Octubre-Diciembre 2005 , Nueva época No. 94-96
Xalapa • Veracruz • México
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Encuentra UV en la guanábana poderoso
insecticida contra el mosquito del dengue


Edith Escalón

En la Facultad de Biología de Xalapa estudian los efectos de este plaguicida que es más efectivo, más económico y menos contaminante
 

La anonacina, una sustancia contenida en las semillas de la guanábana, es ahora la base de un insecticida biológico que ha logrado fulminar al mosquito transmisor del dengue (Aedes aegypti) en sus cuatro etapas acuáticas de metamorfosis, sobre todo en la última, que ningún insecticida había logrado aniquilar.

Sus efectos están siendo estudiados en la Facultad de Biología de la Universidad Veracruzana por la doctora Verónica Domínguez Martínez, cuya investigación muestra que éste no sólo es más efectivo que los plaguicidas tradicionales, sino que, incluso, a diferencia de ellos, es resistente a la luz y resulta mucho menos agresivo contra el medio ambiente, pues es de origen natural y utiliza agua –no químicos– como soporte para su dispersión.

Según reportó la investigadora, uno de los principales problemas que enfrenta el hombre en su lucha contra el dengue es la resistencia que ha desarrollado el Aedes aegypti a los insecticidas convencionales, así como su rápida adaptación a diferentes ambientes, pues su distribución se está extendiendo cada vez más hacia nuevos climas, latitudes o bioentornos.

De hecho, tan sólo de enero a agosto de este año, el Instituto Mexicano del Seguro Social, los hospitales de Petróleos Mexicanos y otros centros de salud reportaron en Veracruz 846 casos de dengue, 135 de ellos hemorrágico, como consta en el Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud y Asistencia de Veracruz (13 de agosto de 2005).

Y es que, de acuerdo con la universitaria, el Aedes resiste los insecticidas naturales y químicos que sí aniquilan otras especies de insectos. El propio abate –químico que la OMS recomienda como método para el control del dengue– afecta sólo las primeras fases del mosquito (las larvarias) y deja intactas las pupas, que son la última etapa acuática del Aedes, antes de transformarse en adulto.

Domínguez explicó que el abate actúa por ingestión, pues las larvas –o “alfilerillos” como se les conoce comúnmente–, al alimentarse del agua contenida en los recipientes donde se reproducen, ingieren dosis de abate que les provoca la muerte; sin embargo, las pupas no necesitan alimento, por lo tanto, el insecticida comercial les resulta inofensivo. De ahí que la investigadora y su equipo de trabajo decidieran probar diferentes alternativas a este problema usando compuestos orgánicos, buscando a la vez dar valor agregado a uno de los recursos naturales que existen en el estado.

Herencia de familia
Las cualidades de la guanábana (y del resto de la familia de Anonáceas, entre las que se cuentan la chirimoya, el anón y la ilama) son bien conocidas desde hace años. Existen reportes que dan cuenta de las propiedades anticancerígenas e insecticidas de ciertas sustancias que sólo ellas producen (llamadas acetogeninas) contenidas en sus hojas y semillas, pero nadie hasta ahora había estudiado sus efectos en las pupas del Aedes.

Después de varios ensayos con extractos naturales e insecticidas químicos comerciales, el grupo de trabajo determinó que en las semillas de la guanábana se encuentra el agente letal, pues la aplicación de extractos de este compuesto a larvas y pupas del mosquito (que les proporcionó el Departamento de Vectores del Sector Salud) fue efectiva en el 100 por ciento de los casos, eliminando larvas y pupas a la vez.

La doctora informó que el Aedes deposita huevos que eclosionan cuando hay condiciones de humedad adecuada (aun cuando hayan pasado largos periodos en estado de letargo); a partir de entonces, sale una larva que atraviesa por cuatro fases de metamorfosis, misma que después de la última se convierte en pupa, estadio en el que pasa sólo unas horas antes de transformarse en mosquito adulto. “Lo que hace la sustancia es inhibir los cambios morfológicos de las pupas, es decir, detiene su metamorfosis y no permite que de este estadio (que es cuando se forman sus patas, alas, ojos, glándulas salivales y órganos reproductores) pasen a la fase adulta”.

Una de las ventajas de esta sustancia activa, agregó la investigadora, es que basta con bajas concentraciones para ser letal en larvas y pupas; además es soluble en agua (lo que facilita los métodos de dispersión) y resistente a la luz, con lo que supera las desventajas del “abate” tradicional y de otros insecticidas químicos, que se inactivan con la luz con el paso del tiempo y encima afectan al medio ambiente, ya que si bien son productos inocuos para la salud humana (en bajas concentraciones), su acumulación en el agua implica contaminación química, cuyos riesgos aún no han sido completamente definidos.

Verónica Domínguez reconoció que estos primeros estudios abrieron nuevas vertientes de investigación, pues conociendo ya los efectos tóxicos de la anonacina en los insectos es necesario hacer pruebas de toxicidad en organismos modelo (ratas de laboratorio u otros vertebrados), a fin de saber si su ingesta no tiene efectos secundarios.

Vacuna para mosquitos
Los resultados de la investigación han permitido a la doctora Domínguez Martínez pensar en posibilidades futuras de innovación en el control de esta enfermedad mortal. Una que ya vislumbra es la inmunización del Aedes aegypti contra el virus del dengue, una especie de “vacuna para mosquitos” que les provoque un rechazo al virus y no permita que ellos mismos sean infectados, con la cual se impediría así la transmisión a humanos.


El Aedes aegypti ha desarrollado una resistencia a los insecticidas convencionales, de ahí la importancia del insecticida biológico que ha logrado fulminar a este mosquito transmisor del dengue.