En
la actualidad, el deterioro ambiental es un problema que requiere
atención inmediata y de fondo, pues sus efectos están
rebasando las fuerzas y las capacidades del hombre para frenar dicho
fenómeno. Además, el desarrollo tecnológico en
las últimas décadas ha sido vertiginoso, por lo que
en la carrera por ser los primeros se ha dejado de lado la conservación
del medio ambiente como si se tratara de un tema secundario.
El panorama no es halagador. Por un lado, la industria explota cada
vez más los recursos naturales sin encontrar restricciones,
con la idea de obtener la mayor ganancia económica posible,
sin considerar las consecuencias; por otra parte, los seres humanos
están inmersos en un proceso de consumo excesivo que no le
permite distinguir entre lo necesario y lo accesorio,
entre el peligro y la seguridad, entre el caos y el concierto.
No obstante, en medio de lo que puede parecer un naufragio, hay islas
donde el raciocinio, las capacidades y las certezas existen y se están
desarrollando. Ejemplo de ello son las organizaciones no gubernamentales,
los centros de investigación y las universidades entre
otros, en cuyo seno se despliega una serie de críticas,
reflexiones y trabajos para resarcir el problema del deterioro ambiental,
cuyos orígenes, consecuencias y soluciones son objeto de estudio
por parte de los especialistas.
La Feria Internacional del Libro Universitario 2002 sirvió
de escenario para analizar y reflexionar esa problemática que
afecta al mundo entero, por lo que estuvo dedicada a los dos grandes
temas actuales: la ecología y el desarrollo sustentable. Este
hecho permitió además distinguir a tres destacados científicos
mexicanos que han trabajado incansablemente en beneficio del medio
ambiente y de la conservación de la naturaleza: Arturo Gómez-Pompa,
José Sarukhán y Gonzalo Halffter.
En la siguiente entrevista, Gonzalo Halffter hace un recuento de su
incursión y desarrollo en la biología y su experiencia
en la investigación, proceso que lo ha llevado a emprender
acciones en beneficio de los recursos naturales y del medio ambiente.
Da cuenta también de los problemas que por el fenómeno
de la contaminación estamos enfrentando actualmente, no sin
mencionar la labor y los retos que el hombre debe emprender desde
cualquier trinchera llámese universidad, comunidad u
organización para contrarrestar el deterioro ambiental.
¿Cómo
inicia su vocación por los temas biológicos?
Ésa es una pregunta que me planteé hace poco tiempo,
porque realmente no sé cuándo descubrí mi vocación.
De lo que sí estoy seguro es que a los 12 años ya
estaba involucrado con la entomología, pues me gustaba recopilar
insectos y adquirir libros del tema que he conservado hasta ahora.
Mi gusto no sólo se inclinó hacia los insectos, sino
también hacia la naturaleza, realmente me gusta mucho el
campo. De hecho mi labor la he realizado en distintas instituciones
pero siempre en torno a la entomología y a la biología.
Por mucho tiempo trabajé en el control de plagas como director
técnico de una empresa importante y eso porque me casé,
pero no dejé de ser profesor en la Escuela de Epidemias Biológicas.
Claro que en el primer trabajo tenía mejor sueldo, además
de que me permitió descubrir una realidad que a veces no
se percibe en el medio académico, por
lo que tuve la posibilidad de utilizar mi profesión para
resolver problemas reales, como lo hace un médico.
Usted
nació en Madrid. ¿En qué periodo llegó
a México?
Salí de España a consecuencia de la guerra civil.
Mis padres eran republicanos; por ello tuvimos que trasladarnos
en 1938 a Francia, lugar en el que se organizó una comisión
de intelectuales españoles que fueron invitados por el gobierno
mexicano para venir a este país. Ésa fue la razón
por la cual llegué a México en 1939. Legalmente soy
mexicano porque me vine sujeto a la patria potestad de mi padre,
quien se hizo mexicano inmediatamente. Aquí hice el servicio
militar entonces los 21 años delimitaban la mayoría
de edad y no tuve que nacionalizarme, simplemente renuncié
a la nacionalidad española.
¿Entonces
todos sus estudios los realizó en este país?
Los primeros estudios los cursé en Francia. A partir de los
seis años, cuando llegué a México, estudié
aquí. Sin embargo, he viajado mucho debido a mi formación
tanto pre-profesional, como profesional.
Además
de la entomología, ¿por qué otros caminos ha
transitado?
Ciertamente soy entomólogo, pero en realidad he usado a los
insectos como instrumento. He hecho taxonomía de insectos
y he analizado su comportamiento. También me he sumergido
en el estudio de la biogeografía y la biodiversidad, es decir,
en distintos campos de la biología y la ecología.
Por ello me considero más un ecólogo que un entomólogo.
¿En
qué regiones ha emprendido sus trabajos de investigación?
He trabajado prácticamente en toda la república mexicana,
pero también tengo una buena experiencia de trabajo en África,
en la ex Unión Soviética y en el Mediterráneo,
básicamente estudiando el comportamiento de los escarabajos.
¿Qué
opinión le merecen los estudios sobre biodiversidad que se
realizan en México?
Aquí, la calidad de los trabajos sobre biodiversidad es excepcional.
Tenemos la Comisión Nacional de la Biodiversidad (Conabio),
una institución de primer nivel que cuenta con un programa
de geoposición, cuyo objetivo es colocar geográficamente
la información sobre especies de plantas y animales. Éste
es junto con un programa australiano de los dos más
importantes en el ámbito mundial; además, reúne
datos de grupos de plantas y animales que se miden por centenares
de miles o millones, por lo que estamos hablando de una extensa
e importante información.
Por otro lado, hay varias instituciones, como los institutos de
Ecología de la unam y el de Xalapa, cuyos integrantes están
trabajando de manera muy innovadora en la medición y el conocimiento
de la biodiversidad y cómo incide en la estructura y función
de los ecosistemas. Asimismo contamos con una larga tradición
en áreas protegidas encaminada a conservar la biodiversidad.
México es, incluso, uno de los países donde se gestó
la idea de lo que es una reserva de la biosfera. Lo anterior nos
indica que estamos en un nivel excepcional en cuanto al estudio
de biodiversidad, pero no sucede lo mismo en materia de protección
y conservación.
Dijo
una palabra que es clave para sus investigaciones y reconocimientos.
Se trata de la creación de reservas de la biosfera. ¿Qué
lugares ha propuesto para designarlos reservas?
Allá por los primeros años de la década de
los setenta, cuando colaboraba con el programa de la unesco, fui
uno de los primeros en el mundo en trabajar en la reserva de la
biosfera. Nosotros establecimos las dos primeras reservas de México
y Latinoamérica, que fueron las de Mapimí y Michilía
(Durango), mismas que se formalizaron en 1974 y la unesco las incluyó
en la primera lista que salió en 1976. Esto fue realmente
innovador.
También he participado en la creación de reservas
de la biosfera, como la de Montes Azules, en Chiapas; la de Sian
Kan, en Quintana Roo; la de El Cielo, en Tamaulipas, y la de Manantlán,
en Jalisco. Por ello, toda mi vida he tenido contacto permanente
con el desarrollo de las reservas de la biosfera además de
que he sido presidente, igual que Arturo Gómez Pompa, del
programa map de la unesco.
¿Qué
características consideran para designar una reserva ecológica?
Hablemos mejor de reservas de la biosfera, porque reserva ecológica
significa muchas cosas. La reserva de la biosfera se crea, por supuesto,
para proteger regiones con especial riqueza, pero su característica
fundamental es que, aparte de la mala conservación de la
diversidad biológica, abarca lugares generalmente muy grandes
donde se buscan alternativas de desarrollo sustentable. De esta
manera, en dichas regiones se desarrollan estrategias más
amigables de convivencia entre el hombre y la naturaleza. En resumen,
las reservas de la biosfera son áreas grandes bajo control
en donde convergen la naturaleza con las necesidades humanas coexistiendo
de manera armónica.
Es
bueno que mencione esto, porque se piensa que en las reservas hay
barreras que impiden al hombre entrar en ellas...
Pensar eso es un error. Prácticamente en todas las reservas
de la biosfera de México y de la mayor parte del mundo existen
poblaciones que habitan en su seno, las cuales tienen ciertas restricciones
para hacer uso de los recursos que las rodean. Por esa razón
se está buscando desarrollar un uso sustentable en dichas
áreas: la sustentabilidad es la gran incógnita que
enfrentamos en el siglo xxi.
En
esa gran incógnita, ¿cuáles son los retos para
el desarrollo sustentable en las reservas de la biosfera?
El reto en las reservas y fuera de ellas es encontrar una forma
de obtener los satisfactores, los productos que consideramos necesarios,
sin cerrar las opciones a las generaciones futuras. Estamos acostumbrados
a un tipo de desarrollo que tiene beneficios a muy corto plazo,
pero con ello estamos legando a nuestros hijos un medio empobrecido.
Justamente lo que estamos buscando es dejar a nuestros descendientes
un medio rico y abundante, y eso se puede lograr para eso está
el conocimiento científico y la labor que todos aportan.
En
la pasada Cumbre la Tierra celebrada en Johannesburgo, Suráfrica,
se mencionó que estamos en un colapso ecológico. ¿Usted
considera que el planeta se encuentra en esa situación?
Bueno, si estuviéramos en colapso no estaríamos hablando
ni usted ni yo en este momento. La palabra colapso la utilizaría
con cuidado. Ciertamente vivimos en medio de grandes presiones que
antes no existían. Hay problemas porque el agua se está
acabando y una gran proporción está contaminada, por
la erosión y desaparición de los suelos, por el cambio
climático provocado por las emisiones de gas a la atmósfera
que ocasiona sequía y lluvias excesivas, por la sobrepoblación,
etcétera. Aquí debo decir que el año que viene
padeceremos los trastornos de un mega Niño, o sea que nos
tenemos que preparar para tolerar un clima muy desigual, una gran
sequía y lluvias tipo diluvio.
Lo anterior nos coloca en situaciones verdaderamente difíciles
y a eso hay que sumar el uso inadecuado de los recursos naturales;
el despilfarro es evidente. Por esa razón se están
buscando alternativas para frenar y restringir tales hábitos,
y en ese aspecto la reunión de Johannesburgo no ha sido un
éxito, porque los que deberían de acatar las restricciones
no las aceptan. Entonces el problema se complica y seguimos en estado
de alarma, no de colapso, ya que si esto sucediera desapareceríamos
inmediatamente.
¿Podríamos
decir que los temas de ecología y desarrollo sustentable
se convierten en los grandes retos del siglo xxi?
Así es, aunque considerando el panorama de estos primeros
años del siglo xxi, las prioridades son la paz y la tolerancia,
porque no puede haber desarrollo sustentable, ni puede haber diversidad,
ni puede haber nada, si no hay paz y tolerancia. El segundo reto
es conservar la biodiversidad, pero también debemos acabar
con la visión de que solamente hay una salida, al tiempo
que debemos aprender a convivir culturalmente y con distintas formas
de
naturaleza.
¿En este reto las universidades pueden cumplir un papel
importante?
Es un hecho. La Universidad por definición podría
ser la casa donde se piensa, donde se critica, donde se hacen preguntas
si no es así ¿qué es la Universidad?, ¿una
simple fábrica de profesionistas? Eso es una visión
muy escueta. Que es de profesionistas, claro que sí, pero
la Universidad es donde se piensa, donde se ponen en duda las cosas.
Considero sumamente importante que hoy la gente analice, cuestione
y proponga, que desde las universidades se ponga en duda ese desarrollo
que en lugar de beneficiarnos nos perjudica.
Al
poner en duda estos procesos que estamos viviendo llega también
el momento de crear mecanismos. ¿Cuáles pueden echar
a andar las universidades en materia de ecología y desarrollo
sustentable?
Ante todo formar gente que tenga capacidad de análisis. También
abrir foros como el que se desarrolló en la Feria Internacional
del Libro Universitario, donde con toda libertad se vayan a exponer
ideas, porque considero que tener vocación de decir, de hablar,
es muy importante. Ésas son algunas tareas de la Universidad;
claro que ésta no va a hacer los planes, sino que va a preparar
a las personas que los van a hacer.
Dentro
de la Universidad a veces se piensa que la ecología y la
biología son exclusivas de los biólogos y los ecólogos,
pero vemos que en la actualidad hay un trabajo interdisciplinario
Así es, el desarrollo sustentable y la biodiversidad necesitan
muchas disciplinas, como la antropología, la arqueología,
la economía y la sociología, entre otras. Acabo de
ver el número de agosto de la revista Sciencie, donde se
publica una evaluación de costos del cambio de la comunidades
naturales y eso ha requerido imaginación por parte de ecologistas
y economistas. Esto es tan vital para todos que no es exclusivo
de nadie, todos tenemos que aportar algo.
Cada
vez hay mayor preocupación por el problema ecológico
en nuestro país, ¿qué estudios sobre biodiversidad
se están realizando en el Instituto de Ecología?
El Instituto de Ecología es uno de los centros de investigación
de ecología y ciencias afines más grande de México
y uno de los más importantes de Latinoamérica, por
lo que se desarrollan muchas líneas de investigación,
desde estudios básicos de flora y fauna hasta la medición
de la biodiversidad, en lo cual estoy trabajando. También
se llevan a cabo estudios sobre comportamiento, sustentabilidad
y control biológico de plagas. En realidad es muy difícil
numerar las actividades del instituto porque la gama de análisis
de los ecosistemas terrestres y litorales es muy amplia, además
son varias personas las que están involucradas con
esta labor.
¿Qué
trabajos de investigación está desarrollando?
Una buena parte de mis intereses está centrada en la medición
y monitoreo de la biodiversidad, su cambio y sus modificaciones,
entre otras cosas. Tenemos una fragmentación en el trópico
aquí en Veracruz muy importante y nos interesa
mucho ver qué pasa, si se pierden las especies, cómo
se intercomunican los fragmentos, qué ocurre a nivel genético,
cómo se intercomunican los individuos, etcétera.
Aparte, sigo realizando estudios sobre el comportamiento de los
insectos y, gracias al Instituto de Ecología, tenemos laboratorios
de primera calidad a nivel mundial donde se puede programar todo,
pues cuenta con un excelente equipo. Quiero decir que, no obstante
mis 70 años, me siento dinámico porque tengo una brigada
de jóvenes muy
preparados.
También he trabajado con murciélagos y con ranas en
el Cofre de Perote y en Los Tuxtlas, pero nos estamos extendiendo
hacia las reservas de la biosfera en México para tener elementos
de comparación. El próximo año viajaremos a
Costa Rica donde ya estuve anteriormente para estudiar
los cambios presentados en la fauna de los vertebrados de la estación
La Selva. Lo mismo quiero hacer en otros lugares de México.
En
la filu recibió la medalla al mérito Universidad Veracruzana
junto con Arturo Gómez Pompa y José Sarukhán.
¿Qué significa este reconocimiento?
Los tres somos amigos desde hace muchos años. Hemos participado
juntos en varios proyectos. La distinción que nos hace la
Universidad Veracruzana no sólo representa un estímulo
personal, sino también un reconocimiento a la ecología;
además es una forma de recordar a nuestros alumnos que este
trabajo es importante.
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