Julio-Agosto 2002, Nueva época No. 55-56 Xalapa • Veracruz • México
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El Premio Nobel de Química visitó la UV
A mediados de este siglo, la Tierra
recuperará la capa de ozono: Molina

Carolina Cruz

Boca del Río, Ver. El científico mexicano Mario Molina Henríquez, Premio Nobel de Química en 1995, visitó el 19 de agosto las instalaciones de la Universidad Veracruzana en esta ciudad. Durante su estancia conversó con los directores de distintas facultades, quienes le expusieron los proyectos de investigación y de trabajo que llevan a cabo, y conoció la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI), donde habló ante la comunidad universitaria sobre sus trabajos de preservación del medio ambiente.
Al recibir la medalla conmemorativa del 50 aniversario de la UV, otorgada como un presente por parte de sus autoridades, el estudioso de la capa de ozono afirmó que uno de los papeles que deben desarrollar las universidades es "fomentar una conciencia mucho más clara de lo importante que es proteger el medio ambiente, y de lo que significa trabajar en equipo para lograrlo". Posteriormente, Molina recorrió la USBI -donde elogió sus instalaciones- y dejó autografiado uno de sus libros acerca del impacto ambiental en la Ciudad de México.
El ganador del Premio Nobel por su trabajo sobre la presencia de ciertos compuestos de origen industrial, como los clorofluorcarbonados en la atmósfera, cuya densidad provoca la alteración de la composición química y repercute gravemente en la capa de ozono, dijo que "a mediados del siglo XXI se recuperará definitivamente la capa de ozono estratosférico que envuelve a la Tierra, misma que en las últimas décadas estaba desapareciendo por emisiones de compuestos industriales".
Los clorofluorcarbonados, expresó, son utilizados como refrigerantes para aire acondicionado y refrigeradores, también en aerosoles, espumas o disolventes. "Como resultado de la investigación que hicimos, hubo un acuerdo internacional para reducir la producción de estos compuestos en los países industrializados, aunque se siguen elaborando en cantidades menores y por un tiempo limitado".
Atribuyó la disminución de estos compuestos químicos a las medidas adoptadas en el Protocolo de Montreal, suscrito en 1987, y a los protocolos de Londres (1990) y Copenhague (1992), que han aumentado aún más las restricciones de su uso. Dijo que si bien se seguirán utilizando hasta la primera década de este siglo, "ya vemos con claridad que las cantidades han empezado a disminuir".
Pese a las resistencias de la industria, la aportación del Premio Nobel logró que estas sustancias fueran sustituidas por otras menos dañinas, como los hidrocarburos. "En refrigeración hay compuestos químicos parecidos, pero diseñados para que no sean tan estables y no lleguen a la estratosfera, inclusive algunos de ellos ya no contienen cloro".
Para el doctor en Fisicoquímica por la Universidad de California, el daño al planeta es un problema serio que la sociedad tiene que enfrentar: "Somos aproximadamente 6 000 millones de habitantes y tenemos que cambiar nuestra manera de funcionar para que los desperdicios de nuestras actividades no sigan deteriorando el ambiente. Ahora, por desgracia, sólo tenemos científicamente comprobado el caso de los fluoroclorometanos, pero no hay certidumbre científica sobre lo que podría pasar por el cambio climático. Es un problema muy serio que nos preocupa, pero la falta de evidencia científica no es excusa para no tomar acciones".
El hombre, añadió, está cambiando la superficie del planeta con la quema de bosques y otras acciones, sobre todo en sistemas ecológicos muy vulnerables, cuyos recursos podrían desaparecer si los habitantes no colaboran para proteger el medio ambiente. Sin embargo, afortunadamente las nuevas generaciones están creciendo con una conciencia ecológica más responsable.
Actualmente, Mario Molina se dedica tanto al estudio de las partículas finas que se desprenden de la quema de combustibles fósiles, las cuales también pueden modificar el clima junto con los gases invernadero, como al estudio del aire en el Valle de México, donde los contaminantes representan un serio problema de salud pública.