacarse: las luchas que se tienen, las amarguras, las alegrías, las satisfacciones y todo aquello que nos hizo sufrir y gozar.

Precisamente en días pasados le entregué a mi hija menor una copia de estas memorias, porque ella es diseñadora gráfica, y le pedí que me hiciera un diseño para editar algunos libros; además le dije que tenía que leerlo, entonces me llamó por teléfono y me dijo: “Papá, sabes que estoy encantada leyendo tus memorias. Cuántas cosas no sabía de ti, de mamá, cuántas cosas que no imaginé que habían pasado, tantas alternativas, tantos esfuerzos”.

Los hijos no nos conocen del todo, porque es difícil hablar como padre de las experiencias de otros tiempos; más bien se conversa sobre temas actuales, de sus estudios, de lo que nos rodea, pero del pasado casi nunca se habla, a pesar de que es interesante que los hijos conozcan esa etapa de los padres. En unas memorias, por ejemplo, uno relata las vicisitudes que ha experimentado en la vida, las luchas que se entablan, las responsabilidades, los miedos, las angustias, las soledades, por eso yo me dediqué a escribir, porque durante los conciertos, con tantos hijos, muchas veces tuve que hacer los viajes solo, y estar todo el día y toda la noche con la música. Era verdaderamente torturante, por ello mi necesidad de darle vuelo a la imaginación y de crear situaciones humorísticas, cosas que se me ocurrían.

Escribí muchos versos, nunca fui poeta inspirado ni talentoso, pero para escribir creo que tengo facilidad natural.

Recientemente fui premiado por la Sociedad de Críticos de Teatro por un monólogo que se está representando desde hace dos años en la Ciudad de México: Nunca es tarde para amar, protagonizado por Roxana Chávez, una actriz muy connotada. También escribí otro para mi hermana Marga, que ya estrenó y ahora lo va a reponer en una gira y en la Ciudad de México. En fin, estoy siempre inquieto, escribiendo, imaginando ideas para nuevas telenovelas, pero a la vez estudio mi instrumento, también estudio el violín que me fascina (lo hago de manera autodidacta), escucho mucha música, leo todo lo que puedo y me siento feliz porque mi esposa y yo formamos un gran matrimonio.

¿Cuáles son sus autores preferidos dentro de la música clásica y en el ámbito de la música popular?
Mire, la música de origen folclórico es la que más me seduce; no puedo negar que México es uno de los países donde hay compositores extraordinarios para crear música de boleros, como Manzanero, por ejemplo, quien tiene una inspiración musical magnífica y unas letras realmente poéticas. Me gusta mucho esa clase de melodías, como también la campirana, la folclórica siempre me atrajo muchísimo, es la base de la música en general, así que la escucho con placer.

Los ritmos modernos que los jóvenes bailan no los entiendo tanto, para serle sincero. Estoy por cumplir 73 años y no es que no esté abierto a la música contemporánea pero siento que ésta carece de melodía, sólo es un ritmo que va dedicado al movimiento corporal de la juventud, pero lo acepto con agrado. De la música seria, por no decirle clásica, de la música importante no tengo autores preferidos porque todos lo son, desde los renacentistas hasta los representantes del barroco, con Johann Sebastian Bach a la cabeza, pues este compositor llena la historia de la música prácticamente: a raíz de él la música se produce como consecuencia y viene un Mozart, Haydn, un Beethoven y después los románticos como Liszt, Chaikovsky, Chopin, luego los impresionistas Ravel, Debussy, en fin, la lista es interminable.

En México, la guitarra ha tenido en Manuel M. Ponce al más grande compositor que escribió para este instrumento; él junto con Castelnuovo Tedesco, un autor italiano. Ponce escribió cinco sonatas para guitarra, cuando ésta carecía de obras importantes. Castelnuovo Tedesco también hizo otras maravillas, por ejemplo, “Concierto para guitarra y orquesta”.

En fin, cuando uno está en el mundo de la música tiene varios compositores favoritos. A mí por ejemplo me encanta la música romántica, yo soy un hombre romántico por naturaleza y si hablamos de Rachmaninov, de Chaikovsky, de Chopin, de Liszt, de todos estos grandes románticos, me vuelco en esos magníficos compositores, pero no dejo de reconocer la grandeza de Bach o de Händel. Algunos son más contemporáneos, no obstante son también extraordinarios compositores de nuestra época, otros han muerto hace poco y varios siguen.

Creo que un artista no tiene preferencias musicales. Lo que no me parece justo es que un músico menosprecie el arte popular. Yo lo valoro en todo lo que vale porque incluso ganamos de él cuando éramos niños –nosotros cantábamos canciones populares– y creo que hay que aprender a apreciarlo. Además la música en general va dirigida a la sensibilidad humana y eso es lo importante, que le plazca a toda clase de gente, desde los niños con las canciones de cuna, hasta las piezas infantiles de Cri Cri que son magníficas. Hay que saber valorar en su justa medida todo el arte en cualquier nivel.

La ciudad de Xalapa, gracias a la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana, siempre se ha caracterizado por formar jóvenes en diferentes rubros y disciplinas. ¿Qué opina de dicha facultad? ¿Ha tenido contacto con algunos de los guitarristas que han egresado o se están formando? ¿Qué piensa de la educación musical que se está impartiendo en nuestra ciudad?
Creo que es una educación de primer nivel, hablando de los grados más altos que se pueda uno imaginar. Yo he sido distinguido por esta universidad por más que ninguna otra, me tienen en una gran consideración porque he formado a personas como Alfonso Moreno, quien a su vez ha sido maestro de muchos guitarristas como Rafael Jiménez; que se ha perfeccionado conmigo durante muchos años.

Ahora, hablando de la escuela guitarrística es la mejor que existe en el país; incluso, pienso que, quizá haciendo gala de una vanidad insoportable, es una de las mejores escuelas del mundo. Los guitarristas que salen de nuestra escuela, que es la que se proyecta aquí en Xalapa, son los mejores músicos que en este momento puedan salir a la palestra nacional. Yo estoy muy orgulloso de haber contribuido a formar ahora, indirectamente, la capacidad guitarrista que tiene la UV desde el punto de vista musical; también sé que los instrumentistas de arco, violín, chelo, son de gran valor, son personas que han estudiado en la Unión Soviética, que han trabajado con grandes maestros internacionales, que comparten sus conocimientos en la escuela de música de la universidad.

¿Qué es, qué simboliza y qué representa para usted la guitarra?
Mire, pienso que el sonido de la guitarra es la voz interior del hombre, éste es mi sentimiento y mi definición. El sonido que tiene este instrumento, tocado desde un punto de vista clásico, sería la voz que nos habla interiormente; una voz que podría ser silenciosa aparentemente, pero que si le damos un sonido, tendría el de la guitarra. Creo que podríamos definir así lo que es la guitarra y su sonido, que es cautivante, emocionante, que traduce todas las angustias y todas las alegrías del ser humano: los sonidos de la guitarra lloran junto con el ser melancólico, pero también ayudan a intensificar los momentos de alegría, de baile, de gozo. La guitarra permite gozar y entender plenamente la vida.

En una entrevista que le hice a Alfonso Moreno, decía que la guitarra era su compañera de toda la vida, y yo creo que en efecto la guitarra es uno de los instrumentos que siempre están con el ser humano, es decir, no todos tienen la posibilidad de tener un piano en su casa, o algún otro instrumento, pero la guitarra, en cualquier reunión aparece; se baila y se canta junto a una guitarra...
Claro, éste es un instrumento que está unido al hombre pero no sólo en México o en Argentina sino que, como alguien dijo, la guitarra es ciudadana del mundo porque es tocada en todo el planeta, y es el instrumento prefe-rido porque también podemos llevarla en la espalda. Desde que los españoles vinieron a descubrir América, traían a cuestas una guitarra. Finalmente, después de adoptar nacionalidades distintas la guitarra es mexicana, argen-tina, salvadoreña, cubana, española… es decir, es ciudadana del mundo.