Enero 2003 , Nueva época No. 61 Xalapa • Veracruz • México
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Con la arqueología subacuática se ha podido descifrar el pasado
Bajo mares y aguas interiores existen mundos que deben ser descubiertos y preservados
Gina Sotelo

 
Además de la interesante labor que ha realizado bajo el agua, Pilar Luna
–responsable de la Subdirección de Arqueología Subacuática del inah– habla en la siguiente entrevista sobre la lucha que inició y ha sostenido tanto para salvaguardar el patrimonio sumergido y difundir el valor de tal riqueza, como para informar a las instituciones y a la población acerca de la pertinencia de proteger y respetar el legado que yace en mares y aguas interiores. La labor que ha llevado a cabo para capacitar y formar nuevas generaciones de arqueólogos subacuáticos también fue tema de conversación.

El na gran cantidad de objetos y vestigios que pudieran dar cuenta de historias pasadas yacen sumergidos bajo el agua. Ríos, lagos y mares hoy son depositarios de antiguos materiales, piezas y embarcaciones que han quedado ocultos en el lodo y los sedimentos. Son restos que esperan que los arqueólogos subacuáticos descifren sus misteriosos.
Desde hace cuatro décadas, expertos en la materia han desarrollado investigaciones subacuáticas que han servido para obtener información sobre viejas técnicas de navegación, formas de comerciar, asentamientos, migraciones, vida marítima, guerras y desastres naturales, entre otros datos. No obstante, aún no se ha explorado ni descubierto la mayoría de sitios que conservan el patrimonio cultural del hombre.
Debido a que la extracción incorrecta de los tesoros sumergidos y la falta de métodos apropiados para su conservación pueden provocar su deterioro o desintegración, es necesario que los especialistas sean quienes realicen esa labor, pues ellos son los que cuentan con el conocimiento, los recursos y las técnicas no sólo para descubrir, excavar y extraer, sino también para mantener la integridad de las piezas arqueológicas e interpretar el contexto en el que tuvieron vigencia.
Una de las arqueólogas subacuáticas más importantes en México es Pilar Luna Erreguerena, subdirectora de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah), quien también es férrea defensora de las riquezas culturales de México que se encuentran sumergidas y precursora en América Latina de dicha disciplina, además de formadora de la primera generación de arqueólogos mexicanos en la especialidad.
A lo largo de casi tres décadas ha emprendido diversas exploraciones en México y en el extranjero, por lo que su experiencia no se cuestiona. En 1979, realizó en Turquía excavaciones submarinas para estudiar un barco de la época helénica y otro del periodo bizantino. Un año después participó en la elaboración del inventario de recursos culturales sumergidos de Islas Caimán. También formó parte del grupo que investigó, en las Bahamas, un barco del siglo xvi, uno de los más antiguos descubiertos en América. Pero quizá su investigación más importante sea la relacionada con Port Royal, ciudad de Jamaica sumergida a finales del siglo xviii por un terremoto y un maremoto.
Pilar Luna visitó la Universidad Veracruzana para participar en la celebración del 45 aniversario de la Facultad de Antropología, por lo que hubo oportunidad de conversar con ella sobre su larga trayectoria, sus experiencias y sus esfuerzos en el mundo de la arqueología subacuática.

¿Cuál es el objetivo de la arqueología subacuática?
El objetivo de la arqueología subacuática es exactamente el mismo que el de la arqueología, o sea, el estudio del hombre a través de los restos materiales que han permanecido a lo largo del tiempo, sólo que dichos restos se encuentran en lagos, lagunas, cenotes, cuevas inundadas o en el mar. Se trata de elementos prehispánicos que casi siempre se encuentran en aguas interiores y de vestigios de la época colonial que se hallan en aguas marinas. Más concretamente, nuestro objeto de estudio son barcos hundidos, estructuras sumergidas y objetos de ofrendas.

¿Cuántos años han transcurrido desde que los especialistas empezaron a valerse de esta disciplina para desarrollar sus investigaciones bajo el agua?
La arqueología subacuática es una disciplina relativamente nueva en el mundo. Tiene 40 años de existencia. En México tenemos ya 22 años aplicándola, así que llevamos un buen camino andado, aunque todavía no existe la carrera de arqueología subacuática como tal.
Para inmiscuirse en este proceso, es importante primero formarse como arqueólogo y después estudiar una especialidad en arqueología subacuática, sea ésta un diplomado o maestría. Por ejemplo, en la Ciudad de México impartimos un diplomado, en 1994, que duró seis meses con más de 700 horas de trabajo; desde entonces hemos ofrecido cursos parciales.
¿Hay futuro en el país para dicha ciencia?
Así es, ya que el patrimonio cultural sumergido en México es enorme. Hasta hace poco más de un siglo la transportación de comida, cultura, libros y personas se realizaba por medio de la navegación, por lo que, se deduce, hubo muchos accidentes marítimos que provocaron hundimientos de barcos, con numerosas historias que contar.
Por otra parte, en aguas interiores el legado también es enorme porque los grupos prehispánicos se asentaron cerca o alrededor de las fuentes de agua, precisamente para usarlas como elemento vital y también como lugares de ofrenda; además no podemos olvidar que eran agricultores que necesitaban de buenas cosechas para que su cultura floreciera, por lo que hacían ofrendas a sus deidades esperando la abundancia.
A pesar de que existe desde hace tiempo un cuantioso patrimonio cultural sumergido en aguas mexicanas, hasta hace algunos años no era tomado en cuenta. De ahí la importancia del movimiento internacional para recuperarlo. De hecho, en noviembre de 2002 se aprobó un texto de una convención en la unesco para la protección del patrimonio cultural sumergido. Este hecho marca un parteaguas y, por otro lado, refleja la preocupación que hay en el mundo por preservarlo y defenderlo, sobre todo, de los buscadores de tesoros, porque han surgido grupos que constituyen a veces compañías fantasmas y proponen a los gobiernos el reparto porcentual de su hallazgo.
Sabemos que en las aguas de todo el mundo y en las de México también existe sumergida una riqueza económica, pero el patrimonio cultural no se puede valorar desde ese punto de vista, lo tenemos que ver como un patrimonio invaluable. Por ejemplo, nadie se atrevería a ponerle precio al Calendario Azteca o a la Coyolxauhqui para venderlo; igual pasa con el patrimonio que está bajo las aguas.

¿Qué tan grave es el problema del saqueo de vestigios arqueológicos sumergidos?
Desafortunadamente es un punto que nos rebasa. Los arqueólogos quisiéramos preservar todo ese patrimonio, pero no habría policías suficientes en el país para vigilar más de 10 000 kilómetros de litoral y hasta 200 millas mar adentro. Es decir, el “territorio acuático” es mucho mayor que el terrestre en el caso de México, por lo que el saqueo ha sido inevitable, Afortunadamente, creo que no se ha expandido la labor de lo buscadores de tesoros porque no han sido aceptadas sus propuestas; por tanto, no cuentan con financiamientos, ni infraestructura, ni apoyos.
Ciertamente, existen legislaciones nacionales e internacionales que prohíben realizar tales actos, pero también es importante educar e informar a la gente para que entienda que el saqueo y los robos impiden desarrollar verdaderas investigaciones encaminadas a desentrañar parte de la historia del hombre. Concienciar es un paso importante para preservar el patrimonio de la humanidad. Por ello, abogo por la educación, pues la ignorancia ha llevado a muchos a destruir el legado natural y cultural, y a omitir su verdadero valor.
Considero que en la medida que podamos compartir esta pasión y gran compromiso, la gente irá extendiendo su apoyo e irá sumándose a esta labor de protección. Los arqueólogos asumimos nuestra responsabilidad, pero necesitamos una plataforma de investigación interdisciplinaria para alcanzar los objetivos trazados.

Inmersas en los mares de Veracruz, por su historia y su pasado, existen riquezas invaluables, ¿cuáles son los primeros pasos para conservarlas?
Es enorme su riqueza, pues Veracruz fue el primer puerto de América. A San Juan de Ulúa llegaron naves de varias partes del mundo, y este puerto aún sigue siendo importante. La historia nos dice que hubo incendios, choques de naves, nortes y otras catástrofes, por lo que hay muchas embarcaciones hundidas; sin embargo, en la parte cercana a la costa, han realizado muchos saqueos. Hoy, el compromiso de los veracruzanos y de los mexicanos es gozar de la riqueza de los mares, conocer sus tesoros, denunciar el hallazgo de vestigios y unirse a los especialistas para emprender un trabajo en conjunto.
Bajo el agua existen varias historias que deben dejarse ahí, pues ni el tiempo ha logrado desaparecerlas, historias que deben protegerse del mayor depredador: el hombre. Si dejamos en paz esos tesoros sumergidos podremos preservarlos; además, cuando se excava sin conocimiento alguno se destruye. Es como si se deshojara un libro escrito en un idioma desconocido sin antes ponerle un sistema de marcas, ya que si algún día alguien sabe leer esa lengua no podrá ordenar sus páginas.
Dejemos que los especialistas los estudien, ya que ellos sabrán cómo recuperar la historia y asegurar el tratamiento y conservación de los objetos para garantizar su integridad. También gracias a ellos podremos apreciar estas piezas en museos, películas, libros y videos, pero no sólo como un objeto, sino también como una parte importante de una historia.

En comparación con otros países, ¿cómo son las condiciones que tenemos en México para este tipo de estudios?
En la mayor parte del territorio nacional existen condiciones privilegiadas para desarrollar investigaciones arqueológicas bajo el agua, condiciones que debemos aprovechar, porque en otros países ni el deseo puede crearlas. He platicado con colegas de Chile y de Argentina que están acostumbrados a bucear en mares con cero visibilidad y con temperaturas muy bajas; de hecho, si les muestras películas sobre el Caribe o el Golfo de México, no pueden evitar cierta sensación de envidia.

Usted está coordinando tres proyectos importantes, háblenos de ellos...
El primero es una investigación de la flota de la Nueva España de 1630-1631. El segundo es un inventario y diagnóstico de recursos culturales sumergidos en el Golfo de México. Y el último se denomina “Proyecto atlas arqueológico subacuático para el registro, estudio y protección de los cenotes en la península de Yucatán”.
La información que hemos obtenido de esta última investigación realizada en cenotes y cuevas inundadas ha sido muy valiosa, pues gracias a ella contamos con datos sobre fauna extinta y sobre los primeros pobladores de la península de Yucatán, quienes posiblemente fueron los habitantes más antiguos de México y de América. Y es lógico, porque estas cuevas estuvieron secas hace más de 10 000 años, y como sabemos la cueva siempre ha sido un hábitat natural de protección para el hombre.
Siempre supimos que hay un potencial de información extraordinario en estos lugares. El objetivo es llegar antes de que el sitio pueda ser alterado o destruido. Para ello hemos conformado un equipo de trabajo con miembros de la comunidad, pues muchos de ellos son grandes buzos. De hecho, en la península de Yucatán hay grupos de buzos que por hobby o por trabajo se dedican a explorar estas cuevas, y ellos son los descubridores. El reto es que se acerquen a nosotros para que nos compartan sus descubrimientos, ya que ellos no cuentan con la formación para obtener la información que guardan las piezas y los vestigios hallados.
Para esta labor de investigación, también formamos una plataforma interdisciplinaria integrada por arqueólogos, historiadores, biólogos, geólogos, físicos y restauradores, quienes junto con los descubridores locales han visitado los sitios mencionados. Esta manera de trabajar nos está dando muy buenos resultados: con la capacidad de los buzos para explorar y con el conocimiento de los especialistas se ha integrado un equipo espléndido, cuya labor es importante para obtener información valiosa.

¿Para sostener una investigación tan amplia y costosa, el inah recibe apoyos externos?
Gracias a la importancia del proyecto se han acercado a nosotros miembros de la National Geographic Society y del Discovery Channel. En 2001 hicimos la temporada de campo con el apoyo económico del Discovery, no en su totalidad porque a los arqueólogos y a los equipos de preparación los financia el inah. Fue una gran experiencia, pues nuestro trabajo fue filmado en tiempo real sin que nuestras actividades se alteraran, es decir, el documental se hizo sobre la marcha y sin elementos falsos, ni maquillados, por lo que sus creadores pudieron grabar el momento mismo de los hallazgos, de ahí que la emoción haya sido real.
El programa se tituló Misterios de Yucatán. Se estrenó en julio y se repitió en septiembre de 2002 en los países de habla hispana, mientras que la versión en inglés se proyectó en diciembre para el resto del mundo. Con esto logramos algunos objetivos: difundir nuestro trabajo y compartirlo con el público nacional y extranjero, crear conciencia de la importancia de los restos encontrados y obtener de manera externa apoyo financiero para poder continuar con nuestras investigaciones.
Cabe mencionar también que en marzo de 2002 se realizó un extenso artículo de nuestra labor realizada en esa temporada para National Geographic, el cual seguramente será publicado en los próximos meses. Asimismo, durante 2003 seguiremos trabajando con esa corporación, pues nuestra idea es seguir buscando mecanismos externos para obtener recursos financieros.

¿El de los recursos financieros es el mayor problema que enfrenta una investigación de tal naturaleza?
Yo diría que nos enfrentamos con varios conflictos. Sin embargo, la falta de recursos humanos representa el mayor problema. Encontrar los recursos humanos es mucho más difícil que obtener los financieros, porque requerimos de personas con ciertas características especiales y con una verdadera vocación para poder realizar y soportar trabajos pesados, que son fascinantes pero duros, y este tipo de gente no existe por millares. En suma, para desarrollar la arqueología subacuática se necesitan buenas condiciones tanto físicas como mentales, pues la vida está de por medio; además, debido a que se trabaja en un ámbito ajeno, las reglas son más estrictas, aunque todo esté programado, estudiado y probado.

¿Cuáles han sido algunos de los logros recientes de la arqueología subacuática?
Hay un hecho muy importante que quiero citar y es que en noviembre de 2001 se aprobó un texto de una convención de la unesco sobre la protección del patrimonio cultural subacuático. Este documento es producto de más de 12 años de luchas, de trabajos con antecedentes muy difíciles, pues en los últimos años, en reuniones con los expertos gubernamentales en la sede de la unesco, hubo tensiones y resistencias, pero finalmente la mayoría de los países aprobó la propuesta y ahora está en proceso de ratificación. Lo anterior nos habla de la importancia que está recobrando la salvaguarda del patrimonio cultural subacuático, el cual fue ignorado por muchos años, hecho que lo convirtió en presa fácil para los sa-queadores y buscadores de tesoros.

¿Hay suficientes arqueólogos subacuáticos en el país?
No, y es un hecho que me preocupa, ya que necesitamos en cada centro regional (del inah) del país arqueólogos subacuáticos que apoyen nuestras investigaciones y así empezar a desarrollarnos. No se trata del centralismo, sino de formar recursos humanos comprometidos. Los estudiantes de arqueología son los candidatos idóneos para alcanzar tal objetivo, porque considero que es mucho más fácil hacer a un arqueólogo buzo que a un buzo arqueólogo; una cosa es una técnica, un deporte fascinante, y la otra es una disciplina científica cuya formación es más profunda. Para trabajar bajo el agua se necesita ser un muy buen arqueólogo, ya que el tiempo con el que se cuenta es muy reducido, y de antemano se debe saber qué hacer, cómo, por qué y qué se espera del lugar explorado: cuanta más información se tenga, se puede ganar más tiempo. En tierra el trabajo se puede prolongar todo un día en tu sitio, pero bajo el agua y dependiendo de la profundidad, los minutos sustituyen a las horas.

¿Existe la posibilidad de que en la Universidad Veracruzana se ponga en marcha un curso de arqueología subacuática?
Con la trayectoria de la Facultad de Antropología y con las características del estado, se puede crear un área de arqueología subacuática en Veracruz, lo cual sería muy importante. Además, la uv tiene un potencial enorme y cuenta con recursos para lograr ese objetivo; por ello hay que empezar a sistematizar estas ideas y, posteriormente, concretar estas propuestas. Ojalá pronto se den las condiciones, tanto en Veracruz como en México, para poner en marcha un posgrado en arqueología subacuática, no una carrera, porque ésta por fuerza tiene que ser de arqueología.