Julio-Agosto 2002, Nueva época No. 55-56 Xalapa • Veracruz • México
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El Instituto de Neuroetología celebró su décimo aniversario
La investigación básica en
comportamiento humano:
diferentes enfoques, un solo objetivo
Edith Escalón

La Más del 80 por ciento de los medicamentos que se aplican hoy en seres humanos fueron desarrollados gracias a la investigación básica, una labor que entidades como el Instituto de Neuroetología (INE) de la UV han realizado cabalmente.
Este año, el INE celebra diez años de existencia y sus frutos apenas se imaginaban en 1992. En aquel año, el interés de un grupo de jóvenes dedicado al estudio de la conducta animal dentro y fuera del laboratorio, dio origen, después de años de gestión, al instituto que hoy cuenta con una planta docente integrada por 15 especialistas, seis de ellos incorporados al Sistema Nacional de Investigadores.
Ellos componen dos de las mejores ofertas académicas de la UV: la maestría en Neuroetología, único posgrado de la UV en el Padrón de Excelencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), del que han egresado cinco generaciones; y el doctorado en Neuroetología, cuya segunda generación inició cursos en julio.
Además, el éxito de las investigaciones realizadas esta década ha brindado al instituto el reconocimiento de especialistas nacionales y extranjeros, lo que le ha permitido tener a su cargo gran parte de las reservas ecológicas (más de 650 hectáreas) de Catemaco y Sontecomapan, donde se encuentra la mayor riqueza de especies animales y vegetales del país.
En esta historia no sólo son destacables los indicadores, sino el indudable compromiso y persistencia de un grupo de especialistas que hace más de 20 años se conoció en los pasillos de la universidad. Desde entonces, han formado un verdadero equipo de trabajo que hoy se consolida como impulsor de importantes tareas de investigación, conservación y formación de personal especializado.
El programa académico de la celebración de aniversario -que se llevó el 29 y 30 de julio- incluyó el curso internacional "Transducción de señales: principios y aplicaciones", la presentación del libro conmemorativo Neuroetología, la década del cerebro y la conducta animal y una serie de conferencias magistrales, dictadas por especialistas de las universidades Veracruzana, Autónoma Metropolitana y Nacional Autónoma de México, que dieron lugar a reflexiones importantes sobre el estudio del comportamiento animal y sus bases neurológicas.

¿Cuáles son las bases de la conducta humana?
Algunas manifestaciones de la conducta humana, como la violencia, tienen sus bases en esa parte animal que pervive en el hombre, aseguró Jorge Martínez Contreras, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien añadió que para comprender estos aspectos es necesario reconocernos como animales.
Por ello, un grupo de científicos y filósofos convencidos de que el hombre es un animal evolucionado han basado su estudio en el análisis de la conducta de ciertos monos, que habitan en la región de Los Tuxtlas, donde la UV ha podido realizar muy diversas investigaciones desde hace años.
Los monos "constituyen el único ejemplo vivo de algo que se puede parecer a nuestros ancestros, y cabe aclarar que aunque no son nuestros ancestros, son más semejantes a ellos, incluso más que nosotros mismos, porque han conservado características más primitivas en el sentido científico de la palabra", dijo Martínez Contreras.
Sobre las características de la conducta del hombre y los casos en que el estudio de los animales ha sido de gran provecho para comprenderla, el filósofo de la UAM aseguró que esa base animal en nuestra especie existe, lo queramos o no. "La violencia, por ejemplo, es un fenómeno que existe en nosotros de manera natural, por lo cual debemos encontrar la manera de buscarle salidas, sin pretender que siendo racionales podemos evitarla o desaparecerla de nuestras vidas".
Asimismo, las necesidades sexuales y reproductivas son parte fundamental en cualquier ser vivo, por lo que no deben ser reprimidas ni por la iglesia ni por ninguna institución. "Por eso necesitamos tener presente nuestro pasado biológico, porque no debemos olvidar que somos animales... a fin de cuentas".
Desde luego, los investigadores reconocen que, como seres humanos, gozamos de dos grandes ventajas: el lenguaje y el razonamiento. Estas dos características han dotado al hombre de una gran capacidad de adaptación, que lamentablemente ha tenido un efecto negativo. "La rata noruega, por ejemplo, ha invadido al mundo igual que el gorrión turco, e incluso hay insectos más exitosos que nosotros. La gran diferencia es que los hombres hemos utilizado la razón de manera excesiva y absurda. Nos hemos reproducido demasiado, hemos impactado al planeta violentamente y lo hemos destruido".
Pese a lo contradictorio que pudieran resultar disquisiciones de tal índole, a juicio de los filósofos, fenómenos como éste tienen su fundamento en la base animal del hombre. Para argumentarlo, Jorge Martínez explicó que en nuestra especie hay un instinto animal de conquista, de dominación, de posesión, de marcar su territorio de forma excesiva y absurda.
"Si nosotros comprendemos que dichas inclinaciones forman parte de nuestra naturaleza y no nos avergonzamos de ello, podemos comprenderlas mejor y buscar soluciones más acordes y menos utópicas con nuestros problemas. Además, hay que recordar que la razón es un gran instrumento que nos puede servir para proteger o destruir. Su gran valor radica en darnos estas dos opciones, pero depende de nosotros la elección".

Curso de comunicación intercelular
Como parte de la conmemoración del décimo aniversario del Instituto de Neuroetología, un grupo de especialistas ofreció del 1 al 9 de agosto el curso Transducción de señales: principios y aplicaciones, en el que se desarrollaron conceptos básicos de la comunicación inter e intra celular y se pusieron en práctica métodos innovadores en el estudio del tema, con el fin de entender las bases biológicas del comportamiento, que hoy tienen que ver con los genes.
Arturo Ortega Soto, del departamento de Genética y Biología Molecular del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del IPN, afirmó que es evidente que toda la respuesta está en el genoma. Acompañado por los especialistas José Aguilera Ávila, Esther López Bayghen, Elena Hernández Aguilar y Guadalupe Manzo, Ortega Soto explicó que enfermedades como el cáncer, el alzheimer y la epilepsia podrían ser controladas de contar con los conocimientos suficientes relativos a la comunicación que existe entre las células.
"Cuando una persona presenta un ataque epiléptico, lo que tiene en realidad es una enorme actividad eléctrica en el cerebro, esto quiere decir que las células se están comunicando mucho; y en la medida en que nosotros logremos conocer cómo se efectúa dicha comunicación podremos controlarla, no sólo en enfermedades específicas sino también en padecimientos tan comunes como la depresión, y se podrán diseñar drogas o sustancias que controlen estos males".
El punto está en que todas las células del cuerpo tienen el mismo contenido de ácidos nucleicos, esto es, los mismos genes o la misma información. Sin embargo, las células del cerebro son diferentes a las de otras partes del cuerpo. De ahí surgió una interrogante: ¿por qué no todos los capítulos de este libro (genoma) se leen de la misma manera en los diferentes órganos y tejidos? Ortega Soto explicó que esto tiene que ver con la comunicación de las células con el ambiente y la comunicación entre ellas: "En el cerebro tenemos 100 millones de neuronas... la forma en que nosotros aprendemos, sentimos, amamos u odiamos es por la interacción que se da entre cada una de ellas".
Tanto los problemas como las enfermedades y patologías del hombre se presentan debido a que se gana o se pierde una función, y eso tiene que ver con la forma en cómo se comunican las células. De ahí la necesidad de entender cómo se da esta comunicación, cuáles son las señales que reciben las células y cómo reaccionan ante ellas. De ahí la importancia de intercambiar experiencias y conocimientos sobre el tema en actividades diversas como el curso Transducción de señales: principios y aplicaciones, concluyó Ortega Soto.