El
premio anuies por la contribución a la educación superior
se otorga como un reconocimiento público a la persona que,
con su prolífico trabajo y su trayectoria profesional, ha promovido,
gestionado o impulsa-do el mejoramiento y consolidación de
la calidad de la educación superior. Para ello, los candidatos
son elegidos y promovidos, en nombre de la comunidad, por el rector
de una institución o los rectores de distintos centros educativos,
quienes consideran sobre todo el interés y la dedicación
del seleccionado por el desarrollo de la educación superior.
Este año, el galardonado fue Rafael Velasco Fernández,
miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana y del
Patronato de la Universidad Autónoma Metropolitana, quien desempeña
además muchas otras funciones con las que sigue cumpliendo
cabalmente, amén de una trayectoria reconocida en el ámbito
nacional e internacional.
Ciertamente la vida de Velasco Fernández ha girado en torno
a la educación superior y a la psiquiatría, en ocasiones
yendo por la delgada línea que separa la práctica docente
y la profesional, pero sin dejarlas de lado en ningún momento.
Su trabajo lo ha llevado a dedicarse de manera fundamental a la lucha
contra las adicciones, labor esencial en México, país
que pese a no encontrarse en los primeros lugares en consumo de drogas,
presenta una tendencia a la alza, según demuestran
estadísticas.
Durante su actividad académica, a Velasco Fernández
le tocó vivir una etapa difícil y decisiva para las
universidades públicas del país, después de 1968.
En un ambiente de efervescencia estudiantil, cumplió funciones
como rector interino en varias instituciones, donde tuvo que adoptar
una actitud conciliadora. En ese tiempo pudo llevar a cabo importantes
reformas, entre ellas la educación preparatoria de dos a tres
años, o las licenciaturas de ocho semestres, además
de lograr el reconocimiento de la autonomía universitaria en
el artículo tercero constitucional.
En la actualidad, Velasco Fernández advierte cambios importantes
en las universidades públicas, como la eliminación del
porrismo estudiantil en la mayoría de las instituciones, la
planeación con el Estado y la rendición de cuentas ante
el gobierno, tanto federal como estatal. Sin embargo, reconoce que
falta mucho por hacer, como resarcir la carencia de recursos económicos
de las casas de estudio y buscar una solución a la creciente
demanda
de educación superior que
enfrenta el país.
Recientemente
recibió el premio anuies por la contribución a la
educación superior 2002, ¿qué le significa
tal reconocimiento?
Este premio lo han ganado personajes muy distinguidos, amigos míos,
y ahora el jurado calificador que es el Consejo Nacional de
la anuies me otorgó esa distinción que yo agradezco
y que me compromete, todavía más, con la educación
superior. Por otra parte, es un reconocimiento muy especial, ya
que le dediqué la mitad de mi vida al trabajo en el ámbito
educativo. Tuve la fortuna de ser rector de esta universidad, pero
también secretario de la misma, cuando la secretaría
no era académica sino general. Más tarde fui, dos
o tres años, secretario ejecutivo de la Asociación
Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior
(anuies), por lo que tuve la oportunidad de ligarme todavía
más a la educación superior de México, por
más de ocho años que duró el cargo. Después,
el presidente Miguel De la Madrid me designó subsecretario
de educación superior, cargo que desempeñé
durante cuatro años. Si sumamos, se dará cuenta de
que le dediqué muchos años a esta labor, orgullo que
se duplica al saber que mi trabajo contribuyó a realizar
cambios positivos.
Cuando
le anunciaron que iban a promover su candidatura, ¿cuál
fue su reacción?
Les expresé que tenía mucho interés en participar
a sabiendas de que estaban postuladas personalidades muy distinguidas
del ámbito educativo y que el solo hecho de participar
era un honor. Entonces, admití la invitación y entregué
toda la información requerida para que empezara a funcionar
el mecanismo establecido en la convocatoria. La notificación,
pues, fue una sorpresa muy
agradable.
Desde
su perspectiva, el premio a la cooperación para la educación
superior, ¿tiene más que ver con su trabajo en la
academia o con su trabajo en la vinculación?
No, con el trabajo contra los problemas universitarios. Me tocó
vivir una época muy difícil, después del 68,
en la que tuvimos que resolver muchos casos graves en universidades
públicas de todo el país. Me tocó ser el amigable
componedor en conflictos muy graves, pues el Consejo Nacional de
la anuies me envió a algunas universidades como rector interino.
Me tocó una época en la que había que actuar.
Eso no quiere decir que no haya tenido la oportunidad, en la anuies
y en la Universidad, de hacer labor
académica.
En la Universidad Veracruzana me tocó llevar a la práctica
los acuerdos de Villahermosa de la anuies. Esto es historia antigua,
pero conseguimos que la preparatoria se cursara en tres años
en lugar de dos. También logramos que algunas carreras se
realizaran en ocho semestres. Fueron cambios muy importantes que
me tocó vivir en la máxima casa de estudios del estado
de Veracruz.
No obstante, considero que lo que tomaron en cuenta para otorgarme
el premio fue mi labor en anuies y en la subsecretaría. En
la primera, por los tiempos difíciles en los que hubo que
resolver conflictos graves y, probablemente, por haber logrado que
se hiciera una adición al artículo tercero constitucional,
en donde quedara claramente descrita la autonomía. A partir
de 1980 en que se logró la adición naturalmente
con la ayuda de personalidades distinguidas como Diego Valadés,
Salvador Valencia Carmona y Roberto Bravo Garzón, trabajamos
muy duro y fue la época en que logramos elevar a la categoría
de constitucional la autonomía universitaria. Yo pienso que
ése es el hecho más importante porque significó
un cambio: de 1980 para acá ya no hay que andar discutiendo
qué es la autonomía universitaria; está escrito
en la Constitución, hay que ir a ella. Pudo haber quedado
mejor, eso es cierto, porque la ley siempre es perfectible, pero
hay ahí un referente muy importante.
Otro hecho relevante que, quizá hayan tomado en cuenta los
miembros del jurado es que, durante mi actividad como secretario
ejecutivo de la anuies se estableció, por primera vez en
México la planeación de la educación superior
de las instituciones públicas con el Estado, es decir, se
empezó a planear conjuntamente y se creó la Coordinación
Nacional para la Planeación de la Educación Superior.
En
el caso de que tuviera que señalar tres temas sobre los que
ha construido su vida, ¿cuáles serían?
La psiquiatría, con sus derivaciones: la psiquiatría
de la adolescencia y los problemas de alcoholismo y drogadicción;
la educación superior, de la que acabamos de hablar, y mi
actividad profesional, que nunca abandoné. Aun siendo subsecretario
de Educación Superior, visitaba mi consultorio un día
de la semana para seguir viendo a mis pacientes, por lo que puedo
decir que nunca abandoné la actividad profesional. Esto fue
importante porque en los tiempos en que dejaba de tener actividad
administrativa en el gobierno me refugiaba en mi consultorio, donde
siempre tuve quehacer.
Esos son los tres temas sobre los que he construido mi vida profesional,
pero podría agregar cosas tan interesantes como el deporte,
que nunca lo dejé, o la vida familiar. Siempre tuve un pie
puesto en la educación y el otro en la salud. Incluso recuerdo
a uno de mis maestros, don Ignacio Chávez, fundador del Instituto
Nacional de Cardiología y rector de la unam, quien decía
que nunca supo cuándo dejaba de ser médico para empezar
a ser maestro.
Ahora, ya de viejo, entiendo bien lo que él quiso decir.
A mí, guardando toda la proporción con el maestro,
me ha pasado lo mismo. De repente uno no se da cuenta de qué
está siendo didáctico a la hora de ejercer la medicina,
y viceversa: los maestros transmiten los conocimientos y al mismo
tiempo hacen una especie de receta para los jóvenes.
¿Cuáles
podrían ser algunos cambios sustanciales que se han dado
en el quehacer universitario desde que usted fue rector?
En principio debo reconocer que hay algunas cosas que no han cambiado;
por ejemplo, la falta de presupuesto, problema ancestral que me
tocó vivir desde años atrás y que se sigue
padeciendo en la actualidad, a pesar de que todas las instituciones
de educación superior desearían mejorar su capacidad
económica para hacer más y mejores cosas.
Por otra parte, en esta Universidad me tocó vivir una época
en la que existía el porrismo estudiantil. Sin embargo, ahora
tal fenómeno ya no existe en el escenario universitario,
al menos en el de esta institución. Ahora se planea con el
Estado realizar ese cambio que sin duda es favorable, por lo que
considerando éste y otros esfuerzos creo que
a pesar de todos los problemas económicos del país
se sigue atendiendo a la educación superior en la medida
de lo posible. De hecho, me impresionó lo que Julio Rubio
Oca, subsecretario de Educación Superior, expresó
el día del informe del rector Arredondo; se nota que hay
un esfuerzo real por mejorar las condiciones de la educación
superior.
Por ello pienso que los grandes problemas internos de las universidades
que se vivieron anteriormente parece que van amainando, aunque no
cantaría victoria todavía. Esto podremos aclararlo
en los próximos meses cuando se realice en México
el Congreso Universitario, del cual puede surgir un probable cambio
a la Ley Orgánica de la unam, que tendrá que repercutir
en las demás y, a lo mejor, hasta en la ley de autonomía.
Debo mencionar también que ha habido algunas complicaciones
que no existían anteriormente y es la politización
de las cosas. Nunca los rectores, que yo recuerde, se opusieron
a que hubiera una rendición de cuentas, jamás. Sólo
que hoy este proceso es diferente. Antes se hacía ante el
Consejo Universitario y se publicaba; hoy dicha rendición
se realiza ante el Estado, tanto el federal como el estatal, lo
cual me parece correcto. Incluso la Universidad Veracruzana es la
primera que ha manifestado su total congruencia con ello: ya presentó
su documentación y ha sido auditada dos veces, tanto por
la federación como por el gobierno local. Ése es un
cambio favorable que las universidades deben aceptar, y lo están
haciendo abiertamente.
En el terreno académico me parece que hay más orden.
La administración de las instituciones, a pesar de su crecimiento,
no es mala o no es del todo mala en algunos centros educativos.
Estos cambios se pueden ver desde fuera o desde dentro con bastante
facilidad. Una persona como yo, que ha vivido tantos años
en el ámbito educativo, lo puede notar claramente.
¿Cuál
es su opinión sobre la relación Estado, sociedad y
universidad?
Recuerde los hechos pasados cuando había, prácticamente,
un enfrentamiento tras otro. Desde que existe la oportunidad de
planear juntos y de aceptar que todos estamos en el mismo barco,
las cosas han cambiado considerablemente, lo que no quiere decir
que no haya diferencias. Una de las funciones más importantes
de las universidades públicas debiera ser también
de las privadas es ser elemento crítico de la sociedad
y del gobierno, por lo que este último debiera dar todas
las facilidades para que se haga la crítica formal desde
las instituciones de educación superior. Es lógico:
si ahí está la gente preparada, ésa es la que
debe hacer la crítica. Las discrepancias todavía continúan,
pero de eso a los enfrentamientos graves que nos tocó vivir
hace años hay un buen trecho.
Considerando
el panorama internacional, ¿cuál es la situación
de la educación superior en México?
Si lo comparamos con los países ya desarrollados, tecnificados
como Japón, Canadá, Estados Unidos y las naciones
europeas, México está a una gran distancia de
ellos. Todavía nos falta muchísimo. Incluso es curioso
que se hable de que hay alguna universidad mexicana que tiene un
nivel de excelencia, pero para hablar de excelencia hay que haber
visto lo excelente. Ciertamente yo he visto lo excelente, pero en
muchos países desarrollados, y México aún está
lejos de eso, lo cual no quiere decir que no tengamos algunos sectores
de la ciencia, de la tecnología y de otras disciplinas compitiendo
paralelamente con otros países. Sin embargo, en
general no sucede lo mismo con nuestra educación superior.
Si nos comparamos con otros países cuyos procesos de desarrollo
son similares al de nuestra nación, yo diría que vamos
bien, incluso que vamos mejor que la mayoría. Yo fui vicerrector
para Centroamérica, México y el Caribe de la Organización
Universitaria Interamericana (oui), por lo que puedo afirmar que
México, junto con Argentina, Uruguay y Brasil, sigue siendo
en ese aspecto como un hermano mayor, porque la gran mayoría
de los países latinoamericanos están viviendo una
etapa en la que sus universidades todavía tienen que levantar
el vuelo.
Háblenos
del otro tema que bien conoce: las adicciones. ¿Qué
lugar ocupa México en la lucha contra las adicciones?
Aún no lo sabemos. Estamos utilizando en México estudios
epidemiológicos comparables en calidad con los de los países
desarrollados, y no sólo eso, con la misma metodología
científica, pero apenas estamos inmersos en ese proceso.
Sin embargo, con los otros países en desarrollo y los no
desarrollados, definitivamente no podemos compararlo porque ellos
no tienen estadísticas aceptables.
Afortunadamente, México no está entre los primeros
lugares ni en los últimos en el consumo de drogas. De hecho,
el problema no es que seamos de los grandes consumidores de sustancias
ilegales, sino que este conflicto está aumentando, y aunque
el consumo de marihuana se ha mantenido, el de la cocaína
está incrementando. Además entraron, hace ya algunos
años, las drogas de diseño que se hacen en cualquier
baño y con cualquier aparato, al tiempo que en algunos puntos
del país, sobre todo de la frontera norte y de lugares turísticos,
también ha aumentado el consumo de heroína. Por ello
tenemos suficientes motivos para preocuparnos.
Su
vida ha estado dividida entre la psiquiatría, la lucha contra
las adicciones y la educación superior. ¿Tenía
algún motivo en especial para escoger este camino?
Los motivos se van dando. Yo siempre quise estudiar psiquiatría
y en cuanto pude lo hice. Posteriormente fui, durante 21 años,
maestro de psiquiatría infantil y de la adolescencia en el
posgrado de la unam, hecho que me permitió ser director de
la Clínica de la Conducta de la sep. Este periodo fue crucial
porque empecé a ver los problemas vitales de la juventud,
como el consumo de drogas, y me dediqué a su estudio. Ya
como director de Salud Mental trabajé en programas dedicados
a combatir el alcoholismo y el consumo de estupefacientes; también
tomé un curso en las Naciones Unidas con la Organización
Mundial de la Salud sobre adicciones, lo cual hizo que me acercara
mucho más al problema. Todo se va dando de acuerdo con la
actividad que uno va teniendo o, al revés, quizá por
los intereses personales se van dando las actividades.
¿Cuál
es su opinión sobre la idea de legalizar la marihuana?
Hay gente que quisiera que todo se solucionara con una varita mágica,
y se les ocurre, sin tener la menor idea de lo que es la adicción,
que legalizando se acabó el problema. Están totalmente
equivocados, lo cual se debe tomar en cuenta. Principalmente los
partidarios de la legalización de la marihuana son escritores
y economistas; de hecho hay pliegos firmados por destacados literatos
como Gabriel García Márquez y economistas
afamados
un premio Nobel de Economía, Freeman. Sin embargó,
nunca veremos a especialistas de la salud mental o de las adicciones
firmar un documento en cuyo contenido se solicite legalizar tales
sustancias.
Tenemos un problema mundial y no debemos ser derrotistas. Lo primero
que dicen los que están por la legalización es que
la batalla está perdida y no es así. Lo que deberían
saber es que en Suecia, Islandia, Noruega y otros países
han logrado con programas preventivos reducir el fenómeno
a cifras muy manejables en el curso de los últimos años.
No, la batalla no está perdida. El combate contra el narcotráfico
no lo sé, pero la lucha contra las adicciones, no. Además,
bien sabemos que si se disminuye el consumo de drogas, se reduce
el problema del narcotráfico.
Es muy fácil pensar en que si legalizamos las drogas se acabó
el problema. Error, porque habría que prohibirlas a ciertas
personas, como enfermos, mujeres embarazadas, niños o adolescentes.
Entonces habría un mercado negro enorme para los narcotraficantes,
quienes tendrían un gran negocio por la vía de la
legalidad y otro por la vía de la ilegalidad. Esto es una
realidad, no estoy diciendo mentiras: durante los últimos
24 años del siglo xix, en los Estados Unidos hubo más
narcotráfico relacionado con el opio que en ninguna otra
época, aun cuando este narcótico estaba legalizado.
Un
argumento de los que están a favor de la legalización
de las drogas es que en la época de la recesión estadounidense
pudieron salir de ella gracias a que legalizaron el alcohol...
Primero, gran mentira, no fue así. Durante la época
en la que el consumo y tráfico del alcohol fueron considerados
ilegales, se logró bajar mucho la incidencia de cirrosis
hepática. Pero yo no estoy por la prohibición del
alcohol, de ninguna manera. El problema ahí es que están
comparando drogas incomparables: para hacerse alcohólico
se necesitan, por lo menos, de tres a seis años de ingestión
excesiva de alcohol, y yo puedo hacerte adicto a la heroína
en una semana, tan sólo con una inyección de esta
droga cada tercer día. A los quince días, si no consigues
la heroína, matas para obtenerla. Estamos hablando de drogas
distintas. Además, el alcohol se había utilizado socialmente
durante muchos años, por lo que fue un error prohibirlo;
tan es así que este hecho desencadenó fenómenos
mucho más graves que los que provocaba el consumo de alcohol.
También
se habla mucho de países como Holanda, el laboratorio social,
dicen, donde muchas drogas son legales
Ningún país del mundo ha legalizado las drogas. Las
permiten, pero sin considerar las leyes. En Ámsterdam venden
la marihuana en cualquier coffee shop y la reparten a domicilio
como si fueran pizzas; de hecho, es como si estuviera legalizada,
pero no lo está. Hay que aclarar que ahí los reglamentos
municipales se saltan las leyes generales, de tal manera que les
dieron la vuelta y reglamentaron los coffee shops, pero no está
legalizada ni la marihuana ni alguna otra droga.
Por otro lado, Holanda hace años dejó de ser el laboratorio
que fue, porque su intento fracasó. En este momento están
estudiando qué van a hacer, lo mismo en Zürich, Suiza.
Anteriormente se creó un grupo de siete u ocho ciudades que
estaban a favor de dicha legalización, pero, como respuesta
a ello, 47 ciudades entre las que estaban París, Berlín
y Estocolmo, entre otras fundaron otra liga que se pronunció
en contra de ese acto. Esto nos demuestra que no debemos ser derrotistas
y que tenemos que trabajar conjuntamente para combatir este problema
grave de salud, porque sí se puede lograr.
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