Abril 2002, Nueva época No. 52 Xalapa • Veracruz • México
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Con financiamiento de uv, unam, Conacyt e instituciones extranjeras
Investigación en San Lorenzo Tenochtitlán desentraña la vida cotidiana de los olmecas

Enrique Bravo

 

Miguel Ángel Escalona Aguilar, de la
Facultad de Ciencias Agrícolas, expone
los trabajos de investigación para el uso de
microorganismos benéficos en tareas de
biorremediación de áreas afectadas
por derrames de hidrocarburos
y otros contaminantes.

El sur del estado de Veracruz y el norte de Tabasco son considerados arqueológicamente como las principales regiones de la cultura olmeca. Por ello, desde fines del siglo xix han sido exploradas por investigadores y aficionados. La mayoría de estas investigaciones se ha enfocado al estudio de los principales centros arquitectónicos y esculturas monumentales, dejando de lado el análisis de la dinámica social, modos de subsistencia, instituciones sociales y formas de organización y distribución de esta cultura.
A partir de la década de los ochenta se iniciaron los estudios de patrón de asentamiento para reconocer pautas y procesos dinámicos de las poblaciones prehispánicas. Este enfoque metodológico está basado en la premisa de que las actividades de una población pueden observarse a través de las formas de distribución de sus restos materiales. Bajo esta perspectiva, un grupo interdisciplinario de trabajo, dirigido por Ann Cyphers, ha llevado a cabo varias temporadas de investigación de campo en la región de San Lorenzo Tenochtitlán, Veracruz. De estos estudios surgió el libro Asentamiento prehispánico en San Lorenzo Tenochtitlán, escrito por la directora del proyecto, junto con Stacey Symonds y Roberto Lunagómez.
En esta investigación, estudiantes de la uv han tenido la oportunidad de participar a través de prácticas de campo y gabinete, de las cuales han resultado cuatros tesis de licenciatura –sustentadas con éxito en la Facul-tad de Antropología por estudiantes miembros del proyecto–, incluida la del arqueólogo Roberto Lunagómez, quien desde hace siete años se desempeña como catedrático y coordinador de la Academia de Arqueología de la Facultad de Antropología. En las siguientes líneas nos comenta acerca de su participación en la investigación y en la realización del libro, recientemente presentado en el Museo de Antropología de Xalapa.

¿De qué trata el libro Asentamiento prehispánico en San Lorenzo Tenochtitlán, que presentó al lado de Stacey Symonds y Ann Cyphers?
Es la culminación de un largo estudio que inició con un acuerdo de vinculación entre la Universidad Veracruzana y la unam, a través del Instituto de Investigaciones Antropológicas, y es, además, el producto de dos investigaciones particulares, la tesis doctoral de Stacey Symonds y mi tesis de licenciatura, presentada en 1995. Tuvieron que pasar varios años para que, a partir de ambas tesis, lográramos conformar una base de datos suficientes para hacer el libro.
Con base en el proyecto mencionado, el primer libro que se editó fue Población, subsistencia y medio ambiente en San Lorenzo Tenochtitlán, publicado en 1997 y distinguido con mención honorífica por el Premio Alfonso Caso, que otorga el inah a la mejor investigación de arqueología en México. En su elaboración participó el personal de la uv y yo también colaboré con la redacción de algunos artículos.
Quizá la principal aportación del libro más reciente es que se trata de la primera investigación regional alrededor de un centro olmeca, cuyos objetivos son explicar algunos de los fenómenos relacionados con esa civilización y esclarecer el desarrollo de las poblaciones de las etapas posteriores, a fin de completar un mosaico que explicaría la historia cultural de los grupos prehispánicos en el sur de Veracruz.

¿Cómo llegó al Proyecto San Lorenzo Tenochtitlán?
Mi participación en este proyecto se remonta al año de 1990. Siendo estudiante de Arqueología fui invitado a colaborar en él y compartir esta primera temporada con estudiantes de instituciones como la Universidad de Las Américas y la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Por parte de la uv fui el único alumno que participó en 1990 y, como pasante, en 1991, fui invitado a trabajar de manera permanente en el proyecto.
Desde entonces sigo participando como coordinador de actividades arqueológicas, con grupos de reconocimiento de superficie y excavación. Al ingresar en la Academia de la Facultad de Antropología, en 1995, logramos establecer una vinculación que permite a otros universitarios sumarse al proyecto a través de prácticas de campo y como tesistas y colaboradores de tiempo completo. Podemos hablar de 200 estudiantes de arqueología que han pasado por las filas de dicha investigación, incluyendo a los de la uv.
Hay una vinculación muy estrecha entre la Facultad de Antropología y el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la unam, lo que ha permitido que hasta hoy se hayan presentado cuatro tesis de licenciatura de la uv y se estén preparando tres más, además de una de maestría.

¿Cuál fue su papel específico en la investigación de San Lorenzo Tenochtitlán?
Somos tres los autores del libro Asentamiento prehispánico en San Lorenzo Tenochtitlán, que surgió de la investigación realizada en esa región, y cada uno asumió una labor distinta. La doctora Ann Cyphers, directora general del proyecto arqueológico, conformó y trató de uniformar los datos provenientes de las tesis de Stacey Symonds y la mía, para darle un mismo lenguaje a la información que presentamos y conferirle coherencia dentro de la dinámica del libro.
Básicamente el trabajo de la doctora Symonds se centró en el diseño de una metodología de campo para realizar esta investigación, basada en el reconocimiento piloto que realicé en 1991. Ella cubrió el área más extensa de alrededor de 296 kilómetros cuadrados, y yo fui el coordinador del reconocimiento regional en San Lorenzo, en la parte más cercana a la ciudad, que denominamos hinterland, tecnicismo usado en arqueología que se traduce como área de sustento de un sitio o área de apropiación.
En este hinterland interior realicé mi investigación de licenciatura, cuyo objetivo principal fue definir la extensión del sitio de San Lorenzo, que hasta ese momento no había sido determinado, aunque sí inferido por algunos autores por medio de otro tipo de investigación, no de campo. De hecho, se subestimó su tamaño, ya que se pensó que era un sitio pequeño, pero con el trabajo que realicé en 1991 se
pudo estimar por primera vez la extensión del lugar con base en los materiales recuperados en la superficie. En ese momento se planteó que el sitio –considerado el más grande en Mesoamérica– tenía un promedio de siete kilómetros cuadrados; sin embargo, y lo señalo en la misma tesis, esta extensión correspondía sólo a la superficie, por lo que se hicieron excavaciones para comprobarlo.
Gracias a estos trabajos realizados entre 1992 y 1994 se pudo estimar que el tamaño del sitio que yo calculé originalmente no era tan grande. Aun así, su escala estimativa era de 40 hectáreas aproximadamente, más o menos cinco kilómetros cuadrados, razón por la cual seguía siendo el sitio más complejo y el de mayor extensión en Mesoamérica, antes del desarrollo de Teotihuacán y Monte Albán, e inclusive antes del desarrollo de La Venta, que es considerada como la primera ciudad olmeca.
En esencia, ésa fue la labor que desempeñó cada uno en este proyecto. Por supuesto que de forma grupal, los tres autores expusimos no sólo estas conclusiones, sino que también por primera vez presentamos una estimación de densidad poblacional de diferentes etapas de desarrollo prehispánico: desde el Formativo Temprano, con los olmecas, hasta el Clásico Tardío en la fase Villa Alta. También planteamos algunas hipótesis sobre la emergencia o nacimiento de la cultura olmeca.

¿Qué resultados ha arrojado este estudio?
Desarrollamos estas tesis a través de la formulación de varias hipótesis. Para nosotros era importante saber cuál fue el tamaño del centro olmeca de San Lorenzo, cuánta gente pudo haber vivido ahí, cuáles otros sitios se encontraban alrededor de San Lorenzo y de qué tipo eran, todo esto para conocer tanto el desarrollo del sitio como el desarrollo regional y, en consecuencia, explicar de forma más amplia el surgimiento de la sociedad olmeca en el Formativo Temprano; pero no sólo era importante definir esta fase, sino también lo que ocurrió después, y esto está reflejado en el patrón de asentamiento, el cual constituye el estudio básico del libro. Cabe señalar que este estudio nos puede dar información general acerca de la forma o modelo en que las poblaciones se distribuyen en un medio ambiente.
Otra cosa importante era encontrar argumentos sobre lo que sucedió durante la supuesta caída de San Lorenzo y la aparición de La Venta. El patrón de asentamiento que nosotros realizamos indica que la población se movió hacia otros lugares y señala las posibles razones por las cuales la gente se mudó en busca de alternativas de supervivencia y subsistencia, como las condiciones ambientales adversas de un momento determinado, aunque no se descartan otras situaciones, como un cambio en la cosmovisión, en el pensamiento de la gente, o la modificación de las rutas de intercambio o de interre-lación cultural con otro centro que se volvió importante, como La Venta, el Istmo de Tehuantepec u otra región de Los Tuxtlas.
Esta investigación también deja abierta la posibilidad de indagar lo sucedido con las poblaciones después del desarrollo olmeca, lo que hoy llamamos cultura Villa Alta, de la cual hasta el momento desconocemos su filiación étnica y lingüística. Nuestro estudio sólo proporciona elementos que hacen pensar que estos grupos estuvieron vinculados con los mayas chontales del noroeste de Tabasco, y quizá estuvieron asociados con el desarrollo de Palenque y Comalcalco, pero los nuevos proyectos tendrán que esperar a otros arqueólogos, seguramente veracruzanos, para analizar este tipo de fenómenos que no hemos podido explicar completamente.

¿Qué tan importante es esta investigación para los estudios sobre la cultura olmeca, que parecía sólo referirse a las cabezas colosales?
Ha sido medular para la arqueología olmeca. Ésta nace prácticamente en el siglo xix, en 1896, con el descubrimiento de la cabeza colosal de Hueyapan, en Tres Zapotes. Entre ese año y 1946 se desarrolló un tipo de arqueología olmeca encaminada a descubrir los grandes monumentos –como cabezas colosales, tronos o altares, escultura menor, hachas de serpentina y enterramientos, entre otros–, pero hasta los ochenta no se tenía conocimiento de la vida cotidiana de esta cultura.
Por ello, el principal objetivo del proyecto arqueológico San Lorenzo Tenochtitlán es desentrañar los aspectos de la vida cotidiana de los olmecas y conocer la base de su subsistencia, la cual posiblemente estaba cimentada en la obtención de recursos lacustres, ya que no era un pueblo cien por ciento agrícola. También tenemos ya una primera evidencia sobre el tamaño y la forma de las casas olmecas, y podemos reconocer jerarquías sociales a través de diferentes estructuras de elite en San Lorenzo, como el famoso Palacio Rojo.
Hay que darle crédito también a otros especialistas y a otros estudios realizados principalmente en 1953 por Drucker y Contreras en Tabasco y en 1978 por Hernando Gómez Rueda en Las Limas, ya que ellos fueron los precursores de este tipo de trabajo regional. Sin embargo, a partir de nuestra investigación (1992) se puede hablar de un primer reconocimiento intensivo y sistemático para determinar los patrones de asentamiento.
Afortunadamente, la tendencia de los reconocimientos regionales ha aumentado a raíz de nuestro proyecto. Otros investigadores, como Robert Kruger, Gerardo Jiménez y Alejandra Alonso, han incrementado la exploración de superficie, de manera que hoy podemos hablar de una cobertura de 1 000 kilómetros cuadrados entre dos importantes sitios olmecas, Laguna de los Cerros y San Lorenzo; a ello hay que sumar el reconocimiento que estoy haciendo actualmente en
Medias Aguas.
Sin embargo, frente a la inmensidad del territorio sur de Veracruz, cuya extensión total es de 25 mil kilómetros cuadrados, sólo hemos cubierto menos de 5 por ciento, por lo que aún hay mucho trabajo por hacer. No obstante, los logros que hemos obtenido en conjunto –a través del Proyecto San Lorenzo y de otros más– nos van a permitir en los próximos años explicar fenómenos a escala regional.

¿Podría hablar acerca del trabajo que profesionales de otras disciplinas, además de los arqueólogos, realizaron en San Lorenzo Tenochtitlán?
Este proyecto arqueológico es multi-disciplinario e interdisciplinario. Está financiado por la unam, en vinculación con la uv y con diversos especialistas filiados a otras instituciones. En él participan biólogos, que determinan el medio ambiente antiguo para llegar a conclusiones sobre subsistencia; zoólogos, que estudian los animales en la dieta olmeca; geólogos y geomorfólogos que estiman las condiciones del ambiente natural de hace 3 500 años, y especialistas en paleoetnobotánica, que investigan la flora original de la región. También participan químicos y restauradores; de hecho, el próximo libro del proyecto es sobre restauración de la cerámica de San Lorenzo.
Hay dibujantes técnicos; dibujantes arqueológicos, especialistas en magnetometría, técnica que ayuda a localizar piezas; gente especializada en topografía basada en la cibernética, esto es, la aplicación de tecnología de punta, como el Sistema de Geoposiciona-miento Global o gps, para determinar sitios específicos; especialistas que están trabajando sobre el análisis químico de la cerámica y la obsidiana para determinar sus fuentes; y especialistas en historia del arte e iconografía, que estudian las primeras manifestaciones artísticas que anteceden a la escultura mesoamericana. Aparte se encuentra el personal arqueológico básico que se dedica a diferentes especialidades: reconocimiento de superficie, topografía, o excavación.
Podemos decir que es un equipo bastante completo que se integró para tratar de obtener la mayor información posible en el menor tiempo y al menor costo posibles, porque la investigación arqueológica es costosa. Por ello, la mayor parte del financiamiento proviene de la unam, la uv, el Conacyt y de otras instituciones extranjeras, como
la National Geographic y la
fundación Rolex.

¿Consideran realizar, en un corto plazo, otros estudios en la Facultad de Antropología?
Desde 1999 realizo una investigación arqueológica en la región de Medias Aguas, en el municipio de Sayula. Este proyecto, que se lleva a cabo en vinculación con la unam, también es de la Facultad de Antropología, y en él han participado, durante dos temporadas de campo (1999 y 2000), estudiantes de esta facultad; además el próximo año se incorporará un nuevo grupo para organizar una temporada de campo en el 2003.

¿También está relacionado con la cultura olmeca?
Sí, de hecho Medias Aguas es una región localizada entre dos grandes centros olmecas: San Lorenzo Tenochtitlán, en el norte, y Las Limas en el sur, por lo que es una pieza clave para explicar el mecanismo de desarrollo entre dos grandes centros.
Dicha región ha sido poco estudiada; sólo hay un antecedente que corresponde a la investigación realizada a finales de los setenta, a cargo de Alfonso Medellín Zenil y Hernando Gómez Rueda. Fue en 1999 cuando se volvió a explorar este sitio, y actualmente la Facultad de Antropología plantea realizar una investigación que incluye no sólo el reconocimiento de superficie, sino también excavación de sitios donde posiblemente podamos encontrar arte monumental olmeca.
La primera parte del trabajo en Medias Aguas inició en febrero de 1999 y lo culminamos a mediados de marzo de ese mismo año, periodo durante el cual los
estudiantes de Arqueología de la uv realizaron prácticas de campo. La temporada 2000 fue un poco más extensa y en ella también participaron 20 estudiantes y pasantes de Arqueología. En ambas, los resultados alcanzados fueron la investigación y cobertura de 50 kilómetros cuadrados, que no son nada en comparación con otros trabajos, pero es un primer paso en esta región. Hemos identificado más de 100 sitios con múltiples componentes de habitación, que van desde la época olmeca hasta la Clásica Tardía o Villa Alta.
Esta zona es famosa en la literatura arqueológica porque de ahí proviene el Mascarón de Medias Aguas, que se encuentra en el Museo de Antropología de Xalapa, pero básicamente no hay un muestreo intensivo de la misma, sólo hay un croquis muy elemental. En el estudio de campo se hicieron levantamientos topográficos de los sitios con arquitectura grande, como Cházaro, Los Turrents, Medias Aguas y aquellos que no tuvieron montículos pero sí una gran dispersión de artefactos en superficie. También se pudo identificar un sitio único cuya ubicación, por razones de seguridad, no podemos mencionar, el cual seguramente en próximas excavaciones nos permitirá encontrar información tanto de los grupos olmecas como de la fase pre San Lorenzo.
Excavar el sitio y ampliar la zona de cobertura –que suma 200 kilómetros cuadrados– son los objetivos del proyecto. Durante las dos primeras temporadas de trabajo hemos reconocido 110 kilómetros cuadrados en total, por lo que todavía nos faltan 90 kilómetros para cubrir el diseño original. Una vez que concluyamos esta fase, comenzaremos a hacer las excavaciones, siguiendo con ello la secuencia lógica de un proyecto de arqueología. Seguramente éstas nos darán elementos importantes sobre la época olmeca y la época tardía, y con ello conoceremos el tipo de comportamiento cultural que tuvieron estos grupos. Ojalá podamos encontrar algún tipo de elemento sui generis en los sitios, quizá más artefactos, escultura monu-mental, unidades domésticas o casas.

¿Cuándo iniciará la tercera temporada de este proyecto?
La próxima investigación en Medias Aguas será el próximo año, en 2003. Trabajamos en la temporada de sequía del sur de Veracruz, entre febrero y mayo de cada año. La intención es involucrar nuevamente a estudiantes y pasantes de la Facultad de Antropología de la uv en esta labor y permitir que realicen sus prácticas de campo. Se busca también que esta investigación no sólo sea educativa o formativa, sino que además aporte una parte signifi-cativa a las investigaciones regionales.