El guitarrista argentino Manuel López
Ramos habla sobre la historia de su formación artística
y de sus éxitos en el mundo de la música, y da cuenta
de su trabajo como fundador y maestro del estudio de arte guitarrístico
y de su afición por la escritura.
Las
personas de gran inteligencia y sensibilidad tienen la característica
de ser humildes y sencillas. El diálogo con ellas es siempre
voz abierta, franca, directa, emotiva, porque en una entrevista
el diálogo se torna conversación inteligente, plática
amena, charla inigualable.
Hace algunos meses tuve el privilegio de conocer al extraordinario
guitarrista Manuel López Ramos. Don Manuel es un ser humano
excepcional, de esas personas que uno agradece a la vida conocer.
Maestro de varias generaciones de guitarristas notables como Alfonso
Moreno, Minerva Garibay, Enrique Salmerón, Rafael Jiménez,
Enrique Velasco y una lista que sería interminable pronunciar,
el músico argentino me mostró una faceta de su personalidad,
de su ser honesto, humilde e íntegro.
Persona con gran sentido del humor, ferviente y devoto hombre
entregado a la música, padre y esposo excepcional pero,
sobre todo, hombre de valores consolidados, caballero a la vieja
usanza, recto, cabal, de una pieza, de quien el maestro Andrés
Segovia ha dicho Manuel López Ramos sirve a la guitarra
con talento y amor, a través del siguiente diálogo
enriquecedor, este destacado artista nos regala y brinda sus ideas
así como su perspectiva inteligente y vital, comentando
diversos aspectos del ámbito musical en nuestro país.
¿Cómo
se inicia usted en el ámbito artístico y concretamente
en el estudio de la guitarra?
Es una historia un poco larga. Soy miembro de una familia de siete
hermanos; mi padre y mi madre fueron campesinos emigrados de Andalucía,
España. Mi papá, quien era un hombre andaluz muy
alegre y tocaba la guitarra y el acordeón, siempre tuvo
una nostalgia española por lo que quiso que sus hijos estudiáramos
música y aprendiéramos canto y baile con maestros
muy importantes, los cuales supieron conducirnos por caminos profundos
intelectual y musicalmente hablando.
Mi hermano mayor estudió el bandoneón, instrumento
de origen alemán pero adoptado en Argentina para el tango,
y fue un instrumentista extraordinario.
Primero fue un niño prodigio porque a los siete años
tocaba el acordeón a piano sin haberlo estudiado, después
cambió al bandoneón, que es un instrumento completamente
distinto, y lo dominó en un año: de 1932 a 1933
estudió con Maffia, un gran maestro. Mi hermano se erigió
como director de todos nosotros y formamos un conjunto para cantar
y bailar canciones y danzas. Visitamos Chile, Ecuador, Perú,
Panamá, Honduras, Venezuela, Costa Rica, El Salvador y
Cuba, países que recorrimos a medida que fuimos teniendo
éxito.
Así pues, viajó toda la familia durante cuatro años
cantando y bailando el folclor de cada país. Entre mis
hermanos estaba Marga, la actriz que hizo una carrera cinematográfica
muy importante. Cuando estuvimos en México, entre 1938
y 1940, aprendimos a bailar el jarabe tapatío, la sandunga,
la jarana; además cantamos con tríos muy famosos
como Los calaveras, ellos nos enseñaron algunas
canciones mexicanas y yo hacía el falsete.
Cuando regresamos a Argentina gustamos relativamente porque éramos
desconocidos; no obstante, nos contrató un locutor que
se llamaba Tito Martínez del Vox, quien quiso que presentáramos
números mexicanos en una audición muy famosa que
fue auspiciada por jabón Federal (en ese tiempo
no había televisión, por supuesto). Nosotros aceptamos
esta oportunidad. Ya teníamos los trajes de charro y los
huipiles, mis hermanas los vestidos de china poblana. Aquella
ocasión logramos un éxito enorme en el radio. Como
yo era el más chico, causaba más gracia y terminé
siendo muy famoso, aunque recuerdo que no me percataba de la importancia
que tenía dentro del conjunto, me parecía que era
una pieza más entre mis hermanos. Finalmente, a lo largo
de los años, me di cuenta de que era muy valioso porque
era el niño simpático, el mexicanito que apasionaba
al público en Argentina.
Después, cuando mi hermano mayor (quien era el que dirigía
y componía las canciones mexicanas porque nos quedamos
sin repertorio y él nos las hacía aprender) se casó
con una mexicana y decidió regresar a México con
su esposa, nos dejó un poco acéfalos de director.
Nosotros seguimos, pero como además yo me convertí
en adolescente ya no tuvimos el éxito que alcanzamos años
atrás. Aparte, Marga se casó con Carlos Amador,
quien la fue a buscar a Argentina y la trajo a México,
por lo que nos quedamos aún más desmembrados.
En ese periodo yo comencé a estudiar con el maestro Miguel
Michelone, padre de mi esposa. La guitarra me sedujo después
de que escuché un concierto en 1941 de don Andrés
Segovia, él fue el guitarrista que me inspiró a
estar en este mundo donde hoy sigo de manera apasionada. Gracias
a ese enorme artista me dispuse a ir detrás de esos pasos
y luché toda la vida por seguirlos, aunque todavía
sigo pensando que debo buscar la manera de emularlos.
Nosotros vinimos a México cuando éramos niños,
posteriormente, en 1957, volvimos. Ya habían pasado muchos
años, y yo contaba con una carrera musical realizada en
Argentina, por lo que estaba preparado para tocar recitales de
guitarra. Cuando llegamos a México, fuimos a vivir con
mi hermana Marga, ya que era una manera de establecerse en este
país y estar cerca de Estados Unidos. ¿Por qué
de Estados Unidos? Porque creo que es el único país
que se puede conquistar si se tiene posibilidades de hacerlo
y donde se puede vivir del concierto, pues si uno destaca, los
conciertos son bien pagados en EU, incluso mejor pagados que en
Europa. Así que a medida en que iba tocando conciertos,
comenzaba a ser conocido y eso me permitió grabar discos
en Estados Unidos y en Europa. Mi nombre fue esparciéndose,
valorándose y tuve oportunidad de dar Master Class en varias
universidades importantes y de gran prestigio de Estados Unidos.
De esta manera, estudiando y tocando, fui haciendo la carrera,
gracias a la cual llevé adelante a mi familia, integrada
por seis hijos más mi esposa, con quien sigo felizmente
unido. Yo me retiré del concertismo porque 50 años
es mucho tiempo, pero sigo teniendo posibilidades de enseñar
y de mostrar mis experiencias. Ésta es pues, más
o menos a grandes rasgos, la historia de cómo me integré
en el mundo de la guitarra.
Retomando
lo que acaba de mencionar, ¿qué ha significado para
usted haber sido y ser maestro de connotados guitarristas en nuestro
país? ¿Qué piensa de esta labor callada y
de mucha responsabilidad como es la docencia?
Para la enseñanza siempre me basé en un principio
humano: partí de la base filosófica, modestamente
hablando, de la necesidad que el hombre tiene de hacer música,
porque éste nace y oye música incluso antes de nacer,
después la encuentra en el aire a través del radio,
de la televisión o de los cantos que rodean a todas las
familias. Por lo tanto, es una lengua que el ser humano aprende
y no poderla usar es como saber inglés y no hablarlo con
nadie.
Pensé que había que encontrar un camino, crear una
escuela porque no había más que principios importantes
(los cuales yo estudié en Argentina), que no eran suficientes,
por ello había que crear ciertas bases para que no sólo
tocaran aquellos que nacieron con condiciones naturales, con oídos
específicos, con sentido rítmico desarrollado, sino
también todo el que quisiera. Mi intención fue hacer
una escuela que fuera útil para todos los seres humanos
que se acercaran a mí. Nunca me importó hacer test
musicales para que ingresaran a la academia.
Nosotros aceptábamos desde campesinos, hasta boxeadores,
gente profesional, abogados, médicos que contaban con una
hora de tiempo para estudiar
En ese centro de estudios musicales primero formé a algunos
grandes guitarristas y luego ellos colaboraron conmigo: Alfonso
Moreno, Rafael Jiménez, Mario Beltrán y Maricarmen
Costero, entre otros, egresaron de esta escuela y de mis manos;
después trabajaron conmigo para puntualizar los detalles
más robustos de un instituto cuyo objetivo era acoger a
todos los que anhelaban tocar música.
Finalmente, me parece que la docencia debe ser una actitud de
servicio. Uno debe aprender a ser útil para aquel que anhele
desarrollar la música y para ayudar a eliminar cualquier
frustración. Creo que ese es el principio que me guió
a la enseñanza, cuyos frutos son verdaderamente notables.
Sin duda me siento muy orgulloso de haber creado una escuela,
pues de ella han salido grandes instrumentistas e importantes
guitarristas.
¿Cuántas horas dedica al estudio y a los ensayos
de la guitarra?
Actualmente estoy más dedicado a escribir porque es otra
de mis pasiones, pero en la época en que yo preparaba mis
conciertos no estudiaba menos de seis o siete horas por día.
Trabajaba las obras desde todos los puntos de vista, no sólo
expresiva sino técnicamente hablando. Era una labor y un
esfuerzo titánicos, pues además le dedicaba varias
horas a la enseñanza, así que mis días se
componían de 14 horas de trabajo ininterrumpido. Incluso,
puedo decir que si alguna vez tuve algunas vacaciones dos
o tres días que los aprovechaba para llevar a mis hijos
a la playa, no las gocé, ya que me iba al hotel a
ensayar. Fui siempre un obsesivo del trabajo, del estudio, del
esfuerzo y también un buscador de la belleza y de la perfección,
la cual nunca pude alcanzar pero siempre lo intenté.
¿Qué
es lo que escribe?
He escrito programas para televisión, que en algunas ocasiones
se hicieron con un estilo humorístico que me gusta mucho:
con el sentido del humor se salva al mundo, sobre todo frente
a esta angustia que estamos pasando. También escribí
telenovelas. Tengo ciento y tantos capítulos de una serie
que se llamó Nadie es perfecto que trata sobre un matrimonio
que muestra los defectos o las manías de ella o de él
y esto provoca un conflicto, todo ello planteando soluciones siempre
hermosas y blancas pero, sobre todo, tratando de enseñar
conductas de una manera humorística.
Esos programas tuvieron mucho éxito; solamente se hicieron
21 en 1991 con Jorge Ortiz de Pinedo quien dirigía el programa.
Desgraciadamente, en ese momento el programa de noticias de Jacobo
Zabludowsky entró media hora antes y Televisa se vio obligada
a quitar cinco programas de su barra cómica, entre ellos
el de nosotros que apenas tenía dos o tres meses escasos
en el aire, caímos en desgracia.
Ahora estoy escribiendo mis memorias, y creo que para los guitarristas
y estudiantes de música es interesante conocer las alternativas
que uno ha tenido en la vida para destacarse: las luchas que se
tienen, las amarguras, las alegrías, las satisfacciones
y todo aquello que nos hizo sufrir y gozar.
Precisamente en días pasados le entregué a mi hija
menor una copia de estas memorias, porque ella es diseñadora
gráfica, y le pedí que me hiciera un diseño
para editar algunos libros; además le dije que tenía
que leerlo, entonces me llamó por teléfono y me
dijo: Papá, sabes que estoy encantada leyendo tus
memorias. Cuántas cosas no sabía de ti, de mamá,
cuántas cosas que no imaginé que habían pasado,
tantas alternativas, tantos esfuerzos.
Los hijos no nos conocen del todo, porque es difícil hablar
como padre de las experiencias de otros tiempos; más bien
se conversa sobre temas actuales, de sus estudios, de lo que nos
rodea, pero del pasado casi nunca se habla, a pesar de que es
interesante que los hijos conozcan esa etapa de los padres. En
unas memorias, por ejemplo, uno relata las vicisitudes que ha
experimentado en la vida, las luchas que se entablan, las responsabilidades,
los miedos, las angustias, las soledades, por eso yo me dediqué
a escribir, porque durante los conciertos, con tantos hijos, muchas
veces tuve que hacer los viajes solo, y estar todo el día
y toda la noche con la música. Era verdaderamente torturante,
por ello mi necesidad de darle vuelo a la imaginación y
de crear situaciones humorísticas, cosas que se me ocurrían.
Escribí muchos versos, nunca fui poeta inspirado ni talentoso,
pero para escribir creo que tengo facilidad natural.
Recientemente fui premiado por la Sociedad de Críticos
de Teatro por un monólogo que se está representando
desde hace dos años en la Ciudad de México: Nunca
es tarde para amar, protagonizado por Roxana Chávez, una
actriz muy connotada. También escribí otro para
mi hermana Marga, que ya estrenó y ahora lo va a reponer
en una gira y en la Ciudad de México. En fin, estoy siempre
inquieto, escribiendo, imaginando ideas para nuevas telenovelas,
pero a la vez estudio mi instrumento, también estudio el
violín que me fascina (lo hago de manera autodidacta),
escucho mucha música, leo todo lo que puedo y me siento
feliz porque mi esposa y yo formamos un gran matrimonio.
¿Cuáles
son sus autores preferidos dentro de la música clásica
y en el ámbito de la música popular?
Mire, la música de origen folclórico es la que más
me seduce; no puedo negar que México es uno de los países
donde hay compositores extraordinarios para crear música
de boleros, como Manzanero, por ejemplo, quien tiene una inspiración
musical magnífica y unas letras realmente poéticas.
Me gusta mucho esa clase de melodías, como también
la campirana, la folclórica siempre me atrajo muchísimo,
es la base de la música en general, así que la escucho
con placer.
Los ritmos modernos que los jóvenes bailan no los entiendo
tanto, para serle sincero. Estoy por cumplir 73 años y
no es que no esté abierto a la música contemporánea
pero siento que ésta carece de melodía, sólo
es un ritmo que va dedicado al movimiento corporal de la juventud,
pero lo acepto con agrado. De la música seria, por no decirle
clásica, de la música importante no tengo autores
preferidos porque todos lo son, desde los renacentistas hasta
los representantes del barroco, con Johann Sebastian Bach a la
cabeza, pues este compositor llena la historia de la música
prácticamente: a raíz de él la música
se produce como consecuencia y viene un Mozart, Haydn, un Beethoven
y después los románticos como Liszt, Chaikovsky,
Chopin, luego los impresionistas Ravel, Debussy, en fin, la lista
es interminable.
En México, la guitarra ha tenido en Manuel M. Ponce al
más grande compositor que escribió para este instrumento;
él junto con Castelnuovo Tedesco, un autor italiano. Ponce
escribió cinco sonatas para guitarra, cuando ésta
carecía de obras importantes. Castelnuovo Tedesco también
hizo otras maravillas, por ejemplo, Concierto para guitarra
y orquesta.
En fin, cuando uno está en el mundo de la música
tiene varios compositores favoritos. A mí por ejemplo me
encanta la música romántica, yo soy un hombre romántico
por naturaleza y si hablamos de Rachmaninov, de Chaikovsky, de
Chopin, de Liszt, de todos estos grandes románticos, me
vuelco en esos magníficos compositores, pero no dejo de
reconocer la grandeza de Bach o de Händel. Algunos son más
contemporáneos, no obstante son también extraordinarios
compositores de nuestra época, otros han muerto hace poco
y varios siguen.
Creo que un artista no tiene preferencias musicales. Lo que no
me parece justo es que un músico menosprecie el arte popular.
Yo lo valoro en todo lo que vale porque incluso ganamos de él
cuando éramos niños nosotros cantábamos
canciones populares y creo que hay que aprender a apreciarlo.
Además la música en general va dirigida a la sensibilidad
humana y eso es lo importante, que le plazca a toda clase de gente,
desde los niños con las canciones de cuna, hasta las piezas
infantiles de Cri Cri que son magníficas. Hay que saber
valorar en su justa medida todo el arte en cualquier nivel.
La
ciudad de Xalapa, gracias a la Facultad de Música de la
Universidad Veracruzana, siempre se ha caracterizado por formar
jóvenes en diferentes rubros y disciplinas. ¿Qué
opina de dicha facultad? ¿Ha tenido contacto con algunos
de los guitarristas que han egresado o se están formando?
¿Qué piensa de la educación musical que se
está impartiendo en nuestra ciudad?
Creo que es una educación de primer nivel, hablando de
los grados más altos que se pueda uno imaginar. Yo he sido
distinguido por esta universidad por más que ninguna otra,
me tienen en una gran consideración porque he formado a
personas como Alfonso Moreno, quien a su vez ha sido maestro de
muchos guitarristas como Rafael Jiménez; que se ha perfeccionado
conmigo durante muchos años.
Ahora, hablando de la escuela guitarrística es la mejor
que existe en el país; incluso, pienso que, quizá
haciendo gala de una vanidad insoportable, es una de las mejores
escuelas del mundo. Los guitarristas que salen de nuestra escuela,
que es la que se proyecta aquí en Xalapa, son los mejores
músicos que en este momento puedan salir a la palestra
nacional. Yo estoy muy orgulloso de haber contribuido a formar
ahora, indirectamente, la capacidad guitarrista que tiene la UV
desde el punto de vista musical; también sé que
los instrumentistas de arco, violín, chelo, son de gran
valor, son personas que han estudiado en la Unión Soviética,
que han trabajado con grandes maestros internacionales, que comparten
sus conocimientos en la escuela de música de la universidad.
¿Qué
es, qué simboliza y qué representa para usted la
guitarra?
Mire, pienso que el sonido de la guitarra es la voz interior del
hombre, éste es mi sentimiento y mi definición.
El sonido que tiene este instrumento, tocado desde un punto de
vista clásico, sería la voz que nos habla interiormente;
una voz que podría ser silenciosa aparentemente, pero que
si le damos un sonido, tendría el de la guitarra. Creo
que podríamos definir así lo que es la guitarra
y su sonido, que es cautivante, emocionante, que traduce todas
las angustias y todas las alegrías del ser humano: los
sonidos de la guitarra lloran junto con el ser melancólico,
pero también ayudan a intensificar los momentos de alegría,
de baile, de gozo. La guitarra permite gozar y entender plenamente
la vida.
En
una entrevista que le hice a Alfonso Moreno, decía que
la guitarra era su compañera de toda la vida, y yo creo
que en efecto la guitarra es uno de los instrumentos que siempre
están con el ser humano, es decir, no todos tienen la posibilidad
de tener un piano en su casa, o algún otro instrumento,
pero la guitarra, en cualquier reunión aparece; se baila
y se canta junto a una guitarra...
Claro, éste es un instrumento que está unido al
hombre pero no sólo en México o en Argentina sino
que, como alguien dijo, la guitarra es ciudadana del mundo porque
es tocada en todo el planeta, y es el instrumento prefe-rido porque
también podemos llevarla en la espalda. Desde que los españoles
vinieron a descubrir América, traían a cuestas una
guitarra. Finalmente, después de adoptar nacionalidades
distintas la guitarra es mexicana, argen-tina, salvadoreña,
cubana, española
es decir, es ciudadana del mundo.