Septiembre-Octubre 2002, Nueva época No. 57-58 Xalapa • Veracruz • México
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Gonzalo Halffter, medalla al Mérito UV
De la entomología a la ecología,
un paso a favor de la naturaleza

Germán Martínez Aceves

Décadas de trabajo son las que ha dedicado Gonzalo Halffter al estudio de los insectos, la biodiversidad y la ecología. Durante este periodo, numerosos han sido los logros cosechados por este especialista, como el establecimiento de varias reservas de la biosfera en distintos estados mexicanos. No obstante, su labor no se detiene porque considera que aún hay mucho camino por recorrer. Sobre este viaje hecho de experiencias, trabajo, investigaciones, aportaciones y proyectos da cuenta el destacado entomólogo de origen español, pero nacionalizado mexicano.
En la actualidad, el deterioro ambiental es un problema que requiere atención inmediata y de fondo, pues sus efectos están rebasando las fuerzas y las capacidades del hombre para frenar dicho fenómeno. Además, el desarrollo tecnológico en las últimas décadas ha sido vertiginoso, por lo que en la carrera por ser los primeros se ha dejado de lado la conservación del medio ambiente como si se tratara de un tema secundario.
El panorama no es halagador. Por un lado, la industria explota cada vez más los recursos naturales sin encontrar restricciones, con la idea de obtener la mayor ganancia económica posible, sin considerar las consecuencias; por otra parte, los seres humanos están inmersos en un proceso de consumo excesivo que no le permite distinguir entre lo necesario y lo accesorio, entre el peligro y la seguridad, entre el caos y el concierto.
No obstante, en medio de lo que puede parecer un naufragio, hay islas donde el raciocinio, las capacidades y las certezas existen y se están desarrollando. Ejemplo de ello son las organizaciones no gubernamentales, los centros de investigación y las universidades –entre otros–, en cuyo seno se despliega una serie de críticas, reflexiones y trabajos para resarcir el problema del deterioro ambiental, cuyos orígenes, consecuencias y soluciones son objeto de estudio por parte de los especialistas.
La Feria Internacional del Libro Universitario 2002 sirvió de escenario para analizar y reflexionar esa problemática que afecta al mundo entero, por lo que estuvo dedicada a los dos grandes temas actuales: la ecología y el desarrollo sustentable. Este hecho permitió además distinguir a tres destacados científicos mexicanos que han trabajado incansablemente en beneficio del medio ambiente y de la conservación de la naturaleza: Arturo Gómez-Pompa, José Sarukhán y Gonzalo Halffter.
En la siguiente entrevista, Gonzalo Halffter hace un recuento de su incursión y desarrollo en la biología y su experiencia en la investigación, proceso que lo ha llevado a emprender acciones en beneficio de los recursos naturales y del medio ambiente. Da cuenta también de los problemas que por el fenómeno de la contaminación estamos enfrentando actualmente, no sin mencionar la labor y los retos que el hombre debe emprender desde cualquier trinchera –llámese universidad, comunidad u organización– para contrarrestar el deterioro ambiental.

¿Cómo inicia su vocación por los temas biológicos?
Ésa es una pregunta que me planteé hace poco tiempo, porque realmente no sé cuándo descubrí mi vocación. De lo que sí estoy seguro es que a los 12 años ya estaba involucrado con la entomología, pues me gustaba recopilar insectos y adquirir libros del tema que he conservado hasta ahora. Mi gusto no sólo se inclinó hacia los insectos, sino también hacia la naturaleza, realmente me gusta mucho el campo. De hecho mi labor la he realizado en distintas instituciones pero siempre en torno a la entomología y a la biología.
Por mucho tiempo trabajé en el control de plagas como director técnico de una empresa importante –y eso porque me casé–, pero no dejé de ser profesor en la Escuela de Epidemias Biológicas. Claro que en el primer trabajo tenía mejor sueldo, además de que me permitió descubrir una realidad que a veces no se percibe en el medio académico, por
lo que tuve la posibilidad de utilizar mi profesión para resolver problemas reales, como lo hace un médico.

Usted nació en Madrid. ¿En qué periodo llegó a México?
Salí de España a consecuencia de la guerra civil. Mis padres eran republicanos; por ello tuvimos que trasladarnos en 1938 a Francia, lugar en el que se organizó una comisión de intelectuales españoles que fueron invitados por el gobierno mexicano para venir a este país. Ésa fue la razón por la cual llegué a México en 1939. Legalmente soy mexicano porque me vine sujeto a la patria potestad de mi padre, quien se hizo mexicano inmediatamente. Aquí hice el servicio militar –entonces los 21 años delimitaban la mayoría de edad– y no tuve que nacionalizarme, simplemente renuncié a la nacionalidad española.

¿Entonces todos sus estudios los realizó en este país?
Los primeros estudios los cursé en Francia. A partir de los seis años, cuando llegué a México, estudié aquí. Sin embargo, he viajado mucho debido a mi formación tanto pre-profesional, como profesional.

Además de la entomología, ¿por qué otros caminos ha transitado?
Ciertamente soy entomólogo, pero en realidad he usado a los insectos como instrumento. He hecho taxonomía de insectos y he analizado su comportamiento. También me he sumergido en el estudio de la biogeografía y la biodiversidad, es decir, en distintos campos de la biología y la ecología. Por ello me considero más un ecólogo que un entomólogo.

¿En qué regiones ha emprendido sus trabajos de investigación?
He trabajado prácticamente en toda la república mexicana, pero también tengo una buena experiencia de trabajo en África, en la ex Unión Soviética y en el Mediterráneo, básicamente estudiando el comportamiento de los escarabajos.

¿Qué opinión le merecen los estudios sobre biodiversidad que se realizan en México?
Aquí, la calidad de los trabajos sobre biodiversidad es excepcional. Tenemos la Comisión Nacional de la Biodiversidad (Conabio), una institución de primer nivel que cuenta con un programa de geoposición, cuyo objetivo es colocar geográficamente la información sobre especies de plantas y animales. Éste es –junto con un programa australiano– de los dos más importantes en el ámbito mundial; además, reúne datos de grupos de plantas y animales que se miden por centenares de miles o millones, por lo que estamos hablando de una extensa e importante información.
Por otro lado, hay varias instituciones, como los institutos de Ecología de la unam y el de Xalapa, cuyos integrantes están trabajando de manera muy innovadora en la medición y el conocimiento de la biodiversidad y cómo incide en la estructura y función de los ecosistemas. Asimismo contamos con una larga tradición en áreas protegidas encaminada a conservar la biodiversidad. México es, incluso, uno de los países donde se gestó la idea de lo que es una reserva de la biosfera. Lo anterior nos indica que estamos en un nivel excepcional en cuanto al estudio de biodiversidad, pero no sucede lo mismo en materia de protección y conservación.

Dijo una palabra que es clave para sus investigaciones y reconocimientos. Se trata de la creación de reservas de la biosfera. ¿Qué lugares ha propuesto para designarlos reservas?
Allá por los primeros años de la década de los setenta, cuando colaboraba con el programa de la unesco, fui uno de los primeros en el mundo en trabajar en la reserva de la biosfera. Nosotros establecimos las dos primeras reservas de México y Latinoamérica, que fueron las de Mapimí y Michilía (Durango), mismas que se formalizaron en 1974 y la unesco las incluyó en la primera lista que salió en 1976. Esto fue realmente innovador.
También he participado en la creación de reservas de la biosfera, como la de Montes Azules, en Chiapas; la de Si’an Kan, en Quintana Roo; la de El Cielo, en Tamaulipas, y la de Manantlán, en Jalisco. Por ello, toda mi vida he tenido contacto permanente con el desarrollo de las reservas de la biosfera además de que he sido presidente, igual que Arturo Gómez Pompa, del programa map de la unesco.

¿Qué características consideran para designar una reserva ecológica?
Hablemos mejor de reservas de la biosfera, porque reserva ecológica significa muchas cosas. La reserva de la biosfera se crea, por supuesto, para proteger regiones con especial riqueza, pero su característica fundamental es que, aparte de la mala conservación de la diversidad biológica, abarca lugares generalmente muy grandes donde se buscan alternativas de desarrollo sustentable. De esta manera, en dichas regiones se desarrollan estrategias más amigables de convivencia entre el hombre y la naturaleza. En resumen, las reservas de la biosfera son áreas grandes bajo control en donde convergen la naturaleza con las necesidades humanas coexistiendo de manera armónica.

Es bueno que mencione esto, porque se piensa que en las reservas hay barreras que impiden al hombre entrar en ellas...
Pensar eso es un error. Prácticamente en todas las reservas de la biosfera de México y de la mayor parte del mundo existen poblaciones que habitan en su seno, las cuales tienen ciertas restricciones para hacer uso de los recursos que las rodean. Por esa razón se está buscando desarrollar un uso sustentable en dichas áreas: la sustentabilidad es la gran incógnita que enfrentamos en el siglo xxi.

En esa gran incógnita, ¿cuáles son los retos para el desarrollo sustentable en las reservas de la biosfera?
El reto en las reservas y fuera de ellas es encontrar una forma de obtener los satisfactores, los productos que consideramos necesarios, sin cerrar las opciones a las generaciones futuras. Estamos acostumbrados a un tipo de desarrollo que tiene beneficios a muy corto plazo, pero con ello estamos legando a nuestros hijos un medio empobrecido. Justamente lo que estamos buscando es dejar a nuestros descendientes un medio rico y abundante, y eso se puede lograr para eso está el conocimiento científico y la labor que todos aportan.

En la pasada Cumbre la Tierra celebrada en Johannesburgo, Suráfrica, se mencionó que estamos en un colapso ecológico. ¿Usted considera que el planeta se encuentra en esa situación?
Bueno, si estuviéramos en colapso no estaríamos hablando ni usted ni yo en este momento. La palabra colapso la utilizaría con cuidado. Ciertamente vivimos en medio de grandes presiones que antes no existían. Hay problemas porque el agua se está acabando y una gran proporción está contaminada, por la erosión y desaparición de los suelos, por el cambio climático provocado por las emisiones de gas a la atmósfera que ocasiona sequía y lluvias excesivas, por la sobrepoblación, etcétera. Aquí debo decir que el año que viene padeceremos los trastornos de un mega Niño, o sea que nos tenemos que preparar para tolerar un clima muy desigual, una gran sequía y lluvias tipo diluvio.
Lo anterior nos coloca en situaciones verdaderamente difíciles y a eso hay que sumar el uso inadecuado de los recursos naturales; el despilfarro es evidente. Por esa razón se están buscando alternativas para frenar y restringir tales hábitos, y en ese aspecto la reunión de Johannesburgo no ha sido un éxito, porque los que deberían de acatar las restricciones no las aceptan. Entonces el problema se complica y seguimos en estado de alarma, no de colapso, ya que si esto sucediera desapareceríamos inmediatamente.

¿Podríamos decir que los temas de ecología y desarrollo sustentable se convierten en los grandes retos del siglo xxi?
Así es, aunque considerando el panorama de estos primeros años del siglo xxi, las prioridades son la paz y la tolerancia, porque no puede haber desarrollo sustentable, ni puede haber diversidad, ni puede haber nada, si no hay paz y tolerancia. El segundo reto es conservar la biodiversidad, pero también debemos acabar con la visión de que solamente hay una salida, al tiempo que debemos aprender a convivir culturalmente y con distintas formas de
naturaleza.
¿En este reto las universidades pueden cumplir un papel
importante?
Es un hecho. La Universidad por definición podría ser la casa donde se piensa, donde se critica, donde se hacen preguntas… si no es así ¿qué es la Universidad?, ¿una simple fábrica de profesionistas? Eso es una visión muy escueta. Que es de profesionistas, claro que sí, pero la Universidad es donde se piensa, donde se ponen en duda las cosas. Considero sumamente importante que hoy la gente analice, cuestione y proponga, que desde las universidades se ponga en duda ese desarrollo que en lugar de beneficiarnos nos perjudica.

Al poner en duda estos procesos que estamos viviendo llega también el momento de crear mecanismos. ¿Cuáles pueden echar a andar las universidades en materia de ecología y desarrollo sustentable?
Ante todo formar gente que tenga capacidad de análisis. También abrir foros como el que se desarrolló en la Feria Internacional del Libro Universitario, donde con toda libertad se vayan a exponer ideas, porque considero que tener vocación de decir, de hablar, es muy importante. Ésas son algunas tareas de la Universidad; claro que ésta no va a hacer los planes, sino que va a preparar a las personas que los van a hacer.

Dentro de la Universidad a veces se piensa que la ecología y la biología son exclusivas de los biólogos y los ecólogos, pero vemos que en la actualidad hay un trabajo interdisciplinario…
Así es, el desarrollo sustentable y la biodiversidad necesitan muchas disciplinas, como la antropología, la arqueología, la economía y la sociología, entre otras. Acabo de ver el número de agosto de la revista Sciencie, donde se publica una evaluación de costos del cambio de la comunidades naturales y eso ha requerido imaginación por parte de ecologistas y economistas. Esto es tan vital para todos que no es exclusivo de nadie, todos tenemos que aportar algo.

Cada vez hay mayor preocupación por el problema ecológico en nuestro país, ¿qué estudios sobre biodiversidad se están realizando en el Instituto de Ecología?
El Instituto de Ecología es uno de los centros de investigación de ecología y ciencias afines más grande de México y uno de los más importantes de Latinoamérica, por lo que se desarrollan muchas líneas de investigación, desde estudios básicos de flora y fauna hasta la medición de la biodiversidad, en lo cual estoy trabajando. También se llevan a cabo estudios sobre comportamiento, sustentabilidad y control biológico de plagas. En realidad es muy difícil numerar las actividades del instituto porque la gama de análisis de los ecosistemas terrestres y litorales es muy amplia, además son varias personas las que están involucradas con
esta labor.

¿Qué trabajos de investigación está desarrollando?
Una buena parte de mis intereses está centrada en la medición y monitoreo de la biodiversidad, su cambio y sus modificaciones, entre otras cosas. Tenemos una fragmentación en el trópico –aquí en Veracruz– muy importante y nos interesa mucho ver qué pasa, si se pierden las especies, cómo se intercomunican los fragmentos, qué ocurre a nivel genético, cómo se intercomunican los individuos, etcétera.
Aparte, sigo realizando estudios sobre el comportamiento de los insectos y, gracias al Instituto de Ecología, tenemos laboratorios de primera calidad a nivel mundial donde se puede programar todo, pues cuenta con un excelente equipo. Quiero decir que, no obstante mis 70 años, me siento dinámico porque tengo una brigada de jóvenes muy
preparados.
También he trabajado con murciélagos y con ranas en el Cofre de Perote y en Los Tuxtlas, pero nos estamos extendiendo hacia las reservas de la biosfera en México para tener elementos de comparación. El próximo año viajaremos a Costa Rica –donde ya estuve anteriormente– para estudiar los cambios presentados en la fauna de los vertebrados de la estación La Selva. Lo mismo quiero hacer en otros lugares de México.

En la filu recibió la medalla al mérito Universidad Veracruzana junto con Arturo Gómez Pompa y José Sarukhán. ¿Qué significa este reconocimiento?
Los tres somos amigos desde hace muchos años. Hemos participado juntos en varios proyectos. La distinción que nos hace la Universidad Veracruzana no sólo representa un estímulo personal, sino también un reconocimiento a la ecología; además es una forma de recordar a nuestros alumnos que este trabajo es importante.