No
sólo en las grandes ciudades hay niños a quienes una
vida de trabajo y carencias los ha convertido en pequeños
adultos. Benito, Mauricio, Agustín, Diego, Leticia, Maximiliano
y Félix son algunos pequeños que viven en la comunidad
de Coyopolan, municipio de Ixhuacán de los Reyes. Ellos y
otros infantes representan una fuente de ingresos para sus familias.
Se dedican a la agricultura, a cuidar a sus hermanos menores y a
las labores domésticas. Pocas veces les queda tiempo para
divertirse, menos aún para desarrollar sus habilidades y
creatividad.
Al conocer tales carencias, desde octubre de 2001, Rosa Evit Zamora,
Iván Jácome y Rosario Guzmán, egresados de
la Facultad de Artes Plásticas (FAP) de la Universidad Veracruzana,
han convivido con los niños de Coyopolan. Gracias a su trabajo,
en este último periodo, entre 40 y 70 niños pudieron
cursar talleres de teatro, dibujo, pintura y escultura que formaron
parte del proyecto "Expresión de las artes plásticas
en la cultura popular".
Durante ese lapso, además de sensibilizarlos en la creación
artística, pudieron entablar una relación de amistad
y crecimiento mutuo que ha rendido frutos. Uno de los resultados
de la labor que se ha realizado con los niños fue la expoventa
de sus trabajos, en la que se incluyeron autorretratos, paisajes
y collages, entre otros. El dinero recaudado fue utilizado para
comprar a los niños artículos personales, como zapatos
y ropa.
Para Rosario Guzmán, el trabajo efectuado en Coyopolan constituyó
una forma de hacer valer algunos derechos de los niños, quienes
deben ser educados y apoyados para desplegar su talento e imaginación
a través de diversas actividades como las artísticas.
Además, este tipo de prácticas divertidas, entretenidas
y formativas ayudan a los infantes a relajarse y dejar a un lado
sus precoces obligaciones. Su relación con ellos, expresó,
fue muy gratificante: "Trabajamos con alumnos de tres hasta
13 años. Aprendimos mucho y la mejor remuneración
fue recibir su afecto y ver expuestos sus trabajos".
A pesar de las carencias, opinó Iván Jácome,
los pequeños habitantes de las zonas rurales pueden comunicarse
a través del arte de una manera más sencilla que los
de la ciudad, porque están menos deformados visualmente.
Dijo que la experiencia en general fue muy enriquecedora y los resultados
fueron fabulosos, por lo que espera que la comunidad universitaria
tome en cuenta esta labor para emprender nuevos proyector a favor
de los que más necesitan.
Rosa Evit Zamora nunca había trabajado con niños de
comunidades rurales, por ello sus vivencias en Coyopolan estuvieron
llenas sorpresas. En principio encontró mucha voluntad y
entusiasmo que contrastan con las carencias de la gente, al tiempo
que descubrió una gran sinceridad que ayuda a establecer
buenas relaciones tanto de trabajo como de amistad.
"En esos lugares, cualquier material que le proporciones al
niño -como crayolas o pinturas rotas- les funciona, no les
importa si es nuevo o no porque están más bien ávidos
de aprender, de divertirse, de conocer cosas nuevas, incluso de
recibir un poco de atención"
A la expoventa acudieron funcionarios de la UV y otros universitarios,
quienes adquirieron algún trabajo de los menores. Posteriormente,
se ofreció en la explanada de rectoría una fiesta
para los niños expositores que se trasladaron desde su comunidad
con el fin de participar en un evento tan importante para ellos.
|