Abril 2002, Nueva época No. 52 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Mensual


 

 Ventana Abierta

 Mar de Fondo

 Palabras y Hechos


 Tendiendo Redes

 Ser Académico

 Quemar las Naves

 Campus

 Perfiles

 Pie de tierra


 Números Anteriores


 Créditos

 

 

 

Diez años de investigación en el Instituto de Neuroetología
Estudian comportamiento animal
en laboratorios y áreas naturales

Edith Escalón

 
Los investigadores Domingo Canales y Jorge Manzo hablan de experiencias, logros y expectativas de la investigación que realizan académicos del Instituto de Neuroetología en las áreas de neurología, neurobiología, neurofisiología y etología.

El de Neuroetología es uno de los tres institutos con mayor producción científica en la uv. Publicaciones como Physiology Behavior, Journal of Comparative Neurology o Neotropical Primate han dado a conocer, año tras año, sus resultados de investigación básica; seis de sus académicos pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (sni), y cuatro más al grupo de especialistas de la Unión Internacional para la Conservación, lo que habla del reconocimiento que han alcanzado en el país y en el extranjero.
Se le ha conferido la custodia del Parque de la Flora y Fauna Silvestre Tropical, que forma parte de la reserva más importante del estado, la de Los Tuxtlas, en la que desde hace años se impulsan la investigación, la conservación de los recursos naturales y la formación especializada en un “laboratorio natural” conformado por dos áreas naturales protegidas que suman casi 500 hectáreas, una situada al norte del lago de Catemaco y otra localizada en las inmediaciones de la laguna de Sontecomapan.
En la primera se protege la biodiversidad característica de bosques tropicales de montaña, mientras que en la segunda se atiende la biota que caracteriza a la zona de humedales, básicamente del ecosistema manglar. El ine tiene a su cargo, además, tres islas en el lago de Catemaco, donde habitan poblaciones de primates que se encuentran bajo su estudio.
Pocos institutos han logrado en tan poco tiempo la consolidación y el reconocimiento que ostenta. Hoy, cinco generaciones del programa de maestría en Neuroetología respaldan su permanencia en el Padrón de Excelencia del Conacyt. Para el próximo año se pretende colocar también un programa de doctorado, y aunque el área de formación de cuadros profesionales es una de sus fortalezas, no es la única. Pero esta es sólo la historia oficial...
Arrinconado en el antiguo convento de las Capuchinas, desde principios de los ochenta funcionó en Xalapa un pequeño centro de investigaciones biológicas, en el que un grupo de estudiantes que se conocieron en los pasillos de su facultad tuvieron la iniciativa de realizar estudios de los macacos que habitaban algunas islas en el lago de Catemaco. Con los recursos apenas indispensables para sobrevivir, ellos tomaron una decisión: dedicarse a la investigación científica.
Esta fue quizá la elección profesional más importante de su vida. Gracias a la constancia y a su evidente deseo de trabajar, cada uno de los que formaron el equipo en ese entonces se convirtieron después en los líderes de su área de estudio. Sobre la historia del Instituto de Neuroetología hablan su actual director, Domingo Canales, y su secretario académico, Jorge Manzo.

¿Fue iniciativa de los estudiantes tanto la creación del ine como el inicio de la investigación formal en esta área en la Universidad Veracruzana?
Domingo Canales (dc). Sí, todo inició con una labor intensa de los que eran en aquel entonces estudiantes de la Facultad de Biología, como Ernesto Rodríguez Luna, Francisco García Orduña, Mario Caba Vinagre, Guadalupe Manzo, Margarita Martínez y Teresa Morales. Ellos hacían sus trabajos de investigación desde el principio y ellos mismos gestionaron la creación del Centro de Investigaciones Biológicas a finales de los setenta. Claro, algunos de ellos se fueron después, ya sea para hacer posgrados o trabajar en otras partes, pero los que se quedaron pudieron estar en julio de 1992 en la inauguración formal del Instituto de Neuroetología. Recuerdo que fue determinante la interacción dada entre Ernesto Rodríguez Luna y dos investigadores invitados de la unam, Pablo Pacheco Cabrera y Carlos Contreras, quienes ahora trabajan directamente con nosotros.

¿Todos coincidieron en hacer investigación en Neuroetología?
Jorge Manzo (jm). Bueno, ese fue el grupo inicial, pero con los que se fueron y regresaron y los que nos integramos después se conformaron dos grandes grupos: los que hacíamos neurofisiología en el labora-torio tratando de entender las bases de la conducta animal, y los que estudiaban la conducta animal en condiciones de libertad. En el lenguaje científico, quienes investigamos en neurofisiología hacemos neurociencias y quienes hacen conducta animal en libertad hacen etología. Cuando nosotros propusimos la integración del instituto elegimos que fuera bajo el nombre de Neuroetología, que agrupaba a las dos corrientes principales de investigación.

¿Cómo está organizado el instituto?
dc. Básicamente en dos áreas. Hay laboratorios de investigación fisiológica donde se estudian aspectos de conducta; también se realiza trabajo de campo en la zona de Los Tuxtlas, donde se hace etología, principalmente con las dos especies de primates que tenemos en México, aunque además se hacen estudios con anfibios y reptiles; incluso estamos trabajando con algunas especies de flora en ecología y conservación.

¿Qué líneas de investigación trabajan actualmente?
Jm. Son varias; las de los laborato-rios dentro del instituto son cuatro.
Neurofarmacología, dirigida por el doctor Carlos Contreras y la doctora Margarita Saavedra, en términos generales estudian farmacología de trastornos afectivos y trabajan con modelos animales de depresión en los que se prueban fármacos antidepresivos, aunque tienen líneas de investigación más extensas.
Neuroendocrinología, dirigido por la doctora María Elena Hernández, donde se trabaja en torno a las hormonas de la conducta, particularmente en torno a la prolactina, que se conocía en un principio como la hormona encargada de producir la leche en las hembras de algunos animales cuando tienen crías. La investigación en el instituto está centrada en machos, porque pese a que la consideramos una hormona femenina, existe también en el sexo masculino y tiene un papel importante en los trastornos de la hiperplasia y en el cáncer de próstata. Es verdaderamente un estudio con enorme potencial.
También está Biología del Desarrollo, que dirigen los doctores Porfirio Carrillo y Miguel Camacho. Ellos tienen dos modelos animales. Por un lado, están viendo el efecto de la desnutrición neonatal sobre el desarrollo conductual de los individuos, es decir, tienen sujetos que desnutren totalmente, que es uno de los problemas que afectan a nuestro país, y examinan sus efectos conductuales. Por otro lado, utilizan otro modelo, también de la sociedad mexicana, que es el consumo de la capsicina, una sustancia que le da el sabor picante al chile y que se ha descubierto como un factor que mata a un grupo selecto de neuronas, de las cuales las del cerebro y la médula espinal son más sensibles entre más joven es el individuo. Los doctores están tratando de determinar el efecto de la acumulación de capsicina neonatal sobre el desarrollo conductual del individuo y, durante el proceso, analizan también líneas de conducta.
Otra línea de investigación es la de Neurociencias, donde el doctor Pablo Pacheco y yo estamos trabajando en el análisis y observación de la conducta sexual. Fundamentalmente vemos la participación de los nervios que salen de la médula espinal en el control de esta conducta, lo que nos ha llevado a un estudio sobre los procesos de lesión dentro de la médula.
Sabemos que cuando se lesiona la médula espinal los sujetos quedan paralíticos, y hasta la fecha no hay manera de volver a hacer la reconexión espinal que se requiere para que puedan moverse. Sabemos que el movimiento es producido por un tipo de neuronas especiales que se llaman motoneuronas, y que la lesión espinal hace que éstas se hagan pequeñas. Lo que nosotros hacemos hoy es dar tratamientos con una hormona que se produce naturalmente en el cerebro que se llama oxitocina y con ella hemos podido producir una recuperación del tamaño de la motoneurona; no hemos producido movimiento todavía, pero cuando menos ya empezamos a ver esa parte de la recuperación.

¿La investigación en los laboratorios, aunque es con animales, se hace pensando en el bienestar humano?
Jm. Tu pregunta se responde de manera muy sencilla. Más de 80 por ciento de los medicamentos para humanos ha salido de la investigación que se hace con animales, fundamentalmente con la rata. Realmente el trabajo que nosotros estamos haciendo tiene una repercusión enorme en los procesos de salud humana. Si nosotros vemos un proceso fisiológico en un órgano de una rata es, por supuesto, el órgano de un animal más pequeño que el hombre, pero en proporción es lo mismo. Esto es lo que se conoce como investigación básica.
En el caso de la lesión de médula espinal, muchos están trabajando en hacer la reconstrucción. Todos quieren hacer que el sujeto vuelva a caminar, pero en un sujeto normal no sabemos cómo funcione la comunicación; por eso lo primero que tenemos que hacer es estudiar cómo está conectada la médula en un sujeto normal, para que cuando se desconecte podamos reconectarla.

¿Los estudios sobre conducta también persiguen el mismo objetivo?
jm. También es comparable. Un gran boom que hay actualmente con la conducta sexual surgió a partir de la creación del viagra. Todas las investigaciones básicas con respecto al viagra se hicieron por medio de investigaciones en ratas. Luego se realizaron investigaciones en humanos y se descubrió que funcionaba igual; de hecho, todos los mamíferos compartimos una fisiología. Cuando surgió una compañía farmacéutica que ofreció directamente el producto al humano, ésta tenía todo el antecedente de una investigación básica anterior en animales que respaldaba su funcionamiento. Es una repercusión totalmente directa sobre una actividad humana conductual importante, como es el acto sexual.

Y fuera de los laboratorios, ¿cuál es el trabajo de investigación que realizan?
dc. El instituto tiene un laboratorio de campo que se llama Parque de la Flora y Fauna Silvestre Tropical, que cuenta con tres islas en el lago de Catemaco donde tenemos colonias de primates, una reserva de 220 hectáreas de selva que está situada en el municipio de Catemaco y una reserva de manglar –una vegetación particular– de 400 hectáreas situada en la laguna de Sontecomapan, ubicada en el mismo municipio.
Cuenta con cinco investigadores: Ernesto Rodríguez Luna, Francisco García Orduña, Jorge Morales Mávil, un investigador español que se ha integrado con nosotros por medio de un sistema de intercambio entre la Universidad Veracruzana, la anuies y la Agencia Española que se llama Incorporación de Doctores Jóvenes a Universidades Mexicanas, y yo.
El Parque se mueve en torno a tres objetivos principales, que son la investigación, la conservación de los recursos naturales, y la formación de personal especializado. Estamos estudiando aspectos de biología de la conducta, pero al mismo tiempo estamos trabajando muy fuertemente en cuestiones de conservación de los recursos naturales, específicamente en la región de Los Tuxtlas, que es probablemente la zona natural más estudiada de México.
Es una región con una biodiversidad enorme y que requiere de una atención constante de los investigadores. ¿Por qué? Bueno, porque hay un proceso de pérdida del hábitat y de la biodiversidad en Los Tuxtlas, por lo que además de investigar la conducta de grupos de primates en libertad, estudiamos aspectos de ecología y conservación en zonas aledañas a las áreas protegidas, como son los casos del volcán de San Martín Tuxtla y la sierra de Santa Marta.
Todo lo anterior le da una diversidad muy rica al instituto. Lo fundamental es que a ninguna investigación le damos menor valor, porque cada una tiene una aplicación en el área del conocimiento. No es menos importante trabajar en un área donde se está pretendiendo conservar el hábitat, que estudiar aspectos que pueden ser particularmente necesarios en cuestiones de salud humana, como las lesiones en médula espinal. Definitivamente es algo muy diverso, pero todas las cosas las hacemos pensando en que cada trabajo es el más importante.

¿Cómo han logrado durante 20 años trabajar en equipo?
dc. Porque creo que todo nuestro trabajo partió del enorme deseo, que compartimos desde que éramos estudiantes, de dedicarnos a hacer investigación. Porque estos primeros 10 años del instituto son sólo la parte oficial, pero como equipo tenemos todo una historia detrás, desde que con 40 pesos al mes via-jábamos a Catemaco a hacer nuestras primeras investigaciones, y apenas nos alcanzaba para medio comer, pero ahí estábamos, haciendo ciencia.
Estoy seguro que hubo en nosotros una enorme aspiración de ser líderes en la investigación en cada una de nuestras áreas desde que éramos universitarios, como seguramente la hay en muchos de los estudiantes de hoy. Además, seguimos una dinámica de trabajo desde hace años, somos gente que nos conocimos desde estudiantes, que andábamos en los pasillos de la facultad como todos y que después nos consolidamos como equipo de investigación.
Además, ya en el instituto procuramos no perder el contacto entre nosotros; por eso nos vemos siempre en el seminario que tenemos todos los viernes, porque muchas veces pasan semanas sin que nos encontremos, pero ésa es nuestra mejor opor-tunidad de reunirnos, y lo hemos hecho durante años.

¿Estudian en Los Tuxtlas otras especies además de primates?
dc. Sí, aunque la línea principal son los primates. Hay investigaciones con reptiles y anfibios porque se presenta el endemismo, es decir, que hay especies que sólo viven en esa área en particular.
Los Tuxtlas es un área rica en endemismo y, además, parte de los reptiles, como las iguanas y los cocodrilos son especies susceptibles de ser explotados. Hemos notado que pueden ser un importante proveedor de recursos para pobladores, además de que representan un aporte al conocimiento de la biología de las especies; de ahí la importancia del trabajo. También hay otros trabajos con tepezcuintles, un roedor nocturno de aproximadamente 12 kilos de peso que, aunque parezca difícil de creer, es la carne de monte más consumida y más rica en todo el sur de México y en Centroamérica. En fin, hay varias especies que se encuentran en las mismas condiciones, entre ellos ve-nados cola blanca, jabalíes, cocodrilos e iguanas. Creemos que ésta podría ser una alternativa de solución a la problemática social de las comunidades alejadas que los ayude a vivir mejor. Pensamos que por medio de la investigación se podría crear toda una tecnología que pueda ser transferida a las comunidades pobres para crear granjas, ya sea para consumo, autoconsumo, venta de carne, usos de piel, etcétera.

¿Cuanto tiempo requiere una investigación para arrojar
resultados evidentes?
Jm. Un fenómeno completo no lo acabas de estudiar nunca, hay que analizarlo por partes. Creo que una investigación desde que se inicia hasta que sale una publicación final llevará dos años, pero las publicaciones internacionales son de un grupo de resultados que generan un conocimiento parcial. Por ejemplo, la conducta sexual de las ratas se describió en los cincuenta, pero hasta ahora se sigue utilizando como modelo, vamos avanzando poco a poco. Ahora, por ejemplo, el sni hace evaluaciones periódicas que exigen que el investigador asociado tenga una publicación internacional al año; eso quiere decir que debemos hacer la restricción del fenómeno que estudiamos para que las publicaciones salgan a tiempo.

¿Y cuáles son los productos de sus investigaciones?
dc. Estudios publicados básicamente en revistas especializadas de impacto internacional: Physiology Behavior, Journal of Comparative Neurology, Primates and Behavior, Neotropical Primate y Primate Conservation; además, en publicaciones más locales como el periódico de casa UniVerso y el diario Política, sin olvidar algunos artículos incluidos en diferentes libros que han incluido diferentes artículos. También hemos editado dos publicaciones del instituto, una llamada Estudios primatológicos en México, y la recién impresa Neuroetología, la década del cerebro. De hecho, nuestros productos principales son las publicaciones difundidas en los ámbitos nacional e internacional y la formación de recursos humanos, pues ya hemos capacitado a varias generaciones en la maestría en Neuroetología, y a dos generaciones de estudiantes de doctorado.
Por otra parte, a través del área de divulgación de la ciencia –que coordina el doctor Porfirio Carrillo– se ha logrado producir el programa radiofónico Las manzanas de Newton y una sección periódica llamada Observatorio de la ciencia, y hemos conseguido espacios en el diario Política. Este trabajo es importante para todos nosotros, pues muchos investigadores saben hacer ciencia pero no saben difundir los resultados de sus investigaciones. Claro que a veces es difícil, porque estamos acostumbrados a manejar un lenguaje muy técnico, pero tratamos de desglosar la investigación, hacerla comprensible y cambiar esa percepción de que en México no se hace ciencia.

¿Trabajan vinculados con otras universidades?
dc. Con la unam tenemos una Unidad Periférica, y mantenemos ligas con la Universidad Autónoma Metropolitana, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la Universidad Autónoma de Tlaxcala, además del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional. También hemos mantenido contacto y hecho investigación en Estados Unidos con la Universidad de Rutgers, en New Jersey, y con la Universidad de Connecticut; en Canadá, con las universidades de Concordia y de McGill, y tenemos ligas con la Universidad de Barcelona y con la Conservation International, de Washington.

Hay un aspecto que hace poco se empezó a manejar en la uv, me refiero a la vinculación con estudiantes y profesores. ¿Qué están haciendo al respecto?
dc. Hemos estado en contacto permanente con estudiantes porque tenemos la maestría, pero la iniciativa de ir a las aulas ha resul-tado doblemente productiva. Nosotros vamos con los muchachos de licenciatura y les ofrecemos mucha de la información que generamos aquí, que no está en los libros, pero a la vez captamos estudiantes para que trabajen con nosotros y nos relacionamos con algunos maestros que nos ayudan a emprender algunos trabajos conjuntos. A partir de esta dinámica, Jorge Manzo ha formado un cuerpo académico consolidado, con trabajadores del instituto y maestros y alumnos de la licenciatura de Biología; los logros que hemos alcanzado con esta interacción habla muy bien de dicha iniciativa.

Primero fueron estudiantes, ahora son importantes investigadores. Después de tan larga trayectoria, ¿qué les han dejado todos estos años de
estudio?
dc. De alguna manera, Catemaco nos marcó, porque te enseña algunas cosas que no se aprenden en la escuela: trabajar en un lugar difícil, aprender la disciplina que requiere hacer investigación, sobreponerte a lo negativo y, sobre todo, padecer carencias de dinero, de comida, de recursos... Hay cosas que te marcan, y si sobrevives a todo surge la certeza de dedicarse a la investigación. Todos empezamos trabajando sobre un camino difícil, pero ahí aprendimos que la ayuda entre todos era la mejor manera de sobrevivir, así como cuando éramos jóvenes. En Catemaco aprendimos a trabajar en equipo porque entonces era muy fácil soportarlo; claro que otros se fueron, pues no se adaptaron a esas condiciones.
Yo pienso que fue un proceso de selección natural.

Jm. A veces era estar ahí mucho tiempo y tener una relación de amistad; a veces no de amistad pero sí de compañerismo, porque sabíamos que la mejor forma de sobrevivir era colaborando. Algunos somos amigos, otros compañeros; lo más importante es que no somos enemigos, somos personas que tienen diferentes formas de pensar y de ver las cosas pero, por fortuna, el mismo objetivo.