Arredondo
recordó que el primer director de la facultad, Alfonso Me-dellín
Zenil, junto con el rector Gonzalo Aguirre Beltrán, trabajaron
arduamente para dejar los cimientos de una facultad que ha tenido
un desem-peño destacable y que desde hace dos años se
ha insertado exitosamente en el Modelo Educativo Integral Flexible
(meif).
Se congratuló por los logros de la Facultad de Antropología
y los de la Universidad en general, que han quedado demostrados por
la confianza en las propuestas académicas presentadas por la
casa de estudios ante el Gobierno federal. Este año, la uv
obtuvo recursos extraordinarios por un monto de 55 millones de pesos,
provenientes de fondos concursables del Gobierno federal, que serán
destinados a la modernización de la infraestructura y a proyectos
académicos.
Javier Kuri Camacho, director de la Facultad de Antropología,
dijo que desde su creación en 1957 hasta la fecha, esta escuela
ha tenido una vida académica intensa, en la que se han efectuado
debates que cuestionan no sólo el quehacer académico
institu-cional, sino también la formación y función
de los antropólogos en la sociedad veracruzana y nacional.
Con la reforma educativa impulsada en los últimos años,
ha logrado acrecentar prácticas con la participación
de miembros de diversos centros de investigación, como los
institutos de Antropología y de Investigaciones Histórico-Sociales
de la uv, del Instituto Nacional de Antropología e Historia
(inah) y del Centro de Investigación y Estudios Superiores
en Antropología Social (ciesas-Golfo), así como de instancias
académicas como la unam. Estos vínculos de colaboración
han permitido que los estudiantes accedan de forma más natural
a instituciones dedicadas exclusivamente a la labor antropológica.
Comentó que la Facultad de Antropología ha sido sede
de varios eventos nacionales e internacionales que la han proyectado
a tal grado que contamos con una serie de programas de vinculación
que han incidido no sólo en el aprendizaje de los antropólogos
sino además en la inserción profesional de nuestros
alumnos antes de su egreso.
Para consolidar el proyecto educativo de los estudiantes, se ha participado
en distintas convocatorias de programas para la modernización
de la educación superior, impulsados por la sep. En este rubro
se han obtenido recursos para equipar los laboratorios de arqueología,
fotografía y cartografía. El propio rector develó
una placa en el laboratorio de cerámica que de ahora
en adelante llevará el nombre de Alfonso Medellín Zenil
y la placa conmemorativa de los 45 años de existencia de la
Facultad de Antropología
Gonzalo
Aguirre Beltrán, impulsor de la investigación antropológica
Al hacer un recuento de lo que han sido 45 años de trabajo
antropológico en Xalapa, ex directores de la Facultad de
Antropología reconocieron la labor invaluable de Gonzalo
Aguirre Beltrán como uno de los pilares en esta disciplina.
Carlo Antonio Castro, connotado académico y lingüista
que dirigió la Facultad de 1959 a 1963, dijo que debe encomiarse
la magnífica herencia antropológica legada por Beltrán,
sin lugar a dudas el impulsor de la investigación antropológica
en la Universidad.
Entre sus méritos, destaca una amplia obra publicada, sus
estudios de etnohistoria de la población negra en México,
además de las amplias bibliografías plurilingües
que conforman un legado invaluable de quien fue pilar del Instituto
Nacional Indigenista y miembro del patronato inicial de Instituto
Veracruzano de la Cultura.
Alfonso Gorbea Soto, integrante de la primera generación
de la Facultad de Antropología y primer director egresado
de la misma, recordó cómo la trayectoria de la antropología
en Xalapa se ha consolidado en 45 años, y cómo gracias
al apoyo decidido de Aguirre Beltrán quien puso como
condición para aceptar la rectoría universitaria fundar
la Escuela de Antropología en la uv el estudio de esta
disciplina se proyectó en el país y en el extranjero.
Lo que la escuela tenía como base cuando recién
se fundó fue un sistema muy próximo a la política
indigenista; la tendencia era abrir el campo al desarrollo de las
comunidades operando cambios socioeconómicos.
De alguna forma, tales modificaciones iban a ventilar las necesidades
en los grupos populares marginados, entre los que se encontraban
no únicamente los indígenas, sino también la
población suburbana, es decir, de todas aquellas comunidades
donde se establecían los cánones para poder interpretar
la situación real de gente desvalida en sus preconcepciones
de la vida contemporánea y moderna.
Reconoció que los maestros que ofrecían formación
en los primeros años fueron parte del pilar robusto y fuerte
de la antropología veracruzana: De hecho, llegó
un momento en que realmente la Escuela de Antropología en
Veracruz era la competidora de la Escuela Nacional de Antropología
e Historia, y eso significó un gran logro. Recordó
cómo la tendencia de los alumnos entre 1967 y 1971 estaba
encaminada a impulsar cambios socioeconómicos de las sociedades
marginadas, y cómo fue objeto de la revancha gubernamental
y política que pugnó por desaparecer del pensamiento
universitario todo lo relativo a la filosofía, las letras,
la antropología y la historia. Afortunadamente no sucedió
así, y el sistema persistió haciéndose cada
vez más fuerte y mejor, convirtiéndose después
en una dependencia universitaria como lo es ahora.
David López Cordeña coincidió con sus predecesores
al señalar que fue gracias a personajes como Aguirre Beltrán
que la antropología en Xalapa se consolidó como disciplina
de estudio, originándose corrientes de pensamiento como las
que a él le tocaron vivir: A mediados de los ochenta
la facultad pasó de ser una escuela que formaba básicamente
cuadros para la antropología aplicada y de manera especial
para la labor del Instituto Nacional Indigenista, a ser un centro
con clara perspectiva marxista-leninista. Esto, aunado al
movimiento democrático de la Facultad de Humanidades que
surgió a finales de los ochenta, permitió que hablar
de antropología en esos años fuera referirse a un
paradigma filosófico-político guiado por las obras
de Marx y Engels, y con muy pocas alternativas.
Las
crónicas de la evangelización generan confusión:
Guy Rozat
A pesar de estar desligado de la antropología desde hace
tiempo, Guy Rozat Dupeyron, autor del libro Amé-rica: imperio
del demonio, habló sobre la necesidad de recuperar la densidad
histórica que envuelve a muchas fuentes de referencia de
la antropología para conocer las verdaderas implicaciones
de sus primeros relatores.
Rozat explicó cómo la mayoría de los historiadores
y antropólogos recogen textos de los siglos xvi, xvii y xviii
para volverlos libros de consulta, permitiendo convertirlos en fuentes
oficiales de la antropología y de la historia. Esta práctica
elimina toda la densidad histórica de un texto evidentemente
modelado por el contexto. Cuando la gente nos dice que el
primer antropó-logo de América es fray Bernardino
de Sahagún y el primer hombre de izquierda fray Bartolomé
de las Casas, toma una actitud errónea, que engaña
también a quienes se transmite este conocimiento.
De hecho, hay gente que adopta los textos del siglo xvi como si
fueran reportes del Instituto Nacional de Antropología e
Historia. Es como si Bernardino de Sahagún acabara
de regresar de sus exploraciones de campo y nos diera su última
versión del imperio azteca; pero en esos libros no había
ningún interés por hacer estudios académicos
e investigación científica.
En su opinión, el acto de leer las crónicas de la
evangelización como fuente para la historia genera confusión,
pues no fueron escritas originariamente para el uso de los historiadores
modernos. Debido a esta ambigüedad, la mayoría de las
veces imperceptible para el investigador, se les transforma en textos
descriptivos, que al ser interpretados de esta forma se convierten
en documentos de tal validez que el estudioso sólo se preocupa
por saber si el texto dice la verdad y se desentiende de la verdad
del texto. Para mí, lo importante ya no sigue siendo
la verdad externa o referencial de la crónica, sino la verdad
del texto en tanto que es expresión del contexto teológico
desde donde se escribió.
La pregunta fundamental que se le debe hacer al texto ya no es cómo
eran los indios reales, sino cómo pueden ser indios
en el texto de Pérez de Rivas, es decir, cómo se constituye
en la obra una figura que el autor llama indios y bajo
qué condiciones podemos adoptar figuras retóricas
del indio construidas por el erudito jesuita. Mi interés
apuntó ha sido buscar una reapertura de la lectura
de estos textos, pero quitando las implica-ciones de pozo
de ciencia porque es evidente que en el siglo xvi a nadie
le pasaba por la cabeza ningún interés genuino por
el mundo prehispánico. En esos años todo el conocimiento
estaba mediado por la teología y las estrategias de dominación,
de conquista.
Guy Rozat Dupeyron es doctor en Sociología por la Universidad
de París. Desde 1976 es investigador del Instituto Nacional
de Antropología e Historia, y de 1976 a 1978 fue profesor
de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde
fundó la licenciatura en Historia. Actualmente es profesor
en la Facultad de Historia de la uv.
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