Mayo-Junio 2002, Nueva época No. 53-54 Xalapa • Veracruz • México
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Nuestro artista invitado
Recreaciones Prehispánicas, de Sebastián

Roberto Vallarino

Desde que a principios de nuestro siglo las geometrías no euclidianas vinieron a transformar la realidad científica y con ello influyeron de manera decisiva en una concepción inédita de las artes plásticas, dando lugar a nuevas corrientes como el futurismo, el cubismo y el surrealismo, los artistas más significativos y profundos de nuestra época han vuelto la mirada hacia el pasado de civilizaciones diversas y han abrevado en el mundo antiguo para alimentar su visión moderna del universo. Picasso logró concebir un modo inédito de representar al mundo y dar libre cauce a su visión plástica gracias a su asimilación del arte africano; Paul Klee arribó a nuevos planteamientos de composición, igual que Vasili Kan-dinsky, en buena medida gracias al buceo epistemológico que realizaron en tradiciones ancestrales.
De manera similar, Max Ernst se adentró en obras de arte de la prehistoria europea y, durante su estancia en Arizona, en las representaciones aparentemente elementales de las tribus indias de la zona, que le proporcionaron elementos –quizás más conceptuales que técnicos– para la creación de esas obras a las que denominaba como microbios. Por su parte, Georges Braque se remitió a los griegos arcaicos y a los
 

etruscos para la creación de sus dibujos, cuadros y esculturas que representan el universo equino y Henry Moore, sin lugar a duda, afinó y afiló su mirada en esculturas fundamentales del arte precolombino, como el Chac-mool y sus múltiples representaciones.
En la tradición del arte mexicano reciente hemos sido testigos, después del muralismo y la Escuela Mexicana de Pintura, de la aparición de diversos artistas que en un afán por retomar las raíces indígenas han creado obras neofolclóricas, fallidas en la medida en que no se constituyen en una síntesis de la representación antigua expresada en códigos modernos. Sin embargo, existen aquellos que de manera natural poseen en su obra raíces netamente prehispánicas y sin pretensiones las expresan en su lenguaje, que es moderno, logrando resumir en una forma genuina y cargada de historia lo antiguo y lo contemporáneo. Éste es el caso de las Recreaciones Prehispánicas de Sebastián.

Cuando Sebastián concibió el proyecto de crear una serie de esculturas que tuvieran su fundamento en obras maestras de las civilizaciones mesoame-ricanas, lo animó el deseo de dejar una constancia de su admiración por ciertas piezas prehispánicas, muchas de las cuales se han constituido incluso en estereotipos, pero que son obras de arte universales y que, con el paso del tiempo y de la observación incesante, se convirtieron en sus preferidas.
Como respuesta a esta pasión por el arte prehispánico, decidió hacer esta serie de esculturas, bautizada con el nombre de Recreaciones Prehispánicas. El resultado es un doble incursionar en lo antiguo, porque la producción de Sebastián posee naturalmente los símbolos de lo primitivo universal y de lo mesoamericano a la vez y ahora, de manera consciente, retoma ciertas obras para ofrecernos una interpretación inédita de sus elementos plásticos sustanciales.
Las Recreaciones Prehispánicas de Sebastián en su lenguaje moderno, geométrico, industrial, no pretenden constituirse en una lectura histórica, fenomenológica antropológica o simbólica de cada pieza: se trata sencillamente de una lectura directa de la plasticidad de cada una de las obras prehispánicas. Esta lectura se funda en una voluntad por realizar una síntesis genérica de cada pieza para representarla en el lenguaje geométrico y abstracto característico de su producción.
Sus Recreaciones Prehispánicas son la transportación de una expresión formal, independiente de sus significados antropológicos, ontológicos, rituales o históricos; son una translación de los elementos visuales de armado y modelado a los códigos modernos.
Pero no se trata solamente de una translación directa de los elementos característicos de las piezas prehispánicas que sedujeron al escultor moderno: sería muy fácil tomar las grecas del Chac-mool o las puntas de las flechas que forman la corona de las palmas, para obtener códigos plásticos geométricos contemporáneos.
Las recreaciones de Sebas-tián constituyen un proceso más complejo, en la medida en que se fundan en un afán de recrear la plasticidad total de la escultura y sintetizar las diversas representaciones prehispánicas de cada una de las piezas. En este proceso, para que el lenguaje del escultor moderno logre evocar lo que contienen las piezas mesoamericanas, hay misterio, hay elementos inexplicables, y por supuesto, existen licencias plásticas. No son copias de lo ancestral a lo geométrico. El resultado es una vitalidad que el espectador debe sentir al verlas. Al hacer un homenaje a diversas piezas prehispánicas, Sebastián continúa evocando la fuerza creativa de los artistas de esas épocas, transportándolas a códigos propios de la escultura moderna.
Sin embargo –insisto– no existe la pretensión vanidosa de creer que se trata de una traducción fundada en el conocimiento absoluto de la cosmo-gonía, la historia o la fenomenología u ontología del mundo prehispánico, aunque resulta evidente que no puede desligarse del todo de sus genealogías y en varias piezas resurgen las fuerzas telúricas que vibran en las piedras precolombinas. Estas Recreaciones Prehispánicas son una manifestación actual del conocimiento de una traducción expresada con sencillez; son el trabajo de un artista que posee un código universal en su lenguaje para expresar sus raíces en este caso aplicado a piezas específicas. Son también la recreación genérica de ciertas piezas provenientes de civilizaciones y culturas diversas, una comprensión de sus características escultóricas y, después, su aplicación en un giro contemporáneo para representar sus símbolos plásticos.
En esta dirección las obras que forman estas Recreaciones Prehispánicas deben ser observadas, cada una, como una síntesis: de los diversos Chac-mool, de las diferentes palmas, de las distintas diosas de la fertilidad, de los cabezales olmecas, de los dioses viejos, de la Coyolxauhqui, del adolescente huasteco o del sincretismo característico de nuestra sociedad, expresado en la escultura titulada “Ángel Barroco”. En un deseo por seguir esta idea de reinventar la realidad antigua desde el lenguaje moderno he escrito un texto poético en prosa para cada pieza, porque finalmente estoy convencido de que el artista auténtico es un insatisfecho potencial que dota de imágenes y símbolos a un mundo sin imágenes.