Noviembre-Diciembre 2002, Nueva época No. 59-60 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Mensual


 

 Ventana Abierta

 Mar de Fondo

 Palabras y Hechos


 Tendiendo Redes


 Ser Académico


 Quemar las Naves

 Campus

 Perfiles

 Pie de tierra


 Números Anteriores


 Créditos

 

 

 

Nuestro artista invitado
Las maquinaciones de lo
ilusorio, obra de István Orosz

Vinicio Reyes

Nacido en la ciudad de Kecskemét, Hungría, este autor, que goza de total reconocimiento en el ámbito mundial gracias a su talento y calidad artística, es conocido por la singular habilidad que posee en el tratamiento de sus temáticas, cargadas de intensidad surrealista, a las que es imposible sustraerse y evitar la sensación de quedarnos sin un soporte, hundiéndonos ante lo que intentamos interpretar.
Y es que, dada su capacidad de dibujante –que nos remite de manera inmediata al virtuosismo de los grandes clásicos–, basada en un profundo conocimiento de la perspectiva y en sus posibilidades para desarrollar ilusiones ópticas o “trampas visuales” al ojo y al cerebro, sus imágenes nos enfrentan a una serie de entredichos, al modo habitual de concebir el mundo a nuestro alrededor, a los modelos que nos hemos formado de las cosas. Maestro en el juego
de las ambivalencias percep-tivas, Orosz cuestiona las posibilidades de nuestros juicios.
Es por ello que el cartel, considerado como un documento que basa su efectividad en la objetivación de sus contenidos para asegurar que el mensaje llegue de manera directa al registro del espectador, en las manos de este creador se trueca en una especie de espejos y laberintos que exige de toda nuestra atención analítica y sensitiva.
Esta inclinación por el uso de las metáforas mediante el lenguaje plástico llevó a Orosz a desarrollar, tal vez como ningún otro artista, las imágenes anamórficas, consideradas como aquellas que se basan en la distorsión de la perspectiva y requieren para lograr ser apreciadas que el observador se ubique en un determinado punto. Otro aspecto evidente en sus trabajos se emparenta con el término francés Trompe-l’oeil, relacionado con las falacias espaciales o engaños de nuestra visión, fenómenos que caracterizan gran parte de la obra del holandés Escher, cuya influencia –reconoce Orosz– ha sido determinante en su formación.
Ejemplo del primer caso son algunos dibujos del autor húngaro manipulados de tal manera que, aparentemente inteligibles, se reconocen al ser proyectados sobre una superficie curva.
En tanto, el segundo es ejem-plificado con imágenes constituidas con una superficie bidimensional que nos dan una sensación de relieves o esculturas, o la creación de fotografías a partir de objetos estructurados ingeniosamente y que ante nuestros ojos parecen imposibles.
Ya algunos estudiosos han comentado sobre la característica de dualidad que aparece en la obra y la personalidad de este artista, que parece manejar con finísimos grados de ironía planteamientos de agudo sentido en sus imágenes, como el haberse representado en uno de sus carteles partiéndose en dos. En lo que parece el otro extremo, o acaso el fondo en el que se develan estos desplantes visuales, emerge un artista con serios intereses por indagar en las condiciones de su naturaleza y la multiplicidad de interpretaciones, de significados, de apariencias, que caracterizan un mundo que pareciera ilusorio, indiferente.
En medio de estos contrastes, permea un ambiente de lirismo poético, contemplativo, de una imaginación desbordada que trastoca cada objeto que observa cuidadosamente, estableciendo relaciones poco usuales entre los elementos que aparecen en sus cuadros. Mundo que en principio se nos hace inasequible, pero frente al que inexorablemente terminamos cautivos, como ante la visión de un sueño. Viene al caso mencionar a Bruno Ernst, quien en su libro El Espejo Mágico, dedicado a Escher, se pregunta sobre el cuadro “La Voz de la Sangre”, de Magritte: “¿Qué hacer con un cuadro así? O mejor dicho: ¿Qué hace un cuadro semejante con nosotros? No puede ser más absurdo, y sin embargo resulta encantador”.
István es también realizador de películas de animación, pintor y diseñador de escenografías para teatro. Sus cortometrajes son preocupados planteamientos, reflexiones filosóficas en sorprendentes imágenes sobre el drama de la soledad en la que se ve inmerso el hombre y la incertidumbre de su existir ante las continuas guerras y la violencia.