Incansable
ha sido la labor que Leticia Tarragó ha realizado a lo
largo de cuatro décadas, durante las cuales ha tenido la
oportunidad de formarse con destacados maestros, de exponer su
obra en recintos de diversos países y de recibir importantes
premios.
A esos logros debemos sumar la muestra, conformada por 50 grabados,
que recorrió varios países de Europa del Este y
del Cercano Oriente, desde noviembre de 2001 hasta febrero de
2003.
Esta exposición, que se realizó con el apoyo de
las embajadas de México en los países que visitó,
se presentó del 8 de noviembre de 2001 al 28 de enero de
2002 en cuatro ciudades de Yugoslavia: Belgrado, Cacak, Paracin
y Kraljevo; después fue trasladada a Bucarest, Rumania,
y a Austria, donde permaneció del 13 de febrero al 22 de
marzo. En Hungría, se exhibió en Budapest del 29
de marzo al 15 de abril, y en Pecs del 6 al 10 de mayo; posteriormente,
visitó Beirut, Líbano, del 28 de junio al 12 de
julio; Ankara, Turquía, del 1 al 10 de octubre, y finalmente
Israel, durante enero y febrero de 2003.
En la serie gráfica que viajó por aquellos países,
el espectador pudo observar temas recurrentes en el trabajo de
la pintora veracruzana: el autorretrato y los mundos interiores
que van del surrealismo a la representación objetiva y
de la ingenuidad a la malicia, siempre plasmados con trazos delicados
y colores sobrios que, paradójicamente, transmiten una
gran fuerza.
La obra de Leticia tiene una sorpresa permanente que recuerda
la que nos guarda la música barroca: hay siempre un aire
de identidad y luego vienen enredándose melodías
que nos sorprenden y nos con-mueven y nos sacuden con una alegría
sobrenatural; lo idéntico está sujeto a variaciones
de toda índole, reconocemos a Bach o a Vivaldi, porque
la obra entera está impregnada de un sello inconfundible.
Después, empiezan las inacabables novedades, la manera
magnífica de describirnos siempre algo inaudito,
afirmó Emilio Carballido en uno de los textos incluidos
en los catálogos de la muestra itinerante.
De Leticia Tarragó podemos decir que es originaria de Orizaba,
Veracruz, estudió de 1954 a 1959 en la Escuela de Pintura
y Escultura La Esmeralda del Instituto Nacional de
Bellas Artes. Ha exhibido su obra individual y colectivamente
en numerosas ocasiones, tanto en México como en Polonia,
Suiza, Holanda, Portugal y España, entre otros. En 1967
obtuvo el Premio Nacional de Grabado.