Julio-Agosto 2002, Nueva época No. 55-56 Xalapa • Veracruz • México
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En la educación, se pretende acabar
con el multiculturalismo: MacLaren

Iván Javier Maldonado y Gina Sotelo

A medida que las escuelas de los Estados Unidos reciben financiamiento de grandes corporaciones, sus políticas se basan en la certeza de que el conocimiento es producción, al grado de que la pedagogía ya está en manos de los tecnócratas.
El fenómeno de la globalización, que tiene como pilares a la privatización y la corporativización, constituye una "canibalización de lo social y lo político" debido a su naturaleza cleptocrática, pues roba a los países pobres y favorece a los poderosos. Dicho panorama comienza a delinearse en la educación de los Estados Unidos, al ser vista como una empresa a la cual sólo tendrán acceso quienes respondan a las exigencias de un sistema acorde con el motor de la economía mundial, aseguró Peter McLaren, académico de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
Invitado por el Instituto de Investigaciones en Educación, la maestría en Investigación Educativa y el Seminario de Educación Intercultural de la Universidad Veracruzana, para que ofreciera una serie de conferencias que ofreció del 29 al 31 de julio en el Auditorio de Humanidades, McLaren aclaró que si bien no es un especialista en asuntos de América Latina, intenta ofrecer, a partir de un pensamiento marxista humanista, lo que percibe en el ambiente de Estados Unidos, desde "la entraña del monstruo".
Dijo que el capitalismo auspiciado por el Estado neoliberal ya no puede sostener ciertos beneficios. La excesiva acumulación de capital ha originado una caída en la producción, el resquebrajamiento de la relación capital-trabajo -con jornadas más largas- y el surgimiento de una clase subpermanente o secundaria, que obtiene trabajo sin tener derecho a ninguna prestación.
Dijo que en los Estados Unidos domina una clase tecnócrata, masculina y de raza blanca, que incide en una diferenciación social por raza y género, y añadió que, con la Internet y los monopolios del software, el nuevo orden tiende hacia la corporativización mundial. Incluso los últimos avances de la ciencia en biotecnología, nanotecnología o genoma humano ya son comercializados. Con esto se abre el camino a un segundo génesis: el de la sociedad bioindustrial.
Aunque los Estados Unidos han hecho una propaganda a favor del libre mercado, marcan condiciones de competitividad que las naciones en vías de desarrollo no pueden llevar a cabo, de ahí que soliciten préstamos o abran sus fronteras a la inversión de compañías trasnacionales.
Tal decisión, dijo, resulta catastrófica para las economías emergentes, ya que dichos consorcios nunca invierten su capital y, cuando lo retiran, provocan la caída. A ello se suma el bloqueo de los negocios locales por "medidas de ajuste estructural para equilibrar el presupuesto" y el hecho de que la Organización Mundial de Comercio (OMC) presiona a los gobiernos a que efectúen cortes en el gasto para el desarrollo humano, como ha sucedido con la educación.
Así, el panorama de la globalización, al impulsar una sobreacumulación del capital y una sobreexplotación del trabajador, ha propiciado que la riqueza de las más fuertes corporaciones supere incluso al Producto Interno Bruto (PIB) de 182 países.
Peter McLaren aseveró que, a medida en que las escuelas de los Estados Unidos reciben financiamiento de grandes corporaciones, sus políticas se basan en la certeza de que el conocimiento es producción, al grado de que la pedagogía ya está en manos de los tecnócratas.
Si bien el multiculturalismo en el ámbito educativo norteamericano tiene sus raíces en la globalización, actualmente impera una tendencia a la unidad, mediante la aplicación de exámenes estandarizados que buscan formar en los alumnos habilidades acordes con los lineamientos de una industria inmersa en el libre mercado. Y ya existe el proyecto de que dichas evaluaciones tengan un alcance internacional con el propósito de homogeneizar a las regiones. Entre 1995 y 2001, afirmó, en Estados Unidos hubo un recorte para la educación a los adultos y un incremento al sistema de evaluación.
Tales situaciones delinean un panorama nada alentador. En primer lugar, la educación pública va a pasar a manos de la iniciativa privada; y por otro lado, el negocio de los exámenes estandarizados -cuyo actual propietario es Pearson, un corporativo dueño del Financial Times y de canales de televisión-, arroja jugosas ganancias y además ha perjudicado a muchos jóvenes, de ahí los elevados índices de deserción entre la población latina y negra.
En suma, el nivel educativo en los Estados Unidos es sumamente bajo, ya que se aboca a una instrucción directa y su práctica inmediata. No hay tiempo para la crítica, el debate de ideas -sobre todo, de carácter político- ni la investigación. Por ende, quienes acreditan los exámenes no pueden manifestar su pensamiento por escrito.
La realidad de la educación en la Unión Americana, concluyó McLaren, tiende hacia la comercialización, a su valor como mercancía. Así, la compañía Hershey diseña los menús nutricionales, Revlon hace pruebas para determinar si a los alumnos les cuesta trabajo peinarse o no, Shell se enfoca al medio ambiente y Exxon todavía considera que el sobrecalentamiento de la atmósfera no está comprobado.
Peter MacLaren, quien se asume como un marxista humanista, tiene una amplia experiencia como profesor en los Estados Unidos y Canadá. En 1983, recibió su doctorado por parte del Ontario Institute for Studies in Education, de la Universidad de Toronto, y es autor de más de 30 libros de crítica pedagógica, sociología de la educación, crítica literaria y etnográfica, estudios culturales y teoría social, que han sido traducidos a 12 idiomas. Recientemente obtuvo el Paulo Freire Social Justice Award por la Chapman University of California.