Enero 2003 , Nueva época No. 61 Xalapa • Veracruz • México
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Poemas de André Breton

 

Una casa poco sólida

El guarda de las obras
es víctima de su abnegación

Desde hace mucho tiempo la manera de construir una casa situada en la calle de los Mártires era considerada como insensata por la gente del barrio. No habían colocado todavía la techumbre cuando los pintores y los tapiceros se dedicaban ya a decorar los pisos. Todos los días nuevos andamiajes apuntalaban la insegura fachada, con gran inquietud por parte de los transeúntes, a los que el guarda tenía que tranquilizar. ¡Ay!, éste tuvo que pagar su optimismo puesto que ayer, a las doce y treinta, mientras los obreros habían ido a almorzar, el edificio se desplomó, enterrándolos bajo sus escombros.
Un niño, al que se halló sin sentido en el lugar del siniestro, no tardó en recobrar el conocimiento. Es el pequeño Lespoir, de 7 años, que en seguida fue llevado con sus padres. Había sufrido más por el miedo que por el daño. Comenzó reclamando su patineta, sobre la cual se había lanzado desde la parte alta de la calle. El chiquillo cuenta que un hombre con un bastón se precipitó hacia él gritando «¡Cuidado!», y quiso huir. Es de lo único que se acuerda. Lo demás ya se conoce. Su salvador, muy conocido por los alrededores con el nombre de Guillaume Apollinaire, podría tener unos sesenta años. Había ganado la medalla del trabajo y sus compañeros lo estimaban.
¿Cuándo podremos dar con la clave de este misterio? Se busca, en vano hasta ahora, al contratista y al arquitecto de la casa caída. La emoción es considerable.

El corsé misterio

Mis bellas lectoras,

a fuerza de ver de todos los colores
mapas espléndidos, con efectos de luz, Venecia

Antaño los muebles de mi habitación estaban clavados
sólidamente a las paredes y yo me hacía atar para escribir:
Tengo el pie marino

nos adherimos a una especie de Touring Club
sentimental

UN CASTILLO EN LUGAR DE LA CABEZA
es también el Bazar de la Caridad
Juegos muy divertidos para todas las edades;
Juegos poéticos, etc.

Yo tengo a París como —para revelaros el porvenir—
vuestra mano abierta

con la cintura bien agarrada


Fábrica

La gran leyenda de las vías férreas y los depósitos de agua y el cansancio de los animales de tiro afectan mucho al corazón de ciertos hombres. De aquí que hayan entablado conocimiento con las correas de transmisión: para ellos ha terminado la regularidad de respirar. Los accidentes de trabajo, nadie podrá contradecirme, son más bellos que los matrimonios de conveniencia. Sin embargo, sucede que la hija del patrón atraviesa el patio. Es más fácil desprenderse de una mancha de grasa que de una hoja seca, al menos la mano no tiembla. A igual distancia de los talleres de fabricación y de decorado, el prisma de vigilancia juega malignamente con la estrella de alistamiento.


Luna de miel

¿En qué se basan las recíprocas inclinaciones? Hay unos celos más conmovedores que otros. Me paseo con gusto entre esa oscuridad que supone la rivalidad de una mujer y un libro. El dedo en la sien no es el cañón de un revólver. Creo que nos oíamos pensar, pero el maquinal «En nada», que es la más audaz de nuestras negativas, no lo pronunciamos en todo el viaje de bodas. No hay nada que mirar fijamente menos alto que los astros. En cualquier tren es peligroso asomarse a la ventanilla. Las estaciones estaban claramente repartidas sobre un golfo. El mar, que para la mirada humana no es nunca tan bello como el cielo, no nos abandonaba. En el fondo de nuestros ojos se perdían bonitos cálculos orientados hacia el porvenir, como los de los muros de las prisiones.

A la mirada de las divinidades

«Un poco antes de medianoche cerca del desembarcadero.
«Si una mujer desmelenada te sigue no te preocupes.
«Es el azul. No tienes que temer nada del azul.
«Habrá un gran jarro claro en un árbol.
«El campanario del pueblo de los colores disipados
«Te servirá de punto de referencia. Tómate el tiempo,
«Recuérdalo. El oscuro geyser que lanza al cielo los brotes de helecho
«Te saluda».

La carta sellada de los tres ángulos de un pez
Pasaba ahora entre la luz de los suburbios
Como una enseña de domador.
Y al permanecer
La bella, la victima, la que se llamaba
En el barrio la pequeña pirámide de reseda
Se descosía para ella sola una nube semejante
A un saquito de piedad.

Más tarde la blanca armadura
Que vacaba de los cuidados domésticos y demás

Tomando a sus anchas más fuerte que nunca
Al niño en la concha, el que debía ser…
Pero silencio.

Un brasero daba ya presa
En su seno a una encantadora novela de capa
Y espada.

En el puente, a la misma hora,
Así se entretenía el rocío con cabeza de gata.
Con la noche, se perderían las ilusiones.

He aquí a los blancos Padres que regresan de las vísperas
Con la inmensa llave por encima de ellos suspendida.
He aquí a los grises heraldos, por fin he aquí su carta
O su labio: mi corazón es un cuclillo para Dios.

Pero del tiempo que habla, no queda más que un muro
Golpeando en una tumba como un velo podrido.
La eternidad busca un reloj de pulsera
Un poco antes de medianoche cerca del desembarcadero.

Pez soluble

Menos tiempo del que es preciso para decirlo, menos lágrimas de las que son precisas para morir; todo lo he contado, ya está. He realizado la resención de las piedras; son tantas como mis dedos, y algunas más; he distribuido prospectos a las plantas, pero no todas han querido aceptarlos. He estado aliado con la música un segundo solamente y ahora no sé qué pensar del suicidio, pues si quiero separarme de mí mismo la salida está en este lado, y añado maliciosamente: la entrada, el regreso por el otro lado. Ya ves lo que tienes que hacer. Las horas, la tristeza, no las cuento de un modo razonable; estoy solo, miro por la ventana; no pasa nadie, o mejor, nadie pasa (subrayo pasa). A ese señor ¿no lo conocéis? Es el señor El mismo. Os presento a la señora Señora. Y a sus hijos. Cuanto más vuelvo sobre mis pasos, más mis pasos vuelven también, pero no sé exactamente sobre qué vuelven. Consulto un horario*; los nombres de ciudades han sido reemplazados por nombres de personas que me han tocado muy de cerca. ¿Iré a A, regresaré a B, cambiaré en X? Sí, naturalmente, cambiaré en X. ¡Siempre que no falte la correspondencia en el hastío! Hemos llegado: el hastío, las bellas paralelas, ¡ah, qué bellas son las paralelas bajo la perpendicular de Dios!

*Una guía de ferrocarriles.


No ha lugar

Arte de los días arte de las noches
La balanza de las heridas que se llama Perdona
Balanza roja y sensible al peso de un vuelo de pájaro
Cuando las amazonas de cuello de nieve con las manos vacías
Empujan sus carros de vapor sobre los prados
Veo esa balanza sin cesar enloquecida
Veo el ibis de bellos modales
Que regresa del estanque atado en mi corazón
Las ruedas del sueño encantan a los espléndidos carriles
Que se elevan altísimos sobre las conchas de sus vestidos
Y el asombro salta de aquí para allá sobre el mar
Ve mi querida aurora no olvides nada de mi vida
Toma estas rosas que trepan en el pozo de los espejos
Toma los latidos de todas las pestañas
Toma hasta los hilos que sostienen los pasos de las marionetas y de las gotas de agua
Arte de los días arte de las noches
Estoy en la ventana muy lejos de una ciudad llena de terror
Fuera unos hombres con sombrero de copa se persiguen a intervalos regulares
Semejantes a las lluvias que amaba
Cuando hacía tan buen tiempo
«La ira de Dios» es el nombre de un cabaret al que entré ayer
Está escrito sobre la portada blanca con letras más pálidas
Pero las mujeres-marineros que se deslizan detrás de los cristales
Son demasiado hermosas para tener miedo
Aquí nunca el cuerpo siempre el asesinato sin pruebas
Nunca el cielo siempre el silencio
Nunca la libertad sino por la libertad


El verbo ser

Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene alas, no se sienta necesariamente a una mesa quitada en una terraza, de noche, a la orilla del mar. La desesperación es y no es el retorno de una serie de pequeños hechos como semillas que al caer la noche dejan un surco por otro. No es el musgo sobre una piedra o el vaso de beber. Es un barco plagado de nieve, si queréis, como los pájaros que mueren y su sangre no tiene el más mínimo espesor. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Una forma muy pequeña, delimitada por joyas de pelo. Es la desesperación. Un collar de perlas para el que no se sabría encontrar broche y cuya existencia no pende siquiera de un hilo, eso es la desesperación. Del resto no hablemos. Acabaríamos por desesperarnos si comenzáramos. Yo desespero del tragaluz hacia las cuatro, desespero del abanico hacia las doce, desespero del cigarrillo de los condenados. Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene corazón, la mano permanece siempre ante la desesperación jadeando, ante la desesperación que los espejos jamás nos dicen si ha muerto. Vivo de esa desesperación que me encanta. Me gusta esa mosca azul que vuela por el cielo a la hora en que las estrellas canturrean. Conozco a grandes rasgos la desesperación de los largos y frágiles asombros, la desesperación de la soberbia, la desesperación de la ira. Me levanto todos los días como todo el mundo y extiendo los brazos sobre un papel de flores, no me acuerdo de nada, y siempre descubro con desesperación los bellos árboles desarraigados de la noche. El aire de la habitación es bello como unas baquetas de tambor. Forma un tiempo de tiempo. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Es como el viento que me ayuda. ¡Se tendrá idea de semejante desesperación! ¡Fuego! Ah, vendrán otra vez... ¡Socorro! Helos ahí cayendo por la escalera... Y los anuncios de periódico, los letreros luminosos a lo largo del canal. A grandes rasgos la desesperación carece de importancia. Es un incordio de estrellas que de nuevo va a formar un día de menos, es un incordio de días de menos que de nuevo va a formar mi vida.


El aire del agua

Siempre es por primera vez
Apenas si te conozco de vista
Entras a tal hora de la noche en una casa oblicua por mi ventana
Casa imaginaria
En donde de un segundo a otro
En la intacta oscuridad
Espero a que se produzca una vez más la desgarradura fascinante
La desgarradura única
De la fachada y de mi corazón
Cuanto más me aproximo a ti
En realidad
Más canta la llave en la puerta de la habitación desconocida
En donde te me apareces sola
Estás primero enteramente fundida en el resplandor
El ángulo fugitivo de una cortina
Es un campo de jazmines que he contemplado al alba en una carretera de los alrededores de Grasse
Con sus recolectoras en diagonal
Detrás el ala sombría cayendo de las plantas despobladas
Delante el cartabón de lo alucinante
La cortina invisible levantada
Todas las flores que vuelven en tropel
Estás en las presas a esa hora demasiado larga nunca tan empañada como el sueño
Como si pudieras ser
La misma en eso tan cerca que nunca te encontrara acaso
Simulas no saber que te observo
Maravillosamente no estoy ya seguro de que lo sepas
Tu ociosidad me llena los ojos de lágrimas
Una nube de interpretaciones rodea cada uno de tus gestos
Es una caza con liga
Hay unos rocking-chairs en un puente hay unas ramas que se arriesgan a lastimarle en el bosque
Hay en un escaparate de la calle Notre-Dame-de-Lorette
Dos bellas piernas cruzadas presas de unas largas medias
Que se extienden hasta el centro de un gran trébol blanco
Hay una escalera de seda desplegada sobre la hiedra
Hay
Por qué inclinarme sobre el abismo
De la fusión sin la esperanza de tu presencia y de tu ausencia
He encontrado el secreto
De amarte
Siempre por primera vez.


Síguelas todas

A Benjamin Péret

En el corazón del territorio indio de Oklahoma
Un hombre sentado
Cuya mirada es como un gato que da vueltas alrededor de un tiesto de grama

Un hombre cercado
Y a través de su ventana
El concilio de las engañosas inflexibles divinidades
Que se alzan cada mañana en la mayor parte de la niebla
Hadas resentidas
Vírgenes a la española inscritas en un reducido triángulo isósceles
Cometas fijos cuyos cabellos el viento decolora

El petróleo lo mismo que los cabellos de Eleonora
Hierve por encima de los continentes

Y en su voz transparente
Hay ejércitos que se observan en la lontananza
Hay canciones que viajan bajo el ala de una lámpara

Hay la esperanza de ir tan de prisa
Que en tus ojos
Se mezclan al filo del cristal los ramajes y las luces

En la encrucijada de las rutas nómadas
Un hombre
Alrededor del cual se ha trazado un círculo
Lo mismo que alrededor de una gallina

Amortajado vivo en el reflejo de los azules manteles
Apilados en su armario hasta el infinito

Un hombre con la cabeza cosida
A los bajos del sol poniente
Y cuyas manos son peces-cofres

Ese país se asemeja a una inmensa boite nocturna
Con sus mujeres llegada desde el otro extremo del mundo
En cuyos hombros ruedan los guijarros de todos los mares
Las agencias americanas no han olvidado recurrir a los jefes indios
Sobre las tierras en donde se han perforado los pozos
Y que no son libres de desplazarse
Sino dentro de los límites impuestos por el tratado de guerra

La riqueza inútil
Los mil párpados del agua que duerme

El curandero pasa todos los meses
Coloca su chistera sobre el lecho cubierto con un velo de flechas
Y de su maleta de foca
Se esparcen los últimos catálogos de las manufacturas
Escapados de la mano que los abría y cerraba cuando éramos niños

Una vez sobre todo una vez
Era un catálogo de automóviles
Presentando el coche de casada
El sedán que se alarga sobre una docena de metros
Por la cola
El coche de gran pintor
Tallado en un prisma
El coche de gobernador
Semejante a un erizo del que cada espina es un lanzallamas

Sobre todo había
Un veloz coche negro
Coronado de águilas de nácar
Y como por las olas
Excavado en todas sus caras de adornos de chimenea de salón
Una carroza que sólo podía ser impulsada por el relámpago
Como aquella en la que iba errante con los ojos cerrados la princesa Acanto
Una carreta gigante llena de babosas grises
Y de lenguas de fuego como la que aparece en las horas fatales en el jardín de la torre de Saint-Jacques
Un rápido pez preso en un alga y multiplicando sus coletazos
Un gran coche de solemnidad y de duelo

Para el último paseo de un santo emperador futuro
Con tanta fantasía
Que haría que pasara de moda la vida entera

El dedo dibujó sin vacilación la helada imagen
Y desde entonces
El hombre con la cresta de tritón
Ante su volante de perlas
Viene cada tarde a remeter la ropa del lecho de la diosa del maíz

Para la historia poética yo conservo
El nombre de ese jefe desposeído que es un poco el nuestro
De ese hombre solo metido en el gran circuito
De ese hombre soberbiamente enmohecido en una máquina nueva
Que deja al viento en ridículo

Se llama
Lleva el nombre resplandeciente de Síguelas todas
En la vida en la muerte sigue a la vez las dos liebres
Sigue a tu suerte que es un vuelo de campanas de fiesta y de alarma
Sigue a las criaturas de tus sueños que se desmayan envueltas en sus faldas blancas
Sigue a la Sortija sin dedo
Sigue a la cabeza de la avalancha


Oda a Charles Fourier
(Fragmento)

En aquel tiempo no te conocía más que de vista
No sé siquiera cómo estás vestido
En el género neutro sin duda no se hace mejor
Pero nunca sabríamos felicitar demasiado a los ediles
Por haberte hecho surgir en la proa de los bulevares exteriores
Es tu lugar en las horas de fuerte cabeceo
Cuando la ciudad se levanta
Y cada vez más cerca el furor del mar alcanza las muy espirituales colinas
Cuyo último emparrado transporta a las estrellas
O más a menudo cuando se organiza la gran batida nocturna del deseo
En un bosque en donde todos los pájaros son llamas
Y también cada vez que una ráfaga peor descubre en el casco de un buque
Una llaga deslumbrante que es el pregón de las sirenas
Yo no creía que estuvieras en tu puesto
Y he aquí que un amanecer de 1937
Vaya hacía cerca de cien años que estabas muerto
Al pasar percibí un ramo muy lozano de violetas a tus pies
Es raro que se haga florecer a las estatuas en París
No hablo de las perradas destinadas a mover el rebaño
Y la mano que se perdió hacia ti por un largo surco extravía también mi memoria
Debió ser una fina mano de mujer enguantada
Le gustaba abrigarse para mirar a lo lejos
Sin preocuparme demasiado en los días que siguieron observé que el ramo era renovado
El rocío y él no eran sino una misma cosa
Pero a ti nada te habría hecho apartar los ojos de los cienos diamantíferos de la plaza Clichy
Fourier estás todavía ahí
Como en el tiempo en que te obstinabas entre tus pliegues de bronce en hacer que se desviara el tren de las barracas forasteras
Desde que han desaparecido eres tú quien está incandescente
Tú que sólo hablabas de unir mira todo lo que has desunido
Y en desorden han descendido de nuevo a la costa
Los labios entreabiertos de los niños que enojan el seno de las madres desnudas
Y esos nácares de hombros y esas nalgas que conservan su vello
Se amalgaman en un solo bloque compacto y mate de espuma marina
Que salta un hilillo de sangre
En otro plano
Pues las imágenes más vivas son las más fugaces
La manga del tiempo olfatea la nuez moscada
Y hace brotar el puño deslumbrante de la vida
En otro plano
Algunos se dedican a cuidar en los escombros al borde de las charcas
Unas especies que parecen en vías de enquistarse definitivamente
Pero que con ayuda de las circunstancias no parecen incapaces de una nueva reptación
Y pasan por alimentar de buena gana su miseria
Repugna cortar sus huevos sin cáscara
Su freza inmemorial se desliza sobre el miedo
Las has conocido tan bien como yo
Pero no puedes saber cómo salieron de alisadas y glotonas de la invernación
Tú creías que en la tierra la creación de ensayo que había necesitado los modelos carnívoros de amplia dimensión no había resistido al primer diluvio mientras precisabas que una segunda creación en el Antiguo Continente y una tercera en América habían encontrado gracia ante un segundo diluvio de suerte que el hombre de ellas salido podía esperar a pie firme e incluso le pertenecía precipitar en su provecho las creaciones 4, 5, etc.
Dios de la progresión perdóname es siempre el mismo mobiliario
No estamos mejor provistos en relación a los contramoldes antirrata y antichinche
En verdad que los grandes huraños de la fauna prehistórica
No están tan lejos gobiernan la concepción del universo
Y prestan su piel halituosa a las obras de los hombres
Para saber cómo hoy el común de los mortales adquiere su suerte
Intenta sorprender la mirada del manato
Que se acomoda en su bañera de agua tibia en el zoo
Te dirá mucho sobre el vigor de los ideales
Y te dará la medida del esfuerzo que ha sido realizado
Por conducto de la industria atrayente
En semejante ocasión
No dejarás de informarte de los carroñeros
Y verás si han perdido su soberbia
Levantado el telón gemelo
Serás admitido a contemplar en su consagración
Con una mano de sangre impresa en el lugar del corazón sobre su impecable delantal al carnicero-sol
Concediéndose el ballet de sus garfios niquelados
Mientras los cinocéfalos de la especería
Colmados de atenciones en los días de penuria y de mercado negro
Cuando te acerques harán brillar su lado lujoso
Entre las medidas que preconizabas para restablecer el equilibrio de la población
(Número de consumidores en proporción a las fuerzas productoras)
Está claro que no se han referido al régimen gastrosófico
Cuyo establecimiento debía ir parejo con la legalización de las costumbres fanerógamas
Han preferido el buen viejo método
Que consiste en practicar sombríos cortes en la multitud fantasma
Bajo el anestésico a toda prueba de las banderas
Fourier es demasiado tétrico verlos emerger de una de las peores cloacas de la historia
Prendados del dédalo que a ella conduce
Impacientes por volver a comenzar para saltar mejor
Sobre la brecha
A la primera falta del ciclón
Saber quién queda con la lámpara en el casco
Firme la mano en la rampa de la vagoneta colgada
Lanzada entre el carbón sublime
Como tú Fourier
Tú todo de pie entre los grandes visionarios
Que creíste tener razón sobre la rutina y la desgracia
O todavía como tú en la actitud inmortal
Del Sacador de apuros
Por más que digan que te hicistes graves ilusiones
Sobre las probabilidades de resolver el litigio amistosamente
A ti la caña de Orfeo
Otros vinieron que no estaban armados solamente de persuación
Llevaban el carnero que crecería
Hasta poder volverse de oriente a occidente
Y si la violencia anidaba entre sus cuernos
La primavera entera se abría en el fondo de sus ojos
Alternativamente la existencia de ese animal fabuloso me exalta y me trastorna
Cuando golpeó con la cabeza el mundo tembló hubo inmensos calveros
Que por parcelas han sido recobrados por la maleza
Ahora sangra y pace
No veo al pastor omnítono que debería ser su guarda
A fin de que siga siendo lo bastante valiente para ir al final de su hazaña
Uno se estremece de que se haya contaminado hace mucho tiempo cerca de los pantanos
Bajo el soberbio Toisón tan solapadamente iban a elaborarse unos venenos
El drama consiste en que no se puede responder de esos seres de muy grandes proporciones que llegan a poner en marcha al genio y que entregados a sus propios recursos sólo tienen tendencia a orientarse hasta lo nefasto con mayor motivo si el recurso a lo nefasto parcial, considerado como transitorio a efectos incluso de reducir en lo sucesivo lo nefasto entra en las intenciones con las cuales están amasados
Inapreciado
A mis ojos y siempre ejemplar continúa siendo el primer salto realizado en el sentido del ajuste de estructura
Y sin embargo qué error de entrada en agujas ha podido cometerse nada anuncia el reino de la armonía
No solamente Creso y Lúculo
A los que tú llamabas para rivalizar en los subgrupos de las tiendas de la ranúncula
Tienen todavía en contra a Espartaco
Sino que mirando de atrás hacia adelante se tiene la impresión de que los recorridos de dicha son cada vez más escasos
Indigencia engaño opresión matanza son aún los mismos males con los que marcaste la civilización al rojo vivo
Fourier se han burlado pero será necesario que un día se pruebe por gusto o a la fuerza tu remedio
A riesgo de hacer sufrir a la receta de tu mano ciertas correcciones de ángulo
Comenzando por la reparación de honor
Debida al pueblo judío
Y dejando fuera de debate que sin distinción de confesión la libre rapiña engalanada con el nombre comercial no podría ser rehabilitada
Rey de pasión un error de óptica no es como para alterar la nitidez o reducir la envergadura de tu mirada
El calendario en tu pared ha adquirido todos los colores del espectro
Sé cómo amarías sin reserva
Todo lo que de nuevo existe
En el agua
Que pasa bajo el puente
Pero para poner orden en estas últimas adquisiciones y quién sabe por imposible hacérselas propicias
Tu viejo baúl de corazón de roble es siempre bueno
Todo lo contiene si no se complace en sus doce cajones

Versiones de Manuel Álvarez Ortega