Noviembre-Diciembre 2002, Nueva época No. 59-60 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Mensual


 

 Ventana Abierta

 Mar de Fondo

 Palabras y Hechos


 Tendiendo Redes


 Ser Académico

 Quemar las Naves

 Campus

 Perfiles

 Pie de tierra


 Números Anteriores


 Créditos

 

 

 

La antropología nos ayuda a entender el presente y proyectar el futuro: Arredondo
Edith Escalón, Alma Espinosa, Vietnam García y Gina Sotelo

Durante la conmemoración del 45 aniversario de la Facultad de Antropología de la uv –la segunda más longeva del país, después de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (enah)–, el rector Víctor Arredondo destacó la importancia del estudio de la antropología como una herramienta para conocer los hechos históricos que auxilian a entender el presente y proyectar el futuro: “hoy, más que nunca, requerimos de una reflexión seria sobre las perspectivas de nuestro país y de nuestro estado en el contexto de la globalización”.
Los estudios antropológicos contribuyen a responder muchas interrogantes, como la pertinencia
Ante estudiantes y profesores de la Facultad de Antropología, el rector Víctor A. Arredondo se congratuló por los logros obtenidos por esta escuela a lo largo de 45 años. (Foto: Luis Fernando Fernández)
de que en Veracruz se continúe con el enfoque de la monoproducción o se opte por un desarrollo diversificado, un equilibrio en la vida productiva y que se logre un manejo magistral de los recursos económicos. “Ese modelo de desarrollo, esa visión cosmogónica de la vida y de la civilización es la que hoy más que nunca necesitamos retomar”, afirmó.
En presencia de maestros y alumnos, el rector se pronunció por una creciente participación de los alumnos en el estudio de la realidad de nuestro estado y en el diseño de propuestas de desarrollo. “Cuando hablamos de ampliar las rutas y de abrir las posibilidades de la formación universitaria, estamos conscientes de que los estudiantes pueden ser protagonistas de su propia formación”. Por ello, éstos deben apropiarse de sus procesos de aprendizaje y convencerse de que la mejor inversión está en su educación, para que en un futuro, como egresados de la uv, sean los líderes del cambio.
  Guy Rozat, estudioso francés, puso en duda la validez de las crónicas de evangelización de los siglos xvi, xvii y xviii como fuentes válidas de consulta histórica. (Foto: César Pisil)
Arredondo recordó que el primer director de la facultad, Alfonso Me-dellín Zenil, junto con el rector Gonzalo Aguirre Beltrán, trabajaron arduamente para dejar los cimientos de una facultad que ha tenido un desem-peño destacable y que desde hace dos años se ha insertado exitosamente en el Modelo Educativo Integral Flexible (meif).
Se congratuló por los logros de la Facultad de Antropología y los de la Universidad en general, que han quedado demostrados por la confianza en las propuestas académicas presentadas por la casa de estudios ante el Gobierno federal. Este año, la uv obtuvo recursos extraordinarios por un monto de 55 millones de pesos, provenientes de fondos concursables del Gobierno federal, que serán destinados a la modernización de la infraestructura y a proyectos académicos.
Javier Kuri Camacho, director de la Facultad de Antropología, dijo que desde su creación en 1957 hasta la fecha, esta escuela ha tenido una vida académica intensa, en la que se han efectuado debates que cuestionan no sólo el quehacer académico institu-cional, sino también la formación y función de los antropólogos en la sociedad veracruzana y nacional.
Con la reforma educativa impulsada en los últimos años, ha logrado acrecentar prácticas con la participación de miembros de diversos centros de investigación, como los institutos de Antropología y de Investigaciones Histórico-Sociales de la uv, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah) y del Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas-Golfo), así como de instancias académicas como la unam. Estos vínculos de colaboración han permitido que los estudiantes accedan de forma más natural a instituciones dedicadas exclusivamente a la labor antropológica. Comentó que la Facultad de Antropología ha sido sede de varios eventos nacionales e internacionales que la han proyectado a tal grado que “contamos con una serie de programas de vinculación que han incidido no sólo en el aprendizaje de los antropólogos sino además en la inserción profesional de nuestros alumnos antes de su egreso”.
Para consolidar el proyecto educativo de los estudiantes, se ha participado en distintas convocatorias de programas para la modernización de la educación superior, impulsados por la sep. En este rubro se han obtenido recursos para equipar los laboratorios de arqueología, fotografía y cartografía. El propio rector develó una placa en el laboratorio de cerámica –que de ahora en adelante llevará el nombre de Alfonso Medellín Zenil– y la placa conmemorativa de los 45 años de existencia de la Facultad de Antropología

Gonzalo Aguirre Beltrán, impulsor de la investigación antropológica
Al hacer un recuento de lo que han sido 45 años de trabajo antropológico en Xalapa, ex directores de la Facultad de Antropología reconocieron la labor invaluable de Gonzalo Aguirre Beltrán como uno de los pilares en esta disciplina. Carlo Antonio Castro, connotado académico y lingüista que dirigió la Facultad de 1959 a 1963, dijo que debe encomiarse la magnífica herencia antropológica legada por Beltrán, sin lugar a dudas el impulsor de la investigación antropológica en la Universidad.
Entre sus méritos, destaca una amplia obra publicada, sus estudios de etnohistoria de la población negra en México, además de las amplias bibliografías plurilingües que conforman un legado invaluable de quien fue pilar del Instituto Nacional Indigenista y miembro del patronato inicial de Instituto Veracruzano de la Cultura.
Alfonso Gorbea Soto, integrante de la primera generación de la Facultad de Antropología y primer director egresado de la misma, recordó cómo la trayectoria de la antropología en Xalapa se ha consolidado en 45 años, y cómo gracias al apoyo decidido de Aguirre Beltrán –quien puso como condición para aceptar la rectoría universitaria fundar la Escuela de Antropología en la uv– el estudio de esta disciplina se proyectó en el país y en el extranjero. “Lo que la escuela tenía como base cuando recién se fundó fue un sistema muy próximo a la política indigenista; la tendencia era abrir el campo al desarrollo de las comunidades operando cambios socioeconómicos”.
De alguna forma, tales modificaciones iban a ventilar las necesidades en los grupos populares marginados, entre los que se encontraban no únicamente los indígenas, sino también la población suburbana, es decir, de todas aquellas comunidades donde se establecían los cánones para poder interpretar la situación real de gente desvalida en sus preconcepciones de la vida contemporánea y moderna.
Reconoció que los maestros que ofrecían formación en los primeros años fueron parte del pilar robusto y fuerte de la antropología veracruzana: “De hecho, llegó un momento en que realmente la Escuela de Antropología en Veracruz era la competidora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y eso significó un gran logro”. Recordó cómo la tendencia de los alumnos entre 1967 y 1971 estaba encaminada a impulsar cambios socioeconómicos de las sociedades marginadas, y cómo fue objeto de la revancha gubernamental y política que pugnó por desaparecer del pensamiento universitario todo lo relativo a la filosofía, las letras, la antropología y la historia. “Afortunadamente no sucedió así, y el sistema persistió haciéndose cada vez más fuerte y mejor, convirtiéndose después en una dependencia universitaria como lo es ahora”.
David López Cordeña coincidió con sus predecesores al señalar que fue gracias a personajes como Aguirre Beltrán que la antropología en Xalapa se consolidó como disciplina de estudio, originándose corrientes de pensamiento como las que a él le tocaron vivir: “A mediados de los ochenta la facultad pasó de ser una escuela que formaba básicamente cuadros para la antropología aplicada y de manera especial para la labor del Instituto Nacional Indigenista, a ser un centro con clara perspectiva marxista-leninista”. Esto, aunado al movimiento democrático de la Facultad de Humanidades que surgió a finales de los ochenta, permitió que hablar de antropología en esos años fuera referirse a un paradigma filosófico-político guiado por las obras de Marx y Engels, y con muy pocas alternativas.

Las crónicas de la evangelización generan confusión: Guy Rozat
A pesar de estar desligado de la antropología desde hace tiempo, Guy Rozat Dupeyron, autor del libro Amé-rica: imperio del demonio, habló sobre la necesidad de recuperar la densidad histórica que envuelve a muchas fuentes de referencia de la antropología para conocer las verdaderas implicaciones de sus primeros relatores.
Rozat explicó cómo la mayoría de los historiadores y antropólogos recogen textos de los siglos xvi, xvii y xviii para volverlos libros de consulta, permitiendo convertirlos en fuentes oficiales de la antropología y de la historia. Esta práctica elimina toda la densidad histórica de un texto evidentemente modelado por el contexto. “Cuando la gente nos dice que el primer antropó-logo de América es fray Bernardino de Sahagún y el primer hombre de izquierda fray Bartolomé de las Casas, toma una actitud errónea, que engaña también a quienes se transmite este conocimiento”.
De hecho, hay gente que adopta los textos del siglo xvi como si fueran reportes del Instituto Nacional de Antropología e Historia. “Es como si Bernardino de Sahagún acabara de regresar de sus exploraciones de campo y nos diera su última versión del imperio azteca; pero en esos libros no había ningún interés por hacer estudios académicos e investigación científica”.
En su opinión, el acto de leer las crónicas de la evangelización como fuente para la historia genera confusión, pues no fueron escritas originariamente para el uso de los historiadores modernos. Debido a esta ambigüedad, la mayoría de las veces imperceptible para el investigador, se les transforma en textos descriptivos, que al ser interpretados de esta forma se convierten en documentos de tal validez que el estudioso sólo se preocupa por saber si el texto dice la verdad y se desentiende de la verdad del texto. “Para mí, lo importante ya no sigue siendo la verdad externa o referencial de la crónica, sino la verdad del texto en tanto que es expresión del contexto teológico desde donde se escribió.”
La pregunta fundamental que se le debe hacer al texto ya no es cómo eran los indios reales, sino cómo “pueden ser indios” en el texto de Pérez de Rivas, es decir, cómo se constituye en la obra una figura que el autor llama “indios” y bajo qué condiciones podemos adoptar figuras retóricas del indio construidas por el erudito jesuita. “Mi interés –apuntó– ha sido buscar una reapertura de la lectura de estos textos, pero quitando las implica-ciones de ‘pozo de ciencia’ porque es evidente que en el siglo xvi a nadie le pasaba por la cabeza ningún interés genuino por el mundo prehispánico. En esos años todo el conocimiento estaba mediado por la teología y las estrategias de dominación, de conquista.”
Guy Rozat Dupeyron es doctor en Sociología por la Universidad de París. Desde 1976 es investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, y de 1976 a 1978 fue profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde fundó la licenciatura en Historia. Actualmente es profesor en la Facultad de Historia de la uv.