Enero-Marzo 2006, Nueva época No. 97 Xalapa • Veracruz • México
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Nutrición UV propone reglamentar su uso
Ácidos grasos trans,
un enemigo silencioso para la salud humana

Alma Espinosa

Pasteles, margarinas, galletas, donas, palomitas y sustituto de crema para café son apenas algunos de los alimentos que, más allá de ser una delicia para el paladar, son transportadores de los ácidos grasos trans (AGT), los cuales están asociados a padecimientos crónico-degenerativos.

A pesar de esta información, en México apenas se está comenzando a investigar al respecto para determinar en qué grado afectan a la salud los AGT y hasta qué punto es conveniente su consumo. De hecho, en el seno de la Facultad de Nutrición de la Universidad Veracruzana (UV) se formó un grupo de académicos preocupados por investigar todo acerca de estas grasas parcialmente hidrogenadas, grupo que ha ganado su primer batalla: llevar al Senado de la República la iniciativa de ley para declarar en el etiquetado de los alimentos que éstos contienen AGT.

El director de la Facultad y uno de los principales promotores de la propuesta, José Luis Castillo Hernández, ofreció una entrevista para Gaceta, con el fin de informar acerca de dichos ácidos, de lo nocivo que pueden resultar para la salud y de todos los pasos que se han dado para llegar al Senado, a través de la intervención de la senadora Silvia Domínguez López, quien el 13 de octubre de 2005 presentó ante el pleno un punto de acuerdo en relación con los AGT.

Los ácidos grasos trans son –y así lo definieron en el Senado– isómeros de ácidos grasos monoinsaturados que se forman, por un lado, debido al metabolismo (bio-hidrogenación) de grasas insaturadas en rumiantes; y por otro, en el proceso de hidrogenación ampliamente utilizado en la industria alimenticia para aumentar el tiempo de duración del producto y otorgarle estabilidad al sabor. Estos ácidos son hipercolesterolémicos, es decir, aumentan el colesterol LDL y reducen el HDL; además, se les han atribuido efectos tóxicos.
El consumo de AGT está asociado a diversos males crónico-degenerativos, como los padecimientos cerebrovasculares y cardiovasculares, e interfiere en el tratamiento de las personas con diabetes mellitus tipo II. Además, su consumo excesivo interviene en la función mitocondrial, que es fundamental en todos los procesos celulares
Los AGT favorecen el aumento de los principales factores de riesgo relacionados con la enfermedad cardiaca coronaria, al tiempo que incrementan el riesgo de padecerla. También favorecen la resistencia a la insulina; producen efectos sobre la lactancia materna, principalmente a nivel metabólico, y propician la disminución de la función mitocondrial.
Aunado a ello, el incremento del consumo de los AGT se relaciona con la obesidad. Según datos de la Secretaría de Salud, en México seis de cada diez personas son obesas, cifra que sitúa a nuestro país en el sexto lugar mundial en la lista de obesidad. Y es que, en los últimos 20 años, se ha observado una disminución del 30 por ciento en el consumo de alimentos saludables, así como un obvio aumento de productos comestibles que no tienen un aporte nutricional adecuado. Asimismo, se han elevado los niveles de consumo de alimentos y bebidas industrializados con alto contenido calórico y ricos en grasas saturadas, al tiempo que se ha registrado una importante disminución de actividad física, lo cual ha contribuido, entre otros factores, a incrementar el número de personas obesas a tal grado que este problema se ha convertido en uno de las más graves para el sector salud.

¿Por qué surgió la iniciativa de analizar los efectos de los AGT en el seno de la Facultad de Nutrición?
En los últimos años se han realizado diferentes investigaciones, muchas de ellas publicadas a través del Instituto de Salud Pública y Nutrición de Harvard. En dichos estudios se evidencia que el consumo de AGT está asociado a diversos males crónico-degenerativos, como los padecimientos cerebrovasculares y cardiovasculares, e interfiere en el tratamiento de las personas con diabetes mellitus tipo II. Además, su consumo excesivo interviene en la función mitocondrial, que es fundamental en todos los procesos celulares.

Es importante señalar que los ácidos grasos trans también pueden ser transmitidos de madre a hijo mediante la lactancia. Investigaciones recientes han revelado que, durante la maternidad, las mujeres con altos niveles de grasas parcialmente hidrogenadas las pasan al feto a través de la placenta; por ende, los bebés nacen con contenidos de AGT; pero por si fuera poco, nacen con bajo peso.

Si tomamos en cuenta que algunos de esos padecimientos ocupan los primeros lugares de mortalidad en las estadísticas de salud internacionales y que los ácidos grasos trans son un factor asociado, es importante evidenciar este problema, llamar la atención y combatir el consumo elevado de los mismos.
En el mercado, hay una gran variedad de alimentos ricos en AGT, como las margarinas, los pasteles que tienen cubiertas a base de chantillí, los productos de panadería, así como las palomitas, los sustitutos de crema para café y las galletas. Casi todas las transnacionales y procesadoras de alimentos rápidos usan estos ácidos, pero la población ignora que existen y que están asociados a padecimientos que pueden provocar la muerte
¿En qué momento se empezó a multiplicar la producción de alimentos que contienen grasas parcialmente hidrogenadas?
En la década de los sesenta del siglo XX, estábamos muy preocupados porque el consumo de grasas de origen animal estaba asociado a enfermedades como la aterioesclerosis, por lo que se empezó a recomendar un mayor consumo de ácidos grasos de origen vegetal.

Con el tiempo, la industria alimentaria, a fin de crear productos con mejor presentación y mayor vida de anaquel, empezó a hidrolizar los ácidos grasos de origen vegetal para obtener una consistencia sólida (las grasas o mantecas de origen vegetal son productos que contienen más niveles de AGT en comparación con otros alimentos). De esta manera, se empezó a producir toda una serie de margarinas bajas en colesterol –incluso con la etiqueta de Light­–, pero en aquel entonces no se sabía sobre los efectos nocivos de dichos ácidos.

Además de las margarinas, ¿qué otros alimentos tienen altos contenidos de ácidos grasos trans?
En el mercado, encuentras una gran variedad de alimentos ricos en AGT, como los pasteles que tienen cubiertas a base de chantillí. Los productos de panadería, así como las palomitas y los sustitutos de crema para café están elaborados, generalmente, a partir de mantecas vegetales. Las galletas están cocinadas con ácidos grasos vegetales parcialmente hidrogenados. Vemos, pues, que hay una gran variedad de productos alimenticios que contienen esos ácidos, y cada vez son más, porque aumentan el periodo de vida y dan mejor presentación y consistencia a los alimentos.

También cabe señalar que con los aceites de origen vegetal se pueden generar de manera doméstica AGT, y es que cuando se calienta el aceite durante más de dos horas a una temperatura de 180 grados centígrados se liberan esos ácidos. Éste es sólo un ejemplo de procesos de elaboración de alimentos que contribuyen a la producción de AGT.

Nuestra preocupación como académicos, estudiosos de la nutrición e investigadores, es que en México se utilizan indiscriminadamente. La mayor parte de las compañías transnacionales y procesadoras de alimentos rápidos usan este tipo de grasas; sin embargo, la población ignora que existe algo que se llama ácidos grasos trans y que están asociados a padecimientos que pueden provocar la muerte.
Además, cuando lees las etiquetas de los productos comestibles que venden en tiendas o supermercados, puedes darte cuenta de que no declaran el uso de grasas parcialmente hidrogenadas; incluso, algunas barritas que llaman dietéticas también las contienen, al igual que algunas bebidas dietéticas. ¡Esto es alarmante!

Por todo ello, y ante el abuso de los fabricantes y la ignorancia de la gente, los académicos, quienes sabemos que tenemos un compromiso con nuestra sociedad, tratamos de implantar una política pública para regular el uso de AGT en la industria alimentaria.

¿De qué manera han buscado implantar esta política pública?
En julio de 2005, nos reunimos durante tres días, en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información-Xalapa de la UV, los representantes de los cuerpos académicos de la Facultad de Nutrición, del Instituto Nacional de Salud Pública, de la Asociación Mexicana de Miembros de Facultades y Escuelas de Nutrición, de la Universidad Autónoma Metropolitana y del Instituto de la Nutrición para Centroamérica y Panamá. También fueron una investigadora de la Escuela de Salud Pública y Nutrición de Harvard y una representante de la Organización Panamericana de la Salud, con sede en Costa Rica.

La reunión tuvo el propósito de elaborar un punto de acuerdo para regular el uso de ácidos grasos trans en la industria alimentaria. Ahí se acordó un plan de acción en el que informamos, puntualmente, sobre las enfermedades asociadas al consumo de los AGT, los alimentos que los contienen y la no obligatoriedad para declarar en el etiquetado de los alimentos la presencia de estos ácidos.

Nuestro plan incluye, entre otras acciones, buscar que las autoridades competentes legislen sobre el etiquetado de los alimentos para que productores y empresarios den cuenta del uso de las grasas parcialmente hidrogenadas. En segundo lugar, se planteó la necesidad de crear una campaña masiva de orientación y difusión acerca de los ácidos grasos trans y sus efectos en la salud.

Como tercer punto destacamos la importancia de generar investigaciones sobre el tema.

¿Qué efectos ha tenido el plan de acción?
Se lo dimos a conocer a la senadora por el estado de Veracruz, Silvia Domínguez López, quien subió a la Cámara de Senadores un punto de acuerdo para incluir en el etiquetado de productos información sobre el contenido de AGT.

Ante esto, la Comisión de Salud y Seguridad Social solicitó a la Secretaría de Economía, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, y la Secretaría de Salud que informen sobre las normas que existen para regular el uso de AGT.

De antemano, nosotros ya revisamos y vimos que no hay una legislación que obligue a declarar en el etiquetado el uso de dichos ácidos en los alimentos. Tampoco hay una norma que diga cuál es el máximo permisible de AGT en los productos alimenticios. Sin embargo, este paso dado en el Senado obligará a quien corresponda a regular todo esto.

Por su parte, para la Facultad de Nutrición-Xalapa es un gran avance, ya que fue la que tomó la iniciativa de solicitar que se reglamente al respecto. Además, con el apoyo de la senadora Silvia Rodríguez, estamos en un punto tan importante que nuestros esfuerzos serán de gran impacto para la salud de la población mexicana.

En un país que no lee, ¿qué tanto ayudará el etiquetado de los productos para disminuir el consumo de AGT?
Paralelamente al trabajo relacionado con el etiquetado, realizaremos –como segundo plan de acción– una campaña masiva de difusión sobre los efectos de los ácidos grasos trans y su asociación con algunas patologías. Se pretende que la campaña sea nacional.

¿Cómo difundirán la campaña?
Desafortunadamente, con las grandes modificaciones a la Ley de Radio y Televisión, será más difícil tener acceso a los medios para este tipo de campañas.

Ante esta situación, tenemos que buscar financiamientos y, sobre todo, sensibilizar a la industria alimentaria para que participe con su inversión. Estoy seguro de que si los empresarios elaboran productos más saludables, éstos tendrán mayor demanda, la cual se incrementará todavía más si mantenemos a la población informada. Además, es necesario dar a conocer el tema en todos los foros posibles. En nuestro caso, la radiodifusora de la Universidad Veracruzana ya está divulgando este tipo de información.

¿A qué sector de la población se pretende informar?
Afortunadamente, la población rural e indígena es la que menos consume grasas parcialmente hidrogenadas, dado que éstas están más asociadas a los productos alimenticios industrializados, los cuales son consumidos con mayor frecuencia en la sociedades urbanas, principalmente en los estratos económicos medios y altos. Por ello, los grupos urbanos son nuestro primer objetivo.

De acuerdo con las investigaciones que se han desarrollado, ¿cómo determinan qué productos contienen altos niveles de AGT?
Existen pruebas de laboratorio que determinan el contenido de los AGT. Nosotros estamos trabajando en el Laboratorio de Análisis de Alimentos de la Facultad, incluso, hay algunos proyectos de investigación, por parte del cuerpo académico, para evaluar precisamente el contenido de esos ácidos en determinados alimentos.

Por otra parte, tenemos la invitación de la Escuela de Salud Pública y Nutrición de Harvard para que dos maestros de esta dependencia se capaciten en sus instalaciones, para medir los niveles de consumo de los individuos.
En Nutrición UV se creó un plan de acción que incluye, entre otras acciones, buscar que las autoridades legislen sobre el etiquetado de los alimentos para que productores y empresarios den cuenta del uso de los AGT; crear una campaña masiva de orientación y difusión acerca de estos ácidos y sus efectos en la salud, y generar investigaciones acerca
del tema
Una de las pruebas consiste en obtener una muestra de grasa de la persona, mediante determinada técnica, para cuantificar el consumo de ácidos y el tiempo en que los ha consumido. Para esto se requiere, además de equipo especial, entrenamiento para que los académicos sean capaces de cuantificar en tres semanas el consumo.

También se necesitarán pruebas de laboratorio y análisis de alimentos que identifiquen la presencia de AGT y, desde luego, cuantifiquen los niveles.

¿Se sabe ya qué cantidad de ácidos grasos trans se puede consumir, sin que afecte la salud?
Por el momento, los investigadores no han llegado a un acuerdo; de hecho, en los mismos países donde se realizan los estudios se dan diferentes cifras. Por eso aún es necesario trabajar para que, con base en investigaciones, establezcamos los límites de ácidos grasos trans que debemos consumir. Por el momento, la recomendación es consumir menos del uno por ciento del valor calórico total.

¿Se han hecho estudios en México para determinar nuestro consumo de grasas parcialmente hidrogenadas?
No se ha hecho ese tipo de investigaciones. Nosotros estamos trabajando para emprenderlas, y para ello nos vamos a capacitar.

Desde la Facultad de Nutrición de la UV, estamos despertando el interés de investigadores nacionales mediante acciones de difusión. Por ejemplo, en 2005 participé en la Feria Nacional para la Seguridad Alimentaria y Nutricional, realizada en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, donde presenté nuestros avances. En marzo de 2006, se expuso nuevamente este trabajo en el Congreso Nacional de la Asociación Mexicana de Miembros de Escuelas y Facultades de Nutrición, que se llevó a cabo en León, Guanajuato. El interés fue tal que fuimos convocados para hacer una presentación en la Universidad Autónoma de Yucatán; asimismo, nos invitaron a ir a Argentina para participar en diferentes congresos. Con estas acciones, hemos podido darnos cuenta de que los grupos más interesados en el tema son, principalmente, el académico y el estudiantil.

No hay una legislación que obligue a declarar en el etiquetado de los alimentos el uso de los ácidos grasos trans. Tampoco hay una norma que diga cuál es el máximo permisible de estos ácidos en los productos alimenticios. Sin embargo, el paso que Nutrición UV ha dado en el Senado obligará a quien corresponda a regular todo esto.
¿Se tiene alguna idea de qué país es el principal consumidor de AGT?
Estados Unidos. El país vecino es el que tiene más investigación y el que más consume esos ácidos (quizá existan otros países, pero hasta el momento no se sabe); no obstante, ya legislaron y, a partir de febrero de este año, el etiquetado declara el contenido de AGT.


En otras regiones, como Europa central, la transnacional McDonalds ya restringió el uso de grasas parcialmente hidrogenadas en la producción de sus alimentos, cosa que en México aún no sucede.

¿Qué elementos se podrían utilizar para sustituir las grasas que liberan los ácidos?
Yo creo que no se trata de dar una receta de cocina para todos, sino de especificar según el caso. Por ejemplo, una acción que podría emprenderse en la industria de los pasteles es que las cubiertas vuelvan a ser elaboradas a base de clara de huevo y no de grasas vegetales parcialmente hidrolizadas. Pero, independientemente de lo que se puede hacer en cada caso, la industria alimentaria debe seguir las recomendaciones y tratar de utilizar lo menos posible este tipo de ácidos, y si los utiliza, debe declarar su presencia en los productos comestibles. Es increíble también que haya bebidas con AGT. Por eso es que no puede haber una receta general.

Lo que sí tenemos que hacer, en términos generales, es recuperar nuestras prácticas alimentarias que con la modernidad hemos ido perdiendo. Esto es, comer lo más natural posible, incrementar nuestra ingesta de frutas, verduras, cereales, leguminosas, disminuir el consumo de carnes rojas, dar preferencia a las carnes blancas como el pollo y consumir pescado o mariscos por lo menos dos veces a la semana.

Otras recomendaciones son disminuir el consumo de tabaco y alcohol, practicar estilos de vida saludables e incrementar la actividad física que, debido a la modernidad, hemos disminuido, pues todo va siendo cada vez más mecanizado. Creo que ésta es la clave fundamental para mejorar las condiciones de salud de la población, lo cual es urgente porque las enfermedades crónico-degenerativas están causando altos índices de morbilidad y mortalidad con todo el costo económico y social que tiene para nuestro país.

¿Por qué representa un costo económico?
Porque este tipo de enfermedades aparecen a edades más tempranas. Así se ha visto en la obesidad, que no sólo aparece en personas más jóvenes, sino también en niños. Lo mismo sucede en la diabetes mellitus, que está entre las primeras causas de mortalidad.

Por todo ello, tenemos que promover estilos de vida más saludables que vayan quitándole esta carga económica y social a nuestro país, pues basta recordar que los presupuestos destinados a la atención de la salud son cada vez más escasos y que dichas enfermedades incapacitan a quien las padece, además de que sus tratamientos son muy costosos y prolongados, y deterioran la calidad de vida de las personas.

Para concluir, sería conveniente detallar la forma de trabajo del cuerpo académico que labora en todo lo relacionado con los AGT.

El cuerpo académico se llama Nutrición, Salud y Educación. Tiene varias líneas de investigación, de las cuales una gira en torno a los ácidos grasos trans. Entre las acciones que hemos realizado están trabajar muy de la mano con la senadora Silvia Domínguez y difundir información que tenemos al respecto a la comunidad académica, porque la gran mayoría desconoce el tema. Asimismo, damos a conocer el plan de acción que elaboramos en julio de 2005 y estamos divulgando nuestros avances en comunidades académicas de universidades nacionales; de hecho, ya tuvimos presentaciones en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, entre otras. El siguiente paso será informar a la población en general.

¿Quiénes integran el cuerpo académico?
Lo conforman los maestros de tiempo completo de la Facultad de Nutrición, además de técnicos académicos y por asignatura. Entre los integrantes están Virginia Mateu, René Espinoza, Rosa Guadalupe Herrera, Magdalena Álvarez, Yolanda Romero, Dora González, Iralia Illescas, Antonio Sobrecueva, María del Carmen Acosta, Catalina Cervantes y yo.

También participan en la investigación alumnos de la experiencia recepcional; en otro momento, para la elaboración de material didáctico, participaron estudiantes de la experiencia educativa Proceso educativo aplicado a la nutrición. Dicho material tiene como fin dar a conocer, de forma lúdica, los efectos de los AGT.