foros
de tal índole constituye un marco propicio para que maestros
y alumnos analicen el quehacer académico del arquitecto con
el fin de alcanzar un modelo actualizado de la disciplina.
Además es un escenario para exponer, ante instituciones culturales
y de gobierno, la importancia de conservar el patrimonio cultural
universal, que bien merece un trabajo de rescate.
Esteban Prieto Vicioso, actual coordinador general de la Carimos,
indicó que este organismo está integrado por profesionales
e instituciones del Caribe y su objetivo es preservar la vasta y rica
herencia cultural de esta región. Además, ofrece asesoría
en materia de conservación a 40 estados insulares y continentales
del Mar de las Antillas y del Golfo de México, así como
a los del Océano Atlántico adyacente.
Sus principales líneas de acción están relacionadas
con la protección de la arquitectura del Gran Caribe. También
realiza inventarios de monumentos y sitios, impulsa la formación
profesional y artesanal, cuenta con amplia información relacionada
con el tema y la difunde, promueve el respeto y el trabajo a favor
del patrimonio histórico y otorga asesoría técnica
y cooperación profesional.
Cabe señalar que entre los proyectos de restauración
en los que han intervenido arquitectos de la Carimos, como parte de
su intensa campaña de intercambio académico y profesional,
destacan los realizados en el Centro Histórico de Cabo Haitiano,
el Chess Hall de George-town en Guayana, la consolidación del
edificio Duplessis en Surinam y los que se realizan en el Rodney Memorial
Building de Jamaica.
Urgente,
mejorar la formación de arquitectos y conservacionistas
Si se desea preservar la rica herencia cultural del Caribe, una
de las acciones que se debe tomar en cuenta a corto plazo es mejorar
los programas académicos tanto de arquitectos como de conservacio-nistas,
estimó la académica puertorriqueña Doris Maza
en su conferencia Peligros y riesgos característicos
de la herencia cultural en la zona insular del Caribe, en
la que afirmó que cada día es más difícil
realizar estudios y divulgar, proteger y conservar el patrimonio
histórico construido. Resulta muy complejo financiar y ejecutar
proyectos de restauración y reutilización; incluso,
gran cantidad de edificios patrimoniales se pierden mucho antes
de poder ser identificados y documentados. Nuestras armas
de defensa del patrimonio se están quedando cortas ante los
aspectos culturales de la globalización y del mal llamado
desarrollo y progreso. Casi podríamos decir que nuestra batalla
está perdida.
No obstante, dijo que la reunión demuestra que todavía
tenemos esperanzas, aún somos soñadores. Creemos en
la educación como un arma de batalla efectiva y estamos aquí
porque todavía hay voluntad, creatividad y entusiasmo para
proponer nuevas soluciones a los problemas que todos conocemos.
Señaló que es necesario que se identifiquen aquellos
peligros y riesgos que pudieran ser minimizados por los arquitectos
y conserva-cionistas profesionales. En ello, es esencial incentivar
la formación académica y poner mayor énfasis
en el estudio de los riesgos que se corren cuando el patrimonio
se vuelve vulnerable. El patrimonio puede ser menos vulnerable
ante los efectos de los fenómenos naturales si, además
de entender la metodología constructiva que es básica,
también se sabe el comportamiento y los efectos de estos
fenómenos.
Las
imágenes importadas destruyen nuestra riqueza cultural
La región caribeña necesita una estrategia inmediata
para proteger su patrimonio cultural, pues existe el riesgo de que
nos cubran con imágenes importadas que destruyan nuestra
riqueza, afirmó Víctor Marín, de la Carimos,
y añadió que la formación de profesionales
de la conservación del patrimonio arquitectónico es
un aspecto indispensable para lograr una adecuada protección
del patrimonio en esa región.
Anunció el proyecto Vías del patrimonio en manos
jóvenes, que establece la necesidad de fundar una academia
que establezca, reconozca y compatibilice cursos formativos de conservación
y, especialmente, proporcione una clasificación racional
de profesionales que deberán incorporarse rápidamente
a las instituciones nacionales que atienden el tema.
Marín reconoció que es responsabilidad de los asociados
a la Carimos promover un reforzamiento de los temas climáticos,
energéticos y estructurales que ayuden a la comprensión
de nuestros tipos constructivos y de los materiales predominantes,
trabajo que facilitará además formas de manejo y protección
al paisaje.
Recordó cómo se adoptó la definición
geográfica de la región establecida por las Naciones
Unidas. El Gran Caribe comprende 40 países y territorios,
entre los que figuran Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice,
Colombia, Costa Rica, Cuba, Dominica, El Salvador, Estados Unidos,
Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México,
Nicaragua, Panamá, República Dominicana, San Cristóbal
y Nevis, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Suriname,
Trinidad y Tobago, Venezuela, Anguila, Antillas Holandesas, Aruba,
Guadalupe, Guayana Francesa, Islas Cayman, Islas Turcas y Caicos,
Islas Vírgenes, Martinica, Montserrat, Puerto Rico, San Bar-tolomé
y San Martín.
Sus principales objetivos se basan en el estudio, la divulgación,
la protección y restauración de los monumentos y sitios
que definan el carácter local, regional, nacional e interregional
de la zona, contribuyendo a fortalecer su identidad cultural y su
desarrollo.
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